Pasó el tiempo y un año después de la muerte de su abuela todo volvió a la normalidad. Anastasia lo creyó así; se casó con un conde de ascendencia española llamado Efraín. Lamentablemente, su matrimonio no fue como ella lo había esperado; Efraín resultó ser un hombre frío que le reclamaba diariamente su infertilidad. El no haberse quedado embarazada aún, provocó que los sueños y las pesadillas volvieran. En una ocasión vio a su abuela llamándola; en otra oportunidad vio a su padre quemándose vivo. Aquellos espantosos sueños la despertaban por la noche gritando y bañada en sudor. Afortunadamente, para ella, Efraín era un hombre muy ocupado y con muchas propiedades a lo largo del continente, y las visitaba con frecuencia para verificar cómo iban; era entonces cuando Ana podía disfrutar de paz y tranquilidad.
Conf
Londres en el año 1790. Mariana. El rostro revelaba la siniestra expresión de un ser cruel y feroz, como si de un espejo se tratara. Podía verlo ante mí: una cara perfecta y hermosa, pero que, al mirar su reflejo, lo que ocultaba su exterior, se podía apreciar lo que realmente era: un demonio con cara de ángel. Desde el vestíbulo de la entrada se podían ver las grandes escaleras que conducían al interior de la mansión. Siempre estaba esperándolo en el mismo sitio. Adivinaba sus horas, aquellas horas en las que mis demonios internos gritaban por él, atormentándolo. Arturo salió más temprano que de costumbre aquel día; sé que algo lo afligía profundamente, mucho más que en otras ocasiones; su melancolía era evidente. Últimamente, se pasaba las horas callado y eso me preocupaba. Mientras aguardaba su llegada, me distraje contemplando los ángeles de mármol que adornaban casi todos los jardines palaciegos; a pesar de estar rodeados de flores de vivos colores, no le infundían alegr
Estefanía.Guillermo no había regresado desde lo ocurrido en casa de Libia, tampoco existía otra carta de Adrián que me confirmara o me negara lo que Elizabeth decía; lo único que me quedaba era soportar en silencio aquella angustia sofocante. En medio de mi dolor, me recordé algo que dejé a medias: el diario de Antonio Álamo. Me llené de valor y fui en su busca. Cuando mis dedos rozaron la tapa del diario, la inexplicable energía que antes sentí volvió a apoderarse de mí, era una sensación que no podía describirse con simples palabras, una energía que me instaba a indagar aún teniendo miedo. Me cercioré de que la puerta estuviera bien cerrada, luego abrí el diario buscando la página en donde me quedé. Al encontrarla inicié la lectura: “Después de la muerte d
Existe una escasa cantidad de información sobre si ella fue en realidad la sacrificada para matar la maldición. El nombre de esta mujer no se ha borrado de mi mente. En la escasa información que hallé se menciona que ella contrajo matrimonio con uno de los primeros condes Dómines, lo cual me lleva a pensar que en esa maldita hacienda «El Renacer» hay muchos secretos que debo descubrir.Sé que yo no soy el único que ha dado con esta verdad y por tal razón he querido hallar a otras personas que sufran de esta misma maldición; tengo la certeza de que existen. Esa sería la prueba más grande para hablar con propiedad del hecho, pero si me enseñase a investigar y buscar una cura definitiva y recopilar todas las malditas pruebas que encontremos, la verdad no se sabrá nunca, salvo por mis descendientes. Mi amada Isabel, que vivió tan terrible desgra
Estefanía.Aquel deplorable y tenebroso olor causó una explosión en mi cabeza dejándome sin pensamientos. Era como si una nube negra se posesionara de mí ser para robarme el poco aliento de esperanza que me quedaba. Apreté con fuerza contra mi pecho el diario con la tonta fantasía de que, al hacerlo, podía borrar todos aquellos hechos que marcaron y destruyeron tantas vidas. — “¿Y si Antonio Álamo estuviera loco? ¡Si existiera esa posibilidad!” —me dije a mí misma. Luego me detuve a pensar que, de ser cierto, entonces yo también la padecía. Al igual que Antonio, yo vi a aquel ser demoniaco. El halo negro se profundizó cuando las palabras de Elizabeth llegaron a mi mente; aquellas crueles dagas lanzadas contra míalma, cuando ella me aseguró que Adrián volvió con Eva. El solo recuerdo me mataba y una vez más el dolor amargo del desamor entró como el vendaval gélido y triste, tan potente que doblegó mis piernas.— “Adrián… ¡Eso tiene que ser una vil calumnia!” —me repetí para darme v
Adrián. Una fuerte sacudida me devolvió a la realidad.Quedé mareado, dando tumbos en el cuarto. La voz de Estefanía pidiendo ayuda llegó a mí claramente, y caí en la cuenta de que algo había logrado que mi concentración fallara. Al acomodarme para volver a iniciar el ritual, la ventana de mi habitación se abrió; de nuevo me alteré y los rabihats se activaron en mi cuerpo mostrando sus formas. Un majestuoso halcón se internó en mi habitación; no era un halcón corriente, era más grande, sus ojos eran de un verde muy intenso, como dos esmeraldas resplandecientes. Sus alas se abrieron y el ave comenzó a girar sobre su propio eje hasta crear una humareda grisácea y brillante que dio paso a la figura de un hombre. Una vez más lo sobrenatural me sorprendió. 
Adrián. La capacidad de hablar pareció haberse esfumado de mi boca; no pude dejar de mirarlo, de ver a Bacco y la forma tan mágica en la que se me presentó. No hubiera causado en mí ese efecto indescriptible que sentí con relación a ese trillizo: no existían palabras para describir la confusión, la impresión tan infinita que produjo en mí. Experimenté a la vez una tristeza que no entendí el porqué de su procedencia, al igual que miedo. Verlo frente a mí sin aquel escudo luminoso y apreciar sus facciones, claramente me hicieron sentir que veía partes de mí mismo. Él pareció experimentar lo mismo; sus ojos me miraron con una transparencia tan pura que en ellos pude sentir su alma, había dolor y felicidad; esos eran los dos sentimientos que pude leer en él mientras me miraba en completa sumisión.—Tú… yo no… —las palabras se enredaban en mi lengua impidiéndome crear oraciones coherentes. Entretanto él continuaba mirándome fijamente y me dijo: —Debes partir lo antes posible, pero antes
—¿Entonces esta es tu última palabra? Dime, ¿no hay vuelta atrás? —volví a inquirir con la esperanza de que recapacitara, pero su respuesta fue la misma.—Sí—Entonces no me dejas otra opción.—¿Acaso piensas enfrentarme? —dijo sorprendido.—Hay que sacar todo ese veneno que se ha apoderado de ti y la única manera es cortarlo de raíz.—No puedes sacar el veneno de alguien que lo desarrolla dentro de sí, mi sangre es el veneno mismo ¡Yo soy veneno!—Entonces ya se ha dicho todo hermano, y si para proteger a todos los integrantes que dependen de nosotros y a nuestro reino tengo que enfrentarte ¡Lo haré! Solo mi corazón sabe que hubiera dado mi espíritu por no tener que ser yo el que clave la daga q
—Entiendo, yo no soy Adrián y por ende soy fácil de olvidar para ti —otra vez se abrió la herida, pero él trató de menguar sus sentimientos; yo quedé en silencio.—Es mejor que entre antes de que meta más la pata contigo.—Guillermo, no quiero que estemos así. Esta situación es muy incómoda y me siento muy mal por el hecho de haberte involucrado, pero debes buscarte a alguien libre como lo eres tú —él sonrió sin ganas.—Ya no me lo repitas, me sé de memoria el parlamento… Cada palabra me la has dicho tantas veces… Resulta que mi libertad no es nada, excepto extrañarte, desear que me hubieras amado a mí en vez de a él; yo no tengo inconvenientes para llevarte a mi lado… y lo más triste, Estefanía, es que cuando te besé, confirmé que eres la mujer que quiero