Tessa sintió cómo la rabia burbujeaba dentro de ella; sus palabras eran una retorcida justificación para su comportamiento abusivo.—¿Acaso no ves el tipo de basura que eres? —le gritó con toda la fuerza que pudo reunir—. Me golpeas, me insultas, le metes calumnias en la cabeza a mi madre para que me odie y me maltrate. ¡Me violaste cuando tenía catorce años! ¿Eso es amor para ti? —las palabras salieron como un torrente incontrolable.—¡Lo hago porque te amo, Teressa! —gritó Deghar, su voz era una mezcla de locura y posesión—. ¡Eres mía en cuerpo y alma! ¡Fui tu primer hombre, y seré el último!Cada palabra que salía de su boca era un veneno que penetraba en la mente de Tessa. Ella, llena de asco y repulsión, empujó a Deghar con todas sus fuerzas.—¡Aléjate de mí! —gritó, sintiendo la rabia arder en su interior.Pero Deghar no se detuvo. Con una rapidez aterradora, la agarró a la fuerza, sus manos como garras aferrándose a su piel. Tessa forcejeó con todas sus fuerzas, pero la brutali
Tessa parpadeó varias veces, tratando de despejar la neblina que aún envolvía su mente. Al abrir los ojos, la luz tenue del hospital la abrazó suavemente. Su mirada se deslizó por la habitación, hasta que se detuvo en él: Lyam.Dormía en una actitud que combinaba la vulnerabilidad con un magnetismo innegable. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho, lo que acentuaba la musculatura definida de su torso. La silla en la que estaba sentado parecía pequeña en comparación con su figura imponente. Su cabello, desordenado y rebelde, caía despreocupadamente sobre su frente, dándole un aire despreocupado y casi juvenil. A pesar de la incomodidad de la posición, había algo tan atractivo en él que Tessa no pudo evitar sonreír.Se levantó ligeramente de la cama, haciendo un sonido suave contra las sábanas. Cuando su mirada se posó nuevamente en él, lo encontró allí, observándola. El hecho de que él la estuviera mirando cuando se supone que estaba dormido hizo que ella se sobresaltara.—¿Cómo te
Tessa, con un ligero temblor en sus manos, se había decidido a dar ese paso audaz. Al sentarse en el asiento del copiloto, el movimiento brusco hizo que el auto se balanceara y Lyam, sorprendido, desvió su mirada hacia ella. Sus ojos mostraban una mezcla de desconcierto y curiosidad.Tessa, en un intento por calmar su propio nerviosismo, se enfocó en su reflejo en el espejo de la visera parasol. Su rostro reflejaba una belleza natural, pero había algo más: con movimientos delicados, comenzó a peinar su cabello con las manos, como si eso le diera un poco más de control sobre la situación. Sus dedos se deslizaban por las hebras de su cabello con suavidad, intentando distraerse mientras sentía la intensidad de la mirada de Lyam.Lyam, por su parte, no podía evitar sonreír. Su sonrisa era discreta, casi como un secreto.Cuando Tessa terminó de arreglarse, su mirada se encontró con la de Lyam. Sus ojos brillaban intensamente, como si estuvieran llenos de determinación y nerviosismo a la ve
Con un gesto decidido, Amanda abandonó la cocina y se dirigió hacia la sala principal. Los dos hombres se quedaron solos en la cocina, Tomás, intentando romper la tensión, extendió una bolsa blanca que traía en sus manos hacia Lyam.—Son las medicinas de la señorita Rondón —informó con seriedad.Lyam tomó la bolsa con rapidez y asintió agradecido.—Me retiraré; que tengan buenas noches —dijo Tomás antes de dirigirse hacia la puerta.Cuando Lyam regresó a la sala principal, se encontró con una imagen tranquila: Amanda observaba a Tessa, quien estaba distraída mirando las fotos familiares que reposaban en las vitrinas. La expresión de Amanda era curiosa, casi nostálgica, lo que llamó la atención de Lyam.Finalmente, Amanda, sintiendo la presencia de su hijo, aclaró la garganta para llamar la atención de ambos.—Señorita Rondón —dijo con un tono firme pero amable—, acompáñeme.Tessa levantó la vista, asintió con una sonrisa y siguió a Amanda escaleras arriba hacia el segundo piso. La cas
Xaddiel abrió los ojos como platos, como si acabara de recordar algo trascendental. Su voz estalló con entusiasmo—: ¡Eso! —exclamó tan fuerte que Amanda sobresaltó justo antes de llevarse un bocado a la boca. Con una mirada cómplice hacia su madre, Xaddiel declaró emocionado—: Es verdad, a Kevin le gusta una chica. —sus palabras resonaron en la mesa y llenaron el espacio de intriga y risas. Lyam arqueó las cejas, incrédulo—: ¿Cómo estás tan seguro de eso? —su tono era una mezcla de sorpresa y escepticismo.Xaddiel, con una sonrisa astuta en el rostro, respondió—: Siempre visito el bufete de Kevin cuando quiero que me ayude con mis tareas. —su voz era segura y llena de confianza. Luego, continuó—: Hace algunos días que lo visité y noté que estaba algo distraído. Me contó que conoció a una chica en una cafetería que está cerca del bufete. Se veía muy emocionado.Amanda, se inclinó hacia adelante con interés—: ¿Te dijo cómo se llama?Xaddiel sacudió la cabeza, su expresión un p
—¡Teressa, eres una gorda y fea!—¡Teressa, la tarada!—¡Nadie te quiere porque eres tan gorda como un tanque de guerra!—¡Y tan grasosa como un maldito cerdo! —la empujaron con desprecio.A pesar de ser mayores de edad, los jóvenes eran crueles. Tessa estaba acostumbrada a esto; toda su vida había sido así.Con esfuerzo, se levantó. Sus piernas le dolían como si estuvieran hechas de plomo. Se sacudió el polvo de su ropa y se acomodó la camiseta, tratando de recuperar un poco de dignidad.Tomó su mochila y se la colgó del hombro, sintiendo el peso de las burlas en su corazón. Con un suspiro, ajustó sus lentes, que milagrosamente no se habían roto esta vez. Provisionalmente los llevaba sujetos con cinta hasta que pudiera comprarse unos nuevos.El timbre sonó, marcando el inicio de la clase, y vio a su amiga Mónica esperándola en la entrada.—No me digas —dijo Mónica con una expresión molesta—. ¿Te volvieron a molestar esos inútiles?Teressa no respondió.Mónica resopló irritada y conti
Con esas palabras despectivas resonando en su mente, Deghar volvió a su sillón como si nada hubiera pasado. Tessa quedó paralizada por un momento. La humillación y el dolor la envolvieron como una sombra.Dejó escapar una lágrima, y subió a su habitación. Cada gota que caía parecía llevarse un poco de su tristeza, pero el remordimiento la seguía acechando. En su armario, buscó un pequeño cofre que tenía bajo llave, y al abrirlo, el brillo del dinero que había ahorrado se tornó opaco ante su culpa. Ese dinero era para ir a las empresas Lambert.Los Lambert eran titanes en la ciudad de Londres; personas tan poderosas que controlaban casi todos los aspectos de la vida allí. Eran los dueños de Inglaterra: hoteles majestuosos, clínicas de prestigio, bares llenos de vida, clubes exclusivos y colegios reconocidos, incluido el mismo lugar donde ella estudiaba. La idea de no poder formar parte de esa élite profesional la llenaba de desesperanza.Mientras se duchaba, no podía escapar del pensam
Mónica no pudo contener su sorpresa, sintiendo cómo su corazón se encogía.—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! ¡Eras la más emocionada en esto, Tessa! —exclamó, su voz llena de incredulidad y frustración.La respuesta de Tessa llegó como un susurro quebrado—: Gasté el dinero... comprando la comida de la semana. —la tristeza en sus ojos era palpable.La furia brotó en Mónica—: ¡Mal nacidos! ¿Acaso tú quién eres para mantenerlos? —las palabras salieron de su boca como una explosión; no podía soportar ver a su amiga atrapada en esa situación tan injusta.Pero las lágrimas comenzaron a caer del rostro de Tessa, y con ellas se desbordaron todas las emociones reprimidas.—Por eso fue que me pegaron —dijo, su voz temblorosa—, el dinero que tenía ni siquiera alcanzó para todo lo que estaba en la lista. Dije unas palabras que eran verdades y me golpearon hasta sacarme el aire.El corazón de Mónica se rompió al escuchar esas palabras. La impotencia y el dolor por lo que estaba viviendo su amiga llenaron sus o