―Te encontraron fuera del hospital inconsciente. ―Me dijo Demian en cuanto comencé a hacer preguntas sobre lo que había sucedido. Luego de despertar, me di cuenta de que, tanto Lucian como Demian estuvieron esperando a que reaccionara. Me sentía magullada, pero más que todo, aterrada por lo que había sucedido.
―¿Y el doctor Terrance? Él me atacó, pero no sé, todo se volvió borroso. Recuerdo que llegué afuera, pero luego vi…algo grande que lo atacó… ―Me quedé en silencio. Miré a Lucian y estese tensó. Había sido él en su forma de lobo. No sabía por qué, pero estaba segura de eso.
―¿Algo grande? Debiste estar alucinando. Un guardia te encontró y Lucian pronto llegó.
―¿Qué pasó con él? ―Miré a Lucian. Sus profundos ojos azules se fijaron en los míos sin expre
―¿Qué diablos haces aquí?―Escuché que hoy transportarían a una chica tonta de vuelta a la casa de los Thorne.―Muy gracioso. ―Me levanté y sacudí mis pantalones. Luego caminé para poder subir, pero me resbalé unas cuantas veces gracias a la tierra mojada. Aldrec rodó los ojos y luego bajó un poco para ubicarse detrás de mí.―Sube. ―Él me empujó tomando mis pantorrillas y luego mi talón y con dificultad logré salir de ahí. Lo gracioso es que él casi ni se había manchado, a excepción de sus elegantes zapatos.―¿Por qué estás aquí?―Acabo de decírtelo.―Esperas que te crea que has venido por mí. Muy gracioso.―¿Por qué no vendría por ti? ―Sus ojos verdes me analizaron con curiosidad.―No me digas, vas a matarme.―¿Qué diablos te dijo Thorne? ¿Te lavaron el cerebro?―Sigo sin entender por qué viniste por mí.―Eres mi prima. ―Lo miré con los ojos entrecerrados. ¿De qué me había perdido? ¿Desde cuándo me veía como su prima?―¿Te drogaste?―Muy graciosa. ― De pronto, Aldrec se tensó. Comenz
Sombras. Eso veía. Me encontraba en una habitación repleta de sombras. Sentía miedo y no era capaz de moverme. Pronto esas sombras comenzaron a tener un rostro. Una de ellas tenía el rostro de Lucian. Este me veía con los ojos llenos de ira y luego esa sombra se transformó en su cuerpo. Lucian apareció frente a mí sosteniendo un arma. Mi corazón latía con fuerza y entonces él alzó su arma hacia mí para luego disparar. Abrí mis ojos dándome cuenta de que había sido un sueño. Intenté levantarme de la cama, pero un dolor en mi vientre hizo que me detuviera. Los recuerdos de mi escape del hospital vinieron a mi mente de nuevo y todo lo que le había dicho a Lucian me escoció por dentro, pero después hubo un disparo. Levanté la colcha que me cubría y luego la blusa el camisón que tenía puesto. Ahí había una venda que cubría mi vientre. Había sido herida. Supuse que tuvieron que operarme para que sobreviviera. Apreté los ojos y me dejé caer de nuevo. No podía creer que mi vida estuvo en peli
La isla Ambrocio, era la isla de la familia McHill. Heredada por el abuelo de Aldrec a su familia. En la novela, es el lugar donde Aldrec y Lucian pasan su luna de miel, se podría decir, antes de que las cosas se complicaran y bueno… muriera. Era una isla paradisiaca. Hermosa y de 870 kilómetros cuadrados de extensión. Claro, que era una isla inventada por la autora, pero eso no le quitaba el hecho de que era real en este mundo. Me encontraba montada en un helicóptero observando el mar azul que rodeaba aquel pedazo de tierra. No pude evitar sentirme como la protagonista de un drama coreano al ver aquello. Era demasiado irreal y aunque sabía que era una prisión podría descansar un poco después del caos por el que había atravesado, además de que había una laguna curativa en esas tierras. Necesitaba esto a pesar de todo. El helicóptero aterrizó y Kael me ayudó a bajarme de aquella nave. Lo hice despacio ya que si estiraba mi pierna me dolía el vientre. Kael estaba siend
Mientras observaba la orilla del mar, divisé una figura humana encima de ella. Al ver el cabello castaño supe que se trataba de Kael. Se sentó sobre la arena observando la luna. Recuerdo que, en la novela, los hombres lobo ven la luna cuando están pensativos o sienten que necesitan energía. Kael parecía cabizbajo, así que en definitiva algo pasaba por su mente. Unos minutos más tarde lo alcancé, cuando me miró atisbé cierta culpabilidad en sus ojos. Me senté a su lado abrazando mis piernas. ―¿Qué te pasa? ―Seño… Esther. ¿No debería estar descansando? ―No tengo sueño. Aunque odié admitirlo, me hace falta ver el celular y leer algo. ―Puedo pedirle libros. ―¿Qué hay de un celular? ―Dudo mucho que la dejen tener uno por el momento. ―Que deprimente era mi situación, en verdad. ―¿Qué te pasa? ―¿De qué habla? ―Te ves cansado y cuando me miras, pareces culpable. ―Miró de nuevo a la luna. ―Le fallé señori
Con celular en la mano lo configuré, incluyendo las cuentas de Esther, las cuales, por suerte, las tenía anotadas en un cuaderno que habían empacado con mis cosas. Para mi sorpresa tenía una enorme cantidad de mensajes por todos lados, especialmente de una chica llamada Thara. Leí sus chats y por lo que logré ver, era cercana a Esther. ―Debes ser su mejor amiga. ―Me alegró un poco saber que al menos Esther tenía a alguien pendiente de ella. Le escribí por mensaje brindándole mi nuevo número. No pasaron ni dos minutos cuando el celular comenzó a sonar. Al responder un grito agudo explotó por el celular. ―¡Maldita sea Esther! ¡Dónde estabas metida! ¡Aldrec me dijo que te secuestraron! No sabes lo preocupada que estaba. ¿Por qué no me avisaste que estabas a salvo? ―Sonreí levemente. ―Lo siento. Pasaron muchas cosas. ―¿En dónde estás? ―No puedo decírtelo, pero estoy bien. ―Esther… ―De verdad lo estoy. Aldrec me ha estado cuidando.<
Dos semanas pasaron desde aquella situación en el muelle. Jimmy se había comportado un poco más comunicativo. Bueno, al menos no me veía como si fuera una cucaracha y me respondía con más de un monosílabo. Además, me había entretenido estudiando un poco la vida de Esther desde las redes sociales. Y llegué a una conclusión.Esther estaba loca, y no lo digo en sentido figurado, en serio estaba loca. Esther había creado un club de fans de su primo. Dios mío, la mujer estaba obsesionada. Quiero decir, sé que no compartían sangre, pero madre mía, eso era demasiado. Y no solo eso, Esther tenía demasiados admiradores, claro que la mayoría lo eran por el físico de ella. Quiero decir, Esther era hermosa, eso sí, cuando no parecía un zombie como lo hacía yo ahora. Aún estaba recuperando nutrientes y debido al hambre, había momentos en que olvidaba que debía comer con consciencia y no de forma bestial. Sin embargo, ya no me dolía el estómago como antes y bueno, las cosas iban viento en popa por a
―Quiero aprender a disparar.―¿Te volviste loca?―No, hablo en serio. Creo que necesito saber defenderme.―Esther…―Aldrec… ―Mi primo suspiró lleno de frustración.―¿Por qué actúas de esta forma?―Solo quiero defenderme. Quien sabe, puede que lo necesite.―Ya, por qué lo necesitarías.―Solo en un mes estuve en peligro dos veces Aldrec. No quiero ser la típica dama indefensa.―Esther.―No te pido mucho, al menos algunas técnicas de defensa personal y saber usar un arma. No creo que sea algo malo. ―Aldrec lo pensó un momento y luego asintió levemente.―Bien, lo pensaré.―¿Lo pensarás?―Sí, lo pensaré. Ahora, te llamé porque quiero hablar de otra cosa contigo.―Dime. ―Me señaló la silla que estaba frente a su escritorio para que tomara as
Adentrarse en la sala de tiro es como ingresar a un mundo aparte, donde la concentración y la destreza se entrelazan en un baile preciso entre el tirador y su objetivo. Al cruzar el umbral, el murmullo del exterior se desvanece, reemplazado por un suave zumbido de sistemas de ventilación y el distante eco metálico de disparos amortiguados.El espacio se abre ante mí, una vasta extensión donde la atención se centra en las líneas de tiro, marcadas con precisión en el suelo pulido. A lo largo de la sala, las estaciones de tiro se alinean como soldados en formación, cada una separada por robustas divisiones de acero que proporcionan una sensación de intimidad y seguridad.El aire está impregnado con un ligero aroma a pólvora y aceite lubricante, una mezcla característica que define el ambiente de la sala. Los sistemas de ventilación trabajan incansablemente, filtrando el aire y manteniendo una frescura constante que invita a la concentración y la claridad mental.La