ADVERTENCIA
Contiene escenas eróticas, si no le agrada este tipo de contenido absténgase de leer y busque otra historia sin ese contenido, como por ejemplo Gitana por Amor (También de mi autoría), es una historia hermosa y sin mucho contenido sexu4al.
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Matteo pasaba sus manos por la cabeza en un gesto de frustración, mientras conversaba con su amigo Leandro.
—Sabes las razones por las cuales me casé con Gálata, fue por despecho. Porque creí que Helena me había engañado con otro hombre y en ese momento solo quería sacarla de mi mente y mi corazón, pero ahora que ha vuelto, que nos hemos escrito, hablado por teléfono y hemos aclarado muchos malentendidos, me he dado cuenta que nada ha cambiado entre nosotros.
» Sospecho que sigo amándola, por una parte quisiera verla para saber la verdad y ver si mis sentimientos por ella siguen siendo como el primer día cuando la conocí hace más de quince años —calló por un momento mientras se quedaba pensativo—, en realidad, nunca he podido sacarla de mi mente, siempre la recuerdo y a veces siento ansiedad por tenerla de nuevo frente a mi —respondió sintiéndose miserable por su comportamiento, sin embargo, no podía m****r en su corazón y obligarse a amar a otra persona.
—¿Qué harás frente a tus sentimientos? Y si efectivamente descubres que es a ella a quien amas ¿Qué vas a hacer con esa verdad? —preguntó uno de sus mejores amigos.
Matteo pareció pensarlo por un largo momento, antes de responder.
—Realmente no lo sé, porque no puedo dejar a Gálata, menos ahora, tenemos un hijo y ¡Está embarazada! Sería cruel de mi parte hacerle esto a mi familia —expresó sin ocultar su tristeza—. Debo resignarme, al parecer no todos nacimos para ser felices, debo olvidarme de Helena definitivamente y así se lo hice saber.
—No puedes hacer eso. ¿Cómo vas a atarte a ella por los hijos, si no la amas? No es tu culpa, tú no decides a quien amar. Tienes derecho a buscar tu felicidad, si Elena te ama y tú a ella, debes ser valiente y confesarle la verdad a Gálata.
Gálata retrocedió, como si le hubiesen propinado una herida, se sintió mareada, ya había escuchado lo suficiente, se tapó la boca con una de sus manos, ahogando un sollozó, al mismo tiempo, sentía como su corazón se rompía en miles de pedazos, al escuchar las palabras de su marido. y sin poder evitarlo recordó como su historia con Matteo había comenzado.
Nueve años antes"—Paula, ¿Estás viendo lo hermoso que es? Es demasiado varonil, elegante, serio, me encanta, es el amor de mi vida, cuando apenas cumpla mi mayoría de edad le confesaré mis sentimientos y nos casaremos —suspiró Gálata enamorada, sintiendo el corazón palpitando con fuerza en su pecho.
Su amiga la miró con tristeza, porque ella también amaba a Matteo, desde la primera vez que lo vio, hacía tres años, apuesto, elegante, con esos cabellos dorados como el trigo, los ojos verdes como la aceituna, su nariz griega, con unas largas pestañas que resaltaban más sus ojos.
—¡Paula! —exclamó Gálata dándole un fuerte golpe a su amiga —. Tierra llamando a Paula. No me digas que no te parece apuesto mi Matiu —preguntó con una mezcla de sorpresa e ilusión.
Paula la miró con un poco de vergüenza y asintió.
—Si amiga, es muy lindo tu Matiu, siempre te lo he dicho —pronunció con aparente tranquilidad.
No obstante, se sentía como una traidora, con el solo hecho de sentir atracción por el joven, debía buscar la manera de mantenerse alejada de Matteo, porque nunca haría nada que dañará su amistad con Gálata, era la única amiga que había logrado hacer y con la cual su padre le había permitido relacionarse desde que tenía catorce años y ya cuando el tiempo pasó, que Martina había llegado a formar parte de sus vidas, ya era demasiado tímida para intentar hacer otras amigas, aparte ninguna podía compararse con su amiga del alma..
—Ven acerquémonos a dónde están ellos, quiero verlo más de cerca —propuso Gálatas sacando a la otra chica de su ensimismamiento.
Las dos se acercaron lentamente a la parte del jardín donde estaban sentados los mayores conversando, sin embargo, las dos se detuvieron justo cuando llegó una mujer hermosa, rubia, con unas curvas bien proporcionadas, vestida con un enterizo negro que se ajustaba a las perfectas curvas de la chica, lo cual les causó malestar a las dos.
Vieron como Matteo la tomó de la mano y la besó de forma apasionada con una sonrisa, luego se apartó acarició su rostro y le dio un beso en su nariz, para después alzarla, giraba con ella, sin dejar de exhibir esa calidez y la alegría de su mirada. Gálata sintió su corazón encogerse en su pecho, el aire le faltaba, tenía la impresión de que sus pulmones no tenían suficiente oxígeno, las lágrimas rodaron por su rostro, incluso hubiese caído al suelo si su amiga Paula, no la hubiese sostenido, para impedirlo.
Aunque ella también estaba con el corazón roto, pues le dolía ver a Matteo con otra mujer, sabía que el dolor de su mejor amiga era mayor, pues ella lo llevaba en su corazón desde muy temprana edad.
—Vamos Gálata, mejor salgamos de aquí, no vale la pena permanecer en este lugar. Vayamos a mi casa a jugar con los trillizos, eso siempre nos hace sentir bien —la joven asintió sin fuerza, dejándose llevar por su amiga, se sentía como una muerta en vida, como si de repente su mundo se le hubiese derrumbado encima.
Cuando estaban dirigiéndose a tomar el auto, apareció su padre, pero ellas estaban tan afectadas por lo que acababa de suceder, no se dieron cuenta de su presencia, sino cuando el hombre se paró frente a ellas.
—¿Qué sucede Gálata? ¿Por qué estás llorando? ¿Quién te hizo daño?—indagó Sebastián, sin poder ocultar su expresión de enfado.
—Nadie me ha hecho daño papá —señaló limpiándose las lágrimas que habían comenzado a rodar por sus ojos sin que se diera cuenta—. Solo he sido yo, he puesto mis expectativas más allá de mis posibilidades y es doloroso darse cuenta de eso."
*****Volvió al presente y se dio cuenta cuan vigente estaban sus palabras y con cuánta claridad había visto la verdad cuando solo era una joven de diecisiete años, luego se dejó deslumbrar por lo que siempre quiso y allí estaba con casi veintiséis años, con un bebé de tres años y otro en camino, recibiendo el golpe más grande que una mujer enamorada podía recibir, descubrir que su marido, con quién has estado viviendo por más de siete años, ama a otra y solo se casó contigo para olvidarse de su amor de juventud, eso dolía demasiado, era peor a sufrir cientos de puñaladas en el pecho.
“Repito con la más vehemente convicción: la verdad está en camino, y nada la detendrá." Émile Zola.Gálata había llevado una bandeja al despacho de su marido, contentiva de café y galletas para darle a Leandro y a su esposo, pero cuando los oyó hablando, no pudo evitar intentar escuchar, sus palabras, allí entendió el significado del refrán "la curiosidad mató al gato", pues eso fue lo sucedido, en sentido figurado, sintió como filosos puñales se clavaban en su corazón destrozándolo, debió respirar por la boca, para recobrar el aliento.Ella nunca fue una mujer impulsiva, todo lo contrario, aprendió a callar las cosas cuando no le agradaban, para mantener en armonía su hogar, nunca discutía con Matteo, lo buscaba complacer en todo, pues pensaba que de esa manera siempre estaría allí para ella.Pensar en eso, le causó un profundo pesar, si miraba hacia atrás, se daba cuenta de que dejó de ser la joven extrovertida, decidida
Por primera vez Gálata se enfrentó a una negativa tan rotunda de su padre, y también por primera vez sintió temor, nunca habían estado en desacuerdo, siempre la apoyaba en todo, pero al parecer está vez iba a ser la excepción.Se quedó viéndolo no solo con sorpresa, si no con un atisbo de tristeza y hasta de molestia.—Papá ¿Por qué te pones de esa manera? ¿Por qué te desagrada tanto Matteo? Él es hijo de tu mejor amigo, del tío Nick, ¿Por qué no sería el hombre adecuado para mí? —preguntó sin dejar de ocultar su contrariedad frente a la posición de su padre.—¡Porque no! No me gusta para ti —habló el hombre con firmeza, mientras permanecía con su hija aún en el salón discutiendo, llamando la atención de algunos de los presentes.&mda
Matteo escuchó la voz al otro lado de la línea y su corazón comenzó a latir enloquecido, como si se tratara de los redobles de unos tambores, un sudor frío recorrió su espina dorsal, hizo un primer intento de hablar, más las palabras se quedaron atragantadas en su garganta.—Matteo ¿Estás allí? ¿Me escuchas? —preguntó la mujer en un tono de angustia.El hombre aclaró su garganta y por fin encontró su voz.—Helena… aquí estoy —suspiró, presintiendo que las palabras pronunciadas a continuación, serían duras de decir, y así fue —. Sin embargo, creí que todo había quedado muy claro entre nosotros la última vez, te pedí no volver a llamarme. ¿Por qué insistes? —Su primera intención había sido no tener el mínimo acercamient
Cuando Matteo sintió los labios de Helena en los suyos, un leve gemido de sorpresa salió de su boca, lo cual ella aprovechó para tener acceso a su cavidad bucal, el hombre sintió como su corazón repiqueteó con mayor fuerza y una corriente fría lo recorrió de pies a cabeza, las sensaciones eran intensas, por unos segundos la dejó besarlo e incluso correspondió a su beso.Helena se incendió, estaba excitada, se sentía emocionada al estar con el amor de su vida, comenzó a recorrer los músculos de su pecho, tratando de abrirle la camisa para acariciar directamente su piel, de hecho logró soltar varios botones y el deseo bulló dentro de ella con la poderosa fuerza de un volcán, añoraba sentirse suya otra vez, no le importaba si era un hombre casado, en su corazón él era suyo.Las respiraciones de los dos se aceleraron, Matteo sent&iacut
Matteo la observó por un momento, no pudo evitar recorrerla de pies a cabeza, se veía angelical, etérea, la veía más hermosa que nunca, su boca entreabierta invitaba a probarla, no fue posible resistirse, se acercó a ella y chupó su labio inferior como un sediento, con su lengua recorrió el borde de su boca, de nuevo susurró con voz ronca "¡Mi dulce Gálata!",Introdujo su lengua húmeda, cálida y ansiosa en su cavidad bucal, se encontró con la de ella que tímidamente se movía, juntas bailando una danza erótica al ritmo marcado por el deseo agitado en su interior, con la furia y fuerza avasalladora de un volcán.Al soltar su boca, bajó por su cuello recorriéndolo lentamente con su lengua; en su paladar el sabor de Gálata era más embriagante a cualquier exquisito vino, dulce, delicioso, intenso, explosivo, sintió s
La llamada del hombre le dio una sensación de incomodidad a Gálata, sintió una ráfaga helada congelar sus huesos, y a pesar de no querer ser grosera, no le gustaba la idea de recibirlo y mucho menos verse con él, había algo que la obligaba a repelerlo. —Leandro, ¡Qué sorpresa tu llamada! Aunque me desconciertan tus palabras ¿Por qué habría yo de necesitarte? Ni siquiera somos tan cercanos —mencionó ella con desconcierto. —¡Lo siento Gálata! Mi intención no es incomodarte, yo te considero tan amiga mía como lo soy de Matteo y pienso que me necesitas en este momento, porque quizás estés agobiada por la aparición de Helena y es bueno desahogarse con alguien, no es bueno reprimir esas emociones, terminan causándote daño, enfermándote —manifestó el hombre con tono de preocupación. —Muchas gracias por tu ofrecimiento, prefiero no molestarte —declaró la chica tratando de evadirlo y preguntándose “¿Cómo sabe que conozco de la aparición de Helena?”, sin embargo, no continúo con esos pensamie
Leandro se quedó viendo a Paula con rabia, apretando sus manos a un lado del cuerpo, cerró los ojos y seguidamente la golpeó con fuerza en el rostro haciéndola rodar por el suelo, un hilo de sangre comenzó a brotar de su boca.—¡Perra! ¡¿Quién te ha llamado para que te metas en lo que no debes?! —expuso apretando los dientes y aprovechando la postura de la joven en el suelo, empezó a golpearla con los pies, sin detenerse.—¡Leandro! ¡Déjala! ¿Te has vuelto loco? —gritó la chica horrorizada al ver la actitud salvaje del hombre.—¡Leandro! —volvió a exclamar.Cuando Leandro escuchó la voz de Gálata llamándolo, salió de su ensoñación, todo se lo había imaginado, no pudo evitar observar a Paula, y aunque no podía reaccionar como lo imaginó, no perdió
Gálata estaba sumergida en sus pensamientos, ajena a la conversación de su amiga, no podía dejar de pensar en Matteo, en la noche tan maravillosa que pasaron, se negaba a creer que no sintiera nada por ella, «¿Es posible para un hombre fingir de esa manera haciendo el amor?» Se preguntó, sin poder controlar su ansiedad, porque en su mente tenía opiniones contradictorias. Estaba sumida en su situación, no se dio cuenta de la pregunta de su amiga.—¡Gálata Antonella Ferrari Estrada! ¿Me pongo a jugar pool, con las bolas que me estás parando? —preguntó la rubia sin ocultar su irritación.Su exclamación acalorada hizo reaccionar a Gálata.—¡Ay amiga! En verdad lo lamento, en este momento no soy buena compañía, tengo demasiadas cosas en la cabeza, lo mejor será regresarme a casa —pronunció sinti&