El funeral fue muy corto y con poca gente, la madre de Guillermo lloraba junto a un chico que la abrazaba. Linda se acercó para darle el pésame, Rosalía las miraba desde lejos. Pablo notó el rostro de Rosalía. “¿No vas a ir a dar el pésame?”. Rosalía asintió y caminó hacia la mujer, escuchó como le decía a Linda sobre Guillermo, se detuvo en seco. “Se que mi hijo no estaba metido en problemas, sé que era un buen chico, no sé porqué dicen todo eso de él, algo está mal en todo esto”. Linda solo miro a la mujer mayor, sabían que ella escaparía con Guillermo ese día, era hasta ahora la principal sospechosa, pero tenía una coartada, solo estaba por confirmarse las cámaras de seguridad de una tienda donde ella esperaba a Guillermo en una parada de autobuses, a donde él nunca llegó, al final ella regreso a casa. Una semana después, la policía les informó que el crimen fue por drogas, había suficientes pruebas para pensar que estaba escapando de una deuda, los envoltorios que encontraro
Leonel la arrastró a un parque de diversiones, ella negó al momento de ver el lugar. “No somos niños…” Con una voz tentadora Leonel le dijo. “Podemos ser lo que queramos hoy…” Le ofreció su mano expectante. “Diviértete conmigo”. La miró fijamente a los ojos. La mirada de Rosalía hacia Leonel era enigmática también contempló la mano del hombre que esperaba una respuesta, ella tenía la intención de seguirse negando, pero nunca antes estuvo en un parque de diversiones, ni siquiera con Pablo lo había hecho. Ella levantó su mano y dejó que sus dedos cayeran en la palma de Leonel, este sonrió y apretó su mano llevándola a la entrada. Subieron al carrusel, mientras giraba ellos jugaban haciendo caras, Rosalía se burlaba del hombre y él le tomaba fotos, después fueron a la montaña rusa, al pasar por las curvas altas Rosalía abrazaba o se giraba con Leonel, el solo escuchaba sus gritos divertido, después la rueda de la fortuna fue otro lugar para sesión de fotos pero esta vez Rosalía sacó s
Rosalía se levantó y lo sentó en el sillón subiendo en su regazo, besó sus labios y después pasó por su cuello, mientras él levantó el rostro y cerró sus ojos. Ahora fue ella quien se acomodó para que entrara su longitud y moverse erráticamente. Rosalía estaba recostada en el piso de la sala en los brazos de Leonel, ambos seguían desnudos, él tenía sus manos unidas y acariciaba su mano delicadamente, mientras besaba su frente de vez en cuando, ella sonrió cerrando sus ojos y aspirando su aroma, era un hombre increíblemente fuerte, sus pectorales eran grandes y su pecho le fascinaba. Ella respiró hondo levantándose. “Es hora de que me vaya”. Leonel la arrastró de nuevo a sus brazos. “No puedes quedarte a dormir”. Ella negó levantándose de nuevo. “Mañana temprano tengo trabajo y sé que tú también”. Ella empezó a vestirse y llamó a Jaime para que la recogiera, Leonel se levantó del piso buscando su ropa. Rosalía al estar lista se acercó a él que se abrochaba el pantalón, lo be
Melina tomó su mano y se puso frente a ella para que la mirara. “¿Rosalía?”. ¿jefa?”. Estaba muy preocupada. Ambos la ayudaron a sentarse, a Rosalía le zumbaban los oídos, el personal médico de la empresa se acercó rápidamente. En la mansión… Leonel esperaba en la puerta, el vigilante dijo que iba a preguntar si podían atenderlo, una mujer salió detrás del hombre mayor, Leonel espero a que ella se acercara. La mujer desconfiada preguntó. “¿Por qué busca a mi hija?”. Leonel le explicó. “Soy Leonel Orozco, mi hermano fue novio de su hija hace algunos años, quería preguntarle algunas cosas sobre él”. Miriam examinó al hombre, estaba bien vestido y el coche donde venía era una marca cara, pero aun lo miraba con cautela. “Mi hija vive en el extranjero desde hace tiempo”. Leonel bajo su rostro haciendo una mueca y luego pensó por un momento preguntando. “¿Usted conoció a mi hermano?”. En la empresa… Rosalía fue llevada a su oficina, Melina estaba muy inquieta, giró a ver a Mario. “¿Q
Rosalía terminó su trabajo, recogió sus cosas y salió, Melina la esperaba, ella había decidido permanecer ahí al cuidado de su jefa, ayudaba a María la secretaria en algunos pendientes. Rosalía se despidió de ellas, Melina la detuvo. “¿Quiere que llame a Jaime?”. Rosalía negó. "Quiero estar un rato a solas…” Melina entendió haciéndose a un lado y dejando que se fuera, ya abajo, Rosalía pidió un auto de aplicación, esperaba en la acera cuando un hombre se colocó detrás de ella apuntándole al costado con un arma. “No te muevas y no grites”. Rosalía levantó la mirada, conocía la voz. “Álvaro…” Él sonrió besando su mejilla rápidamente. “Si, el estúpido que creyó que eras la mujer perfecta… Ahora vas a acompañarme sin hacer escándalo”. Tomó su bolso y lo arrojó a un basurero. Rosalía asintió en silencio y caminaron lentamente hasta el auto, La subió al asiento del conductor para que se pasara al copiloto y él poder subir, le advirtió. “Quédate quieta”. Rosalía miró a todos lad
Más tarde revisaron las grabaciones, vieron a Rosalía salir del edificio, estar de pie en la acera y encontrarse con Álvaro que la llevó hasta el auto, Rosalía no opuso resistencia, Leonel revisó cuidadosamente. “El hombre lleva un arma”. El les apuntó donde la escondía y como amenazaba a Rosalía. Melina se puso nerviosa. Pablo se acercó a la pantalla alejando a Leonel. “No puede ser”. Leonel preguntó. “El hombre ¿Lo conocen?”. Melina y Nidia se miraron entre sí. “Es el antiguo abogado de la empresa, trabajaba para la señorita, pero…” Dijo Melina. Nidia terminó la conversación. “Estuvo molestando a la jefa y ella lo despidió…” Pablo se alejó de la pantalla golpeando la pared, las mujeres se sobresaltaron, nunca lo habían visto tan enojado. Leonel frunció el ceño ante la actitud del hombre que apenas conocía. Siguió revisando buscando indicios o alguna pista, era su trabajo y lo hacía muy bien. Anoto las placas del auto, el color, modelo y observo como Álvaro se acercaba al basu
Leonel ayudaba a Rosalía a subir al auto, la trataba como una flor muy frágil, todo esto lo presenció Pablo en silencio mientras sus hombres trabajaban detrás de él. Rosalía miraba por la ventana en silencio mientras Leonel conducía al hospital, ella giró a verlo. “No es necesario ir al hospital, llévame a mi departamento”. Leonel no estaba muy de acuerdo, pero no discutió, la llevó hasta el departamento, ella al entrar se quitó el saco y giró mirando fijamente a Leonel. “Gracias por salvarme, pero será mejor que te vayas”. Leonel no quería dejarla sola. “Rosalía…” Ella sonrió tristemente. “Solo estoy cansada y necesito estar sola”. Leonel no dijo más, le entregó su bolso donde estaba su teléfono y besó su frente saliendo del departamento, Rosalía camino hasta el sillón y sacó su celular mirando todas las llamadas perdidas, había de Melina, Jaime, Nidia, Pablo y Leonel. Ella suspiró agotada, se miró las muñecas estaban rojas. Un mensaje llegó a su teléfono, era Pablo al abrirlo
Leonel hizo una llamada. “Hola… ¿Señora Miriam? Estoy de acuerdo ¿Dónde nos podemos ver?”. Ella le dio la dirección de un café, le dijo que se vieran en una hora, Leonel colgó y subió a su auto para poder llegar a tiempo, en el camino recordó lo que habló con la señora Miriam afuera de la mansión… “¿Usted conoció a mi hermano?”. Leonel preguntó intrigado, esperando alguna pista que lo ayudará a encontrar la verdad sobre su hermano, pero sentía el ambiente raro, la mujer era extraña. Miriam levantó la mirada altanera. “Solo de vista, una vez… Pero se quien sí lo conoció y mucho”. Leonel estaba muy interesado. “¿Puede decirme quién?”. Miriam se quedó en silencio por un momento y con una sonrisa le dijo. “Se lo diré, pero a cambio quiero dinero”. Leonel no entendía, la mujer era rica y vivía en una gran mansión con todos los lujos. Miriam al verlo dudar le comentó. “Piénselo, si se decide llamame”. Ella le dio su teléfono y regresó a la casa dejando a Leonel de pie solo. Leonel