- ¿Veintidós? - Le preguntó.Arrugué mi frente, sin entender.- ¿O veintitrés?- Veintitrés. Acaba de terminar. – Me escuché justificando mi edad.- Tengo dieciocho años. Pero puede considerar 19 en el Año Nuevo Chino.Reí y él tocó mi regazo, tomando la concha marina que adornaba mi cuello. Leyó las iniciales y dijo:- ¿Lo que quieres decir?Tomé el caparazón de sus dedos y di un paso atrás, distante. Había tocado un tema sumamente prohibido que me dejaba fuera de ese mundo, lejos del presente.Podía ver a Charles frente a mí, con las manos apretadas, ordenándome que eligiera.Pongo mi mano derecha hacia adelante, sin encontrar la suya. Cerré los ojos y sacudí la cabeza, tratando de disipar ese recuerdo que me consumía y me desgarraba. Sentí una mano cálida sobre la mía, que ya no tocaba el aire.Abrí los ojos y encontré los iris del color de la miel en lugar de un verde esquivo.- ¡Tu eres linda! - Dijo serio.Debería alejarme y decir algo. Sin embargo, acepté sus manos en las mías.
No traté de ser fuerte. Lloré, allí, frente a Melody, exponiendo por primera vez mi mayor debilidad: cuánto extrañaba a su padre.Yuna no hizo nada. Ni siquiera trató de detener mi llanto. Se quedó a mi lado, esperando que me calmara.Después de unos minutos, respiré hondo y llené mis pulmones. Tomé un Kleenex de la guantera y me sequé la cara, luego me soné la nariz. Si fuera hace años, nunca usaría el mismo papel para las dos cosas. Pero ya no era la misma persona. Cambié pañales e incluso hoy limpié a mi hija después de que fue al baño. El mismo papel para lágrimas y secreción nasal fue una de las cosas menos peores que hice.Tiré el papel a la basura y miré a Melody, que estaba sentada sin decir nada, sus grandes ojos verdes fijos en los míos:- Perdóname, Medy. No debería haberte hablado de esta manera.- No debí entrometerme, mamá. No seas así, todo estará bien.- ¿Por qué no eres un niño normal? ¿Por qué tiene que ser tan hermoso y perfecto? Solo puedo equivocarme en las matemá
- ¿Me estás invitando a salir, Sabrina?- No... Te invito a tomar un helado conmigo y mi hija, Guilherme.- Puedes llamarme Gui... No estamos en la escuela.Melody llegó con su mochila a la espalda. Abrí mis brazos para que ella subiera a mi regazo, sin embargo ella fue al regazo del niño, quien dijo:- Eres pesado, Medy. No sé cómo tu madre te carga como si fueras una pluma.Ella rió:- Como mucha pizza.- Lo bueno es que se pierden calorías en el fútbol – saludó al profesor – Fue un privilegio quedarme con usted y su clase, Sra . Daungarthner .- El privilegio fue nuestro, Gui. - Abrió una sonrisa, completamente derretida por el chico.Cerró la puerta y yo observé:- Prefiero llevarme a Medy que al hámster. Este animal parece un ratón.- Pero no es. – Melodía asegurada.- Ya le expliqué, Medy. - Aseguró Guy.- Mamá, no puede tomar el sol.- Gui ya me dijo eso también. Ni siquiera verá la luz del día, lo prometo.- No es tan extremo. Bill se echó a reír.Cuando llegamos al auto, Melo
Podía entregarme a ese beso, aun sabiendo lo arriesgado que era. Pero no conseguí. Porque no sentí a Guilherme sino a Charles en ese momento. Mi mente me engañó tanto que hasta el perfume barato de “el cantante” se apoderó del lugar.Lo empujé con cierta dificultad, sus labios me abandonaron lentamente, la sensación de querer seguirme pero el temor de que los recuerdos me hicieran aún más vulnerable.- No podemos, Gui... ¡No!- No me dejes así... Estoy completamente loco por ti. - Sus ojos brillaban y mi corazón se sentía como si se fuera a salir de mi cuerpo.Me desenredé de él y agarré mi bolso, yendo a la puerta y abriéndola mientras salía al pasillo. No había estudiantes en ese piso. Bajé las escaleras sintiendo el sudor correr por mi espalda cuando escuché sus pasos detrás de mí.Tan pronto como llegué al último escalón, me tomó del brazo:- No puedes negar que tú también me amas, Sabrina.- ¡Baja el volumen, maldita sea! Miré a mi alrededor, temerosa de ser observada.- El profe
Detuve el auto con un chirrido, mi cuerpo se inclinó hacia adelante con el impacto. Miré hacia Melody, quien se rió:- ¿Hace de nuevo?- Medy, esto no era una broma. Mamá se lastimó. - Me toqué el pecho, que me dolió con la fuerza del impacto que hizo el cinturón contra él.- Perdon.- Medy está diciendo cosas raras. Y mamá puede estar triste por eso... Especialmente si son mentiras.- Vi su foto... Es como la de mi padre... Lo juro. Mi papá canta la canción Rich Girl y quiero ir e invitarlo a cenar.Inmediatamente agarré mi teléfono celular y busqué en Google: Charles. Ni siquiera sabía su apellido.Había mil Charles... Pero ninguno era mío. Probé “el cantante”. Aparecieron innumerables artistas latinos, excepto el mío.- ¿Cuál es el nombre de la canción de nuevo? Miré a Melody.- La canción de la niña rica.Acabo de escribir "Niña". Y ahí estaba... Charlie B.: nuevo nombre, aunque casi el real. ¿O era Charlie su verdadero nombre y Charles el que usaba antes de su fama?Sentí que mi
Faltaban quince minutos para las diez cuando Melody y yo llegamos a la puerta principal del Sports Gym.Le entregué los boletos a la persona a cargo, quien dijo:- Lo siento, señora. La niña no puede entrar.Miré a la mujer, confundido. ¿Cómo podría no entrar? Melody era la hija de Charles.- Ella es mi hija. – Empecé a sacar nuestros documentos de la bolsa y traté de dárselos.Ella se negó a tomar:- No. La chica no entra.- Soy responsable de ella. Como te dije, ella es mi hija y autorizo su entrada.- Solo se puede entrar a partir de los dieciocho años.- Pero canta una maldita canción de Rich Girl que mi hija escucha todo el tiempo.- Mamá, maldijiste. Melody tiró de mi mano, recordándome 'joder'.- Mal ejemplo, señora. Ahora, salga de la fila, hay más personas para unirse. Estamos atrasados.- Pagué el boleto y entremos. - dije, tratando de empujarla con mi cuerpo y entrar, sin permiso.No pasó mucho tiempo y dos guardias de seguridad ya estaban frente a mí:- No se puede entrar
Si Yuna dijo que no podía decirlo, Melody realmente no lo haría, ya que se tomó muy en serio lo que dijo "tía prestada".- Me voy. – Gui trató de pasármelo, sin éxito.Melody se acurrucó junto a él, con las piernas envueltas alrededor de su cuerpo:- Gui, ¿vamos a tomar chocolate caliente todos juntos? Yo, tu y mi mamá. - Me tomó de la mano, obligándome a acercarme a ellos.La respiración de William todavía era dificultosa. Traté de recomponerme y poner mis pensamientos en orden.- Hija, es tarde, muy tarde. Gui tiene clase mañana y necesita dormir y descansar.- Pero mañana es sábado. - Ella recordó.Rodé los ojos y me senté en el sofá. Guilherme se sentó junto a nosotros, con ella todavía en su regazo.- Mamá, quiero un vaso bien lleno de chocolate caliente.Tomé el termo que había traído y fui a la cocina, llenando las tazas. El olor era bueno.Me vi echando agua detrás de mi cuello, tratando de extinguir por completo el fuego que me había estado consumiendo hace unos minutos.Resp
¡Dios! Perdóname, porque maté a otra mascota de mi hija. ¿Qué clase de persona soy? Horrible, la peor madre del mundo.Corrí escaleras arriba y la vi arriba, con el animal sin vida en sus manos.- ¡Cariño, perdóname!- Dijiste que mi hámster era una prioridad. – se lamentó.- Culpable, culpable, mil veces culpable. Castígame, por favor.- Está bien, nunca volverás a cuidar de mis mascotas.Tomé el cuerpo del hámster de sus pequeñas manos y le propuse:- ¿Lo enterramos?- Gui estará muy triste... Porque el hámster que me regaló murió.- Tal vez sea comprensivo con mamá.- ¿Así como yo?"Al igual que tú…" Asentí, tomándola de la mano.Mientras cavaba el hoyo, ella advirtió:- Cuida a Tuga , mamá.- Me encargaré... lo prometo.Una vez cavado el hoyo, metemos al hámster dentro y lo cubrimos con tierra. Tan pronto como terminamos, ella dijo, sentándose en el suelo, en la hierba:- Mamá, ¿crees que estamos haciendo un cementerio de animales en nuestro patio trasero?- ¡No! ¡No digas eso! El