Lucian Mi instinto natural es buscar a Alina apenas se va, pero el príncipe Arthur trae las botellas y me pasa una deslizándola por la mesa. —¿Qué sucedió con la reina? —pregunta. —Necesitaba ir al baño —miento. El príncipe asiente y destapa la botella con un sonido agudo y contundente. Un poco de la espuma se desliza por el borde. —Entonces ya volverá —asegura. Pero yo no pienso lo mismo. Le he vuelto a gritar, no era mi intención hacerlo, pero me volvía loco con la insistencia de sus preguntas. Estuve a punto de gritarle toda la verdad. La razón por la que no regreso a mi forma humana. Ella cree que no lo hago por mero capricho u orgullo; ojalá se tratase solo de eso. Si alguno de los príncipes de los reinos supiera la verdad de mi maldición, estoy seguro de que aprovecharían eso para intentar derrocarme. Nadie puede saberlo, nunca. Busco relajarme, le doy un sorbo al alcohol que me ha ofrecido. El sabor amargo y pesado hace escocer mi garganta, mas, no siento ningún efecto
AlinaMis emociones están a flor de piel, siento mi corazón palpitando acelerado mientras que cometo la locura más grande de mi vida. Estoy escapando con el hermano del príncipe. Ambos corremos por las calles del pueblo humano como si fuésemos dos niños haciendo una travesura.Por supuesto, él no tiene idea de que en realidad pretendo irme. Me toma de la mano con naturalidad, es la primera vez que alguien hace eso sin mirarme como si fuese una cosa defectuosa. A Edward no le molesta que sea una loba, aunque tampoco sabe que no puedo convertirme.—¡Vamos por aquí! Tienes que probar los panes de trigo que hace el panadero del pueblo —me dice con entusiasmo.Sonrío y lo sigo sin pensar, quiero irme, pero también deseo probar un poco de la libertad. Saborear cosas nuevas que no podré encontrar una vez que me haya escapado de este lugar.Entramos a la panadería y de inmediato los diversos aromas dulces inundan mi nariz. Huele increíble. Edward me da a probar uno de los panes. La mezcla se
LucianQuien se hubiera atrevido a apostar que jamás me habría puesto delante de una explosión de arcanóxido para proteger a alguien más, ahora estaría llorando por perder todo su dinero. Y ese pobre imbécil probablemente sería yo mismo.Todavía no puedo creer que haya protegido con mi cuerpo a Alina y a ese pequeño niño humano, para terminar con esquirlas de plata enterradas en mi piel.No sé si sentirme furioso, o agradecido con ella por sacar el último pedazo del metal ardiente dentro de mi brazo. No quise jalarla hacia atrás, es solo que el dolor es jodidamente insoportable.Es la primera vez que siento el efecto de la plata y, en definitiva, no quiero volver a experimentarlo nunca más.Ahora tengo a Alina sobre mí, su rostro está tan cerca del mío que puedo oler su aliento, como a pan dulce. Por primera vez en sus ojos no veo terror, ni siquiera repulsión.Nuestras miradas se cruzan y parece que el momento va a durar mucho tiempo. Hay un brillo especial que no había visto antes.
AlinaHan pasado unas semanas desde aquella visita al pueblo humano. Mi vida en el castillo se ha regularizado, Lucian me trata como una esclava delante de su fiel consejera, y Circe se ha encargado de hacer de mi estancia aquí un infierno.Sin embargo y a pesar de todo eso, le prometí que me quedaría, me siento en deuda por haberme salvado la vida; y también hay algo más…Esa noche en el castillo humano pude ver a sus ojos realmente. No solo mirarlo, sino observar una parte de su alma que parecía inexistente hasta ahora. Lucian esconde una profunda tristeza y soledad detrás de esa fachada de hombre lobo malo. En el fondo sé que no es tan despiadado como dice ser.Cuando estamos a solas es completamente diferente conmigo, como si tratase de disimular algo que, aunque no quiera admitirlo, parece surgir entre los dos.No obstante, esa no es la razón principal que me mantiene aquí, sino las ansias por la noche de luna llena.Después de esperar tanto, hoy por fin podré volver a verlo. El
LucianSus pequeños ojos brillantes, observando maravillados todo el invernadero que he preparado para ella me llenan de emoción e incertidumbre. Alina cierra los ojos y aspira el aroma de las flores, estoy seguro de que le encanta, aun así, la miro con expectación, aguardando que me diga lo que piensa.—¡Me encanta! ¡Es perfecto!—Aquí podrás venir cuando quieras, es todo tuyo.—¡Gracias! —exclama con emoción y de pronto se arroja a mis brazos.Me quedo paralizado, me gusta la sensación de su abrazo en este cuerpo de bestia. Y es que ella no tiene idea de que me ha besado la noche anterior, de que su cuerpo temblaba bajo la firmeza de mis manos sobre su cintura y mis labios explorando su boca con pasión.Había intentado resistirme, desde aquel día en el reino de los humanos hace tan solo dos semanas, juro que hice todo lo posible por poner distancia entre los dos.La traté como una esclava más, casi evitaba verla durante el día, pero por las noches mientras ella dormía, me asomaba en
AlinaMe arrojo a la cama con un suspiro infantil. La enorme sonrisa que tengo en mi rostro se niega a irse, y a causa de eso ya mis cachetes están realmente acalambrados. Sin embargo, nada de eso me importa, porque no puedo ocultar la felicidad que anida en mi pecho.Jamás pensé que Lucian sería capaz de hacer algo tan lindo por mí, y aunque no entiendo su repentino cambio de actitud, no puedo negar que ha sido de lo más hermoso que alguien ha hecho para mí desde que tengo memoria.Me ha llenado tanto de alegría, que ni siquiera me ha importado lo que dijo Circe delante de mí. Esa bruja definitivamente no me hará las cosas más fáciles aquí. Me asomo a la ventana y, como por casualidades del destino, la veo salir del castillo en un caballo marrón. Cubre su cabeza con una capucha negra y arrea al animal hasta que inicia el trote.Su actitud parece un poco sospechosa, pero no me importa, ahora que soy de nuevo la esposa del rey, ella ya no podrá lastimarme.Escucho un toque en la puerta
LucianEl gran día ha llegado. Es el baile anual de las razas en el castillo lunar y es la primera vez en mi vida que me siento tan emocionado.Luego de aquel día que Alina y yo pasamos en el rosal del diablo en el territorio de los vampiros, siento que las cosas van mucho mejor entre los dos. Cuando me ve, me recibe con una sonrisa, y su comportamiento hacia mí se ha vuelto más amable.Le dije que la trataría como mi reina y eso es lo que he hecho estos dos días. Le dejo rosas en su cama al despertar y la acompaño a comer en la mesa e incluso he dejado que otros sirvientes se sienten con nosotros, pues me di cuenta de que a ella le molestaba que los echara.No sé si Alina llegue a enamorarse de mí versión licántropa tanto como de la humana, pero lo voy a intentar.Esperar a la próxima luna llena es una agonía, me muero por tenerla entre mis brazos, poder besar sus labios rosados de caramelo, no obstante, tendré que ser paciente. Ahora mismo lo que más me preocupa es decirle la verdad
AlinaNi siquiera sé cómo reaccionar. Mi padre, mi hermanastra, incluso Ulric está aquí junto al resto de la manada. La gente que me despreció y me trató como una escoria toda mi vida.Mi padre nunca había asistido a un baile y no pensé que mi presencia en el castillo fuese a influir en eso; estaba segura de que no vendría. No obstante, algo me dice que el hecho de haber llegado acompañado por Circe tiene mucho que ver.¿Será por esa razón que salió de forma misteriosa del castillo hace dos días? Ella no había vuelto en ese tiempo, y, a decir verdad, no le tomé importancia.Su sonrisa y mirada de suficiencia me responden esa duda sin tener que preguntar en voz alta, por supuesto que ella tuvo algo que ver.—Vaya, no creí que el Alfa Kindred iba a dar la cara por aquí. —Lucian es el primero en hablar.Mi padre traga en seco y se adelanta hasta quedar frente al rey, se agacha e hinca la rodilla ante su presencia imponente.—Quería disculparme con usted, su majestad, cometí un terrible e