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6. Ni tu respiración

La fiebre comenzaba a jugarle una mala jugada y en medio de esa confusión, miedo y llanto comenzó a respirar con dificultad. Estaba alterada y se movía por la cama dando vueltas. Cédric y las sirvientas intentaron calmarla pero parecía distante mientras se ahogaba.

«— Cuidado con el vaso de agua, te puedes ahogar»

«—¿ Cómo me voy a ahogar mamá?» preguntó por la duda.

«— A veces nos ahogamos en un charco que nos llega solo en los talones, la mente nos juega malas pasadas» la abrazó « nunca lo olvides...

Poco a poco su respiración se fue equilibrando, sentía unos brazos rodear su cuerpo, se sentía cálido estar ahí, sentir la respiración del sujeto en su cabello mientras sus ojos seguían cerrados.

Hector entró al cuadro y se encontró con Cedric abrazando a la pequeña mientras ella sollozaba en su pecho. Hizo una señal y las sirvientas se retiraron. Miró esa escena con desaprobación y seguido se asomó a la ventana, ya había anochecido, la Luna estaba oculta entre las nubes de lluvia, casi no hacía frío pero de igual modo parecía que fuera el clima más helado.

— Puedes irte...— le dijo a Cedric sin siquiera mirarlo.

— Me quedaré para ver cómo sigue...— dijo apartando a Regina y acomodando su cuerpo.

— No hace falta...— dijo y se fijó en un lado de la Luna — No es para tanto...

—¿ Qué no es para tanto?— preguntó molesto.

— Es su primera lección — le respondió con una mirada fría — Puedes irte...

— Hec...

— Ni se te ocurra...— dijo advirtiendo.

— Lo que tú digas, señor...— se acercó a Regina, le cambió el trapo a uno recién mojado y salió del cuarto.

Ni se volvió a verla y de nuevo miró al cielo, esas nubes le hacían recordar lo lindo que solía ser pintar esos tonos de gris; pero no todos tenían la opción de ser niños normales, no todos eligen su camino.

— Mamá...— habló Regina sacando a Héctor de su limbo.

Él la miró de reojo con un rostro inexpresivo. Ella volvía a moverse de la cama, de un lado al otro, soltando lo mismo

— No quiero quedarme...— dijo en un susurro y seguido despertó de golpe viendo el lugar en el que se encontraba, sus ojos consiguieron visualizar a H en esa parte del cuarto.

Su mirada fría logró intimidar a la pequeña, quién salió de la cama intentando salir del cuarto pero al bajarse le flaquearon las piernas y se cayó al suelo. H observaba la escena sin siquiera moverse, ella trataba de levantarse pero no podía.

Él cansado del espectáculo se acercó.

— No me haga nada, por favor...— dijo y Héctor la tomó en brazos — ¡No...!— gritó forcejeando a lo que ambos cayeron en la cama, H sobre ella. Se miraron en ese segundo absurdo y él se alejó.

— Silencio...— demandó enojado — No quiero oír ni tu respiración...

— Yo...— se le cortó la voz y seguido comenzó a toser con dificultad.

Al principio H se quedó mirando hasta que vió como se le caían un par de lágrimas de unos ojos rojos. Se acercó con un vaso de agua, se lo ofreció pero ella lo rechazó haciendo algo inesperado, lo abrazó, sin importarle la situación. Sabía que era la única manera de parar con esa angustia que le creaba problemas para respirar.

El abrazo le tomó desprevenido por lo que quiso alejarse de inmediato, pero al ver lo fuerte que lo tenía agarrado y al sentir como empezaba a respirar con normalidad, solo se quedó quieto. Odiaba el contacto físico porque indicaban muestras de afecto, sin embargo le era difícil salir de esa situación.

Finalmente la apartó, dejó el vaso de agua en la mesita de noche y salió del cuarto.

« Que no vuelva a pasar»

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