Antes de que Anthony pudiera responder, Rachel apareció en el marco de la puerta de una de las habitaciones. Llevaba un vestido impecable y un bolso colgado de su brazo, claramente preparada para salir.—Perfecto, Tony. Ya que te los llevas, yo iré de compras —dijo con una amplia sonrisa—. Necesito un poco de tiempo para mí.Anthony la miró, sabiendo exactamente lo que estaba haciendo: delegar su responsabilidad para disfrutar de su propia libertad, mientras él intentaba remendar lo que ella había complicado. Pero no replicó; no quería alimentar más tensión frente a los niños.—Está bien, Rachel. Nosotros nos encargamos —respondió con calma.Rachel se inclinó para besar a Chloe en la frente y a Ethan en la mejilla, un gesto que pareció más automático que genuino.—Pórtense bien con su papá, ¿sí? —advirtió, mientras los niños asentían con un gesto apenas perceptible.Anthony los observó mientras Rachel salía por la puerta, su perfume quedando suspendido en el aire. Luego se volvió haci
El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el parque de un resplandor anaranjado que aportaba un aire cálido al lugar. Gerald y Myriam Lennox caminaban lentamente, flanqueando a Micky, quien avanzaba con cautela debido a su tobillo lesionado. A pesar de la incomodidad, el niño mantenía una expresión serena, observando todo a su alrededor con la curiosidad propia de su naturaleza reflexiva.—¿No necesitas descansar, pequeño? —preguntó Myriam, inclinándose hacia él con una sonrisa maternal.—Estoy bien, abuela. El doctor dijo que caminar un poco me ayuda, siempre y cuando no me esfuerce demasiado —respondió Micky, con esa madurez que lo caracterizaba.—Eres un niño fuerte, eso lo sacaste de tu padre —comentó Gerald, con un toque de orgullo en su voz, mientras le daba una palmadita en el hombro.Micky le devolvió la sonrisa tímidamente, pero su atención se desvió hacia el sendero, donde Anthony caminaba con dos niños a su lado. Ethan y Chloe, quienes sostenían sus manitas entr
Anthony alzó las manos en señal de calma, tratando de interrumpirla.—María Elena, espera, puedo explicarlo…—¿Explicarlo? —lo cortó, avanzando un paso hacia él, con la voz alzándose—. ——¡Explícame cómo estos niños tienen la osadía de hablarle así a mi hijo! ¿Por qué tienen esa idea de que los vas a dejar por Micky? Ah, claro, ¡porque tu ex, esa estúpida, no deja de manipularlos!Ethan y Chloe, que habían estado observando con ojos grandes, se sintieron directamente señalados. Ethan frunció el ceño y levantó la voz, su tono lleno de enojo infantil.—¡Tú eres la bruja que quiere separarnos de papá!—¡Sí, bruja! —secundó Chloe, tomando una pequeña piedra del suelo y lanzándola hacia María Elena.La piedra golpeó suavemente la pierna de María Elena, pero el acto fue suficiente para que Myriam se levantara al instante y Gerald se pusiera de pie como un resorte.—¡Ethan! ¡Chloe! —exclamó Myriam, su voz grave y llena de autoridad—. ¿Qué demonios creen que están haciendo? ¡Eso es inaceptable
Anthony permaneció inmóvil por un momento, procesando lo que estaba viendo. Finalmente, dio un paso hacia Rachel, con los ojos entrecerrados.—¿Qué fue lo que hiciste, Rachel? —preguntó, su tono bajo pero cargado de una peligrosa calma.Rachel lo miró, incrédula, su furia a punto de desbordarse.—¿Qué hice? ¡¿Qué hice?! ¡Fui a hablar con ella porque estoy harta de que te aleje de nuestras vidas y esta es su respuesta! —exclamó, señalando sus mejillas y sollozando teatralmente.Gerald cruzó los brazos, observando a Rachel con una mezcla de desaprobación y escepticismo.—Rachel, ¿de verdad esperabas otra cosa después de ir a provocar a esa mujer? —intervino con su tono severo, que siempre sugería que la paciencia se había agotado.—¡Yo no provoqué a nadie! —gritó ella, mirando primero a Gerald y luego a Anthony—. ¡Pero claro, todos están de su lado! ¡Siempre están de su lado!Anthony respiró hondo, intentando mantener la calma en medio de la tormenta.—Rachel, si María Elena te hizo est
Anthony estaba sentado en el sofá de su suite del hotel, la cabeza entre las manos. La habitación, normalmente impecable, mostraba señales claras de su frustración: documentos desordenados sobre la mesa, su chaqueta tirada en una esquina y una copa de vino medio vacía en la mesita. Desde la ventana, observaba las luces titilantes de la ciudad, pero su mente vagaba lejos de allí, atrapada en el caos del día.No entendía cómo había llegado a ese punto. La pelea entre los niños, el enfrentamiento con Rachel, y el dolor reflejado en los ojos de María Elena… Todo se acumulaba en su pecho, un peso insoportable que lo agobiaba.El sonido de unos golpes en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Se levantó lentamente, su mente anticipando lo peor: tal vez Rachel había vuelto con más reclamos, o quizá Gerald, aún disgustado, venía a hablar con él.Cuando abrió la puerta, se encontró con María Elena. Su rostro era sereno, pero sus ojos azules, llenos de emoción, hablaban más de lo que las palabr
Rachel salió del hotel con cuidado, asegurándose de cerrar la puerta suavemente para no despertar a Ethan y Chloe. Con los pensamientos desordenados y el pecho apretado, se ajustó el abrigo y comenzó a caminar por las calles iluminadas por la tenue luz de las farolas. Necesitaba despejar su mente y, sobre todo, encontrar una farmacia donde pudiera reabastecerse de sus antidepresivos.Mientras caminaba, revisó su bolso, comprobando que tenía todo: teléfono, cartera, la receta. Las palabras de Anthony seguían resonando en su cabeza, como un eco insoportable. “Me pongo del lado de María Elena porque tiene razón”. Una mezcla de furia y humillación la consumía.El aire fresco de la noche hacía que su piel se erizara, pero ignoró el frío. Sin embargo, algo más empezó a inquietarla: una sensación extraña, como si alguien estuviera siguiéndola. Se giró discretamente, pero las calles parecían vacías.Aceleró el paso, tratando de convencerse de que era solo su paranoia. Después de todo, era casi
Anthony respiró profundamente antes de abrir la puerta de la suite donde Ethan y Chloe aún dormían. Los dos pequeños estaban acurrucados en sus camas, ajenos al torbellino de emociones y noticias que él cargaba sobre sus hombros. María Elena se detuvo cerca de la entrada, dándole espacio, aunque no podía evitar escuchar con atención.—Ethan, Chloe —llamó Anthony suavemente, arrodillándose junto a ellos.Ethan fue el primero en abrir los ojos, parpadeando con desconcierto. Chloe se removió y, al ver a su padre, se incorporó con una expresión de somnolencia.—¿Qué pasa, papá? —preguntó Ethan, aún con la voz cargada de sueño.Anthony tomó un momento para juntar las palabras correctas.—Pequeños, necesito que me escuchen con atención. Hay algo que debo contarles sobre su mamá.Chloe frunció el ceño de inmediato, aferrándose a la sábana.—¿Qué le pasó a mamá? —preguntó con una mezcla de miedo e incertidumbre.Anthony extendió una mano para acariciar el cabello de su hija.—Su mamá está en
Miguel colocó una taza de té en la mesa frente a Luciana, mientras observaba de reojo cómo María Elena organizaba un par de juguetes que Micky había dejado fuera de su habitación.—Hija, ¿qué tipo de accidente tuvo la ex esposa de Anthony? —preguntó Miguel, con el ceño levemente fruncido—. ¿Te dijo algo al respecto?María Elena se detuvo un momento, suspirando mientras se cruzaba de brazos. Su expresión reflejaba la mezcla de cansancio e incertidumbre que sentía.—No lo sé con exactitud, papá. Solo sé que está en el hospital, muy grave. Anthony me dijo que la encontraron con heridas bastante serias, pero no quiso entrar en detalles —respondió, con un leve gesto de preocupación en su rostro.Luciana levantó la vista, con el mismo aire reflexivo que su esposo.—Debe ser algo muy grave para que Anthony parezca tan afectado. Esa mujer siempre ha sabido cómo complicarle la vida, pero esto parece diferente… —murmuró, más para sí misma.Antes de que pudieran continuar la conversación, el tim