Jamás en la vida había deseado salir corriendo de un lugar hasta ahora, me encontraba sentada en uno de los sillones de la costosa sala de aquella familia. En cuanto Damon entró y me salvó de las garras de su hermano gemelo obligó a sus hermanos terminar la fiesta tan extraña que habían iniciado. Esos chicos no tenían idea de las responsabilidades que conlleva hacer una fiesta de ese tipo y mucho menos hacerse cargo de una menor con mente de adulto, pero en el fondo me divertía ver como se apresuraban a recoger todo el desastre. Los individuos desnudos se habían marchado y su madre no tardaba en llegar. Mientras observo a Damon recoger la b****a pienso en todas las cargas emocionales que dejaba atrás estando a su lado, y que me parecían tan pesadas como una piedra de molino que colgaba en mi cuello. Me pregunto... ¿cuántos secretos esconde? Saber que tenía un hermano gemelo me hizo caer en la realidad y despertar del ensueño; no conocía r
Alcanzamos juntos el clímax tres minutos después de que todo hubiera comenzado, nuestros cuerpos lo deseaban como si estuviéramos inmersos en una carrera cuya meta por mutuo acuerdo era un orgasmo tan placentero que me provocó cerrar los ojos con fuerza. Jadeaba con la cara enterrada en su hombro mientras él me rodeaba con un brazo y utilizaba el otro para acariciar mi mejilla. —Lamento haberme aprovechado de ti, no quiero que pienses que solo te quiero a mi lado para hacer el amor antes de morir, pero no puedo evitar desearte a cada momento —me susurra haciendo que los latidos de mi corazón se dispararan. Escucho como toma una honda bocanada de aire, se aleja un poco pero compruebo con felicidad que seguíamos a una distancia segura, coge una de mis manos y me ofrece su sonrisa más encantadora.
La madre de Barbara, Jovany y Adelice era un tanto extraña y por momentos pensé que quizá estaba chiflada. Era evidente que se trataba de una mujer de armas tomar, más concretamente de una mujer que tenía un gusto excesivo por el orden y la limpieza aunque su sentido de la moda era nulo. Su chaqueta militar ajustada al cuerpo hacía que moldeara más su figura, la camisa que llevaba debajo era de un blanco inmaculado y los pantalones del mismo color a juego que la chaqueta se amoldaban a sus largas piernas como si fuera una segunda piel. Sus botas negras relucían y seguramente era por pasar horas y horas limpiándolas, o al menos eso era lo que me imaginaba. Pero no fue tanto la ropa como la mujer que la llevaba puesta lo que llamó mi atención en cuanto llegó y me inspeccionó con la mirada, sino el hecho de que poseía un arma con la cual ahora me apuntaba mientras permanezco sentada en donde juré nunca hacerlo.
Me bajo del carro y sin voltear entro a la casa, cuando cierro puedo escuchar cómo se aleja en su carro e intento tranquilizar mi corazón alborotado por tantas emociones del día. —Me preguntaba cuanto tiempo tardarías en darte cuenta de que Damon tenía un hermano —la voz de Arturo hace que me gire y mis ojos se clavan en los suyos, quien se encuentra sentado en uno de los sillones largos de la estancia principal, con una media sonrisa y el televisor prendido en algún estúpido programa de televisión en donde los concursantes debían hacer actividades físicas en la playa—. ¡Quita esa cara de papel, Candice! Las redes sociales son los nuevos monstruos del chisme. —Me lo hubieras contado —giro los ojos y me siento a su lado. —Quería ver tu cara cuando te enteraras —saca una paleta de uno
Coloco mi mirada y me quedo aún más sorprendida de ver lo que estaba frente a mí, una cueva enorme, pero no solo eso, estábamos a unos cuantos metros de distancia aún y al fondo estaba una bandera blanca hondeando como si bailara. —¿Qué es eso? —frunzo el ceño. —La llaman la isla del amor, se dice que antes venían las parejas y echaban una carrera hasta llegar a aquella bandera, el ganador elegía el premio, mismo que consistía en un beso o en... —Damon se pasa una mano entre su pelo alborotado y se sonroja—. Bueno mejor te lo demuestro... ¡una carrera! Damon sale disparado sin darme tiempo a seguir preguntando. —¡Eso es trampa! —grito corriendo detrás de él. Como era de esperars
Ver a mi mejor amiga en un lugar como este y lo que me cuesta trabajo entender aún; con Dave, me causa cierta conmoción. No tuve tiempo de siquiera poder ver más debido a que Damon me había tomado de la mano para comenzar a correr hacia una dirección que no conocía. ¿Qué significaba la iniciación del círculo de sangre? Sonaba a ser nombre de una película de terror. Comenzamos a alejarnos poco a poco hasta que la misma pregunta ronda mi cabeza, Sandra parecía compartir una estrecha amistad con el hermano de Damon, tenía que saber qué hacía en un lugar como este, intenté detenerme, sin embargo, cada vez que observaba con detenimiento el rostro de Damon; cosa que sucedía con más frecuencia de la debida. Atisbaba un poco de miedo en sus facciones envueltas en preocupación, a su favor podría decir que seguía lleno de la misma jovialidad con la que lo conocí la primera vez en la casa de la tía Jenny.
—Dave —mis ojos se clavan en los suyos—. Suéltame y deja que nos vayamos, el hecho de que tú tengas una definición diferente a nosotros de lo que es diversión, no quiere decir que vas a agarrar eso como excusa para molestarnos, te recomiendo que regreses a tus asuntos que no tienen nada que ver con nosotros. Ambos hermanos me miran con una expresión extraña, Dave me suelta, frunce el ceño al tiempo que siento como sus ojos me evalúan. Es como si buscara deliberadamente algo dentro de mí. Se notaba el esfuerzo que hacía por evitarme pero siempre terminaba por dirigirse hacia mí con una actitud coqueta. —¡Vaya, tienes más agallas que mi hermanito! —Me observa con un nítido enojo—. Me agradas. —Ni se te ocurra, ella es mía —Damon me pone detrás de él al tiempo que aprieta los puños.
DOS VERANOS ATRÁS... ¡Uno, dos, tres! Caigo de espaldas y siento mi cuerpo adolorido, pequeñas gotas de sudor comienzan a aparecer en mi frente, el cansancio me vence pero no me doy por vencida, me levanto sin su ayuda y comenzamos nuevamente. —¡Vamos, Candice! —me grita Edwin y noto un brillo de compasión y gracia en sus ojos—. ¡Si sigues con esa actitud nunca aprenderás a defenderte! —Lo dices porque tú ya sabes todo, además haces trampa, soy mujer y deberías ser un poco más delicado con tu trato —replico. —¡Esa no es excusa Candice! —Se apresura a acercarse más a mí con una expresión cautelosa en el rostro—. ¿Qué harás si un día no puedo defenderte?
—¡Hola hermosa! —Exclama saludándome con un exceso de amabilidad, confianza y regalándome un abrazo fuerte—. ¿Ha pasado algo malo? —No. —¿Segura? —entrecierra los ojos. —No seas paranoico —le doy un beso ligero y rápido en los labios para después darle entrada. —¡Oh, Damon! —gritan en unísono aquellas chicas. Cierro la puerta y me percató de la tensión que ejercen ambos hermanos al verse, incluso las chicas cierran la boca y deciden apartar la mirada de la escena para concentrarse en la pizza. —¡Hola hermanito! —saluda Dave muy sonriente. —¿Qué haces aquí? —Damon aprieta los