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Capítulo 2. Nash la loba de Lucía

El grito de Lucía, llamó atención de las personas en la cama y estas dejaron de besarse, en el rostro de Violeta se dibujó una expresión mezcla de burla y satisfacción, mientras que la de Damon era confusa; entretanto la joven se sentía herida, no pudo contener esa mezcla de rabia y dolor que se agitaba en su interior de manera peligrosa… se acercó con pasos largos donde yacían su prima y su prometido.

La sonrisa de la muchacha se congeló cuando Lucía la agarró por los cabellos y sin ningún rastro de piedad, la sacó a rastras de la cama con una fuerza descomunal, le sostuvo la cabeza con una mano, mientras con la otra le lanzaba bofetada tras bofetada, sin dejar de lanzarle insultos.

—¡Maldit4 bruja! Te lo cogiste ¡Bien! ¡Es tuyo! ¡Te lo regalo! Pero tu rostro va a quedar irreconocible para que la gente vea la clase de perra que eres… no te importó nuestro parentesco, a mí tampoco me importará tú —espetó golpeándola hasta que la mano le ardió de dolor.

Luego extendió la vista a Damon quien lo veía con la mirada vacía, como si lo que estuviera sucediendo no tuviera nada que ver con él… mientras el interior de Lucía era semejante a una bola de fuego, quería gritar, llorar y aunque quiso salir serena de allí, su dolor la destrozaba por dentro como si alguien hubiera tomado un filoso cuchillo y la hubiera convertido en jirones por dentro, lanzó un alarido de dolor desde lo más profundo de su alma… se sentía destruida nunca había conocido un dolor tan grande como el que estaba experimentando en ese momento.

Le dolía todo el cuerpo, era como si alguien le estuviera triturando cada hueso, a la vez que algo comenzaba a agitarse en su interior.

*****

Nash despertó, estaba ansiosa por liberarse y salir a correr, por fin su momento había llegado, sin embargo, nada la preparó para lo que ocurrió, ese dolor que la martillaba de manera desgarradora, sobre todo cuando ella empezó a rechazar al mate que había escogido la diosa Luna para ellas.

Quiso detenerla, acallar sus palabras, ponerle una mordaza, pero ella no la escuchaba, no lo sentía, solo ese dolor palpitante, percibía el lobo del hombre, angustiado, apenado. Él trataba de explicarse, suplicando ser oído, mas ella no lo escuchó ni siquiera pudo entenderlo.

Escuchó el golpe del anillo a chocar contra el piso y esas palabras que sería lo último que reconocería.

—… Yo Lucía Verónica Davis, futura luna de la manada Lirio Plateado.

—¡No! Por favor, no lo hagas… debemos hablar —dijo el hombre con una expresión aterradora, pero eso no la detuvo, siguió con sus palabras de rechazo.

—Ante todo los miembros de esta manada, te rechazo a ti Damon Jones, como mi mate, mi pareja destinada y como mi alfa.

«¡No!» gritó Nash en su interior agitándose como las peligrosas olas del mar en una noche tormentosa, se sentía desgarrada, no sabía por qué diablos después de haber estado ansiosa para encontrarse con su mate, ahora se encontraba con esto, el dolor de la traición más esas palabras, sentía que era preferible la muerte.

—Acepta el rechazo —exigió entre dientes, mientras el hombre negaba con la cabeza.

Y después las palabras de él.

—Yo… Damon Jones… futuro alfa de la manada Lirio Plateado… acepto el rechazo de mi mate, de mi pareja destinada y como mi futura luna… de Lucía Verónica Davis —y con esas palabras, cayó en el suelo, asfixiado del dolor.

Justo en ese momento cayó de rodillas ante la atenta mirada de los presentes; los cuales no hacían nada para detener lo que ocurría, sus huesos comenzaron a doblarse a tal punto que comenzó a liberar gritos de dolor, hasta terminar transformándose, comenzó a correr, salió de allí enloquecida, dolorida, decepcionada, aullaba con un profundo sufrimiento, a pesar de nunca haberse transformado, el dolor de su cuerpo era nada comparado con el dolor de su alma, de su corazón… la traición… la traición, esa palabra se repetía en su mente como un mantra, se adentró en el bosque tratando de olvidar, de dejar atrás toda esa tristeza que se le colaba en las profundidades de su hueso, causando una sensación de fuego en su interior, la lluvia comenzó a caer, pero eso a ella no le importó, nada la detuvo. Siguió corriendo.

Se fue por el bosque, sin detenerse, sin disfrutar que todos sus sentidos se hicieron más sensibles, todo le era más nítido, podía oler y escuchar todo mejor a su alrededor, hasta sentir la brisa en su pelaje. El dolor seguía latente en su pecho, pese a ello, fue disminuyendo el ritmo de sus pasos poco a poco, se detuvo y examinó a su alrededor.

Estaba en un claro del bosque, con una fuente que brotaba agua cristalina en medio, rodeado de flores silvestres de varios colores. Era hermoso, era tranquilizador y ella necesitaba eso en ese momento. Se acercó a la fuente y bebió un poco de agua, notando como sus intestinos se calmaban inmediatamente, por un momento se olvidó del dolor, de lo herida que se sentía. Damon, el hombre a quien amaba, el hombre por el cual estaba dispuesta a todo… había aceptado su rechazo. No podía ser verdad… ¿Había soñado todo aquello? Se detuvo en seco y miró a su alrededor, no, no era un sueño, todo era real… Damon ya no era su mate y ahora estaba sola, quería dejar de sentir, que ese ardor en su interior se extinguiera, pero no ocurría, todo lo contrario, recordar lo hacía avivarse con más fuerza.

Sintió como si un puñal le atravesara el corazón, desconsolada, no sabía qué hacer, no contaba con nadie fuera de su manada y se negaba a regresar para que todos sintieran lástima de ella, y la señalaran ¿Cómo iba a enfrentar la vida después de eso? Se negaba a hacerlo, otra vez el dolor se agitó con fiereza en su interior, se sentía perdida y sin esperanza. Damon se había acostado con su prima, sin importarle ella, sin detenerse a pensar un solo segundo el daño que le hacía, ella lo dio todo, lo puso en un pedestal, le dio toda su vida, su tiempo, su amor y todo fue en vano, porque ahora estaba sin nadie, él… él nunca sintió lo mismo por ella, nunca la amó, por eso fue fácil traicionarla, humillarla, y hacerla objeto de su burla. 

«¡¿Por qué diosa Luna?!» gritó en su interior, exigiendo respuesta «¡¿Por qué me diste un mate que no me amaba?! ¿Cómo puede placerte mi dolor?» aulló desesperada, desgarrada.

Continúo sin rumbo fijo, sin saber adónde ir, en busca de un lugar que le sirviera para olvidar todo ese dolor, necesitaba un refugio donde poder llorar sus penas hasta que el cansancio la venciera y pudiera dormir, sin embargo, el dolor la nubló, hizo que ya no estuviera alerta, pisó en el borde del acantilado y sin poder hacer nada se resbaló entre el lodo, intentó aferrar más sus patas a la tierra, pero un trozo de ella cedió y cuando se dio cuenta comenzó a caer por el acantilado, mientras todo iba poniéndose oscuro y su último pensamiento, a pesar de todo, fue para Damon.

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