Gálata estaba impresionada por ese hombre, un traje ajustado perfectamente a su medida, dejando en evidencia que debajo de esa ropa se escondía un atractivo cuerpo, no pudo evitar recorrerlo de pies a cabeza, por un momento se quedó observándolo, una barba cubría su rostro, su nariz aguileña, le daba la impresión de haberla visto en otro rostro, frunció el ceño y siguió hasta detenerse en sus ojos, pero estos no eran del color del musgo, si no del mar y la miraban intensamente y con una sonrisa que hizo encoger su estómago.
—Buen día, señorita Ferrari, es un gusto tenerla aquí —expresó caminando hacia ella y extendiendo su mano.
Por un momento ella vio su mano como si tuviese una enfermedad contagiosa, sin embargo, la buena educación la obligaba a ser recíproca, por eso al final respondiendo a su saludo, le dio la mano, aunque la retir&oacu
Las palabras de Matteo y su sonrisa provocaron un Déjà vu, en Gálata retrocedió sorprendida, por un par de segundos se mantuvo estática, como si se hubiese abstraído del lugar, mientras su corazón parecía agitado por un gran vendaval en su pecho.—¿Esposa estás bien? —preguntó Matteo frunciendo el ceño, mientras ella reaccionaba a sus palabras y empezaba a mirarlo sospechosamente.—¿Esposa? ¿Me acabas de llamar señorita Ferrari y me llamas esposa? —habló indignada.Por un momento el rostro de Matteo se desencajó, no entendía ese arranque de Gálata.—¿Por qué estás de mal humor? Ni siquiera te has acercado a besarme ¿Tuviste un mal día? —ante su silencio, caminó junto a ella.—¡Quédate allí Matteo! Por favor, &
Gálata lo miraba sin siquiera pestañear, no quería desviar ni un solo segundo la vista de su esposo, porque necesitaba ver las expresiones de su rostro, por un momento tuvo la impresión de que Matteo palidecía; Él se levantó de la cama, se puso el bóxer y emprendió su caminata a la salida.—¿Dónde vas? —preguntó irritada.—Evans está llorando, lo voy a atender —respondió con aparente tranquilidad, ignorando su pregunta, eso hizo intensificar sus sospechas en ella, no obstante, no podía entender las razones del hombre para hacer eso.—Ajá, está bien, pero antes deberías responderme no seas mal educado, ¿Acaso estás evadiéndome a propósito? —interrogó, sintiendo el sueño espantársele.—Amor escucha, nuestro hijo está desconsolado, debo b
Gálata abrió los ojos con sorpresa, no se espera la arremetida del hombre, justo cuando iba a protestar sintió la boca de Dorek cubriendo la suya, mientras sus manos parecían las de un pulpo, pues las sentía por todas partes, en ese momento levantó su vestido acariciando con suavidad su trasero, al mismo tiempo soltaba su boca y descendía por su cuello hasta llegar a su pecho, donde descubrió su seno, sus ojos se nublaron de deseos mientras se acercaba lentamente y capturaba su rosado p3zón para deleitarse con su exquisito sabor en su boca.Gálata no sabía cómo reaccionar, tenía una lucha con ella misma, su parte racional quería alejarlo, ella era una mujer casada, tenía un hogar consolidado ¿Cómo podía dejarse tentar? Se preguntaba, sin embargo, esas sensaciones la arropaban, sus manos rozando su piel las sentía como brasas ardientes, sin
Morozov se quedó viendo a Dorek, sin ocultar su expresión de enojo, luego giró su vista hacia Gálata y de nuevo al griego.—¡¿Qué carajos te pasa?! ¡¿Acaso te has vuelto loco?! ¿Cuál es el interés que tienes en la señora Sebastini? —inquirió apretando la mandíbula en un gesto de evidente enfado.» Te recuerdo que vas a comprometerte con mi hija, ni se te ocurra atreverte a burlarte de ella. Porque entonces conocerás al mismísimo demonio.Dorek respiró profundo, le complacería tanto romperle la jeta a ese desgraciado, sin embargo, eso no era algo de lo cual podía darse el lujo, por ahora no era el momento, debía ser comedido y esperar pacientemente, no podía arriesgar la vida de Gálata.—No he olvidado nada, pero te recuerdo Morozov, que
Vipiteno —ItaliaHelena regresó a su ciudad natal, a Vipiteno, habían pasado más de dos meses huyendo para no ser encontrada por Franco, no quiso ir primero allí, porque aparte de ser el primer lugar donde la buscaría, no tenía idea de cómo se tomarían sus padres lo que estaba sucediendo. Por eso decidió dejar de huir, y de correr de un pueblo a otro, debía enfrentar las circunstancias y hacer todo lo posible para superar todas esas pruebas que la vida le estaba dando.No fue fácil para ella, tomar la decisión de alejarse del hombre a quien estaba segura, que amaba, con él se dio cuenta de que sus sentimientos por Matteo, se trataban más de costumbre o la emoción de estar enamorada, no era amor verdadero, en cambio, con Franco le hacía sentir demasiadas emociones en una, amor, ternura, deseo, no había nada que no serí
Vipiteno —ItaliaHelena solo logró calmarse, cuando vio a su padre sacar a Leandro de su casa.—Ahora, necesito que me expliques lo sucedido, porque cada día me decepcionas más. ¿Por qué te pusiste histérica cuando viste a ese hombre? —preguntó sin dejar de observar su rostro.—Solo confórmate con saber que no es un hombre bueno, no lo aceptes más aquí, por favor —suplicó la joven con los ojos anegados en lágrimas.—¿Quién es el padre de tu hijo? ¿Por qué regresaste? —sus preguntas salían una tras otra, por completo indignado, no concebía que su hija se aparecieras con una barriga y sin marido.—Lo sabrás, en su momento… juro que voy a decírtelo, pero por ahora no puedo —sollozó.—No sé c&o
Un año después Matteo se asomaba por el ventanal de su oficina, con la mirada perdida, y un cigarrillo en su mano, ese era su nuevo vicio, producido por el estrés de encontrarse solo y sin su familia. La soledad y la ausencia de quienes amaba era una pesada carga sobre sus hombros, muchas veces quería dejar todo a un lado y renunciar incluso a la misma vida, pero luego pensaba en sus tres amores y la fuerza regresaba como un soplo de viento, dándole un nuevo aliento. Ese día estaba más melancólico, su tristeza era mayor, hacía apenas unos minutos, recibió la sentencia del divorcio, su Gala ya no era su esposa y eso le producía un intenso dolor, oprimiéndole el pecho y desgarrando su alma como si está fuese atacada con filosos cuchillos. Maldecía la hora en la cual fue tan confiado, ese día nefasto, cuando empezó su desgracia, desde en ese mismo momento cuando lo obligaron a representar esa pantomima, ella lo creyó infiel y cuand
Gálata lo observó y su cuerpo se tensó, quiso retroceder, pero él se puso en la puerta del balcón para impedir su huida.—Sí ¡Soy yo! El mismo por el cual has tenido tantas noches de insomnio. ¿Me extrañaste? Sé sincera contigo misma y no te lo niegues o ¿Vas a tener el valor desmentirme? —preguntó con un tono de suficiencia—Tienes bastante elevado tu ego y una excesiva fe en ti mismo… quieres saber la verdad, así sufras una decepción… ni siquiera me acordaba de tu existencia —respondió mirándolo de forma despectiva.El hombre se acercó a ella, inclinó su cabeza, se quedó mirándolo con intensidad y su rostro estaba tan cerca que podía percibir su aliento en su rozo, además sus labios estaba separados por mínimo centímetros.—Estás mintiendo