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Linda corrió hacia su hija, el dolor visible en su rostro, los sollozos desesperados se desbordaban de su pecho, mientras sus manos temblaban al intentar detener la hemorragia de la herida en el vientre de Deborah.La angustia le apretaba el alma, el miedo la envolvía, pero en su interior también había algo más, un sentimiento contradictorio entre el dolor por su hija y la furia que le causaba la situación.David, al ver a su hija en ese estado, también cayó en un mar de desesperación.Su corazón latía con furia y angustia, sin poder procesar el horror de lo sucedido.Las lágrimas le cegaban los ojos, pero no podía evitar la mirada de culpabilidad que recaía sobre Paz.«Ella es la única culpable» pensó, con rabia contenida, mientras su mente se inundaba con la imagen de su hija herida.Terrance, con rapidez y determinación, corrió hacia Paz.Su abrazo fue un refugio en medio del caos, un intento por calmarla, por hacerle sentir que todo estaría bien, a pesar de la tormenta que se desat
Días después.En el hospital.David Leeman caminaba de un lado a otro en la sala de espera, con el ceño fruncido y la mandíbula apretada.Su rostro reflejaba la desesperación de un hombre que había perdido el control.No dejaba de murmurar maldiciones contra Paz, con los puños crispados de rabia contenida.Cuando por fin Linda pudo ver a su hija, sintió que el corazón se le rompía en mil pedazos. Deborah seguía dormida, con el rostro pálido, la respiración pausada. Su cuerpo, tan frágil sobre la cama, parecía el de una muñeca de porcelana rota.Pero tan pronto como abrió los ojos, su mirada se clavó en la de su madre.—¿Mamá…? —su voz era apenas un susurro, quebrado por la confusión y el dolor. —¿Qué pasó?Linda tragó saliva, sus labios temblaban.—Hija… —su voz se quebró antes de poder continuar—. Perdiste al bebé.Deborah sintió un vacío abismal en el pecho. El aire se le atoró en la garganta.—No… —susurró, pero su expresión se torció en un gesto de horror cuando vio las lágrimas e
Antes de que Paz pudiera cerrar la puerta, Terrance la detuvo y se adentró, mirándola con una intensidad tan profunda que parecía irradiar deseo.—¿Qué pasa? —preguntó ella, apenas capaz de articular palabra.—Déjame convencerte de ser mi esposa otra vez, de ser mía —dijo, con la voz cargada de ansias contenidas.Paz titubeó, sintiendo en su interior una claridad que jamás había experimentado antes, como si pudiera ver todo en él, como si su alma fuera tan pura y cristalina como un río de agua limpia.Su cuerpo, por otro lado, temblaba con la incertidumbre de lo que estaba por venir.—Yo…No pudo terminar la frase antes de que él la besara.Sus manos sostuvieron su rostro con firmeza, mientras sus labios la tomaban en un beso tan profundo y apasionado que todo a su alrededor desapareció.Sus lenguas se entrelazaron con frenesí, y la temperatura del aire parecía elevarse, como si el mismo ambiente respondiera a la fuerza de su deseo.Terrance la guio sin dejar de besarla, sin que ella
—¿Tú? ¿Te casarás conmigo? —La incredulidad en la voz de Randall era palpable, como si esas palabras le costaran entenderlas.Por un instante, el corazón de Bianca latió con fuerza, casi se sintió débil bajo el peso de la pregunta.Una sensación de rechazo la envolvió, la duda la abrazó como una sombra oscura que la empujaba al abismo.Luego, una oleada de humillación la hizo apretar los puños con tanta fuerza que las uñas casi se clavaron en su piel.Su respiración se aceleró, y sintió cómo la rabia comenzaba a burbujear en su interior.No podía permitir que él la viera vacilar.Con esfuerzo, levantó la barbilla y sus ojos se llenaron de una dureza que no sentía desde hacía mucho.Estaba decidida a no mostrar su vulnerabilidad.—¡Pero, tengo condiciones! —sentenció, su voz, resonando con una autoridad que no estaba segura de tener.No podía dejar que él pensara que estaba dispuesta a entregarse sin más. Ni él ni nadie.Su mirada luchaba por ser fría, pero sabía que había algo en su i
Al día siguiente.Paz despertó en la misma cama, la luz del sol atravesaba las cortinas y caía sobre su rostro.Se sintió agotada, como si todo el peso del mundo estuviera sobre sus hombros.Sin embargo, cuando se levantó, vio a Terrance. Él aún estaba en la cama, mirando al techo con los ojos entreabiertos.Cuando la vio levantarse, una sonrisa apareció en su rostro, una sonrisa que, por un momento, le hizo dudar.—Te amo —dijo Terrance, su voz suave, pero llena de una esperanza que Paz apenas podía soportar.Paz lo miró, pero no hubo dulzura en su mirada. Todo su ser estaba tenso, como si una barrera invisible la protegiera.—Terrance —comenzó ella, su voz quebrada pero firme—. Esto no significa una reconciliación, solo fue un momento de debilidad. Tal vez aún siento algo por ti, pero no voy a volver a ti. No hasta que me demuestres que vale la penaLas palabras de Paz lo golpearon como un puñetazo en el estómago.No había rencor en su tono, pero el dolor era evidente. Él intentó to
—Amelia, ¡lo que dices es muy grave! ¿Tienes alguna prueba? —preguntó Terrance, su rostro reflejando incredulidad, como si no pudiera comprender lo que escuchaba.Amelia sonrió, pero era una sonrisa fría, cargada de dolor y desesperación.Asintió con firmeza.—¡Tengo pruebas! —dijo con voz entrecortada—. Créeme, conseguí una prueba y puedo traerla. Conozco al verdadero padre de Deborah.Terrance se quedó mudo, sus ojos se agrandaron al máximo.El peso de sus palabras se instaló en la sala como una niebla densa.—Vaya... esto va a ser un escándalo —dijo finalmente, la voz llena de asombro y temor a lo que estaba por venir.Amelia cerró los ojos, dejando escapar un suspiro cargado de rabia y frustración.—No puedo... no puedo creer que ese maldito de David haya criado a mi hija con mujeres tan malas. ¿Cómo pudo hacerle creer a Paz que Linda era su madre? —la rabia en su voz era palpable, como si las palabras la quemaran por dentro.Y de repente, todo el dolor acumulado de los años se de
Paz observaba por la ventana, sus ojos fijos en los cristales rotos que ya comenzaban a acumularse en el suelo.El zumbido de un dron, ese zumbido tan familiar y a la vez tan traicionero, resonó en sus oídos.A través del vidrio destrozado, pudo distinguir las sombras de la máquina en el aire. Grupo Coleman.La ira y el miedo se agitaron en su pecho con una fuerza inusitada.—¿Quién está usando nuestros propios drones en nuestra contra? —murmuró, sintiendo una mezcla de incredulidad y furia.La ironía de la situación era desgarradora.En ese momento, la puerta se abrió de golpe y Randall irrumpió en la tienda.Bianca, visiblemente alterada, salió del probador, ya vestida con su ropa habitual.Sus ojos reflejaban un miedo palpable, como si la atmósfera estuviera impregnada de un peligro que ella no entendía completamente.Pero su preocupación desapareció al ver a Randall correr hacia Paz.Sin pensarlo, él la envolvió en un abrazo protector, sus brazos fuertes rodeándola como si el mund
—Dime, Terry, ¿cómo es? ¿Me va a amar?Terrance acarició suavemente su rostro, acercándose lentamente a ella.Su nariz rozó la de Paz en un gesto tierno, como si quisiera transmitirle toda la serenidad que sentía.—Ella ya te ama, Paz. Es imposible que alguien en este mundo no ame a mi Paz.Una sonrisa llena de esperanza apareció en los labios de Paz, pero también una sombra de nerviosismo.—¡Gracias, Terry! —susurró, con la voz quebrada por la emoción.Juntos caminaron hacia el restaurante, el ambiente cálido del lugar contrastaba con el torbellino de pensamientos que Paz sentía dentro de ella.¿Cómo sería su madre? ¿La reconocerá? ¿La amará como ella siempre soñó?Esas preguntas la acompañaban como un eco mientras cruzaban la puerta del restaurante.Cuando sus ojos encontraron a Amelia, todos sus miedos desaparecieron en un instante.Los ojos de su madre eran tan hermosos, tan llenos de amor, que Paz sintió como si todo el tiempo que había pasado buscándola finalmente hubiera valido