Se desplazó rápidamente sobre los dos cuerpos inhabilitados y sacó de uno de los bolsillos laterales de su pantalón dos brazaletes[1]. Los colocó en cada uno de ellos, luego se apoyó en la pared para recuperar el aliento. Escudriñó el lugar por unos segundos, apretó el pequeño dispositivo subcutáneo que tenía debajo de su oreja izquierda.
―Canal primario ―dijo.
―¿Estatus, agente Dagger?
―Logrado ―informó con voz firme―. Agente Volk en persecución de un sospechoso. Dos sometidos. Envíen agentes de laboratorio para recuperar evidencia.
―Entendido, agente. Comienza fase dos.
De inmediato empezaron a sonar las sirenas. En ese momento, en el edificio lateral irrumpía la policía local y los agentes de La Fuerza para detener y desalojar a las participantes de la fiesta.
Suspiró, tenía solo un par de minutos antes de que todo el equipo entrara al lugar. Inhaló profundo, tratando de calmar su ritmo cardiaco, quería controlar los efectos de las feromonas y el beso de la ninfa. Se retiró la máscara, que una vez fuera de su lugar, recuperó la flexibilidad y la guardó en el bolsillo; pasó su mano por la frente retirando el sudor que comenzaba a formarse sobre su piel. Maldijo por su fanfarronería, le iba a cobrar a Fira algo de esos 300 créditos que había ganado apostando en su contra.
Se enderezó apenas la puerta se abrió, se mantuvo firme y apretó la mandíbula mientras observaba a los agentes hacer el examen preliminar.
―Agente Dagger ―llamó alguien en reconocimiento―, ¿dónde está la agente Volk?
―En persecución ―respondió lacónicamente.
―Procederemos con la custodia de los sospechosos.
Asintió con la cabeza y supervisó el proceso. Dos contenedores de suspensión fueron traídos, introdujeron a los vampiros, uno en cada receptáculo y cerraron las cápsulas. La agente médico examinaba en silencio su tableta mientras se iban descargando los datos de cada sospechoso. Cuando terminó, levantó la vista y le lanzó una dura mirada.
―¿Está herido, agente?
―Lesiones menores ―respondió restándole importancia―. Pero mi compañera requerirá asistencia, antes de salir en persecución fue herida en un costado.
―Ella no hace más sencillo mi trabajo ―se quejó de mal humor.
―Ella no hace sencillo el trabajo de nadie ―respondió entre dientes.
Se replegó contra la pared, observando todo con concentración, en ese momento él era el agente de mayor rango a cargo, examinaba a cada miembro del equipo en silencio pero con severidad. Recogieron cada partícula, tubo y matraz, también todas las sustancias que se encontraban resguardadas en refrigeradores portátiles, y corrieron una prueba de verificación para determinar la clase de droga que se producía.
Quince minutos después la sensación vibrante en su torrente sanguíneo había aumentado, maldijo en su cabeza una y otra vez. La adrenalina de la lucha no fue suficiente para que las feromonas y el efecto de la vampira se diluyeran; tampoco ayudaba el hecho de que Fira no había regresado de la persecución y el canal de comunicación entre ellos funcionaba a un rango específico de distancia. No podía saber si finalmente lo había atrapado, y la triangulación por el canal primario solo dejaba registros de sus movimientos en la base de datos de la Fuerza.
Su compañera no necesitaba más amonestaciones por conducta arriesgada o por temeridad.
―Estoy bien, estoy bien, dejen de joder… ―replicó una voz conocida.
Aston apretó más los dientes para evitar reírse, se suponía que estaba molesto con ella, pero el tono de voz que bajaba por el pasillo no era agradable. Fira atravesó la puerta y se colocó a su lado; otro agente médico, esta vez un hombre, la miraba con severidad. Su compañera adoptó la misma posición, observando el proceso en silencio. El agente no se amilanó, se plantó frente a ella y la enfrentó con frustración.
―Agente, si no se deja examinar procederé a reportar al director médico que no se ha alimentado…
―Si sigues con eso juro que saltaré sobre tu cuello y te clavaré los colmillos en la jodida carótida ―masculló entre dientes, sus ojos eran feroces y otra persona se hubiese cagado de miedo, pero el hombre se apartó el cuello de su uniforme y expuso su cuello.
―Adelante, agente. Tal vez así se le cura el corte que tiene en el costado.
Aston hacía un enorme esfuerzo por no reírse, el médico tenía pelotas y no se lo podía negar, pero no era buena idea, nunca era buena idea, provocar a Fira.
Se escuchó un gruñido bajo que le hizo erizarse de pies a cabeza, aunque no de temor; el tono vibraba al mismo ritmo de su sangre y suplicó en su mente que no se notara el prominente bulto que crecía en sus pantalones. Todos los demás se quedaron paralizados a la expectativa, giraron a mirar la escena, Fira tenía los ojos entrecerrados y el ceño tan fruncido que parecía que iba a destrozar al agente.
―Tienes cojones ―le concedió ella―, pero si no quieres que te los arranque y te convierta en un niño cantor te sugiero que te pierdas de aquí en el siguiente segundo…
―¿Qué es un niño cantor? ―preguntó mirándola directo a los ojos con dureza.
Todos jadearon de forma discreta al mismo tiempo, ese hombre definitivamente estaba tentando su suerte.
―Agente Rodríguez ―lo llamó su colega―, olvídelo. Ya hice un inciso en el informe y Volk se verá obligada a visitar el pabellón médico de la Fuerza cuando vuelva a la base.
El médico le sostuvo la mirada por otro segundo completo, Fira era más alta que él por lo menos por unos tres centímetros, así que Aston aceptó que era bastante alto. Hizo una leve inclinación y se alejó, pero su expresión no era agradable, dejaba entrever que aquello no había terminado. Fira lo siguió con la mirada, manteniendo los dientes apretados.
―¿Estás consciente de que sangras? ―preguntó en un tono bajo y plano para que solo ella escuchara, mientras todos los demás reanudaban sus tareas.
―¿Eres consciente de que estás excitado y hueles como si quisieras tener relaciones con la primera hembra que se atraviese en tu camino? ―atacó ella con el mismo tono de voz.
―Estás dejando un reguero de sangre en el piso ―le recriminó.
―Ya se te está notando el maldito bulto, no recordaba que fuera tan pequeña.
Aston contuvo la sonrisa. No pudo dominarse, así que le soltó:
―Si quieres te puedo refrescar que tan grande es…
―Tal vez deberías temer que te la arranque con los dientes… ―amenazó con un siseo.
―Te jode notablemente el no atrapar a tu presa…
―Tú de verdad no tienes una relación cercana con tu amigo entre las piernas, si fuera así no te arriesgarías a jugar con el lobo…
―¡Agentes! ―llamaron― Necesitan ver esto.
Ambos recuperaron la compostura de inmediato y caminaron en sincronía hasta el origen de la voz. El agente se encontraba en una esquina, observaba con detenimiento mientras otros dos hombres levantaban un panel de concreto y dejaban al descubierto una entrada. El túnel estaba oscuro, tanto que no se distinguía más que unos pocos peldaños de una escalera de hierro.
―Traigan los escáneres ―ordenó alguien.
Una mujer se acercó con una maleta pequeña y se arrodilló en el suelo. Dentro se encontraban un grupo de discos de quince centímetros de diámetro con una serie de botones en su centro; la agente manipuló los controles de tres de ellos y estos comenzaron a levitar, tomó su tableta, verificó las lecturas que enviaban y luego introdujo los comandos necesarios para que se desplazaran por el túnel.
―Estos escáneres solo harán una lectura para diseñar un plano en tiempo real ―informó. La tableta tenía la medida de una hoja de papel y un grosor aproximado de un centímetro―. Voy a comparar las lecturas con los planos del edificio que están registrados en nuestra base de datos.
Manipuló la tableta y en el siguiente segundo se dividió en dos placas de medio centímetro de grosor y la parte inferior se deslizó suavemente hacia la derecha. En esa segunda pantalla comenzaron a aparecer los planos oficiales del edificio.
―Esto es extraño ―les comentó―. Esta sección no aparece en los planos originales.
―Se supone que toda esta área son viejos edificios gubernamentales que se construyeron durante la creación de las Arcas. No es extraño encontrar instalaciones subterráneas, fueron las primeras bases desde donde se planificaron y llevaron a cabo la construcción de las ciudades ―dijo Fira.
―Eso es correcto, pero esas instalaciones están registradas en los planos. Esto no. ―Se levantó y extendió ambas pantallas hacia los agentes―. Miren, es bastante extenso allá abajo.
Aston y Fira examinaron al detalle el plano, mientras la mujer extraía una docena de micro robots que iba dejando en el suelo; extendió la mano para que le devolvieran la tableta y empezó a introducir comandos que hicieron que los robots bajaran por el túnel.
―Estos amiguitos nos proporcionarán luz para que puedan ver bien qué hay adentro ―les dijo con humor.
―Yo no necesito luz ―respondió Fira mirando por el borde del túnel―. ¿Cuántos metros hay hasta el suelo?
―Según esto, doce metros.
―Son aproximadamente tres pisos ―reflexionó―. Nos vemos abajo.
Se dejó caer por el hueco oscuro sin darles oportunidad de detenerla. Segundos después escucharon su voz en sus oídos.
―Es un túnel de concreto, tiene sistema de recirculación de aire porque no se siente tan viciado ―les explicó―. Manda los micro robots para que se instalen en el techo, tiene una altura aproximada de dos metros y medio y un metro y medio de ancho. Está vacío, así que no hay peligro de que se tropiecen y se caigan.
―¿Gracias? ―contestó Aston con una nota de cinismo, negó con la cabeza―. Estoy viendo aquí que en aproximadamente cincuenta metros hay un segundo pasillo que se desvía a la izquierda, veinte metros después hay una especie de puerta.
―Copiado.
Fira avanzó a buen paso, el corte en el costado le escocía, pero había dejado de sangrar al momento en que escanearon el túnel. Llegó hasta el segundo pasillo y se desvió, alcanzó la puerta de metal, la examinó con cuidado, aprovechando que un par de robots se habían instalado en el techo y enviaban haces de potente luz blanca en su dirección. Había una cerradura deslizante, estaba en buenas condiciones a pesar de la pátina de suciedad que tenía encima. No había huellas de manipulación en ella, pero aun así, Fira sacó unos guantes de látex de color negro y se los caló con rapidez.
―Es una puerta, en efecto ―anunció al equipo, aunque podía oírlos acercándose―, voy a entrar.
No esperó confirmación del mensaje, tampoco las quejas para que no actuara sola. Deslizó la cerradura, esta soltó un chasquido metálico, la agente Volk empujó la placa de metal hacia adentro haciendo que la puerta cediera con apenas un poco de resistencia. Dos robots de iluminación pasaron sobre su cabeza y se desplazaron por el techo hasta el centro de la habitación alumbrando la estancia.
Fira recibió el primer golpe de olor: moho, putrefacción, agua estancada. Contuvo el aliento, se alejó de regreso al principio del pasillo y esperó. Aston se acercó corriendo a buen ritmo, detrás de él dos agentes adicionales venían con maletines básicos de análisis de sustancias. Ella negó con la cabeza.
―Forenses, necesitamos técnicos forenses, hay cadáveres allí dentro.
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[1] Los brazaletes son pulseras de metal que se ajustan a las muñecas de los individuos e inhabilitan a los criminales, sumiéndolos en un estado de inconsciencia reduciendo así sus posibilidades de dañarse a sí mismos o a otros. Estas pulseras permiten mantener un control sobre los signos vitales así se monitoriza si el individuo se encuentra en estado de peligro.
El doctor Desmond Black era el principal agente forense de las Fuerzas Especiales. Recibió la notificación de sumarse a la escena del crimen mientras levantaba pesas en el gimnasio de la base.S.I.A[1] le envió las coordenadas del lugar de los hechos y el informe preliminar del laboratorio de narcóticos que estaba presente en la escena.Decidió que, dado los datos recibidos, se iba a dar una ducha y luego partiría con su equipo a recolectar la evidencia y los cadáveres. Los escáneres mostraban la presencia de cuatro cuerpos en distintos estados de descomposición, cuatro cuerpos que no iban a irse a ningún lado mientras él se aseaba y se vestía para trabajar.Salió de la ducha tarareando una canción sin prestarle atención a las miradas interesadas de un par de vampiras que iban entrando en ese momento a los vestidores mixtos. En la Fuerza no había disti
Fira se detuvo en el centro de la habitación e hizo un barrido general tomando notas mentales. Mantenía a raya cualquier emoción que pudiese interferir con su habilidad profesional. Esperaba que en cualquier momento el Comandante Ksongan los citara a su oficina en los pisos superiores de la base para pedir un informe y era imperativo, vital, que ella no dejara traslucir cuánto le afectaba ese crimen.Las consignas sobre la pureza de sangre resonaban en el fondo de su cabeza, “abominaciones”, “monstruos”, “engendros”, palabras que venían acompañadas de cruentas imágenes. Recuerdos amargos goteaban bilis en su estómago y le causaban nauseas. En aquel entonces su familia hizo lo necesario para que ella no fuera arrastrada al desastre civil que se generó, fue prácticamente secuestrada de Shesh y la enclaustraron en Ajat con la finalidad de que su vida no corriera peligro, a p
El Comandante Ksongan era un hombre contradictorio. A simple vista era un individuo de piel oscura y rasgos fuertes, una mandíbula afilada, labios carnosos, musculatura envidiable y una presencia imponente. Medía casi dos metros de altura, iba con la cabeza afeitada, usaba el uniforme correspondiente a su rango como Comandante general de las Fuerzas Especiales y el único accesorio decorativo que llevaba sobre sí mismo era un grueso anillo de platino con una hilera de apatitas de corte ovalado, símbolo de la familia arcana a la que pertenecía.A pesar de que aparentaba tener unos cuarenta años a lo sumo, Enam Ksongan era, junto a sus dos hermanas, la cabeza de la familia arcana Ksongan; también era un vampiro que había sido miembro fundador de Las Fuerzas Especiales y tenía más de tres mil años de edad.Su voz era exótica, grave y muy masculina. Su mirada templada y agradable, cor
Abandonaron la oficina en completo silencio, uno que se prolongó durante el descenso en el ascensor.Las puertas se abrieron a la recepción del piso de los agentes, un androide estaba apostado detrás de un mostrador y les dio la bienvenida, solicitando su clave de acceso.Unas segundas puertas dieron paso a una sala circular de grandes dimensiones, dividida en cubículos de dos por dos metros delimitados por paneles transparentes y separados unos de otros por una distancia de un metro ochenta por cada lado. Estas cabinas inteligentes constaban de estantes ocultos en el suelo que surgían directo del piso inferior donde se hallaba la armería; cada agente tenía un equipo designado previamente y almacenado en su propio armario que era manejado por Sia y por el plantel androide de la base. Cada estantería tenía sus nichos y compartimientos. Del mismo modo, el equipo de análisis médico se desplazaba
En el año 2099 se registró la primera aparición de los vampiros de forma oficial como una especie establecida en el planeta tierra desde hacía milenios. Ellos surgieron con soluciones médicas, tecnológicas, científicas y económicas para evitar la completa debacle humana.Al principio, los poquísimos asentamientos humanos accedieron de forma docil a su introducción en un nuevo orden mundial. Sobre todo, porque los linajes arcanos estaban compuestos de unos miles de miembros, incluidas familias humanas, que eran reconocidas como parte fundamental de estas, y se les llamaba Benefactores de sangre.La tradición de los Benefactores era pasada de generación en generación, y cada familia arcana trataba a sus benefactores como mejor le pareciese. En algunos casos eran miembros con plenos derechos, en otros, eran apenas un poco más que sirvientes.Esta relación estrec
Aston se despertó en su cama el día martes a las seis de la mañana. Para variar, parecía que sus patrones de pensamiento se habían regulado, lo que era un alivio; no se creía capaz de volver a hacer exactamente lo mismo que había hecho el día anterior para aplacar sus instintos.Tras una agotadora rutina de doce horas de ejercicio en el gimnasio de La Fuerza el día domingo, se bañó en las duchas durante sesenta minutos con el agua casi hirviendo; a esa hora no había nadie allí, excepto los agentes de guardia que se encontraban en el complejo de la base en las salas de vigilancia o en los recorridos nocturnos por la cuidad. Así que disfrutó de la soledad y la privacidad que pocas veces se lograba en ese lugar.Su mano se había deslizado con renuencia hacia el sur durante el lavado con jabón, siseó porque era tal su necesidad que ya lo encontraba
Había cientos de agentes especiales en la base de La Fuerza de Tevah-Sheva. La mayoría eran comúnmente conocidos como agentes de campo y cada base tenía su número de agentes específico para la ciudad, Sheva tenía alrededor de cien. También estaban los agentes médicos, científicos y técnicos, encargados de la recolección de evidencia y análisis. Adicional a estos había unas cuatro o cinco docenas de agentes de inteligencia, aquellos que estaban en misiones de encubierto todo el tiempo. En resumen, la base poseía una plantilla compuesta por un promedio de poco más de quinientos agentes, doscientos androides y Sia, la inteligencia artificial.Dos horas después de comenzada la reunión, solo quedaban cuatro parejas de agentes en el recinto. Ksongan dio órdenes a tres de ellas y dejó de últimos a Fira Volk, Aston Dagger y los agentes cie
A pesar de que Fira deseaba ponerse a investigar el caso de secuestro y asesinato de inmediato, sabía que no tenían una dirección clara hacia donde avanzar. Le llevaría a Sia un par de días correr un reconocimiento de ADN para descubrir quiénes eran los progenitores de las víctimas en caso de que tuviesen familia viva, y para determinar la identidad de las mismas estaban en procesos burocráticos para correr su ADN en la base de datos médica de la ciudad. Aunque, algo le decía que era probable que estas víctimas no fueran originarias de Sheva, lo que implicaría que Sia debía conectar con la inteligencia central, luego solicitar autorización a las inteligencias de las demás bases y, posteriormente estas, pedir los permisos reglamentarios para acceder a las bases médicas de cada una de las ciudades, eso solo para comenzar.Un montón de mierda burocrática