—¡Hola hermosa! —Exclama saludándome con un exceso de amabilidad, confianza y regalándome un abrazo fuerte—. ¿Ha pasado algo malo?
—No.
—¿Segura? —entrecierra los ojos.
—No seas paranoico —le doy un beso ligero y rápido en los labios para después darle entrada.
—¡Oh, Damon! —gritan en unísono aquellas chicas.
Cierro la puerta y me percató de la tensión que ejercen ambos hermanos al verse, incluso las chicas cierran la boca y deciden apartar la mirada de la escena para concentrarse en la pizza.
—¡Hola hermanito! —saluda Dave muy sonriente.
—¿Qué haces aquí? —Damon aprieta los
—¿Lista para la aventura más desagradable de tu vida? —me pregunta limitándose a esbozar esa perezosa sonrisa tan suya. —¡Claro, tengo un pase VIP! Damon me dispara una mirada muy coqueta y enseguida tomando mi mano nos ponemos en marcha. En el trayecto al hospital su madre no paró de hablar de una nueva serie en Netflix llamada Besos Sabor Cereza, la cual al parecer la tenía vuelta loca. Pero yo en personal no le prestaba atención, mi cabeza se transportaba en toda la información que acumulé por la noche acerca de las quimioterapias. Lo poco o mucho que recordaba y que repasaba mentalmente era que se utilizaban diferentes tipos de tratamientos para tratar los tumores cerebrales. Para que los doctores determinen que tipo de tratamiento se aplicará depende del tamaño y tipo del tumor
No podía creer lo que estaban viendo mis ojos, realmente por un momento pensé que quizá se trataba de Edwin, pero estaba errada. Quien estaba frente a mí se trataba nada más y nada menos que el hermano mayor de Edwin. Sabía que no se llevaban bien en el pasado, pero no era lo que parecía, ya que en el fondo pasaba lo mismo que con Damon y Dave, se querían pero eran demasiado orgullosos como para demostrarlo. Sentía como un cúmulo de sentimientos desafortunados me habían obligado a refugiarme en los tormentosos recuerdos del pasado, hasta que nuevamente Armand menciona mi nombre por segunda vez obligándome a pisar fuerte en el presente. —¡Candice, no puedo creer que seas tú! —exclama con un brillo de felicidad en los ojos. —Lo siento, por un momento te he confundido con... —comienzo a decir pero mi voz se apaga sintiendo como el recuer
VERANO ACTUAL... Armand no dejaba de parlotear al tiempo que yo no dejaba de pensar y recordar cosas del pasado. Había terminado por aceptar su pequeña invitación pese a la promesa que le hice a Edwin. Y una vez más el dolor me domina pero intento escapar de él hundiéndome una vez más en la realidad. —No te he preguntado qué es lo que haces aquí —me dice con un brillo de diversión en los ojos. —Alguien a quien aprecio está enfermo y lo he acompañado a su quimioterapia, de hecho he venido de vacaciones con mi tía Jenny —respondo al tiempo que noto como su mirada cambia con fugacidad. —Lo siento, ¿alguna amiga? —ancla sus ojos en los míos y enseguida aparto la mirada sintiendo un ligero sonrojo en mis mejillas.
Ver a Armand tan furioso me hizo pensar en el lastre que arrastraban las personas por culpa de su pasado. ¿Acaso creía tener ventaja conmigo al morir su hermano? ¿Cuánta carga llevaba encima por culpa de la perdida de Edwin? Estaba muy equivocado si pensaba que entre él y yo habría una mínima oportunidad. Damon se pone de pie y enseguida se limpia los restos de sangre de la boca con la manga de su sudadera. —Lo siento, me dejé llevar —confiesa Armand de repente al tiempo que echaba a andar hacia su escritorio. Si algo odiaba de él era que solía ser un poco dramático con su vida. Su autocompasión me enfurecía. Yo también lo había perdido, había perdido para siempre a Edwin, pero no iba por el mundo diciendo que mi vida ha sido terrible y vacía desde su partida. Me guardaba las penas para mí y me limitaba a vivir sin ataduras, o al meno
Me enderezo en ese momento, ¿qué más me podría lastimar? Paseo la mirada por la zona libre del aparcamiento y cierro los ojos para respirar hondo. Noto que la felicidad que irradiaba el rostro de Damon es cautivadora, pero tomo las fuerzas suficientes para soportar lo que tenía que decirme. —No te puedo prometer nada, tienes que ser responsable de tus actos pero lo que sí puedo hacer por ti es escucharte hasta el final y sacar mis propias conclusiones —respondo por fin imitando las palabras que solía decirme Edwin mientras juego con los dos anillos que adornan mi dedo. —Candice, Olivia sí fue mi novia un tiempo, y aunque no llegamos a tener relaciones sexuales, si pasamos a segunda base —me explica y puedo notar como su tono es demasiado despreocupado y sus ojos resplandecen con cierta malicia—. Me llevo bien con ella pero a la que qu
—Damon siempre ha sido el hermano serio y responsable, mientras que yo tomé el papel más difícil que una persona pueda llevar a cabo dentro de una familia; el de la oveja negra. Cuando éramos niños mi padre nos regaló un caballo a cada uno, y como era de esperarse Damon aprendió a montar primero, con sumo cuidado, determinación, y empeño terminó siendo recompensado con la gratificación del triunfo, mi padre estaba eufórico pero cuando yo lo logré no sucedió nada de esto. Por el contrario, pase desapercibido. Hasta que me resigné a soportarlo y dejar de insistir, no quiero que Damon se muera, pensar en eso solo me causa conflicto —Dave tenía una expresión de cachorro suplicante y desamparado. —Lo mejor es que hables directamente con Damon y... Demasiado tarde, Dave me abraza y me besa, es cuestión de segundos cuando decido empujarlo y
Me encontraba sentada en una de las bancas del parque más cercano a la casa de la tía Jenny, había dejado a Damon dormido en cuanto le hablé a Armand. No iba a permitir que se fuera una persona más de mi vida. Observo la hora que marca mi celular y con disgusto me doy cuenta de que ya han pasado más de veinte minutos de retraso. Me di una regañina mental y me propuse que esperaría otros cinco minutos, si no venía iría personalmente al hospital y lo buscaría. Los minutos me parecen eternos y pongo el celular en modo avión. Cuando levanto la mirada observo a lo lejos una pareja que camina muy alegre agarrando la manita de su pequeño hijo, y me cuestiono si algún día yo seré buena madre. Después de un buen rato, decidida me pongo de pie y me preparo para marcharme. —¡Candice! —Me grita Armand desde su carro, lo estaciona frente a mí y se baja con rapidez—. Lamento llegar tarde pero tuve un
—Estoy cansada, tal vez deberíamos vernos mañana —le propongo soltando un enorme suspiro.—Dime la verdad Candice, ¿dónde estabas? —Damon ancla sus ojos sobre mí al tiempo que el enojo se cruza por sus perfectas facciones.—Ya te lo he dicho —pongo los ojos en blanco tratando de parecer despreocupada.—No te creo —insiste.—¿Se puede saber que mosca te picó? —enarco una ceja manifestando mis dudas en un tono glacial.—La verdad es que Armand me ha llamado hace unos minutos diciéndome que habló contigo, me contó que le pediste que me operara él