CAPÍTULO 98. No aprendiste nada de míEl aire dentro de la sala de visitas de la cárcel es denso, pesado. No me cuesta mucho que me dejen entrar porque estoy muy lejos de parecer una amenaza. En todo el camino he estado tratando de contactar a Viggo, pero no me ha respondido al teléfono ni una vez y no puedo evitar que eso me asuste. Él no dejaría de contestarme.Así que si voy a sentarme frente a frente con el infeliz de Devon no es solo porque me produzca la más enfermiza satisfacción verlo sufrir en esta cárcel, sino también porque necesito saber qué juego se trae y cómo eso involucra a Viggo.No pasan más de cinco minutos desde que llego a la sala de visitas hasta que a Devon lo sientan al otro lado de la mesa con las esposas ajustadas a sus muñecas. Sus ojos me recorren de arriba abajo, su mirada es una mezcla de desprecio y molestia, y aún así no puedo evitar sentir que se está regodeando por algo.Me acomodo en la silla sin decir nada, esperando que sea él quien hable primero,
CAPÍTULO 99. Si lo conocierasEl tiempo se congela. El aire en la habitación pesa como si estuviera cargado de plomo.Viggo está ahí en la cama, dormido, desnudo. Y Alicia está a su lado, envuelta en las sábanas, sonriendo como si estuviera disfrutando de cada segundo de mi sufrimiento.Así que me permito un largo minuto para asimilar lo que esto me provoca, lo que siento, todo lo que me duele. Porque no importa lo que le diga a Devon, esto realmente me duele, que Viggo pueda traicionarme, que pueda estar con otra mujer, es como si me estuvieran abriendo el pecho de una forma desgarradora, y eso dice mucho más sobre mí que sobre él.—Shh… —Alicia me hace un gesto con el dedo sobre los labios—. Si vas a hacer un escándalo hazlo bajito. Está muy cansado después de tanto… ejercicio, no lo despiertes.Siento que el corazón me explota dentro del pecho. Mi cuerpo entero tiembla, pero no de tristeza, sino de rabia. La mano que todavía se tengo en la manija se pone lívida de tanto apretarla,
CAPÍTULO 100. Una aclaración necesariaTodos se detienen, por supuesto, porque nadie quiere perderse un espectáculo como este. La mujer que planta cara en la entrada del salón tiene una elegancia medida, y un porte de señora de sociedad que me hace pasar saliva, porque por desgracia me recuerda demasiado a Bonnie. Sé que ni de lejos caen en la misma categoría, pero por desgracia esta también es una mujer que intenta aparentar lo que no es, o mejor dicho, lo que no ha sido.—¿Disculpa? —pregunto como si de verdad estuviera esperando que me lo explique.—Así que tú eres Regina —dice, cruzando los brazos mientas su mirada me analiza de pies a cabeza—. He escuchado hablar de ti últimamente, pero no se me pasó por la cabeza que te atrevieras a dar órdenes en esta casa.—Entonces no has escuchado los comentarios correctos —replico girándome hacia ella—. Sí, es cierto que soy Regina, y tú eres… déjame adivinar: su madre, la señora Beberly.—Así es, exactamente, y soy la única señora Massari,
CAPÍTULO 101. Una madre ofendidaEl aire está cargado de tanta tensión que casi puede cortarse con un cuchillo. Viggo me mira con esa mezcla de sorpresa y ternura que a veces me hace sentir como si estuviera flotando. Cuando su boca impacta contra la mía su beso pretende ser cálido, y su abrazo se siente como un abrazo después de una larga ausencia. Sin embargo la suavidad en él siempre termina convertida en una declaración de posesividad que no puede evitar.—Hablé con Alicia —me dice, separándose un poco para verme a los ojos—. Yo la mandé a llamar. Quería saber cómo se atrevió a seguirte, empecé a reclamarle… pero no sé cuándo me dio algo, no recuerdo mucho de anoche, supongo que seguirá en el trago que estaba bebiendo en mi despacho.Su voz es tranquila, pero puedo ver la preocupación asomándose.—Pues parece que de alguna forma Devon y Bonnie la encontraron —le digo—. Me di cuenta de que estaban tratando de usarla para que yo pierda a “quien me está protegiendo”.Viggo levanta un
CAPÍTULO 102. De princesas y put...Cuando Viggo lanza la frase me deja helada. Escupo el café de la impresión, y el líquido oscuro salpica la mesa. Mi corazón empieza a acelerarse como si hubiera visto un fantasma y sé que mis pupilas se dilatan y que él observa hasta el más mínimo movimientos de mis reacciones.—¿Qué… qué dijiste? —pregunto, mirándolo con incredulidad.La idea de un matrimonio otra vez me parece absurda y aterradora, y no puedo evitar que las náuseas se apoderen de mí.—Que si me vas a dejar ponerte un diamante en el dedo, nena —repite con firmeza y el escándalo de Beberly me da tiempo suficiente para pensar por un segundo.Me acerco a su oído, intentando mantener el tono juguetón que solemos usar, porque ahora mismo no quiero que nadie dé cuenta de lo que realmente siento.—Viggo… —le susurro—. Ahora mismo puedo pensar en muchos lugares mejores donde me gustaría que me pusieras un diamante que no sea en el dedo.La expresión en su rostro cambia de sorpresa a pura e
CAPÍTULO 103. Una llamada en medio de la nocheEstoy acostada junto a Viggo, con las sábanas enredadas en nuestras piernas, todavía recuperándome de la intensidad del estilo princesa, el estilo puta y de todo lo que pasó después. Sus dedos recorren mi brazo con movimientos distraídos, como si estuviera perdido en sus pensamientos, hasta que por fin rompe el silencio con una sentencia clara y precisa.—Devon se alió con Alicia —dice con la voz cargada de disgusto.Es algo que los dos sabemos, pero el hecho de que lo diga así me hace pensar que tiene algo más en mente.Me giro hacia él, frunciendo el ceño.—No debería sorprenderte. Supongo que conoces a Alicia y Devon es muy bueno manipulando. Ella solo es una pieza —le digo.—No me sorprende, no es eso, la verdad —me responde con el gesto sombrío—. Pero sí me molesta. Y el simple hecho de que se atreviera… me hace sentir, ya sabes… un poco cruel. Creo que necesita un escarmiento.No pregunto qué significa exactamente "un escarmiento" e
CAPÍTULO 104. Momentos de tensiónNo puedo quitarme esta sensación de asco que me invade. La llamada de Devon me deja en shock, y su voz resuena en mi mente, y en un segundo, sin saber por qué, presiono la opción necesaria para poner a grabar la llamada.“¡Te odio, Regina, es tu culpa!”“¡Pídele perdón!” grita alguien detrás de él y yo me sobresalto, pero tal parece que a Devon todavía le quedan fuerzas o resistencia para ser un mal hombre, porque ni así me pide perdón.En lugar de eso me maldice una y otra vez, y aunque estoy más que tentada a colgar la llamada, no puedo evitar esta enfermiza satisfacción que siento cuando lo escucho llorando de dolor y de impotencia. Sé que lo están vi0lando, es obvio, y eso no me provoca mi la más mínima compasión, como si él mismo y su madre hubieran arrancado de mí esa capacidad de tener piedad por otro ser humano al mismo tiempo que me quitaron a mis hijos.“¡Me las vas a pagar…! ¡Tú hiciste esto, es tu culpa…!” grita entre sollozos y yo sonrío.
Capítulo 1. La esposa perfectaAcaricio mi vientre con una sonrisa, sé que mi embarazo todavía no se me nota mucho porque apenas tengo cuatro meses, pero estoy tan feliz que solo puedo pensar en eso. No es el primero, y cuando recuerdo que Devon y yo hemos perdido dos embarazos anteriores el miedo me asfixia, pero tengo todas mis esperanzas puestas en que todo saldrá bien con este bebé.Bajo a la cocina y la inundo con el olor del café recién hecho. Dejo el desayuno listo, la mesa impecable, el portafolio ejecutivo de mi esposo está preparado y Bonnie, mi suegra, ya está sentada frente a su taza de té con leche, hojeando la sección financiera del periódico como si entendiera algo.Mi esposo entra al comedor con su traje perfectamente ajustado y ese aire de seguridad del que me enamoré. Me envuelve en un abrazo y acaricia mi vientre saludando al bebé, y luego parece recordar algo del trabajo.—Amor, ¿el informe de TradeLink? ¿Crees que deberíamos movernos rápido? —pregunta mientras aju