¿Acaso hice mal? Lucian no me mostró ningún tipo de expresión cuando le sugerí aquello. Creí que sería buena idea, pero al parecer había metido la pata de nuevo.―¿Amigos? ¿Crees que en nuestra situación eso es posible?―¿A qué te refieres con “nuestra situación”? ―Lucian suspiró.―Esther, eres o te haces. ― Se dejó caer en el respaldo del sofá. Yo fruncí los labios. No podía estar hablando sobre nuestras pequeñas aventuras. Un momento, claro que era eso. Pero solo habían sido deslices, de ambos. Si Lucian quería que arregláramos las cosas era por ese alguien que ambos conocíamos.―Oh ya… bueno, como te dije podemos comenzar desde cero. Olvidando todo. Olvidar rencores y malentendidos. ¿Qué opinas? ― Por favor Lucian, solamente esta vez. Déjame iniciar de cero. Lo miré intentando ser lo más convincente con mis gestos. Lucian se quedó mirándome con mucha atención y luego lo escuché suspirar.―Bien. Hagamos lo que dices. ―Sentí en ese momento como si me quitaran un gran peso de encima. ―
Sucedió una cosa extraña. Luego de mi charla con los lobos, hicieron de la vista gorda. Sabía que se encontraban investigando qué rayos era esa cosa que los había atacado. Lo malo era que yo también quería investigar y gracias a la sobreprotección de Aldrec mis guardias habían aumentado en número. Según él yo no lo había notado, pero siendo honesta, no era tan estúpida para no darme cuenta del grupo de hombres camuflados que me seguían a todas partes, incluso mis compañeros se habían dado cuenta de eso hasta Cardan.En fin, a parte de eso, comencé a notar que los chicos se estaban transformando en lobos sin su consentimiento. ¿Cómo lo hice? Fue sencillo. La primera vez fue justo un día después de lo sucedido con Lucian. Necesitaba material para realizar una maqueta, así que le dije a Aldrec que debía salir. &Ea
Me quedé encerrada en la biblioteca. Fue muy tonto de mi parte no haber tomado en cuenta ese detalle. Me había escabullido en la biblioteca gracias al evento que habían organizado, claro que no salí de mi escondite hasta que no hubo nadie. Vi mi celular y eran las cuatro de la mañana. Abrirían hasta las ocho así que tendría que esperar cuatro horas. Tuve que volver a mi escondite abrazando aquel libro que me había iluminado un poco la cabeza.Honestamente todo había sido demasiado extraño. El hecho de que precisamente ese libro cayera a unos metros de mí, justo cuando no había nadie, simplemente me causaba escalofríos. Todo era una completa locura. Como sea, me quedé dormida en un rincón, en el tercer piso. Me acurruqué y dejé que el sueño me venciera.Tuve un sueño o podría ser una pesadilla. Me encontraba en el bosque, sol
Estaba condenada. Cómo rayos se me había escapado aquella información. Muchos pares de ojos me veían como si yo tuviera un ojo extra en la frente. Los entendía. Admito que se habían esforzado por esconder su forma lobuna. Lo peor es que ahora no sabía cómo decirles que lo había descubierto.―¿Qué acabas de decir? ― Lucian me miró. Sus ojos azules parecían analizar mi rostro centímetro a centímetro. Se veía muy confundido. Aldrec no parecía contento, de hecho, también se veía pasmado. No esperaba que yo supiera su secreto.Tomé aire y lo miré con seriedad. Bien, ya no podía salir de esto.―Creo que tu super oído lobuno me escuchó bien. ―De nuevo sus expresiones de sorpresa.―¿Desde cuándo lo sabes?―Ya lleva un tiempo. ―Tomé la bolsa donde tenían la falda c
Una familia. Esther anhelaba una. Y aunque no apareciera explícitamente en la novela podía sentirlo. Ahora Aldrec le había otorgado esa oportunidad. Él platicó conmigo sobre las razones por la que no dijo nada. Una de ellas era por el temor a que huyera de él al saber lo que en verdad era. Lo entendía en esa parte. Los lobos que se encariñaba con humanos temían por lo que esta persona pensara sobre ellos. Hubo casos donde el humano los rechazaba. ¿Y cómo no? Se convertían en bestias carnívoras enormes. Pero a pesar de todo eso, les tenía cariño a todos, a cada uno de los chicos ―Toma. ―Aldrec interrumpió mis pensamientos. Traía una taza de chocolate en sus manos para mí. Los dos nos encontrábamos en una banca-columpio que estaba ubicada en la parte de atrás de la casa. Luego de haber llorado como magdalena, sugirió que desayunáramos fuera. Mientras lo hacíamos él me explicó sus razones y me pidió disculpas.―¿Cómo te sientes?―Me duele la cabeza.―Es por el llanto. ―Me reí divertida
Aldrec y un pequeño grupo de la manada salieron de inmediato cuando di aviso. Jimmy se quedó conmigo junto con Demian con quien no había podido hablar desde hace un buen tiempo.―¿No quieren una soda? ―Demian rompió el hielo. Jimmy no era de muchas palabras solo hablaba cuando consideraba prudente. Además, por la forma en que miraba al rubio era claro que no le agradaba.―No.―Quiero una. ―Jimmy me miró con los ojos bien abiertos. Yo le sonreí. ―Vamos. ―Demian sonrió burlón y los tres nos fuimos a la cocina. Mientras sacaba las bebidas de la refrigeradora comencé a pensar en qué hacían los chicos. Honestamente me preocupaban. No sabía a qué se estaban enfrentando.―Toma. ―Le di una de piña a Demian y al ver a Jimmy este me miró con el ceño fruncido.―¿Qué? ¿Quieres una? ―Me acerqué a él y se la puse en la mano.―Deberías dejar de ser tan serio Owens.―Cállate Demian. No te entrometas.―¿Qué creen que sea lo que Lucian sintió? ―Decidí aligerar un poco la tensión que había entre ambos.
No tenía nada claro. Mis pensamientos ahogaron mi mente mientras ideaba qué hacer. Intenté seguir la dirección que Lucian había tomado un rato antes. De seguro el resto de la manada estaba esparcido por ahí. Necesitaba encontrarlos. Los chicos estaban en peligro. No tenía nada a mi favor, como era evidente.Además, la carretera por la que iba era peligrosa. Era un camino de tierra que estaba húmedo gracias a la lluvia. Me apegué al timón para poder ver entre las líneas del vidrio roto. Fue en ese momento en que escuché un gruñido horripilante. Igual al del Formus. Al ver hacia la parte de atrás, me di cuenta de que esa cosa me perseguía y los chicos venían detrás de él. Mordiéndole las patas y lanzándose en contra de la criatura para detenerla. ¿Quién iba a pensar que esa cosa era tan fuerte? Claro que yo no. Aceleré lo más que el auto me daba y comencé a bocinar como loca.No tenía ni la menor idea de cómo atraer a un maldito hombre lobo.El Formus con sus agarras aruñó la parte de a
¡No podía gustarme Lucian! ¡No! ¡No! Era imposible. Lucian era el mate de Aldrec. Si Lucian me gustaba significaba que yo iba a sufrir, por un amor no correspondido. Tomé mi cabello mientras me daba golpes con la almohada.―No puedes ser tan patética Esther. No, no, no. ―Me dejé caer en el colchón y me quejé al sentir que moví mal mi tobillo.―¡Esther! Apresurate o llegarás tarde a la universidad. ―Claro. La universidad. Eso es. Si aprovechaba mi tiempo a estar en la universidad y buscar pistas, podía distraerme y alejarme de Lucian. Eso era lo mejor que podía hacer. Me levanté lo mejor que pude y me apresuré a cambiarme. Me daría una ducha al regresar.Más tarde, me encontraba caminando a mi salón. Thara y Mathew me miraron con sorpresa.―¿Qué te pasó?―Me caí en un barranco. ―Los dos abrieron los ojos de par en par.―¿Qué?―Fue accidental. Vi un animal, me asusté y caí. ―Thara me miró con suspicacia. Era obvio que sabía que algo más había pasado.―¿No te duele? ― Miré a Mathew y le