- ¡Son unos ineptos! ¿Cómo que aún no dan con ninguna de las armaduras?
– ¡Señor es difícil! –dijo uno de los soldados agachando la cabeza.
– ¡No sabemos si la leyenda sea verdad! –habló el otro.
– ¡Cállate! nadie pidió tu opinión! –. El rey Orlando Thalassino de Masonia, el gobernante más ambicioso de Esferis; desesperado por el poder y temeroso de la muerte, tenía a la mitad de sus guardias buscando las armaduras sagradas en reinos ajenos. El usaba tele-transportadores para no ser detectado. Su físico era agradable, era muy guapo; tenía el cabello negro, una barba bien cuidada, ojos verdes, alto, el tipo de hombre que toda mujer sueña, pero una lástima, porque de qué servie la belleza física, si se tiene el alma podrida y una maldición encima. Orlando era la maldición que había lanzado Elohin sobre Esferis.
De repente entraron otros dos soldados agitado al comedor real, era allí donde se encontraba Orlando almorzando con su esposa; una mujer con una belleza envidiable su nombre Gladis. Solo hacia gesto de aburrimiento, Gladis tenía otra forma de pensar.
– ¡Señor tenemos una pista! –secó el sudor de su frente– en el reino de Merical había un hombre que encontraba ebrio, hablaba de las armaduras; decía que estaban en otro mundo. El heredero será llamado Rapsodia, las mismas están protegidas por guardianes inmortales. –Contó el guardia con emoción a Orlando. El rey sabía de la historia, pero ignoraba que se encontraban en otro mundo, así que se sorprendió.
– ¡Querido sigue con tus asuntos, yo me retiro! –le dijo Gladis al irse, odiaba esos tipos de conversaciones, sabía que su esposo estaba obsesionado. Orlando solo la ignoró.
– ¿Por qué no me has traído al hombre? –se levantó con ira de la silla.
– ¡Señor no es de su reino!
– ¿Acaso le ibas a preguntar? –el guardia tragó en seco – ¡Señor, pero sería secuestro!
– ¡Me importa un bledo, quiero a ese hombre en mi reino lo antes posible! –desesperado dio las órdenes Orlando, hacia cualquier cosa por encontrar las armaduras.
Orlando era tan ambicioso que hasta la muerte de su hermano mayor en sus manos quedó, él lo amaba, pero no soportó el hecho de no ser rey. Su padre los reunió a los dos, Orlando con 14 años y su hermano Gabriel de 16; el rey Julio les dijo que cuando el partiera de esa tierra, su hijo mayor seria el rey legítimo, esa era la tradición. Una semana después del cumpliaños numero 18 de Orlando, su padre y su madre tuvieron un accidente, la nave donde viajaban se desestabilizó y estrelló, fue una tragedia para todos en el reino.
Gabriel con 20 años tenía que hacerse cargo de todo, Orlando estaba lleno de envidia, tenía un plan descabellado. Citó al futuro rey a lo último del castillo, era ese su lugar secreto cuando querían hablar algo delicado. Gabriel llegó, Orlando ya estaba esperándole, se encontraba en el balcón mirando hacia abajo, pensaba en lo frío y desagradable que sería morir.
– ¡Hermanito no te mates por favor! –gritó Gabriel con burla al llegar sacándolo a Orlando de sus pensamientos. Él solo lo miró y sonrió, le dijo que se acercara y mirara hacia abajo; Gabriel hizo lo que su hermano le ordenó. El oscuro rey expresó: – ¡Lo siento Gabriel! –mientras le tomaba el cuello con su mano derecha para lanzarlo al vacío. El muy sínico bajó llorando diciendo que su hermano se había suicidado; todos lo creyeron, acababa de perder a sus padres, sus palabras tomaron más peso cuando dijo que su hermano estaba deprimido. No hubo investigación y Orlando fue coronado como: Orlando Thalassino rey de Masonia, a sus 18 años.
Al cumplir Orlando 23 años, conoció a Gladis, en el palacio del reino de Invernal Uno. Había sido convocado como todos los meses, a la reunión de reyes, en esta ocasión organizada por el rey Mauricio. Gladis lo cautivó con su belleza, aunque siendo ella dos años mayor no le importó.
Gladis era sobrina política de Mauricio Ghasmin, rey de Invernal uno, y sobrina de la reina Carolina, quien la había invitado al palacio. Su tía estaba en su primera semana de embarazo, quería tener compañía de alguien cercano, Carolina quería a Gladis como a una hija.
–Tía mi primita o primito será hermoso, ¡Estoy tan emocionada, quiero que nazca ya!
–Gladis, sabes que te quiero como una hija, considera a mi hijo como tu hermano. –se abrazaron- y yo a ti te quiero como a una madre tía. –era muy grande el afecto que sentían la una por la otra.
Las reuniones de reyes organizadas por Mauricio, siempre finalizaban con él hablando sobre el mito de las armaduras, sabía mucho sobre el tema y le apasionaba.
–Sí señores, mi familia conoció a uno de los guardianes. –todos en la sala sonrieron.
Al finalizar la reunión Orlando se le acercó a Mauricio.
– ¿La hermosa dama que vi hace un momento es su sobrina? –preguntó Orlado con un poco de timidez. –Mauricio un poco alegre contestó que sí, para él, Orlando era un buen partido. En ese momento el rey de Masonia confesó su interés hacia Gladis. A los dos meses Orlando pidió la mano de la mujer que lo cautivó. La reina confiaba en él, no se imaginaba la clase de hombre que resultaría ser.
–Gladis, prometo que serás la mujer más feliz de todo Esferis. –prometió Orlando.
–Lo sé mi querido rey. –pobre mujer no sabía con quien se estaba.
En la actualidad
–Ensillen a Castell, quiero montar. –Ordenó Orlando a uno de sus soldados. Castell era su caballo, un pura sangre de color negro.
Iba cabalgando por los alrededores de su castillo, estaba el pasto verde y el cielo nublado, pensaba en lo poderoso que sería si él se convertía en el Rapsodia; de pronto Castell tiró al hombre al suelo, el animal se había parado sobre sus dos patas traseras de la nada, se asustó con una sombra que se atravesó en su camino, la misma quedó en medio del sendero; en la posición que se encontraba, daba la impresión de estar mirando a Orlando. No se podía distinguir si era hombre o mujer, simplemente se veía una mancha con forma humana. El hombre estaba aterrado, la figura se fue acercando, al estar a dos metros de él, salió un susurro de aquella misteriosa sombra: –Nunca fuiste rey y nunca lo serás. –la misma se desvaneció.
El rey estaba pálido, tenía miedo de aquello que había visto, sin embargo, su ego pudo más y expresó mientras se levantaba: – ¿Que no soy rey? ¡Claro que lo soy! –Orlando regresó al castillo a pies, Castell huyó aterrado. En toda su caminata reflexionó sobre lo que había pasado; llegó a la conclusión de que solo había sido su imaginación.
Lía buscaba en el antiguo laboratorio de su padre, cosas viejas para hacer un trabajo de ciencia, un robot casero. Estaba a punto de terminar la escuela, solo le faltaban meses.
Se fijó en un cuadro muy lindo, era la pintura de un caballo con un escrito en la parte inferior, a la distancia que estaba, no alcanzaba ver lo que decía, así que dejó de hacer su trabajo solo para acercarse a leer. Amaba a estos animales; nunca había notado la pintura hasta ese día porque su madre no la dejó entrar al laboratorio en años. Al estar frente al cuadro, la descolgó de la pared y leyó: –Rapsodia, ¿El de la leyenda de las armaduras? –se preguntó-miró hacia la pared y se dio cuenta que detrás de la pintura se escondía una caja de seguridad. Colocó el cuadro en el piso para tratar de abrirla, fue inútil, necesitaba una contraseña; intentó poner muchas, por ejemplo: el nombre de ella, el de su madre, fechas importantes, pero ninguna dio resultado.
La chica un poco frustrada se sentó en el suelo mirando la caja fuerte. De repente se le ocurrió poner la palabra del cuadro: –Rapsodia. –digito lo que hace unos minutos leyó y fue correcto, le dio resultado, enseguida buscó lo que había en la caja.
– ¿Esto que será, parece un mapa? –Lía había encontrado un mapa de Henry su padre.
– ¿Qué es lo que dice acá? –leía emocionada con una esperanza a punto de llegar.
– ¿Este mapa me llevara a mi padre? –siguió buscando allí mismo, y encontró una nota que decía: –Hola Henry búscame a esta dirección: Aéreo 8 N 50 23 B. Tengo pista de las armaduras.
– ¿Armaduras, se referirá a las de la leyenda?
– ¡Lía ven, deja todo como estaba! –gritó Mónica desde la sala. A Lía se le había olvidado por completo su trabajo, solo tenía pensamientos para aquello que había encontrado, sospechaba que su padre estaba vivo, y no muerto como lo declararon las autoridades, nunca encontraron su cuerpo.
– ¡Estoy segura que, si le encuentro respuesta a esto, encontraré a mi padre! –lo primero que pensó fue en buscar a la persona de la dirección.
– ¿Quién será la persona de la nota? –Lía dejó todo como estaba, pero se guardó en secreto lo que había encontrado, su madre no la dejaría hacer nada. – ¿Qué tanto hacías en el laboratorio?
–Solo buscaba materiales para un proyecto madre. –. A Lía se le aproximaba una idea.
–Mamá, hoy tendré que ir a casa de una compañera. Haré un trabajo de fin de clase, ella vive en la zona aérea; saldré después del almuerzo, me llevare la motexpor. (La motexpor era una especie de moto, con la diferencia que no tenía ruedas si no que propulsores)
– ¿En casa de Gina? –Gina Ripol era la mejor amiga de Lía, se conocían desde niñas, tenían la misma edad, era una joven hermosa con un cabello negro, piel blanca y ojos como el mar de color azul, a veces Lía se perdía mirándolos.
–No mamá, ella no estudia en el instituto. ¿No recuerdas que se mudó? Voy a la casa de una compañera, también vive en la zona Aérea.
– ¡Bueno, pero no aumentes tanto la velocidad, es peligroso eso allá arriba, esos conductores no tienen consideración!
–Madre no te preocupes, confía en mí. –le dijo de forma reconfortante. Lía terminó de comer a toda prisa, ni siquiera se comió los Nuggets de pollo que tanto le gustaban.
- ¡Madre chao me iré! –Lía sacó la motexpor, vio la nota con la dirección: Aéreo 8 N 50 23 B. y se marchó.
Vehículos voladores pasaban alado de Lía, las vías aéreas estaban bien marcadas con un separador flotante que dividia la via de ida y de venida. Por un momento Lía se distrajo y casi la choca una nave, la joven se le atrabezó al conductor. – ¡Ten cuidado tonta! –molesto gritó el hombre. – ¡Mil disculpas tenga señor! –contestó a lo lejos. Desobedeció a Mónica al aumentar la velocidad, estaba muy ansiosa por conseguir la dirección, iba peleando con el tiempo. – ¡Oh no, creo que me he perdido, este es Aéreo 10, tengo que retroceder dos cuadras! –efectivamente, se había perdido, pero la chica era muy lista, así que de inmediato se ubicó y dio con la dirección. – ¡Se supone que es aquí! –. Estacionó la motexpor en una base flotante, todas las casas, edificios y todo tipo de negocios tenían esto, para que las personas pudieran caminar por los alrededores de los lugares que visitaban. Se apresuró a tocar la puerta, la persona que le
En un palacio el palasio del reino de Masonia, se encontraba un hombre furioso. –Estos idiotas no quieren aceptar mi propuesta, Masonia es el reino más rico, ¿Por qué no dejar que yo me encargue de todo? Ya casi les convencía hasta que la reina Estela de Merical, abrió su boca para decir puras estupideces. –le contaba rabioso Orlando a Gladis, después de llegar de la reunión que se hacía cada mes, donde los reyes de Esferis proponían planes que fueran buenas para todos. Ejemplo, las exportaciones e importaciones, o planes que mejoraran la situación de la misma. Esa unión que había de todos los reinos, volvía a ese mundo mejor, no existía una competencia de poder, no había guerras o disputas de dominio. Todo se vería opacado con la soberbia y la ambición de Orlando, que aprovechaba todas estas reuniones para imponer sus ideas de hacer un solo reino, donde el seria el rey absoluto y los otros reyes como especies de virreyes. Esto también lo hacía con una doble
Pasaron los días, Orlando estaba a punto de lograr uno de sus cometidos ahora con el apoyo de Maximiliano y de Fernando todo sería más fácil, pero sus soldados buscaró por todos los rincones de los reinos sin dar con ninguna de las armaduras. Lía ayudaba en la cocina a su mamá, trataba de ganarse su perdón. Su madré la castigó el día que llegó tarde de casa de Alonso, le prohibió usar por todo un mes la motoexpor y salir de casa solo a la escuela –. Tocaron el timbre. Mony la asistente abrió –Buscan a Lía –dio la razón, la chica fue hasta la puerta. – ¡Hola buenos días! ¿Es usted la señorita Lía Lorday? –preguntó un joven que traía una nota de Alonso. –Sí, soy Lía Lorday, ¿Para qué sería? –preguntó desconfiada. –Le traigo una nota del doctor Alonso. –dijo el joven casi que en susurro. –¡Ah sí, muchas gracias! – ¿Quién era? –preguntó Monica, Lía solo le dijo que era un vendedor ofreciendo unos productos. La chica
Un jovencito estaba preocupado por el futuro de Merical, trataba de buscar soluciones con su madre la reina Estela, ya que el reino de Invernal dos y Pulcaria se habían unido en la idea descabellada de Orlando. – ¿Madre, usted cree que nos ataquen para invadir nuestro reino? – ¡No se Esteban, ahí un 90% de probabilidad! Trataré de hablar con los otros reyes, para que no caigan en el juego de Orlando. Estela programó una visita al reino de Amilca y Androlia, necesitaba aliados para combatir por si Orlando atacaba Merical. Primero fue al reino de Amilca a hablar con el rey Orestes Garzot; un hombre de honor, apegado a la ley; amable con todos. Estaba a punto de cumplir 50 años; su cabello estaba canoso, tenía una barba larga que casi se tornaba gris, alto, contextura gruesa, a pesar de la edad era muy activo y sano. Vivía con su esposa la reina Sofía de 40 años, una mujer educada, y como no, antes de ser la esposa de Orestes y reina de A
Orlando llegó al calabozo, se dirigió al hombre con gestos sobre actuados y fingiendo simpatía: – ¡Muy buenas! ¿Así que usted se sabe la historia de las armaduras? Pero no sé su nombre, que mal educado soy. –aquel hombre se le notaba que le había ido mal en la vida, era un alcohólico que un día desapareció de su hogar por motivo del vicio. –Mi nombre es Santiago Lorday –. Santiago era familiar de Lía, era primo lejano, tenía la misma edad de Henry, pero por causa del alcohol, se veía viejo. –Me han dicho que usted tiene mucha información sobre las armaduras sagradas, ¿es eso cierto? –Santiago que aún tenía el alcohol en su sangre le contestó con la lengua enredada: –Sí mucho, mi familia sabe dónde se encuentra la de acero, en un mapa lo muestra. De nuestra familia también saldrá el Rapsodia. Las demás armaduras están fuera de nuestro mundo. –El hombre hablaba como si le dieran cuerda. – ¿Cómo así que de su familia saldrá el Ra
- ¡No mamá, que hiciste! –Lía llamó por holograma de inmediato a Gina: – ¡Mi madre no está en casa, estoy segura que se la llevó Orlando! –Cariño tranquila ven a mi casa, usa la telita, es más rápida… –Fue interrumpida por Lía diciendo: –Espera... ¿El qué? –La tele-transportadora que te di, le puse telita porque es chiquita. –contestó Gina rascándose la cabeza y con una sonrisa de pena. –Tú y esos nombres que le pones a tus inventos. –Bueno, si, como te decía, cuando llegues a mi casa nos vamos a la de Alonso. Colgaron las llamadas, Lía se quedó en el piso llorando antes de ir a casa de su amiga, se repetía que no iba
- ¡Oh esto que siento no puede ser normal, la armadura tiene que estar por aquí! –de la nada escuchó una voz que le susurraba: –Lía por aquí. –luego se dio cuenta que no solo era una voz, sí no que era una sombra que le señalaba hacia dónde ir. Lía empezó a seguir aquello que le habló, caminaba con un poco de dificultad por alrededor de la montaña, sus pies se enterraban en la nieve, por un momento la sombra desapareció frente a una entrada. – ¡Esa debe ser la entrada de la montaña, la de mi sueño! Y esa sombra…hizo una pausa, se puso un poco pensativa y dijo: –También la he soñado. -La joven se acercó y se dio cuenta que era muy angosto, así que se puso a medio lado y entró. –No logro ver nada, está muy oscuro todo. –expresó la chica. De repente se escuchó un grito que venía de adentro de la montaña: – ¿Qui
- ¡Gina ven a ver esto! Orlando está buscando a Lía, comunícate con ella y dile que no salga de dónde éste. –desesperado dijo Alonso a Gina, al ver una publicación en la web donde Orlando ofrecía una recompensa al que tuviera información sobre ella. Gina se apresuró y la llamó con el holograma, esta le contestó con la boca llena, se estaba comiendo las manzanas que había recogido. Antes de que Gina le dijera algo le contó que conoció al guardián, que por cierto era una chica que le caía mal por recibirla cómo lo hizo, su amiga arrugó la cara y empuñó sus manos en señal de querer golpear a Jo, ya después se calmó y le dijo lo de Orlando. – ¿Con quién hablabas? –Con mi amiga Gina, ella dice que no vuelva, Orlando me está Buscando. –Sí, ya vi la publicación. –Pero ¿cómo has podido enterarte? -desconcertada le preguntó, ella no sabía que la guardiana estaba