—Temo que ya conoces la respuesta a esa cuestión y por eso mismo hoy me presento ante ti; los míos me han encomendado que te dé una rápida lección de cómo disimular lo que eres; debemos permanecer siempre bajo el manto del sigilo. Adrián, cosas terribles se aproximan y debes de volver lo más pronto posible y buscar a Estefanía antes de que otro como tú y más desarrollado la reclame. Ella nació con la marca, el vientre de la muchacha es un portal.—Háblame más claro ¿Cómo que su vientre es un portal? —cuándo pronuncio el nombre de mi amada, sentí un frío ensordecedor recorrer mi alma, al igual que miedo.—Es una historia muy larga y hoy no podré contártela, me queda poco tiempo y aún no te enseño como disimular los rabihat.—Ahora, te lo suplico, B
—No estoy seguro de estar preparado, necesito saber primero quién soy. ¿Cómo puedes pedirme que me concentre si me dices que Estefanía es un portal cuyos seres oscuros codician?—Por esa precisa razón, deberías callarte y hacer lo que te digo. —Sentí una mayor sensación de impotencia correr dentro de mí. Bacco me dijo de nuevo: —Para alcanzar ese nivel que tú tienes, hay que pasar años de meditación y de concentración y ser bendecido con los rabihats que tú tienes en tus muñecas. Es sorprendente que tú, que eres mitad humano, hayas podido nacer con ese potencial tan desarrollado que solamente un antiguo poseyó. Sin embargo, ahora tienes una marca más profunda y es el amor que sientes hacia esa mujer humana indicada que quieres proteger; hazme caso —eso fue más que suficiente para alejar las preguntas.
Estefanía. Las puertas de mi hogar siempre estarán abiertas para ti, Estefanía, y si decides venirte serás cordialmente recibida —fueron las palabras de Libia antes de que Juan, el cochero de la hacienda, viniera por mí.—Lo tendré presente —le aseguré. Sin embargo, aún no estaba preparada para regresar a los Álamos, ver el rostro de Elizabeth y Lilian me producía desesperación. No sabía qué esperar de ellas; mi situación se veía agravada al descubrir la nueva faceta de Lilian. No pude evitar que se me erizara la piel al recordarla. Los días transcurrieron velozmente, pero no se llevaron consigo el terrible vacío que sentía desde la marcha de Adrián. El pesar se volvió mi sombra. Por otro lado, las instrucciones de Rodolfo fueron muy claras: ¡Ni un día más!La brisa de la tarde rozó mi cara. La angustia se apoderó de mi pecho como una letanía eterna. A la única que deseaba ver en esa casa era a Rosa. Llegamos a la hacienda enseguida y mis piernas estaban entumecidas. Rodolfo estaba e
—¡De qué verdad hablas! —la voz de Rodolfo sonó fuerte.—Adrián se va a casar con Eva, ¡Es inconcebible que esa mestiza supusiera que Adrián la preferiría a ella!—¡Ya es suficiente! Tú te vales de todo para dañarla —le alzó la voz—. Es mejor que te calles y no me hagas alzar la voz en frente de la imagen de la virgen. No debiste haberle dicho eso, mi paciencia tiene un límite.—¡Así que finalice de una vez por todas ese límite, para que pueda actuar como un verdadero hombre! —le dijo sin ningún tipo de inhibición en su cara. Rodolfo la tomó por un brazo diciéndole algo que no entendí.—Si no te parecí tan hombre, ¿por qué no luchaste como haces ahora para evitar casarte conmigo? ¿O aceptaste por qué no ten
En lo más hondo del bosque encontrarás la puerta oculta, cuyo cerrojo está protegido por la llave que sigue escondida, aquella que todos han dado su alma por encontrar. Su fuerza podría liberar a la criatura que habita al otro lado de la dimensión, esperando su eterno retorno… ¡No puedes permitir que él la encuentre! Ni ser la mano que se convierta en el instrumento para hundirla en la cerradura; al salir de aquel encierro y quien logre liberarlo, correrá entre la niebla, perdiéndose en su infinita maldad…, intoxicando y corrompiendo. Nadie escapa indemne de esta mortal adicción al poder, aunque solo uno experimentará el fuego en su alma y sabrá cómo vencer la oscuridad… Jacob Ainsworth LA MALDICIÓN DE LOS AINSWORTH La familia se trasladó a diferentes lugares del mundo: Europa, Norteamérica, América Latina… Los hombres con el apellido Ainsworth, después de creer que yo, Anastasia, los había liberado de la maldición, celebraron y viajaron por todo el mundo, dejando su marca en cuanta
Pasó el tiempo y un año después de la muerte de su abuela todo volvió a la normalidad. Anastasia lo creyó así; se casó con un conde de ascendencia española llamado Efraín. Lamentablemente, su matrimonio no fue como ella lo había esperado; Efraín resultó ser un hombre frío que le reclamaba diariamente su infertilidad. El no haberse quedado embarazada aún, provocó que los sueños y las pesadillas volvieran. En una ocasión vio a su abuela llamándola; en otra oportunidad vio a su padre quemándose vivo. Aquellos espantosos sueños la despertaban por la noche gritando y bañada en sudor. Afortunadamente, para ella, Efraín era un hombre muy ocupado y con muchas propiedades a lo largo del continente, y las visitaba con frecuencia para verificar cómo iban; era entonces cuando Ana podía disfrutar de paz y tranquilidad.Conf
Londres en el año 1790. Mariana. El rostro revelaba la siniestra expresión de un ser cruel y feroz, como si de un espejo se tratara. Podía verlo ante mí: una cara perfecta y hermosa, pero que, al mirar su reflejo, lo que ocultaba su exterior, se podía apreciar lo que realmente era: un demonio con cara de ángel. Desde el vestíbulo de la entrada se podían ver las grandes escaleras que conducían al interior de la mansión. Siempre estaba esperándolo en el mismo sitio. Adivinaba sus horas, aquellas horas en las que mis demonios internos gritaban por él, atormentándolo. Arturo salió más temprano que de costumbre aquel día; sé que algo lo afligía profundamente, mucho más que en otras ocasiones; su melancolía era evidente. Últimamente, se pasaba las horas callado y eso me preocupaba. Mientras aguardaba su llegada, me distraje contemplando los ángeles de mármol que adornaban casi todos los jardines palaciegos; a pesar de estar rodeados de flores de vivos colores, no le infundían alegr
Estefanía.Guillermo no había regresado desde lo ocurrido en casa de Libia, tampoco existía otra carta de Adrián que me confirmara o me negara lo que Elizabeth decía; lo único que me quedaba era soportar en silencio aquella angustia sofocante. En medio de mi dolor, me recordé algo que dejé a medias: el diario de Antonio Álamo. Me llené de valor y fui en su busca. Cuando mis dedos rozaron la tapa del diario, la inexplicable energía que antes sentí volvió a apoderarse de mí, era una sensación que no podía describirse con simples palabras, una energía que me instaba a indagar aún teniendo miedo. Me cercioré de que la puerta estuviera bien cerrada, luego abrí el diario buscando la página en donde me quedé. Al encontrarla inicié la lectura: “Después de la muerte d