LucianEs curiosa la manera en la que Alina Kindred ha comenzado a desestabilizar todo en mi reino y en mi cabeza.Jamás en mi vida había arriesgado mi propio pellejo por salvar a otra persona, ni siquiera a los de mi manada, pero ella, una loba que no puede transformarse, de pronto me importa lo suficiente como para detener mi venganza e ir a su rescate.He de admitir que fue algo muy estúpido. Estaba tan molesto por el engaño que bien pude haberla dejado morir, pero no pude hacer eso. Tenía que salvarla, aunque eso me metiese en problemas con el Príncipe Vampiro.Luego de que la dejé en el castillo en una habitación cómoda y bajo los cuidados de Sorin y Rhea, fui directamente a hablar con Valard, el Príncipe vampiro. Por supuesto que mi irrupción en su territorio le molestó, había matado a cuatro de los cinco, pues uno de ellos consiguió sobrevivir.Cuando le expliqué que lo hice para salvar a mi nueva reina, Valard se mostró comprensivo, aunque por supuesto, no lo iba a dejar pasar
Alina—Acompáñeme señorita Alina —me dice Sorin cuando ve que no me muevo del lugar.Haber encontrado ese invernadero me puso muy feliz, pero fue una decepción saber que ya no funcionaba. Me quedo mirando hacia allí un poco más, hasta que Sorin posa suavemente una mano sobre mi hombro.—¿Es necesario regresar ya?—Me temo que sí, será mejor prepararla antes de que conozca a Circe.Lucian me dijo que era su consejera, pero la forma en la que se fue y me dejó para ir corriendo a atenderla fue… no lo sé. No estoy segura si eso me agradó del todo.—Está bien.Entramos al castillo por una puerta diferente, Sorin me hace subir a toda prisa las escaleras, sin embargo, eso no evita que escuche ligeramente las voces de Lucian y quien supongo, es Circe.Desde aquí no alcanzo a oír con exactitud lo que dicen, pero por el tono, no parece una conversación tranquila.—¿Hay algún problema con la consejera? —pregunto cuando ya estamos arriba.Sorin me abre la puerta de la habitación para que pase pri
LucianA pesar de mi acercamiento con Alina en la noche de luna llena, las palabras de Circe logran calar profundo en mi cabeza. Luego de ese desastroso almuerzo, comienzo a pensar que tiene razón.Alina nunca será una loba adecuada para estar a mi lado como una reina. Quizá mi elección precipitada no fue la correcta, pero no puedo darme el lujo de reconocer mi error ante mis súbditos, mucho menos ante Circe.Bajo hasta la gran biblioteca que se encuentra en el castillo. Durante tantos siglos mi padre se encargó de acumular cientos y cientos de libros. Hay tantos que ni siquiera yo, con ciento cincuenta años de vida, he logrado leerlos todos.Vengo a este lugar cuando quiero paz, cuando necesito pensar. Con las noticias que trajo Circe desde el reino de los humanos, necesito poner mis ideas en orden antes de hacer cualquier jugada.Y es que, se supone que el Príncipe de los hombres; Arthur Pendragon y yo, tenemos un acuerdo para llevar a nuestras especies en paz. En la gran guerra los
AlinaDespués de la amenaza de Circe quedé realmente alterada. No sé qué clase de relación se traiga ella con Lucian, pero sin duda no le ha gustado para nada que él me haya convertido en su esposa.Cuando Lucian me encontró llorando en la habitación estaba dispuesta a largarme en ese mismo momento. Y es que Circe me hizo recordar a todos los malos tratos a los que me sometía mi hermanastra y su madre.Sin embargo, algo me hizo pretender ante él que estaba bien. No me sorprendió que me haya dicho que me rebajaría a ser solo su esclava, después de todo, ya me había rechazado; y algo me dice que su consejera tuvo que ver en esa decisión.Acepté sin chistar por una sencilla razón: el reino humano.Antes de que me prometieran al rey, mi plan era escapar con Ulric hacia el sur, habríamos tenido que atravesar el reino humano para eso, hasta llegar al dominio de las sirenas. La idea surgió y se plantó en mi mente fuerte y arraigada.Quizá esta sea mi única oportunidad, cuando lleguemos al re
LucianVer a la pequeña Alina temblando como un pollito mojado en medio de la noche hizo que una parte de mí saliera a flote. No sé qué me impulsó a decirle a la guardia real que se adelantasen en el viaje, pues no deseaba que me viesen haciendo lo que hice después.Cuando nos quedamos a solas, decidí rodearla con mis brazos y calentarla con mi cuerpo. Alina no debería representar nada para mí, la reduje a esclava y la rechacé, así que no puedo entender por qué de pronto hay un instinto de protección que siento hacia ella.Rápidamente se quedó dormida bajo mi calor, y entonces no pude evitar contemplarla durante varias horas. Respiraba tan tranquila, como si no estuviese siendo abrazada por una bestia como yo.Su rostro inmaculado e inocente despertó en mí ideas absurdas que jamás había experimentado antes.Traté de no mirarla, cerré mis ojos y entonces me quedé dormido yo también.Mi sorpresa es grande cuando, al despertar, descubro que ahora es ella quien me mira con ojos curiosos.
AlinaHan pasado varias horas y todavía no se me pasa la impresión de haber visto a Lucian tal y como vino al mundo. Intenté por todos los medios no mirarlo, pero me fue imposible no fijar la vista justo debajo de su ingle, donde aún conserva el aspecto humano de su cuerpo.No tengo idea de si su aspecto bestial tiene algo que ver, pero ¡Madre mía!, ahora entiendo por qué me insinuó que para estar con él debía convertirme en loba.Sacudo mi cabeza una vez más para apartar esos pensamientos. Nunca se me habría ocurrido mirar al Alfa Lucian de esa manera, sin embargo, mi mente se niega a dejar la imagen de su esbelto cuerpo.Muerdo mi labio y sin darme cuenta, termino lastimándome a mí misma. Voy a morir de la ansiedad si él vuelve a hacer mención sobre ese momento.Ya estamos casi para el atardecer, un sol cálido y naranja nos entrega un paisaje realmente espectacular. Pronto la gran muralla del reino de los humanos se alcanza a ver a la distancia. A medida que nos acercamos se va haci
Lucian Mi instinto natural es buscar a Alina apenas se va, pero el príncipe Arthur trae las botellas y me pasa una deslizándola por la mesa. —¿Qué sucedió con la reina? —pregunta. —Necesitaba ir al baño —miento. El príncipe asiente y destapa la botella con un sonido agudo y contundente. Un poco de la espuma se desliza por el borde. —Entonces ya volverá —asegura. Pero yo no pienso lo mismo. Le he vuelto a gritar, no era mi intención hacerlo, pero me volvía loco con la insistencia de sus preguntas. Estuve a punto de gritarle toda la verdad. La razón por la que no regreso a mi forma humana. Ella cree que no lo hago por mero capricho u orgullo; ojalá se tratase solo de eso. Si alguno de los príncipes de los reinos supiera la verdad de mi maldición, estoy seguro de que aprovecharían eso para intentar derrocarme. Nadie puede saberlo, nunca. Busco relajarme, le doy un sorbo al alcohol que me ha ofrecido. El sabor amargo y pesado hace escocer mi garganta, mas, no siento ningún efecto
AlinaMis emociones están a flor de piel, siento mi corazón palpitando acelerado mientras que cometo la locura más grande de mi vida. Estoy escapando con el hermano del príncipe. Ambos corremos por las calles del pueblo humano como si fuésemos dos niños haciendo una travesura.Por supuesto, él no tiene idea de que en realidad pretendo irme. Me toma de la mano con naturalidad, es la primera vez que alguien hace eso sin mirarme como si fuese una cosa defectuosa. A Edward no le molesta que sea una loba, aunque tampoco sabe que no puedo convertirme.—¡Vamos por aquí! Tienes que probar los panes de trigo que hace el panadero del pueblo —me dice con entusiasmo.Sonrío y lo sigo sin pensar, quiero irme, pero también deseo probar un poco de la libertad. Saborear cosas nuevas que no podré encontrar una vez que me haya escapado de este lugar.Entramos a la panadería y de inmediato los diversos aromas dulces inundan mi nariz. Huele increíble. Edward me da a probar uno de los panes. La mezcla se