C30- EXPIAR SU CULPA.Estaba en mi estudio. La habitación estaba en penumbra, solo iluminada por la tenue luz de las velas. Me serví un trago de hidromiel y lo bebí de golpe. El líquido ardió al bajar, pero no me importó. Me serví otro y dejé la copa sobre la mesa.Cerré los ojos un momento, intentando calmar mi mente.Pero ahí estaba ella.Liona.Su sonrisa, su calor, su aroma.Todo de ella seguía grabado en mi memoria como una marca que no podía borrar. Podía verla tan claramente como si estuviera frente a mí, como si nunca se hubiera ido.Abrí los ojos de golpe, sintiendo cómo las lágrimas quemaban. Mis ojos estaban rojos, y no pude evitarlo. Tomé el collar que había sido suyo, el que encontré junto a su cuerpo y un sollozo escapó de mis labios, uno que no pude contener.La culpa y el dolor me carcomían.Porque todo era mi culpa. Yo debí haberla protegido. Yo debí haber estado allí. Cuidar de ella y darle el lugar que merecía. A mi lado, como mi reina. Pero no lo hice, no lo hice p
C31- DESEOS Y SECRETOS.Nico salió del estudio de Darius con el rostro serio, pero apenas cruzó la puerta, su semblante cambió. Caminó con paso rápido, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie lo viera. Y cuando estuvo seguro, se escabulló por un pasadizo secreto, uno que pocos conocían y que llevaba directamente a la habitación de la luna de la manada.Al llegar, la encontró esperándolo. Serena estaba allí, vestida con un camisón transparente que dejaba poco a la imaginación.—Llegas tarde —dijo ella con una voz seductora, mientras se apoyaba contra el marco de la cama con una sonrisa.Nico se lamió los labios, sus ojos recorriendo el cuerpo de Serena con lujuria. Y sin esperar más, comenzó a desvestirse de inmediato.—Estaba consolando a tu alfa —dijo mientras lo observaba con una expresión divertida—, pero... no escucha razones. Está sumido en su dolor por la muerte de la cocinera.Serena entrecerró los ojos, claramente molesta por lo que acababa de escuchar.—Pues tendr
C32- TIENES QUE ABORTAR.Susan caminaba de un lado a otro, con las manos inquietas y los pensamientos enredados. Cada tanto, se llevaba las uñas a los labios, mordiéndolas sin darse cuenta.—Nico... ¿por qué no llegas? —murmuró, su mirada fija en el camino oscuro.El sonido de unos pasos la sacó de su ensimismamiento. Su corazón se aceleró, golpeándole el pecho como un tambor. Giró rápidamente hacia la entrada y, al verlo aparecer, dejó escapar un suspiro de alivio.—Por la diosa... gracias a Dios —dijo, casi sin aire, mientras lo esperaba.Nico estaba ahí, pero su expresión era fría. Le dedicó una sonrisa, sin nada cálido en ella. Era mecánica, vacía. Suspiró antes de hablar.—Susan, será mejor que hablemos rápido, nena... sabes que...—Estoy embarazada —dijo ella, soltándolo de golpe.La expresión de Nico cambió al instante.Sus ojos se abrieron de par en par y por un momento pareció que no había entendido lo que acababa de escuchar.—¿Qué?—Estoy embarazada. Lo supe hoy —repitió Su
C33-RUMORES.El rostro de Susan se llenó de vergüenza. Sus palabras eran como cuchillos, cada uno más filoso que el anterior. Había dicho, sin ningún pudor, que ella era quien lo había buscado, que todo había sido culpa suya.—Así que mañana mismo vas a ir con una curandera del pueblo —continuó Nico, sin detenerse a medir el daño que estaba causando—. Le dices que vas de mi parte y tomas lo que ella te va a dar. No puedes esperar que el cachorro se forme, ¿entiendes?Susan lo miró, sus ojos azules ahora rojos, hinchados por las lágrimas que seguían cayendo, silenciosas. Su mente intentaba procesar lo que él acababa de decir, pero el dolor era demasiado.—¿Quiere decir que... que nunca me amaste? ¿Que...?Nico hizo un mohín de fastidio, como si la pregunta le resultara absurda, incluso molesta.—Tal vez deberías aprender a diferenciar entre "quiero follar contigo" y "te amo". Puede que te sea útil en el futuro.Susan se tambaleó, sintiendo que el suelo bajo sus pies desaparecía. El hom
C34-¡ARRUINADA!Susan sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. Su hermano lo sabía. ¿Cómo? ¿Desde cuándo? Su mente iba a mil por hora, pero su cuerpo estaba congelado.—¿Lo sabes? —preguntó en un susurro, con los ojos buscando desesperadamente a Nico. Pero la presencia imponente de Darius la obligó a mirar al suelo.―Si, por supuesto que lo se. ¡Y todos en la manada lo saben!Ella se estremeció el aura enojada de Darius, era como un peso que la aplastaba.—Hermano... —intentó decir, pero Darius la interrumpió con un gruñido que la hizo retroceder.—No puedo creer que me hayas decepcionado de tal manera, Susan —su voz era baja, pero cargada de una furia contenida—. ¿Cómo fuiste capaz? ¡¿Cómo?!Susan tragó con dificultad. Su garganta se sentía seca, y el miedo se mezclaba con la culpa que la estaba consumiendo.—Hermano... perdóname. Sé que cometí un error, pero... estaba ciega. Yo...Darius negó con la cabeza, mirándola con desaprobación.—Ahora todo tiene sentido. Todas esas
C35- EL SE HABÍA ENAMORADO DE MÍ.LIONA.Acariciaba mi vientre mientras tarareaba una canción suave, una que mi madre adoptiva solía cantarme cuando era niña. No sabía si mis cachorros podían escucharme, pero me gustaba pensar que sí. Era mi forma de conectarme con ellos, de decirles que los amaba incluso antes de que llegaran a este mundo.La brisa fresca del bosque acariciaba mi rostro, y cerré los ojos por un momento, dejando que el olor a tierra húmeda y pinos me envolviera. De repente, algo apareció delante de mí.Una flor.Era una luzaria, una flor que solo crecía en los lugares más altos y fríos de la montaña.Sonreí al verla. Sabía lo que significaba.Gideon estaba aquí.—¿Fuiste al otro lado de la montaña por esto? —pregunté sin girarme, aunque ya sentía su presencia detrás de mí.—¿Y qué si lo hice? —respondió Gideon con esa voz suya, cálida y segura, mientras me tendía la flor.Tomé la luzaria entre mis manos, admirando su delicadeza, y luego le di una sonrisa coqueta.—¿Sa
C36- ERES MI PAREJA DESTINADA.Tragué saliva, intentando mantenerme calmada, aunque mi corazón estaba golpeando tan fuerte que sentía que él podía escucharlo.—¿Ocu—ocultándome? —pregunté, mi voz sonando más insegura de lo que quería.Gideon tomó mis manos entre las suyas, sus dedos cálidos cubriendo los míos.—Primero quiero que lo tomes con calma, ¿ok? —dijo con un tono suave, casi tranquilizador—. Y segundo... no voy a obligarte a nada.Mi pecho se apretó, y el aire que respiraba parecía más pesado.—Bueno... si soy sincera... sí estás asustándome —admití, tratando de mantener la compostura.Él sonrió, y sus ojos verdes brillaron con algo que no pude identificar.—Ayla Silvermoon —empezó, y su voz sonó más baja, más íntima—. No soy un hombre que abra su corazón fácilmente, pero desde que te vi... tú... me cautivaste.Sentí que mi respiración se detenía. No supe qué decir, pero él no parecía necesitar una respuesta.—Al principio pensé que solo era atracción —continuó, respirando ho
C37- LA LOBA ARIA.LIONA.El calor en mi vientre era insoportable, cada contracción me arrancaba un gemido que apenas podía contener. Mi respiración era pesada, y cada esfuerzo parecía llevarme al límite. Pero Gideon estaba a mi lado, su mirada firme y llena de preocupación me sostenía más de lo que sus palabras podían expresar. Y su mano apretaba la mía con fuerza, como si intentara absorber parte de mi dolor.—Estás haciendo un buen trabajo, Liona —me dijo, sus ojos brillaban con un orgullo que me hacía querer seguir adelante, aunque mi cuerpo estuviera al borde del agotamiento.Runa, se movía de un lado a otro, preparando telas limpias y revisando cada detalle.—Respira, Ayla. Vamos, respira conmigo —dijo. Intenté seguir su ritmo, aunque cada vez que lo hacía, una nueva ola de dolor me hacía arquear la espalda.De repente, sentí una presión más intensa, diferente. Y mi cuerpo sabía que era el momento. Grité, no pude evitarlo, y Gideon se inclinó hacia mí, sus labios rozaron mi fren