- A menos que sea más duro con él – dijo al finalNina no estaba convencida con esa respuestaEstaba segura de que había algo más Pero pensando en la competencia que Greco siempre fomento entre esos dos… todo era posibleTanto Mauricio exigiendo algo de Salvador, como Salvador torturando a Mauricio por tocar a Julieta… todo era posibleY de cualquier manera, nada de eso era asunto suyo, no quería oír detalles que pudieran afectarla demasiadoNo podía alegrarse por lo que Mauricio pasara,Aún no podía creer cómo el hombre con el que convivió por tanto tiempo, el "Doctor Perfección", terminó siendo capaz de forzarla de la manera en que lo intentó, era como si no pudiera conectar a su amigo con el hombre que Eva conoció ni con el que ella enfrentó en la cocinaAdemás, para ella, Salvador era una bestia despiadada, tal como los rumores decían desde antes de su bodaAunque llegó a idolatrarlo y derretirse en la admiración por ese hombre, no fueron pocas las noches en las que descubrió a s
Sentada en el banco de siempre, en la única plaza del pueblo, mirando la pequeña fuente, Nina pensaba y pensabaY el ciclo de pensamientos que se desataba en su interior, aunque era bastante simple, se le estaba haciendo interminable e iba más o menos así: Magnolia – Salvador – Sexo - MagnoliaComenzaba pensando en la concentración de Magnolia cuando pintaba, y una sonrisa se formaba en sus labiosLa niña se concentraba tanto, que hasta parecía capaz de sudar con tan solo sostener el pincel a un centímetro del lienzo. A Nina le encantaba la compostura en su mirada, como si en lugar de pintar, curara la herida de algún paciente Pensando en eso, pasaba a Salvador limpiando su herida días atrás, y Nina fruncía el entrecejoEsos dos tenían la misma miradaNo lo habría notado antes porque él nunca la miró con tanto cuidado mientras estuvieron casados, pero después de eso no podía negar que Magnolia había heredado eso de élReflexionando sobre las expresiones que conocía de Salvador, disti
- ¿Por qué tú? ¿A dónde está Marcos?- Con Felipe, haciendo un encargo- ¿Necesitas a los dos para un encargo?- Es un encargo personal- Por eso, no tenías que ocupar a los dos- Nina – se rascó el entrecejo – Aquí… no puedo andar tan cómodo como quisiera- Supe que no le caes en gracia a nadie del pueblo – se burló ella- Así es, así que cuando necesito algo, lo hace Marcos con el apoyo de Felipe- Tú podrías haber comprado las pastillas de Sara en la farmacia para que ella me llevara…- Tú podrías aprender a manejar- Tengo miedo - ¿Qué…?- Durante cinco años creí que había tenido un accidente al conducir, no quise aprender a conducir porque me daba miedo El camino a la casa tenía su buen trecho, aun en auto, así que Nina se acomodó tomando un par de hojas que había comprado y su lápiz para concentrarse en algo e ignorar a SalvadorDesde su asiento, Salvador la miraba cada tanto, todavía estaba un poco avergonzado por quedarse mirando cuando ella estaba desnuda… La imagen de Nina
Mientras la cabeza de Nina daba vueltas, la de Salvador trabajaba a mil por horaÉl necesitaba saber qué era lo que ella quería porque le daría todo lo que ella le pidiera, pero tampoco podía sobrepasar sus límites¿Qué debía hacer cuando ella parecía querer que él hiciera precisamente eso?Tenía que preguntarle a ella hasta dónde podía llegar o, al menos, tantear sus intenciones…Colando una mano por debajo de su ropa, exploró en su entrepiernaLa humedad de Nina lo sorprendió tanto como si fuera un caminante que llevaba años caminando en círculos por el desierto y de pronto se encontraba con una fuente de aguaLa deseaba tanto, que haberla tenido unas noches atrás, luego de tanto tiempo, no se sentía real y, por lo tanto, no era suficiente para saciar cinco años de anhelos y ausencias Necesitaba hundirse en ella, en su humedad, en su calorEstaba desesperado- ¿Recuerdas lo que se siente tenerme dentro de ti? – le preguntó, con los ojos oscuros por el deseoY Nina asintióSalvador p
Nina estaba que echaba humo- Ves… ahí estás de nuevo… El General Domoniccie … Te diré una cosa Salvador, yo no soy ninguno de los hombres de tu pelotón como para que me digas cuánto tiempo tengo para hablar… voy a decir todo lo que quiero decir Caminó hasta él, las ganas de destrozarle esa hermosa cara para ver si debajo de esa expresión tan fría y dura como un iceberg, había algo más, comenzaban a ser cada vez más serias- Me ignoraste, me humillaste, me maltrataste y… ¡Me engañaste!Salvador la miraba de una manera que no podía entender- ¡Quiero que sufras lo que yo sufrí!- Llevo cinco años cargando con la culpa… a esta altura, no pretendo que me exoneres - Quiero que sientas lo que es estar a la deriva, como si no fueras nada más que un… barco de papel… hundiéndose en el antojo de los otros- ¿Por eso te acostaste conmigo? ¿Para jugar conmigo? No era una despedida ¿No?- ¡Sí! Igual que tú hiciste conmigo durante meses, que te metías en mi cama y luego desaparecías… - Jamás fu
El corazón de Nina se paralizó, y en un abrir y cerrar de ojos, todo estalló, con el sordo sonido de un disparo cuando Salvador sacó su arma y sin vacilar, disparó hacia JoaquínEn algún momento, de alguna manera, Marcos tiraba de ella hacia el pasadizo en la cocina que comunicaba con el granero, y con otro disparo, Salvador caía al suelo- ¡Nooo! – gritóFue de esos gritos que desgarran la garganta, de esos en los que lo que grita es almaComo si todo fuera en cámara lenta, como si a su cerebro necesitara tiempo para procesar todo lo que veía, seguía viendo a Salvador caer y rodar en el suelo, sosteniendo su hombroY ella ¿Se alejaba? - ¡No no no! ¡Marcos, suéltame!- ¡Shh! – intentaban tapar su bocaSe retorció, pateó, mordió, peleó con todas sus fuerzas, hasta que sintió las manos de Magnolia sobre su rostroLa niña, desde los brazos de Sara, la miraba con una compostura que la dejó en shock de nuevo, intentando reconectar su expresión serena con lo que acababa de ocurrir- Mamá…
Nina siempre creyó que el amor se multiplicaba, pero en ese momento, sentía que la dividía en dosUna parte, la más racional, se centraba en resguardar a Magnolia, pero la otra… quería volver corriendo a él- Niña… - Sara la miraba con angustia Nina miró hacia arriba para contener las lágrimas mientras alzaba a su hija de nuevoEra terca, impulsiva y vivía como si la vida fuera un lienzo blanco delante de ella, que debía sentir y pintar… y por ende, toda decisión que tomaba era con el corazón, la mente nunca la ayudó demasiado, más que para solo deprimirla- Vamos, cariño- ¡Eva! – gritó Marcos, indignado - ¡No pueden…!- Mamá… tenemos que buscar a papá- Marcos irá por papá – miró de reojo al hombre al lado de ellas que revisaba la pantalla de su teléfono, ansioso- Pero… si nos vamos papá no va a encontrarnos- Papá nos encontrará - afirmó- No quiero ir – se retorcía en sus brazos- Magnolia, hija, es lo que tenemos que hacer por papá- ¡No! – apretaba sus manitos en puños - Hija…
- Es curioso lo que uno recuerda ¿No? – le había dicho a NinaMientras la conciencia se alejaba, Salvador se veía en medio de un recuerdo lejanoCon el cabello castaño y el sol detrás, Aida Garay palmeaba la espalda de su hijo, que se acomodaba en su falda, para escucharla con toda su atención El tiempo en el campo era tan largo, que la gente de la zona había tenido que cultivar ciertos recursos para entretener a los más pequeños cuando se aburrían y el sol aún estaba fuerteMientras algunos ancianos les enseñaban a tejer y recolectar las uvas… a Aida Garay se le dio por contarle cuentos a su único hijo, Salvador“En un pequeño pueblo, a las afueras de la ciudad, donde el río corre al pie de las montañas, había un niño al que le gustaba pescar.Pero cuando el río llegaba al centro del pueblo, era apenas un hilo, porque entre las casas y los arbustos, se fue haciendo más y más flaquito, así que para tener una buena pesca, había que ir hasta la montaña”Salvador miraba a su madre con oj