Leandro se quedó viendo a Paula con rabia, apretando sus manos a un lado del cuerpo, cerró los ojos y seguidamente la golpeó con fuerza en el rostro haciéndola rodar por el suelo, un hilo de sangre comenzó a brotar de su boca.—¡Perra! ¡¿Quién te ha llamado para que te metas en lo que no debes?! —expuso apretando los dientes y aprovechando la postura de la joven en el suelo, empezó a golpearla con los pies, sin detenerse.—¡Leandro! ¡Déjala! ¿Te has vuelto loco? —gritó la chica horrorizada al ver la actitud salvaje del hombre.—¡Leandro! —volvió a exclamar.Cuando Leandro escuchó la voz de Gálata llamándolo, salió de su ensoñación, todo se lo había imaginado, no pudo evitar observar a Paula, y aunque no podía reaccionar como lo imaginó, no perdió
Gálata estaba sumergida en sus pensamientos, ajena a la conversación de su amiga, no podía dejar de pensar en Matteo, en la noche tan maravillosa que pasaron, se negaba a creer que no sintiera nada por ella, «¿Es posible para un hombre fingir de esa manera haciendo el amor?» Se preguntó, sin poder controlar su ansiedad, porque en su mente tenía opiniones contradictorias. Estaba sumida en su situación, no se dio cuenta de la pregunta de su amiga.—¡Gálata Antonella Ferrari Estrada! ¿Me pongo a jugar pool, con las bolas que me estás parando? —preguntó la rubia sin ocultar su irritación.Su exclamación acalorada hizo reaccionar a Gálata.—¡Ay amiga! En verdad lo lamento, en este momento no soy buena compañía, tengo demasiadas cosas en la cabeza, lo mejor será regresarme a casa —pronunció sinti&
Matteo sintió el miedo agitarse de nuevo en su interior, no quería divorciarse de Gálata, mucho menos perder a su familia, porque no podía imaginarse la vida sin ellos, mas las palabras de la mujer fueron contundentes, su expresión era fría, no había el mínimo rastro de sentimiento en ella, es como si nada le doliera o le importara, parecía indiferente.—¿Qué estás diciendo mi amor? Yo no quiero divorciarme. Gálata, tenemos una familia ¡¿Por qué vienes con esas absurdas ideas?! ¿Acaso alguien te ha metido esas ideas en la cabeza? ¿No puedes estar hablando en serio? —preguntó, al mismo tiempo que intentaba acercarse a ella, dibujando en su rostro una expresión de desconcierto, pero Gálata extendió su mano para impedirle avanzar y mantenerlo alejado de ella.—Nunca he hablado tan en serio en mi vida &iq
Matteo se quedó sentado sin saber cómo reaccionar, le parecía todo tan irreal, tenía la sensación de que todo le estuviese pasando a otra persona, por un momento un atisbo de descontrol intentó abrirse paso en su interior, a punto de desesperarse, pero lo retuvo, se levantó, caminó al bar y se sirvió un vaso de whisky, se lo tomó de un solo trago, nunca se permitía descontrolarse y no iba a empezar ahora.Las palabras de Gálata quedaron revoloteando en su interior, se negaba a creer que sus vidas habían sido de esa manera, sin embargo, tras unos minutos de reflexión y rememorando recuerdos del pasado, llegó a una dolorosa conclusión, la cual se negó por mucho tiempo, quizás ella tenía razón, fue inevitable impedir las ráfagas de recuerdos.«Llegó del trabajo luego de haber tenido varias reuniones con los arquite
Gálata se sentía tan avergonzada, que no vería mal que la tierra se abriera en ese momento, se la tragara y la vomitara bien lejos, sin embargo, eso era pedir demasiado. Se bajó del auto temerosa, sobre todo porque el dueño de ese lujoso carro debía estar bien cabreado por ese incidente. Cerró los ojos contando mentalmente para escuchar la explosión de carácter que seguramente tendría el conductor de semejante maravilla y no era para menos.«Uno, dos y tres» No obstante, a pesar de haber llegado a tres no escuchaba los gritos, ni reclamos, abrió los ojos y allí frente a ella, casi rozándole el aliento estaba un hombre de piel tostada, ojos verdes detrás de unos lentes y cabellos negros, con una sonrisa parecida a los anuncios de dentífricos.Abrió los ojos desconcertada, no podía creer que se hubiese equivocado en su apreciación, esp
Gálata temblaba del enojo, podía perdonarlo casi todo, incluso el comportarse como un témpano de hielo, pero haberse acostado con Helena, luego de haber estado en la intimidad con ella, eso no se lo perdonaría jamás, ni siquiera viéndolo arrodillarse por años.—¡Maldito Matteo! Maldita la hora en que decidí hacer una vida contigo —exclamó furiosa, sin embargo, segundos después se arrepintió al extender la vista y ver al pequeño Xavier acurrucado en la cama.Después de tanto tiempo, no todo fue malo, sus hijos eran el tesoro más grande de su vida y ellos llegaron por Matteo, no se imaginaba la vida sin esos dos pequeñitos, ellos llenaban su existencia de amor, mientras pensaba acariciaba suavemente su panza, eran su mundo, se acercó a oler el rico aroma de su hijo, pues eso le daba tranquilidad, al mismo tiempo fuerzas y las necesitaba mucho
Matteo tomó los dibujos y los llevó a su pecho, las lágrimas rodaban sin control mientras su cuerpo se estremecía por los espasmos producto del llanto, sentía que las lágrimas le producían un grueso nudo en la garganta, al punto de impedirle tragar, se limpió el rostro de mala gana, estaba muy molesto consigo mismo, no entendía como pudo estar tan ciego frente a su matrimonio.Cerró los ojos, de repente se le ocurrió una idea, abrió los ojos, tomó el teléfono y marcó a uno de sus asesores financieros, lo atendió al primer repique.—Gael, necesito que investigues las cinco mayores empresas de extracción de esmeraldas, piedras preciosas y semipreciosas, metales preciosos, ¡Cómpralas! Sin embargo, usa mis fondos personales, no me importa el costo, también las empresas más destacadas de la industria de corte y pulido, &iexc
Gálata había salido temprano con su madre y ya había encontrado el instituto donde cursaría los estudios de diseño, llegó a su casa emocionada, sin embargo, al entrar, la asistente encargada de atender a su hijo, estaba a punto de hacerle compañía en el llanto a su hijo quien estaba, histérico y la expresión de la chica no estaba mucho mejor.—¡Quielo a mi papá! —sollozaba, con tanto sentimiento, conmoviendo a quienes lo escuchaban.Vio a su madre y estiró los brazos hacia ella sin dejar de llorar, hipaba mientras en su rostro se dibujaba una expresión de tristeza.—Ya mi dulce niño, no llores, vas a ponerte arrugadito como una pasita —le habló con dulzura para calmarlo.—Si me pongo adugadito, ¿Puedo estar con mi papá? —preguntó ilusionado.—Pronto verás a tu pap&