CAPÍTULO 101. Una madre ofendidaEl aire está cargado de tanta tensión que casi puede cortarse con un cuchillo. Viggo me mira con esa mezcla de sorpresa y ternura que a veces me hace sentir como si estuviera flotando. Cuando su boca impacta contra la mía su beso pretende ser cálido, y su abrazo se siente como un abrazo después de una larga ausencia. Sin embargo la suavidad en él siempre termina convertida en una declaración de posesividad que no puede evitar.—Hablé con Alicia —me dice, separándose un poco para verme a los ojos—. Yo la mandé a llamar. Quería saber cómo se atrevió a seguirte, empecé a reclamarle… pero no sé cuándo me dio algo, no recuerdo mucho de anoche, supongo que seguirá en el trago que estaba bebiendo en mi despacho.Su voz es tranquila, pero puedo ver la preocupación asomándose.—Pues parece que de alguna forma Devon y Bonnie la encontraron —le digo—. Me di cuenta de que estaban tratando de usarla para que yo pierda a “quien me está protegiendo”.Viggo levanta un
CAPÍTULO 102. De princesas y put...Cuando Viggo lanza la frase me deja helada. Escupo el café de la impresión, y el líquido oscuro salpica la mesa. Mi corazón empieza a acelerarse como si hubiera visto un fantasma y sé que mis pupilas se dilatan y que él observa hasta el más mínimo movimientos de mis reacciones.—¿Qué… qué dijiste? —pregunto, mirándolo con incredulidad.La idea de un matrimonio otra vez me parece absurda y aterradora, y no puedo evitar que las náuseas se apoderen de mí.—Que si me vas a dejar ponerte un diamante en el dedo, nena —repite con firmeza y el escándalo de Beberly me da tiempo suficiente para pensar por un segundo.Me acerco a su oído, intentando mantener el tono juguetón que solemos usar, porque ahora mismo no quiero que nadie dé cuenta de lo que realmente siento.—Viggo… —le susurro—. Ahora mismo puedo pensar en muchos lugares mejores donde me gustaría que me pusieras un diamante que no sea en el dedo.La expresión en su rostro cambia de sorpresa a pura e
CAPÍTULO 103. Una llamada en medio de la nocheEstoy acostada junto a Viggo, con las sábanas enredadas en nuestras piernas, todavía recuperándome de la intensidad del estilo princesa, el estilo puta y de todo lo que pasó después. Sus dedos recorren mi brazo con movimientos distraídos, como si estuviera perdido en sus pensamientos, hasta que por fin rompe el silencio con una sentencia clara y precisa.—Devon se alió con Alicia —dice con la voz cargada de disgusto.Es algo que los dos sabemos, pero el hecho de que lo diga así me hace pensar que tiene algo más en mente.Me giro hacia él, frunciendo el ceño.—No debería sorprenderte. Supongo que conoces a Alicia y Devon es muy bueno manipulando. Ella solo es una pieza —le digo.—No me sorprende, no es eso, la verdad —me responde con el gesto sombrío—. Pero sí me molesta. Y el simple hecho de que se atreviera… me hace sentir, ya sabes… un poco cruel. Creo que necesita un escarmiento.No pregunto qué significa exactamente "un escarmiento" e
CAPÍTULO 104. Momentos de tensiónNo puedo quitarme esta sensación de asco que me invade. La llamada de Devon me deja en shock, y su voz resuena en mi mente, y en un segundo, sin saber por qué, presiono la opción necesaria para poner a grabar la llamada.“¡Te odio, Regina, es tu culpa!”“¡Pídele perdón!” grita alguien detrás de él y yo me sobresalto, pero tal parece que a Devon todavía le quedan fuerzas o resistencia para ser un mal hombre, porque ni así me pide perdón.En lugar de eso me maldice una y otra vez, y aunque estoy más que tentada a colgar la llamada, no puedo evitar esta enfermiza satisfacción que siento cuando lo escucho llorando de dolor y de impotencia. Sé que lo están vi0lando, es obvio, y eso no me provoca mi la más mínima compasión, como si él mismo y su madre hubieran arrancado de mí esa capacidad de tener piedad por otro ser humano al mismo tiempo que me quitaron a mis hijos.“¡Me las vas a pagar…! ¡Tú hiciste esto, es tu culpa…!” grita entre sollozos y yo sonrío.
Capítulo 1. La esposa perfectaAcaricio mi vientre con una sonrisa, sé que mi embarazo todavía no se me nota mucho porque apenas tengo cuatro meses, pero estoy tan feliz que solo puedo pensar en eso. No es el primero, y cuando recuerdo que Devon y yo hemos perdido dos embarazos anteriores el miedo me asfixia, pero tengo todas mis esperanzas puestas en que todo saldrá bien con este bebé.Bajo a la cocina y la inundo con el olor del café recién hecho. Dejo el desayuno listo, la mesa impecable, el portafolio ejecutivo de mi esposo está preparado y Bonnie, mi suegra, ya está sentada frente a su taza de té con leche, hojeando la sección financiera del periódico como si entendiera algo.Mi esposo entra al comedor con su traje perfectamente ajustado y ese aire de seguridad del que me enamoré. Me envuelve en un abrazo y acaricia mi vientre saludando al bebé, y luego parece recordar algo del trabajo.—Amor, ¿el informe de TradeLink? ¿Crees que deberíamos movernos rápido? —pregunta mientras aju
CAPÍTULO 2. Una verdad desgarradoraEl dolor es lo primero que siento cuando abro los ojos. No es físico, aunque mi cuerpo esté cansado y entumecido. Es un dolor profundo en mi pecho, como si algo hubiera sido arrancado de mí. Y lo fue. Lo sé incluso antes de escuchar una palabra.—Regina... —La voz de Verónica llega suave, como si estuviera tratando de no romperme más de lo que ya estoy. Cuando mis ojos se enfocan la veo ahí, sentada junto a mi cama, con Ruby a su lado.—No... —murmuro con un susurro ahogado, pero no hace falta que diga más. Ellas lo saben, y yo lo sé. Ruby aprieta mi mano, y Verónica me acaricia el cabello con los ojos llenos de lágrimas—. No puede ser… esto no puede estar pasando…—Estamos aquí contigo, cariño —dice Ruby.—El bebé... —susurro y la palabra se queda flotando en el aire como un eco vacío hasta que Vero niega con la cabeza.—Lo siento tanto, Regina…Las lágrimas vienen sin previo aviso, un torrente que no puedo detener. No me importa quién me ve o cómo
CAPÍTULO 3. Una máscara de traiciónLas luces del edificio parpadean cuando llego a casa, tambaleándome. Cada paso que doy es una tortura, como si mi cuerpo estuviera cargando el peso de todo lo que me han arrebatado. Verónica y Ruby tratan de seguirme, insisten en quedarse conmigo, pero las detengo en seco.—No. —Y mi voz es firme aunque estoy al borde del colapso—. Esto lo tengo que hacer sola.—Regina por Dios… ¡Solo déjame entrar y te juro que voy a sacar a esa mujer a rastras por los malditos pelos del puto edificio! —gruñe Ruby, pero Verónica la detiene porque entiende que esto ya no puede dolerme más y necesito enfrentarlo por mí misma.—Déjala, es más fuerte de lo que crees —le dice a Ruby y luego me mira con una mezcla de preocupación y respeto—. Llámame si necesitas algo, Regina. Lo que sea.Asiento, aunque la verdad es que no planeo llamar a nadie. Esto es entre Bonnie, Devon y yo.Las veo marcharse y solo entonces entro al departamento, pero la calidez habitual del lugar n
CAPÍTULO 4. La noticia más dolorosaEl departamento está en silencio, uno pesado, que me aplasta el pecho cada vez que intento respirar. He perdido la cuenta de cuántos días han pasado desde que me atreví a salir de esta cama. Sé que Ruby y Verónica han venido más veces de las que puedo recordar, pero siempre me niego a verlas. Solo puedo quedarme aquí, bajo las sábanas, con los ojos fijos en el techo mientras mi mente se hunde más y más.Devon intentó consolarme al principio. Lo hizo, o eso quiero creer. La primera noche me abrazó, me prometió que estaría conmigo, que no dejaría que nada malo volviera a pasar. Me dijo que se tomaría unos días libres para cuidarme, para ayudarnos a superar esto juntos.Pero ahora, más de una semana después, lo único que escucho son excusas. Emergencias en el trabajo. Reuniones que no puede cancelar. Cenas con clientes importantes. Al final, siempre me quedo sola con este dolor punzante que me está destrozando. Tengo tres ángeles en el cielo y solo qui