Hacienda Los Álamos. Y dime, ¿aún no has podido dar con el diario de tu padre? —Preguntó el sacerdote al Rodolfo, con la esperanza de que el hombre contestara con una afirmación. —No padre, y créame qué he buscado. —Deberás esforzarte más. —¡Todo esto me tiene tan enfermo! Me siento como el dueño de la hacienda el Renacer, al hombre le han inventado tantas historias… y ahora cuándo voy al pueblo todos me miran y murmuran; hasta he llegado a oír que es mi padre el que mató al esclavo y que volvió desde el más allá convertido en un gran perro, un lobo sediento de almas humanas ¿Puede considerar eso padre Arístides? ¡Hasta dónde llega la ignorancia humana!… He querido entender de donde ha salido esa conclusión ¡Mi padre no era un mal hombre!, pero según ellos, mi progenitor no quería morir; recuerdo que cuando iba a ser enterrado, a la urna se le partió una de las pestañas donde iban las sogas que lo bajaban y al hacerlo esta cayó de golpe hasta el fondo del hueco; fue tan fuerte el
El viento se apaciguó, Rodolfo se tumbó en su sillón y pasó sus manos por la sien, el padre lo contempló. —Rodolfo debes ser sincero conmigo —él subió el rostro. —Dime, ¿alguno de tus dos hijos presenta esta marca? —Rodolfo suspiró. —Ninguno de los dos —declaró sin titubear. —¿Estás seguro hijo mío? —Sí padre —Rodolfo lamentó recurrir al engaño, pero debía averiguar cómo funcionaba aquello; por otro lado, tenía las manos atadas, los Álamos se habían extinguido; su tío abuelo Diego no había dejado descendiente luego de que muriese su primogénito al nacer que llevaba por nombre Abel; luego su esposa no había podido concebir más y Julio Cesar había tenido a tres hijos, lue
Adrián. ¡Ya está volviendo en sí! —Escuché decir a una voz lejana, aquel murmullo me lastimaba los oídos.—¡Gracias a Dios! —exclamaba otra; luego, poco a poco, sentí la familiaridad de aquellas voces, era la voz de Pablo y Anhia.—Dile a mi madre que Adrián ya está recuperando el conocimiento para que se calme, yo necesito hablar a solas con él. —ordenó Pablo a su mujer; entretanto mi visión aún era defectuosa y un dolor de cabeza insoportable me poseía ¿Dónde había estado? ¿Qué me había sucedido? Estefanía… fue la primera persona en la que pensé apenas abrí los ojos.—Debo volver —declaré apenas pude hablar. Pablo me ayudó a sentarme en la cama.—Mejor recupérate primero —su voz era seria, confirmándome que algo grave había sucedido. —¿Cuánto tiempo llevo dormido? —Cuatro días.—¡Cuatro días! —exclamé—. ¿Por qué permitiste que durmiera tanto tiempo?—Traté de despertarte, y no pude…, tú no reaccionabas; sabía que vivías porque respirabas —su voz era tensa.—¿Qué sucede Pablo
Fui en su ayuda rápidamente mientras Anhia y Violeta tocaban la puerta insistentemente, las ignoré y traté de auxiliar a Pablo, toqué su mano y me sorprendí de que su pulso estuviese bien, ni siquiera había heridas, noté que la roca se había quebrado y toda la fuerza que contenía ya no estaba. De repente Pablo se levantó ante mi mirada atónita.—Creí que nunca lo haría —su voz sonaba algo diferente —. Vamos, no hay tiempo que perder, no me podré quedar mucho tiempo en este cuerpo —seguidamente me miró y sus ojos cambiaron de marrones a un violeta suave. Tomé con fuerza a la extraña entidad que usaba el cuerpo de Pablo, agarrándolo por el cuello, pero este fue más rápido que yo y frustró mi ataque; volví a intentarlo, y obtuve el mismo resultado, el se
Adrián.Como Pablo lo había dispuesto, reuní a todos los trabajadores de la hacienda para darles explicaciones de lo sucedido en las bodegas; había creado la excusa de haberme quedado dormido con un tabaco en la mano, aquello los había convencido al igual que la versión de que una fuerte borrachera causó que cabalgara como loco. Después de que todo se calmara, Pablo se me acercó.—Debemos ir a un campo abierto, lejos de todos y yo conozco uno, así que vayamos a las caballerizas para los caballos. Hasta ahora yo no había replicado a sus instrucciones, esperaba el momento de estar a solas con él para atacar, iba a sacar ese usurpador a golpes del cuerpo de mi amigo.El tiempo fue transcurriendo muy rápido, habíamos tomado los caballos y a fuerte galope nos dirigíamos a un lugar discreto y alejado de los ojos humanos.—Este paraje me parece bien —manifestó el extraño dentro de Pablo y rápidamente desmontó su caballo, yo hice lo mismo. Apenas me bajé me le fui encima con todas las intenci
—Temo que ya conoces la respuesta a esa cuestión y por eso mismo hoy me presento ante ti; los míos me han encomendado que te dé una rápida lección de cómo disimular lo que eres; debemos permanecer siempre bajo el manto del sigilo. Adrián, cosas terribles se aproximan y debes de volver lo más pronto posible y buscar a Estefanía antes de que otro como tú y más desarrollado la reclame. Ella nació con la marca, el vientre de la muchacha es un portal.—Háblame más claro ¿Cómo que su vientre es un portal? —cuándo pronuncio el nombre de mi amada, sentí un frío ensordecedor recorrer mi alma, al igual que miedo.—Es una historia muy larga y hoy no podré contártela, me queda poco tiempo y aún no te enseño como disimular los rabihat.—Ahora, te lo suplico, B
—No estoy seguro de estar preparado, necesito saber primero quién soy. ¿Cómo puedes pedirme que me concentre si me dices que Estefanía es un portal cuyos seres oscuros codician?—Por esa precisa razón, deberías callarte y hacer lo que te digo. —Sentí una mayor sensación de impotencia correr dentro de mí. Bacco me dijo de nuevo: —Para alcanzar ese nivel que tú tienes, hay que pasar años de meditación y de concentración y ser bendecido con los rabihats que tú tienes en tus muñecas. Es sorprendente que tú, que eres mitad humano, hayas podido nacer con ese potencial tan desarrollado que solamente un antiguo poseyó. Sin embargo, ahora tienes una marca más profunda y es el amor que sientes hacia esa mujer humana indicada que quieres proteger; hazme caso —eso fue más que suficiente para alejar las preguntas.
Estefanía. Las puertas de mi hogar siempre estarán abiertas para ti, Estefanía, y si decides venirte serás cordialmente recibida —fueron las palabras de Libia antes de que Juan, el cochero de la hacienda, viniera por mí.—Lo tendré presente —le aseguré. Sin embargo, aún no estaba preparada para regresar a los Álamos, ver el rostro de Elizabeth y Lilian me producía desesperación. No sabía qué esperar de ellas; mi situación se veía agravada al descubrir la nueva faceta de Lilian. No pude evitar que se me erizara la piel al recordarla. Los días transcurrieron velozmente, pero no se llevaron consigo el terrible vacío que sentía desde la marcha de Adrián. El pesar se volvió mi sombra. Por otro lado, las instrucciones de Rodolfo fueron muy claras: ¡Ni un día más!La brisa de la tarde rozó mi cara. La angustia se apoderó de mi pecho como una letanía eterna. A la única que deseaba ver en esa casa era a Rosa. Llegamos a la hacienda enseguida y mis piernas estaban entumecidas. Rodolfo estaba e