[...]— Y al tercer día de cautiva perdí la sonrisa, no hacía mucho desde que regalé la misma a la persona que más quería, que más amaba, esa persona que pensé que siempre estaría pero aunque no fuera su culpa en este momento ya me había abandonado...— se había pasado parte de la noche leyendo aquel libro de unas cuatrocientas páginas intentando evitar pensar en la escena en la que ella se encontraba — Y cuando supe que esos días se convertirían en semanas, meses y años... No pude evitar acostumbrarme a esa nueva ficción realista en la que viviría, pues...— se detuvo al oír el ruido de la puerta al abrirse.Miró sin interés de saber quién entraba. Sentada en posición de yoga con las piernas cruzadas y el libro en sus manos, su mirada se encontró con la de un chico alto, castaño de piel clara y ojos canela.Éste la miró directamente a los ojos mientras el silencio parecía querer decir algo. El tipo no se acercó por ciertas órdenes y Regina ni se inmutó por un largo tiempo, incluso deci
Con el paso de los días se cumplieron dos semanas de su estancia en esa mansión, dos semanas sin señales de vida de su familia, sin oír la voz de su mamá, sin tocar la lluvia, dos semanas creando una nueva monotonía, una en la que solo leía. Se despertaba a las siete, se preparaba y bajaba a desayunar con H, el resto del día solo leía o vivía en la ducha. Dos semanas en las que no sabía que sentir o que pensar. Era una chica inteligente y recordaba muy bien que en un trabajo de primer trimestre sobre criminología decían que los secuestradores tomaban fotos o hacían llamadas para asustar o meter presión a la familia, pero lo único que había oído era que Regina Towers murió y que ahora era Regina Jones. Entonces no sería un secuestro con fines de lucro económicos, talvez psicológicos o placenteros, ella prefería la primera opción pero no estaba muy claro. Y algo no encajaba ¿ Su padre no hacía nada? Lo único que hizo fue decir que había visto el coche en el que ella "murió".La mañana e
Por otro lado su padre llegaba a la casa en lo más cabizbajo. Entró una vez estacionarse y caminó con algo de prisa hasta la sala en donde le esperaban sus maletas. Las cogió y sin más demora se dirigió al aeropuerto.En unas horas aterrizó en una gran ciudad del Norte. Tomó un taxi y sin necesidades de un guía se alojó en un hotel para poco después encontrarse en el hospital en el que estaba su esposa.Caminó por un largo pasillo frío sintiendo cada pasó próximo a la puerta más pesado y doloroso ¿ Será la culpa? No lo tenía claro pero algo le dolía, le dolía tanto que incluso se detuvo junto a la puerta para sollozar un tiempo antes de lavarse la cara y fingir una supuesta perdida. De verdad había perdido a su hija pero la mentira era haberlo hecho en un accidente.Abrió la puerta e inmediatamente se encontró con esos ojos marrón-tierra que Regina había heredado de ella. Esos ojos rotos y ahogados en la tristeza. La mujer era una chica de cuarenta y pocos años, su piel solía ser colo
¿ Acaso importa el transcurso de los días? De igual modo seguirán siendo solo días. Días en los que ella mantenía la esperanza de poder huí antes de que llegara el día de sus cumpleaños.Esa mañana se sentó a las 8:00 a. m. lista para desayunar, ya faltaba menos de unas semanas para su día, que parecía que no iba a ser especial ni feliz. Recibió su desayuno y lo tomó en el silencio más absoluto, el único ruido que se oía era el del tenedor rozando el plato.Ella evitaba mirar al frente por el hecho de no querer encontrarse con la mirada fría de H. Se sentía menos dolida por el efecto de la lluvia, aunque pudo pillar un resfriado.- Jachusss...- estornudó recibiendo la atención del señor que se encontraba antes en su mundo.- Has pillado un resfriado...- dijo y ella negó con la cabeza. Él se levantó y se acercó a ella con pasos lentos, se paró junto a Regina y puso su mano sobre la frente de la menor provocando un notorio nerviosismo, talvez por miedo a que le pegara o por otra cosa.-
— Será lo mejor...— dijo a regañadientes.En una de las empresas exportadoras, Héctor se encontraba con un grupo de ejecutivos, el mismo de la última vez.— Veo que el trato se está cumpliendo...— dijo Fernando observando algunos documentos.— ¿ Todavía dudaba?...— preguntó H sirviendo un par de copas.— Nunca debes confiar ni del tipo con la mejor reputación...— Respondió cogiendo su vaso.— Leyes del negocio...— dijo con una sonrisa fría.La puerta se abrió y entró un chico de cabello lacio teñido de gris oscuro, alto de piel clara y ojos miel. Caminó hasta su padre sin fijarse en nadie y como le indicaron se sentó.—¡ Buenos días!— saludó al sentarse.H le miró con mala cara porque no sabía que él chico vendría.— Él es Ronal, mi hijo mayor...— dijo sonriendo — Quise que conociera parte de la empresa aunque piensa estudiar medicina...— Médico... Salvar vidas humanas y tal— exclamó uno de los ejecutivos.— Veterinario...— respondió y bajó la cabeza en señal de tristeza — Regina sí
-¿ Me volví loca? En un par de días o semanas será mi cumpleaños, por fin cumpliré los diecisiete - suspiró - Esperé tanto esta fecha que ahora que está a unos pasos quiero que corra y ponga distancia. No tengo mi regalo, no tengo a mi mamá, se suponía que la abrazaría, la besaría, la amaría y ella a mí. Talvez no vayamos a la playa ni al bosque o al valle pero aún en el hospital estando con ella estaría feliz... Y seguro ella también. No quiero que llegue el doce de mayo, no quiero cumplir un año de vida en este lugar, quiero abrazar a mi mamá...La puerta se abrió y Regina dejó el bolígrafo cerrando el cuaderno para mirar a esa dirección y ver quien había entrado. Su rostro se puso serio al ver al mayor parado junto a la puerta, era la única persona en la casa a quien le tenía miedo.- Buenas tardes...- saludó con esa voz fría acercándose con pasos lentos.- Buenas tardes...- respondió mirando al piso.-¿ Qué escribías?- Nada...- soltó el cuaderno y puso unos libros sobre él.-¿ Me
Nueve de mayo, un día caluroso y tranquilo. Regina se despertó haciendo una mueca, se estiró y se dirigió al baño. Al salir de vistió con algo cómo, el vestido más sencillo que había era uno verde esmeralda, se lo puso, se peinó el cabello y bajó a desayunar.En estos días Héctor se había molestado poco en visitar su cuarto y casi no aparecía a desayunar y si lo hacía no tardaba. Con el tiempo ya se hacía a la idea de que aquí pasaría sus cumpleaños, algo que no la dejaba dormir en las noches.—¡ Buenos días!— saludó como en toda mañana.Héctor asintió con la cabeza. El silencio era el mismo de cada mañana, no se miraban y ella evitaba por todos los medios estar mucho tiempo en ese comedor.Al acabar se levantó rápidamente para salir pero él la detuvo.— Hoy vendrá gente a la casa, te quiero lista a las seis, ni un minuto más...— habló frío mientras se limpiaba los labios.— ¿ Por qué debo acompañar a unos desconocidos?— preguntó sin querer.— Regina...— su voz salió como un viento fr
- Buscándome...- respondió tranquilamente ganándose una mirada mala de parte de ambos chicos.-¿ Segura?...- arqueó una ceja.- Segura...Sus miradas se desafiaron por un tiempo hasta que Héctor intervino agarrando la mano de Regina y jalando de ella, así poniéndola en pie a unos centímetros de él. Sus miradas se golpearon impulsiva e inevitablemente por unos segundos. La tensión se hacía más palpable a medida que Héctor apretaba su muñeca.- Will, ha sido bueno cenar contigo...- dijo Héctor sin separar su mirada de la chica.- Lo mismo digo...- se levantó agarrando a la rubia y le mandó una sonrisa de lado a Regina - Debes educarla, un error como el que cometió está noche, no puede cometerlo en una reunión formal - suspiró cansado - Muestra tu rudeza, y hazlo pronto...Will era como el hermano mayor de Héctor, habían compartido tanto que era una de las pocas personas a las que él de los ojos oscuros admiraba y confiaba. Por lo que el oír esas palabras de él eran muy ardientes. Ni siq