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Capítulo 1. El compromiso.

Día de la fiesta en la mañana

El reloj despertador sacó a Lucía Verónica de su profundo sueño, normalmente, no le gustaba levantarse temprano, pero ese día era diferente, muy especial, el más importante de su vida. Ese día cumplía sus dieciocho años, iba a salir su loba y el alfa de la manada, Damon, el hombre de su vida, la reclamaría como su luna.

Desde que tenía uso de razón se enamoró de Damon, era un hombre apuesto, musculoso, ojos mezcla de verde y ámbar, el deseo de todas las mujeres de la manada, no había una sola que no terminara babeando por él, no solo por su atractivo físico, sino por ser uno de los hombres más poderosos y el futuro alfa de la manada Lirio Plateado. Lo enamoró desde que, a los dieciséis años, a su cuerpo flacucho le salieron curvas, además, ella era una chica especial, sufría de heterocromía, las tonalidades de ambos ojos son completamente diferentes uno era verde y el otro color miel, eso la hacía lucir más atractiva para el sex0 opuesto y por supuesto que el alfa terminó babeando por ella.

Se levantó corriendo, se duchó se puso un vestido sencillo que compró para pasar el día antes de vestirse para la fiesta, unas sandalias y bajó corriendo las escaleras, hasta llegar a la cocina donde la estaba esperando, un apetitoso desayuno, cortesía de su padre.

Se sentó optimista, y comenzó a devorar la comida como si tuviera mucho tiempo sin alimentarse y así era porque los días anteriores había dejado de comer para que le sirviera el vestido.

Mientras estaba comiendo, apareció la bruja de su tía con su hija y como ellas no eran felices, sino le jodían la vida, eso hicieron.

—Lucía, ¿Por qué comes de esa manera? ¡Pareces una salvaje! No sé cómo como al alfa padre se le puede ocurrir que tú seas la luna de esta manada, no eres más que una mocosa mal educada, que no tiene conciencia de las mínimas normas de urbanidad… ¡Tú no eres mujer para Damon! —espetó la mujer dejando salir su profundo odio.

—Ay tía, creo que el alfa padre no tiene que ver con la decisión de que yo sea la pareja de su hijo y la futura luna de la manada… deberías intentar interponer tu reclamo a la diosa Luna… a ver cómo te va —habló con burla, provocando el enojo de la bruja.

—¿Te crees superior? Te encanta humillarnos y hacernos sentir recogidas en esta casa —habló su prima Violeta, dejando evidenciar su rabia.

—No las estoy humillando, se humillan ustedes solas… deberían saber darse su lugar y ser agradecidas de que están viviendo en mi casa, pero en vez de aceptar eso no pierden oportunidad de ponerme zancadillas —expresó furiosa levantándose de la mesa del comedor.

Lucía se sintió mareada y se sostuvo de la mesa, una arcada llegó a su garganta y salió corriendo al baño donde vomitó todo lo que acababa de consumir, todas la siguieron.

—¿Por qué estás vomitando? ¿Estás embarazada? ¿Acaso tuviste sexo con Damon antes de casarte?

Lucía se enjuagó la boca mientras la escuchaba y la miró con desdén.

—¿En serio me estás preguntando eso? ¡Por Dios! Como si yo no supiera tía que te ves con un beta de la manada en el río, y no precisamente te arrodillas para rezarle a la Diosa Luna —el rostro de la mujer se cubrió de granate, y le hubiese dado una bofetada a Lucía, si su nana no se mete entre ellas.

—¡No se atreva a golpearla señora! —exclamó la mujer y la otra se enojó más.

—¿Quién te crees que eres para tratarme así? Yo soy un miembr0 importante de esta manada, en cambio, tú eres solo una sirvienta que debería conocer su lugar.

—Nana, no te preocupes, yo me sé defender sola… además, no quiero seguir perdiendo mi tiempo, tengo cosas más importantes que hacer este día… como por ejemplo ponerme hermosa para mi futuro esposo —pronunció con picardía retirándose de allí.

Horas después

Lucía, luce como una verdadera princesa, esta hermosa, con una apariencia elegante, llamando la atención de los presentes, la gente de la manada estaba feliz, todos sonreían, brindaban porque ese día su alfa y su luna, se comprometerían para sellar su amor y juntos dirigir, la manada Lirio Plateado, una de las más poderosas del mundo.

Cuando ella entró al salón de fiestas de la casa del alfa, todas las miradas se posaron en ella y su corazón saltó de alegría al ver al imponente Damon venir hacia ella vestido en un perfecto traje negro de etiqueta moldeado a su musculoso cuerpo, con una rosa blanca en la mano y una sonrisa de las llamadas moja bragas.

Él extendió la mano y ella le dio la suya, sin embargo, lo que pasó a continuación no lo esperó, cuando Damon se inclinó en una rodilla, sacó un estuche dentro de su traje y lo abrió, dejando ver un espectacular anillo de diamantes y provocando un suspiro general de las mujeres de la manada, unas los miraban emocionadas y otras con envidia.

—¿Me harías el honor de ser mi esposa, mi luna, la mujer de mi vida, mi compañera para toda la vida? —preguntó el hombre con una voz ronca, provocando en Lucía que una especie de corriente eléctrica fluyera por todo su cuerpo, su olor era embriagante, una mezcla de madera y limón que inundaba sus sentidos y le hacían querer mantenerse unida a él.

Su corazón comenzó a bombear con fuerza, sentía que las piernas le temblaban y sintió su paladar seco, se aclaró la garganta para responderle.

—¡Si acepto! —exclamó con júbilo y la celebración de la manada no se hizo esperar.

Ellos se abrazaron y bailaron, mostrándole a todos cuan enamorados estaban y que a pesar de que aún la loba de Lucía no había salido para encontrar a su compañero, al parecer no había duda que serían ellos, porque estaban predestinados a estar juntos.

Un par de horas después, cuando Lucía estaba un poco cansada, se fueron a sentar en la mesa, uno de los miembros más antiguos de la manada fue a buscar a Damon para avisarle de la intromisión de unos lobos a sus territorios de otra manada, su ahora prometido se disculpó.

—Lo siento Lucía, debo salir a comprobar lo que sucede y revisar el perímetro, trataré de no tardar, porque quiero estar aquí contigo al momento que salga tu loba —pronunció el hombre acariciando con suavidad sus mejillas, le dio un suave beso y salió de allí seguido del hombre.

Cuando lo vio alejarse, Lucía sintió un estremecimiento, no sabía por qué, pero tenía la sensación de que algo malo iba a ocurrir, sin embargo, trato de alejar los pensamientos. Se puso a bailar un rato más con unas amigas.

—Kelly, Janeth, me muero de la sed, voy a buscar algo para tomar —declaró Lucía y sus amigas protestaron.

—Si quiere te busco yo la bebida, y tú me esperas aquí, porque conociéndote, es probable que termines escapando de nosotros —la recriminó Janeth y ella sonrió porque sus amigas la conocían demasiado bien.

—Tranquilas, no se preocupen, les prometo que no me voy a perder.

Las chicas le creyeron y la dejaron ir, lo cual agradeció, porque tenía una sensación de angustia que no podía controlar.

Lucía caminó hacia la cocina, pero de regreso venía su tía muy sonriente, causando una sensación de miedo en la chica, no pudo evitar estremecerse, se ocultó para evitar que la viera y cuando la vio entrar al salón, ella caminó hacia donde la había visto venir, se fue silenciosamente por el pasillo, tratando de hacer el mínimo ruido, sin embargo, los que venían de la habitación eran muy evidentes.

Sabía que no estaba bien espiar, pero la curiosidad podía más que la decencia, tomó el picaporte, abrió la puerta haciendo el mínimo y lo que vio tuvo el mismo efecto como si le hubieran arrancado el alma. Allí, frente a ella, estaba su prometido, Damon, el hombre que amaba, teniendo sex0 con Violeta, su prima… no pudo evitar que un grito desgarrador saliera de su garganta, como si hubiese recibido una herida mortal.

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