Mil cuatrocientos sesenta y seis días después, puse la llave en la cerradura de mi propia casa.Antes de que entrara, Melody se deslizó entre mis piernas, corriendo por el espacio vacío de la sala y la cocina, que estaban contiguas.- ¿Y entonces? - Le pregunté.- Me encantó... – sonrió, sus dientes blancos relucían y parte de sus encías se mostraban de tanto abrir los labios – ¡Me encantó! - Gritó.- No grites, Medy.- Pero hace eco, mamá... Pruébalo tú también.- No.-Ay mami...Dio un grito agudo, que resonó en el vacío de la casa. Empezamos a reír. La agarré por detrás y comencé a hacerle cosquillas mientras intentaba escapar, aunque lo estaba disfrutando.Se tiró al suelo y yo me arrodillé sobre ella, haciéndole cosquillas y luego colmándola de besos en la mejilla y el cuello.Siempre pensé que ningún aroma era mejor que ciertos perfumes importados. Estaba equivocado. El olor de un hijo era la mejor esencia del mundo. Si pudiera, lo mantendría en una botella y lo usaría sin moder
Había comprado un coche hace un par de años. Siempre estaba dando problemas y era viejo. Pero aun así fue mejor que tomar el transporte público con Melody y las diversas bolsas que llevaba junto con su mochila.Melody pasó el día en la escuela y Yuna o Do-Yoon la recogieron al final del día. A partir de ahora tendría que ir a buscarla a su casa, porque por fin teníamos nuestro hogar.La vida era una carrera interminable. Y no tuve tiempo de pensar en nada más que en el trabajo y en mi hija.Charles se convirtió en un borrón en mi memoria. Ya no podía verlo cuando cerraba los ojos... ya ni siquiera podía olerlo. Solo estaba seguro de que no era un sueño porque tenía una hija que solo tenía mi apellido. Y ni siquiera estaba autorizado a usarlo, ya que un día mi propio padre me echó de la casa, con la ropa puesta, seguramente con la esperanza de que me lastimara y volviera, dispuesto a abortar lo que tenía. mucho hoy precioso en la vida.Fui una buena madre. Superé todos los contratiempo
Preferí no preguntar o confesar que no había entendido. Realmente necesitaba ese trabajo. Quería y necesitaba ser profesor allí.- ¿Será tu primera experiencia dando clases a toda una clase?- La verdad no. Ya he enseñado en cursos preparatorios.- ¿Habitación llena de adolescentes, con hormonas incluso saliendo por las ventanas?- No... - No pude evitar reírme.- Entonces, alístate. No son fáciles. Sus familias no son fáciles. Pero ellos pagan nuestros buenos salarios.- Si entiendo. Soy capaz de trabajar con adolescentes de clase alta…' Solía ser uno, pensé.- La vacante es para el turno de mañana y tarde... Hay algunos días sin clases en este horario, pero igual debes consultar el horario para asegurarte.- Vaya, eso sería genial. Un poco más de tiempo para estar con mi hija.- ¿Tiene una hija? ¿Cuántos años?- Eran las cinco hace menos de un mes contando nuestro calendario. Según los chinos, ya tendrá seis años.- Gran escenario, ¿no? - Ella sonrió.- Sí... creo que es lo mejor. A
Tan pronto como entré en el aula de tercer año, traté de parecer confiado... Una confianza que estaba lejos de sentir. Esperaba una raqueta y niños. Pero me encontré con caras serias y chicos y chicas que no parecían mucho mayores que yo. - Buen día. – saludé. - Puedes sentarte aquí a mi lado. - Escuché la voz del chico de ojos color miel, cabello castaño y una sonrisa simplemente increíble. Nos miramos el uno al otro durante un rato. Mi corazón latía tan fuerte que sentí que todos lo notaron. Solo he tenido esa conexión una vez en mi vida, con una mirada que parecía desentrañar no solo mi cuerpo, sino también mi alma. Después de años logré ver “El cantante” frente a mí y toda su alegría y sarcasmo. Destellos del pasado me tomaron por sorpresa, trayendo la moto, la playa, el sexo sobre la mesa, en el corredor del Cáliz Efervescente, la mirada verde esmeralda en la mía, la música del reencuentro, el extraño en “nuestra” casa , la chaqueta de cuero, el papel dentro del bolsillo... -
Le entregué a Melody a Yuna, su mochila lista para su clase de la tarde. Ella también quería recoger a nuestra pequeña después y llevarla al parque donde nos encontraríamos.Subí las escaleras y me di una ducha tranquila, ya que no tenía que vigilar a Melody. Me cambié y me preparé un poco de chocolate caliente para beber en el camino. Cuando llegué a la habitación, vi un gato en la mesa, al lado del acuario. Y ni rastro de Lonely.- Malvado... Te comiste un pez inofensivo... ¡Ladrón! Te demandaré.Meneó la cola y caminó lentamente hacia la ventana, tomándose su tiempo para irse, sin importarle mis palabras.Fui al acuario vacío, sentado en el sofá, desolado:- Debe ser un destino que tengo con los animales. Esto no puede ser real. Medy se sentirá terrible. Dos animales murieron en menos de cuarenta y ocho horas.Cerré la ventana y salí, sintiéndome fatal. Vi al gato entrar a la casa de al lado, sin saber si era su hogar o si iba a terminar su desayuno con otro animalito indefenso.Cu
- ¿Veintidós? - Le preguntó.Arrugué mi frente, sin entender.- ¿O veintitrés?- Veintitrés. Acaba de terminar. – Me escuché justificando mi edad.- Tengo dieciocho años. Pero puede considerar 19 en el Año Nuevo Chino.Reí y él tocó mi regazo, tomando la concha marina que adornaba mi cuello. Leyó las iniciales y dijo:- ¿Lo que quieres decir?Tomé el caparazón de sus dedos y di un paso atrás, distante. Había tocado un tema sumamente prohibido que me dejaba fuera de ese mundo, lejos del presente.Podía ver a Charles frente a mí, con las manos apretadas, ordenándome que eligiera.Pongo mi mano derecha hacia adelante, sin encontrar la suya. Cerré los ojos y sacudí la cabeza, tratando de disipar ese recuerdo que me consumía y me desgarraba. Sentí una mano cálida sobre la mía, que ya no tocaba el aire.Abrí los ojos y encontré los iris del color de la miel en lugar de un verde esquivo.- ¡Tu eres linda! - Dijo serio.Debería alejarme y decir algo. Sin embargo, acepté sus manos en las mías.
No traté de ser fuerte. Lloré, allí, frente a Melody, exponiendo por primera vez mi mayor debilidad: cuánto extrañaba a su padre.Yuna no hizo nada. Ni siquiera trató de detener mi llanto. Se quedó a mi lado, esperando que me calmara.Después de unos minutos, respiré hondo y llené mis pulmones. Tomé un Kleenex de la guantera y me sequé la cara, luego me soné la nariz. Si fuera hace años, nunca usaría el mismo papel para las dos cosas. Pero ya no era la misma persona. Cambié pañales e incluso hoy limpié a mi hija después de que fue al baño. El mismo papel para lágrimas y secreción nasal fue una de las cosas menos peores que hice.Tiré el papel a la basura y miré a Melody, que estaba sentada sin decir nada, sus grandes ojos verdes fijos en los míos:- Perdóname, Medy. No debería haberte hablado de esta manera.- No debí entrometerme, mamá. No seas así, todo estará bien.- ¿Por qué no eres un niño normal? ¿Por qué tiene que ser tan hermoso y perfecto? Solo puedo equivocarme en las matemá
- ¿Me estás invitando a salir, Sabrina?- No... Te invito a tomar un helado conmigo y mi hija, Guilherme.- Puedes llamarme Gui... No estamos en la escuela.Melody llegó con su mochila a la espalda. Abrí mis brazos para que ella subiera a mi regazo, sin embargo ella fue al regazo del niño, quien dijo:- Eres pesado, Medy. No sé cómo tu madre te carga como si fueras una pluma.Ella rió:- Como mucha pizza.- Lo bueno es que se pierden calorías en el fútbol – saludó al profesor – Fue un privilegio quedarme con usted y su clase, Sra . Daungarthner .- El privilegio fue nuestro, Gui. - Abrió una sonrisa, completamente derretida por el chico.Cerró la puerta y yo observé:- Prefiero llevarme a Medy que al hámster. Este animal parece un ratón.- Pero no es. – Melodía asegurada.- Ya le expliqué, Medy. - Aseguró Guy.- Mamá, no puede tomar el sol.- Gui ya me dijo eso también. Ni siquiera verá la luz del día, lo prometo.- No es tan extremo. Bill se echó a reír.Cuando llegamos al auto, Melo