CAPÍTULO 9: AGONÍA

Lyam notó el cambio en su tono y supuso que ya no estaba tan molesta como antes. Se aclaró la garganta antes de continuar—: Usted... —dudó unos segundos—. Creo que hace unas horas tuve un comportamiento muy inapropiado.

La sorpresa inundó a Tessa—: ¿Disculpe?

—Solo hice caso a mi forma de pensar y no sabía que eso le haría sentir incómoda —admitió Lyam, sintiendo cómo sus palabras se enredaban en su lengua. A pesar de ser un buen orador, esta vez se sentía vulnerable.

De repente, el sonido de una suave risa cruzó el auricular y llenó el aire con una chispa inesperada. La risa de Tessa lo dejó aún más incómodo.

—¿Usted se está riendo? —preguntó Lyam, algo incrédulo ante la reacción de ella.

—¡Mis disculpas! —respondió rápidamente—. Es solo que me tomó por sorpresa su llamada. Acepto sus disculpas y también quiero ofrecerle las mías. Tengo el defecto de no comportarme decentemente cuando estoy de mal humor, así que lamento si le falté al respeto a una figura tan respetable como usted.

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