Axel corría en su forma de lobo por el bosque en busca de algún animal para pasar el rato. El estar de ese modo le caía como anillo al dedo, puesto que se sentía cómodo.
Se detuvo en seco al sentir que algo no andaba bien, su lobo le dijo que Sasha estaba en peligro, por lo que regresó y fue hacia la casa de la manada en busca de información.
— Buenas tardes, señor —dijo uno de los Deltas, pasándole una bata para que tapara su desnudes—. Nos llegó esto de la casa de los padres de su luna.
Le mostró el video, el cual se notaba que Sasha se encontraba llorando en la entrada de su casa. Eso no era bueno.
Entró a la casa, en busca de su celular para llamarla, per
Sasha les contó a sus amigas que estaba casada realmente con el sujeto, que el anillo en forma de broma era real, sus amigas se quedaron heladas al escuchar parte de la historia, puesto que ningún creía que su amiga estuviera pasando por tantas cosas.— Entonces, tu esposo es alguien que conocemos —dijo Lili ladeando la cabeza, y ella asintió—. ¿Y es alguien muy peligroso? —volvió a asentir—. Estás jodida.— No se lo digas de ese modo, por el amor de cristo —dijo Kira, algo enojada—. ¿No ves todo lo que está pasando?— Esa no es la cuestión —dijo Lili, suspirando—. Tus padres te han vendido a uno de los mafiosos más buscados de todo el puto mundo, ni fotos hay de él en
«— Le vendí a un Dios del olimpo mi esposa por una semana a cambio de un favor —dijo Gerald como si fuera la cosa más fácil de todas—. Ellos siguieron viéndose a mis espaldas, lo dejé pasar, puesto que él me daba todo el poder que yo necesitaba para lograr mi cometido. — ¿Por qué harías algo como eso? — Porque todos queremos un poco de poder —Gerald se limpió el polvo sin dejar de mirarlo—. Mi esposa creyó que él podía estar más tiempo con ella —rio sin humor—. Él tenía una familia, la dejó y ella pensó que podía engañarme. Solo que Sasha nació y sus alas se mostraron. — ¿Sasha sabe esto? — No, nadie más lo sabe —el otro alfa se limpió los labios—. Sasha no sabe siquiera lo que es ser Melek, mucho menos sabrá de eso en mucho ti
— Hola, Sasha —Ares se sentó junto a ella—. ¿Cómo estás? —preguntó, dejando su mochila en el piso—. Supe que te la pasaste tomando el día de ayer, y que por esa razón tienes un café contigo a todos lados.— Ni que lo digas —murmuró enojada—. El profesor no debió decir eso, en primer lugar —chistó—. ¿Quieres?— ¿No se pondrá celoso el profesor por qué me estás dando de esto?— No creo que se ponga celoso si no se lo dices —bromeó, y se quitó los lentes—. Este día no puede estar peor —se pasó las yemas de sus dedos por la sien—. Mi cabeza explotará y mis amigas andan más d
Axel estaba dando una clase, cuando vio que Alejandro le puso un mensaje de que Sasha se encontraba grave en la enfermería porque alguien la golpeó.— Ni para salvar a tu mujer sirves —escuchó a Ares, luego de salir del aula—. Es víctima de bullying en esta universidad por tu culpa.— No me andes tocando las pelotas —siseó—. ¿Cómo es posible que tú estés ahí primero que yo?— Tú eres su esposo, eso lo debes saber —ladeó la cabeza el demonio—. Se supone que creaste un lazo para saber si ella corre peligro, pero todo se te sale de las manos.— Eso es…— Hay otro puto hijo d
Axel tenía los brazos cruzados en su pecho, vigilando de cerca todo lo relacionado con Sasha. El doctor de la manada estaba curando sus heridas, las cuales iban bajando de a poco la inflamación. Sus amigos se marcharon unos minutos atrás. Todo tenía que continuar su curso, haría todo lo que estuviera a su alcance para lograr su cometido. — Aquí tiene, alfa —el doctor le pasó una botella con un papel—. Ella se encuentra dormida, no despertará hasta después de unos minutos, que es cuando pase el efecto de la droga que le introduje en su sistema —informó—. Me dijo la bruja de la manada que usted mandó a preparar dos cosas con ella, las cuales podrán… — Encárguese de sus asuntos —siseó—. Yo me haré cargo del resto. — Entendido —asintió el pobre hombre—. Con su permiso, me retiro. Pasaron largos días, en los que Sasha tuvo que volver a su misma rutina de siempre, usar ropa que ocultaran sus marcas, el desprecio de Axel y la fiebre que había regresado con todo. Ella no podía ir a ese viaje por más que quisiera, el alfa eliminó esa posibilidad cuando le entregó la hoja con los permisos y en el listado estaba de primera como los que no fueron aceptados en el vuelo. El conocer el mundo quedó descartado luego de eso y todo por unas palabras que dijo mientras perdía el conocimiento. — Supe que Emily y los otros chicos perdieron la matrícula —dijo Liliana pasándole una bebida—. Se lo merece por ser una perra. — Lo dices de una forma que da hasta miedo —dijo Kira, riendo—. Pero tienes razón, ella se merece un poco de su propia medicina, no debió hacerte eso por más odio que te tenga —c35. Fiebre llena de necesidad
Sasha estornudó por quinta vez esa mañana. Su hogar estaba caliente, pero su cuerpo se encontraba frío. Sin lugar a dudas iba a morirse en cuestión de segundos por tales desgracias que le estaban pasando. Tenía dos maletas llenas de ropa, utensilios y un montón de cosas más que debía usar durante sus días en Irlanda. Axel seguía dándole la ley del hielo, y ella cumplía todas sus peticiones al pie de la letra para que le diera un poco de sus feromonas. Quería tenerlo un poco más cerca de ella, pero todo resultaba ser difícil. Tuvo que tomar un taxi hasta la universidad, para tomar el autobús hacia dónde sabrá Dios qué aeropuerto y tomar el vuelo luego. Le dio unos cuantos euros al taxista y algo más de propina, puesto que la ayudó a llevar su equipaje hasta el autobús encargado de todo eso.— Te ves fatal —dijo Liliana, mirándola de arriba hacia abajo—. Estás muy roja. ¿Seguro que quieres ir a ese lugar?— Ya estoy obligada a ir, hasta hablé con mi madre para que me ayude a escapar, pe
Axel se puso el pantalón a medias, antes de entrar en el baño de la torre y buscar con qué limpiar lo mejor posible a Sasha, para su suerte, ahí había una ducha y eso le ayudaría a eliminar el olor a sexo que ambos desprendían.— Ven, tenemos que ducharte —dijo antes de tomarla en sus brazos—. Veo que estás más radiante ahora que antes.— Mucho mejor —el ángel le sonrió débilmente—. Gracias.— Ahora suenas como si estuvieras borracha —mencionó el alfa con los ojos entrecerrados—. Te dejaré que te duches, tengo que hacer algo.— No puedo caminar…— Busc