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EMPRESA COLEMANEl ambiente en la empresa era caótico.El sonido de teclados y teléfonos repicando llenaba el aire como un eco desesperado de la crisis inminente.Cuando Paz llegó, encontró a Randall de pie junto a una de las enormes ventanas de su oficina, con la mandíbula tensa y los ojos encendidos de furia e impotencia.Giró bruscamente al verla entrar.—¿Qué demonios está pasando, Randall?Él pasó una mano por su cabello, visiblemente frustrado.—Nos han hackeado, Paz. ¡Alguien robó nuestros drones!Paz sintió un escalofrío recorrerle la espalda.—¿Cómo pudieron hacerlo? ¡Yo misma diseñé la seguridad del sistema!Randall apretó los labios.—No lograron traspasar la última barrera de seguridad que creaste, pero lo intentaron. No pudieron robar la información del Proyecto Zero.Paz dejó escapar un suspiro, pero la angustia en el rostro de Randall le impidió relajarse.—¿Qué más hay, Randall? —preguntó con cautela.Él se giró hacia su escritorio y golpeó con el puño sobre la madera,
Paz regresó con Terrance con el ceño fruncido y los brazos cruzados.—¿De verdad crees que tu hermana aceptará ser la esposa de Randall?Terrance inhaló profundo, su mirada se perdió en un punto fijo.Pensar en su hermana Bianca lo llevaba inevitablemente a Randall.Siempre lo había amado, se le veía en los ojos, en la manera en que lo buscaba, en cómo su mundo giraba en torno a él. Pero Randall nunca le devolvió esos sentimientos. ¿Acaso algo había cambiado en estos cinco años?—Eres un tonto, Terry. —Paz chasqueó la lengua con fastidio—. ¿Cómo puedes lanzar a tu hermana a este ruedo sin siquiera consultárselo? Sigues siendo un egoísta.Terrance sintió el golpe de sus palabras como un puñetazo en el pecho.Justo cuando ella iba a alejarse, él reaccionó. No podía dejarla ir otra vez. Su mano atrapó la de Paz con fuerza y la jaló hacia su cuerpo.—¡Paz, solo estoy desesperado por amarte otra vez!Ella alzó la vista y sus ojos, oscuros y profundos, se encontraron con los de él.—Terry, t
Deborah sintió un escalofrío recorrerle la espalda.El terror se apoderó de su pecho al darse cuenta de que podía ser descubierta. Su piel se erizó al imaginar el desastre que podría desatarse si alguien se enteraba de la verdad.Contuvo la respiración y apretó los puños, maldiciendo en su mente a Martín por ser tan descarado.—¡Quítame tus manos de encima, Martín! ¿O debo llamar a Terrance? —Su voz sonó firme, pero en su interior, el miedo latía con violencia.El hombre la soltó al instante. El temor en sus ojos revelaba que, a pesar de todo, no quería arruinarlo todo.—Usted… estaba lastimando a la prometida del señor Eastwood. —Su tono fue titubeante, pero lo suficientemente claro como para hacer que Paz se enfureciera.¡PAF!El sonido de la bofetada resonó en el pasillo. Martín giró el rostro, su mejilla ardiendo por el golpe.—¿Y quién te crees tú para defender a Deborah? ¿Qué? ¿Acaso hay algo escondido entre ustedes que yo no sepa? —La voz de Paz destilaba veneno.El rostro de Ma
«Flashback:Bianca caminaba nerviosa por el pasillo del hotel, el ramo de rosas en sus manos parecía más pesado con cada paso que daba. Dentro de su pecho, su corazón latía, desbocado, lleno de emoción y nervios. Aquel día no solo celebraba el cumpleaños de Randall Coleman, sino también su amor por él. Había comprado un regalo especial, una brújula dorada, un símbolo de la dirección que quería darle a su vida: a su lado, siempre.Cuando Randall abrió la puerta, ella no dudó ni un segundo. Lo abrazó con fuerzas, tratando de transmitirle todo lo que sentía, toda la pasión y el amor que había guardado para él.—Traje un gran regalo para ti, y sí, acepto ser tu novia. Y también, me entregaré a ti, porque te amo, Randall. Quiero ser tuya, por primera vez. —dijo Bianca con una sinceridad desgarradora.Pero Randall, en lugar de responder con la calidez que ella esperaba, rodó los ojos, como si todo fuera una molestia para él.—Es hora de que entiendas que yo no siento nada por ti. —respondió
Terrance miró a la mujer frente a él con un odio profundo, tan frío y cortante como una cuchilla recién afilada.Su mirada era un abismo de desprecio, y su voz, un filo que no dejaba lugar a interpretaciones.—Si ya viniste a esparcir tu veneno, ahora puedes largarte —soltó sin contemplaciones.Deborah parpadeó, desconcertada.No esperaba un ataque tan directo.Durante años, había manipulado, mentido y jugado con los sentimientos de los demás con la habilidad de una maestra. Pero en ese instante, frente a Terrance, sus trucos parecían inútiles.Aun así, no iba a rendirse tan fácilmente.Llevó una mano a su vientre y frunció el ceño con una expresión de profunda tristeza.Sus ojos se llenaron de lágrimas tan rápido que cualquiera pensaría que realmente estaba sufriendo.—¡Terry, por favor, no seas así! —suplicó, su voz temblorosa—. Me siento tan sensible ahora…Terrance y Paz intercambiaron una mirada de fastidio.Sabían perfectamente que esas lágrimas eran falsas, un burdo intento de m
—¡Bianca Eastwood, yo nunca me he arrodillado ante ninguna mujer! —exclamó Randall ferozmente, su voz era un trueno contenido, su mandíbula marcada por la furia.Bianca lo miró con la misma calma burlona de siempre, aunque su corazón latía con fuerza.—Siempre hay una primera vez —susurró, dejando que la frase se deslizara con suavidad, como una caricia envenenada—. Y me gusta ser la primera.Los nudillos de Randall se pusieron blancos por la fuerza con la que apretó los puños. Sus ojos ardían con la lucha interna, un dilema que nunca había enfrentado.Por un instante, Bianca creyó que lo haría, que doblaría la rodilla frente a ella.Vio su cuerpo tensarse, el ligero movimiento de su pierna, la duda titilando en su mirada… pero entonces, se detuvo.Y con una sonrisa burlona, destrozó la esperanza de Bianca.—Eso solo pasará en tus sueños más salvajes.Bianca sintió que algo en su interior se rompía, pero no lo dejó ver.Se obligó a sonreír, aunque su garganta se cerraba.—Entiendo… per
—¡Deborah, eres tan cruel! —rugió Terrance, con la furia brillando en sus ojos—. No conforme con separarme del amor de mi vida, ¿ahora intentas lastimar a Paz? ¡Cuando ya ha sufrido tanto!Paz sintió cómo su pecho se comprimía al escuchar esas palabras.Él aún la llamaba "el amor de su vida". Pero… ¿De qué servía eso ahora?El murmullo de los invitados era un murallón de cuchicheos afilados como cuchillas.Deborah sintió cómo su piel ardía de la humillación. La mirada de los presentes la atravesaba como si fuese una villana de tragedia griega, una arpía sin redención.—¡Terrance, no es lo que parece! —intentó justificarse, pero su voz sonó chillona y desesperada.Él ni siquiera la escuchó.Cargó a Paz en sus brazos como si fuera un tesoro irremplazable, como si el solo hecho de tocarla pudiera borrar el dolor de los años perdidos.—T-Terrance, bájame… estás exagerando… —susurró Paz, su corazón latiendo con fuerza contra su pecho.Pero él la sostuvo con más firmeza.—Nunca, Paz. Nunca m
Randall Coleman entrecerró los ojos, afilándolos hasta convertirlos en dos rendijas de pura tensión.Apenas cruzó la entrada, el aire se volvió denso, y su pecho, oprimido.Su mirada recorrió el lugar con precisión quirúrgica, buscando, escaneando… y entonces la vio.Allí estaba Bianca, moviéndose con sensualidad, atrapada en los brazos de otro hombre.El mundo pareció inclinarse.Randall sintió algo indescriptible.No era decepción ni simple enojo. Era furia. Un impulso primitivo, una rabia corrosiva que le quemó la garganta, el pecho, las entrañas.Algo más allá de la lógica lo invadió, un deseo irreprimible de cruzar esa distancia, arrebatarla de los brazos de ese imbécil y hacerle entender a quién pertenecía realmente.Sus piernas se movieron antes de que su cerebro lo procesara.En segundos, ya estaba frente a Bianca.Ella apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando él la sujetó del brazo con firmeza y la jaló lejos del otro hombre.Bianca sintió su fuerza, la electricidad de su toque