«No, no lo siento pero igual sí lo siento»La pequeña conducía lo más rápido que podía, con una de sus manos al volante y con la otra tapando una herida del mayor.Estaba asustada, le temblaba el cuerpo y tener a Héctor desangrándose a su lado no ayudaba.—N-No te duermas...— suplicó llorando viendo al mayor parpadear cansado.—Detén el auto...— dijo en un hilo de voz.—No, te llevaré a un lugar en el que te puedan curar, no puedes dormirte, ese loco que me quiere muerta sigue por ahí... Si tú te vas¿ Con quién me quedo?— le miró destrozada — Ya me han abandonado muchas veces, tú no lo hagas ahora...— aceleró — Dices que te pertenezco, pues aguanta un poco para no tener que perderme...— dijo con una voz raspada — Por favor...—Detén el auto, Re...Gina — su voz cada vez era más apagada.—No te duermas...— cogió la mano de Héctor y la puso sobre la herida— aprieta, voy a llamar a Kim...— dijo esperanzada, tomó un teléfono de la guantera —¿ Cuál es el número?...— le preguntó y él pa
Todavía recuerdo sus gritos, recuerdo su mirada pocas veces cálida, la primera vez que sostuve un arma, la primera vez que lastimé y arrebaté una vida, la primera vez que la ví en aquel viaje a París acompañando a su madre, esa sonrisa que perdió estando conmigo iluminaba todo a su paso. No hace más de un año de eso, cuando la miré a distancia y me fascinó su inocencia, debía cogerla, hacer que fuera mía, mía...«— Héctor¿ Qué tanto miras?» preguntó el tipo a mi lado.Desvíe la mirada a una rubia que pasaba por el control.«— Creí que eras serio en las misiones»«— Dame diez segundos» le dije al pelinegro a mi costado, sujeté el arma que tenía en la mano y sin tardanza apreté el gatillo apuntando un tiro limpio y directo a un estorbo para el círculo.Los gritos no tardaron en hacerse presentes, la gente corría de un lado al otro. Yo tomé mi portafolio, me levanté y caminé tranquilo hacia la salida.«—¡ Mamá!» gritó alguien muy cerca de mí, me giré y ahí estaban esos ojos marrón tierra
Él abrió los ojos con dificultad sintiendo su cuerpo pesado y una pequeña presión en el pecho. Observó la habitación totalmente perdido, parecía el cuarto de una cría, todo pintado de rosa, un color horrible ante sus ojos. Los cerró y esta vez al abrirlos se fijó en esa cabellera marrón que reposaba sobre su pecho desnudo, la respiración de la pequeña rozó su piel haciendo que un sentimiento se encendiera en su pecho. Dudosamente puso su mano en el rostro de ella apartando el cabello que impedía ver ese hermoso carmesí que se había formado en esas lindas mejillas, acarició con cuidado su frente para ir bajando hasta llegar a la comisura de sus labios, la miró detenidamente y suspiró, ella se veía como nunca antes, su cabello había crecido algo y ya llegaba a sus hombros o más, sus pestañas largas y finas; él observaba a esa criatura como si fuera la primera vez que la veía.Un golpe a la puerta le advirtió, por instinto solo pudo agarrar el arma que estaba a un lado de Regina y apunta
“La tranquilidad no siempre es sinónimo de paz” " y a veces las sombras regresan y te arrastran a la oscuridad"Ambos dormían tranquilos, incluso Héctor no tenía sus típicas pesadillas, Regina le traía paz. El silencio en la casa era sepulcral y la oscuridad más de lo habitual.Margarita se encontraba en el patio trasero esperando a tomar a su niña con la fe de que esos hombres la pudieran separar de Héctor, algo que ella no lograría por si sola.Regina se acercó aún más a Héctor haciendo más grande el abrazo, él al sentir que la pequeña se movía también la abrazó con fuerza. Justo en ese momento se escuchó el ruido que hacía la puerta al abrirse, Héctor no tenía un sueño profundo por lo que se percató aunque ya era tarde para tomar su arma, un arma que no estaba donde debía. Al abrir los ojos tenía a un grupo de hombres apuntando en su dirección. Miró a la pequeña dormida en su pecho, suspiró apenado y volvió la mirada a los hombres.—Tal vez sacaste a Marcos del camino, pero yo vin
— Eras como nuestro hermano... Todos te queríamos...— El amor es una debilidad innecesaria... — respondió en frío. — Mira, lo que haces ahora es por amor, han pasado años y no superas la muerte de Emili... No superas que yo la maté porque debía, no superas que está muerta...Fer lo golpeó con su arma para luego colocarla en su cabeza.— ¡ Cállate!...— Éramos unos niños, supéralo...— No puedo ignorar lo que tú y tu gente nos hicieron, tú me arrebataste la adolescencia...— Te la arrebataste solo al no poder continuar con tu vida...— Y tú si pudiste hacerlo¿ No?... Te juntaste con la gente a la que aborrecías y ahora eres uno de ellos, el favorito...— La vida es una batalla , algunos viven en paz desde su nacimiento hasta su muerte, no conocen el dolor, otros como tú nacen en paz pero algo les empuja a la guerra; y luego están los que son como yo, los que nacimos en un infierno, crecimos en un infierno, maduramos en un infierno y nos convertimos en el diablo...Héctor no perdía la
Nunca se había acostumbrado a ver un cuerpo inerte y ahora veía más de los que debía. Había tanta sangre que el patio parecía pintado de rojo.—¿ Héctor?...— dijo con miedo.Pasó al lado de Fer, éste estaba tirado en el piso, tenía un hueco de bala en la frente al igual que muchos de los agentes. Inconscientemente una sonrisa se formó en sus labios, la cual desapareció al ver de lejos a Héctor tirado en el piso, tal vez peor que Fer. Corrió a él y se agachó viendo con miedo sus heridas.—¿ Héctor?...— Pequeña...— susurró pesadamente.— Héctor...— sujetó su mano, se estaba poniendo fría — No te duermas...— Es hora de dormir...— su voz era muy tenue.— No —dijo en medio de una sonrisa — ya casi salió el Sol...— sus ojos se encontraron con los del gris oscuro y ambos sintieron esa conexión — Siento lo de Margarita...— dijo en una voz suave, dulce y tenue — Tenías razón, no se puede confiar en nadie ...— Héctor le regaló otra sonrisa amarga pensando en Selena — Tienes una linda sonrisa.
Volar, antes soñaba con ser un pájaro y volar, con obtener mi libertad, ser tan libre como nadie nunca lo fué, libre de recuerdos, libre de imágenes, de títulos, libre de él.Ahora¿ Que hace un pájaro libre que se acostumbró a la jaula? No por amor a su dueño sino porque ya nada le espera fuera de ésta, solo el viento frío y él ya no sabe batir las alas?¿ Qué hace un pájaro herido? ¿ A dónde irá si existe una jaula aún más grande que limita su intento de vuelo?No me enamoré de él, no podría. No sufrí de Estocolmo, estoy segura, solo me acostumbré aunque no de la misma forma que las demás, yo no tuve la misma suerte que las demás. Me acostumbré a que me mirase con esa frialdad que iba acompañada por el deseo, me acostumbré a abrazarlo inconscientemente, a verlo dormir, a soñar con asesinarlo, a pensar en si me vería bien... No me acostumbré a sus palizas ni a sus gritos pero me acostumbré.Hace un año que llegué a este lugar, hace un año dejé de ser una niña inocente, hace un año me
Era una tarde de abril, una muy lluviosa, Regina, nuestra protagonista, había llegado algo mojada a la casa. Entró escurriendo su largo cabello marrón madera, algo peculiar, mojando así el piso. - Señorita Regina...- le llamó la atención Margarita, una de las sirvientas. - Lo siento...- dijo sonriendo - necesitaba quitarme el agua - se acercó a ella - tranquila, ahora mismo voy a por la fregona y lo limpio... - No...- dijo negándose rotundamente - mejor se cambia y va al despacho de su padre, el señor quiere verte...- dijo con una seriedad algo extraña. - ¿ Papá está aquí?... - Sí - hizo una pausa - llegó hace un rato... - Ah...- le dió un beso en la mejilla - bajo en un rato...- se volvió para caminar. - Ah... Ponte elegante cuando bajes a cenar - dijo Margarita cogiendo un vestido de uno de los percheros de la entrada. -¿ Y esto? - Tu padre insistió en que te lo pusieras, no es negociable...- se lo entregó. - Es muy largo...- se quejó. - No es largo, es elegante...- solt