Me despido de los chicos, una vez más mentí que iría a casa. Sin embargo, el único que me sonríe es Foss.
No soy tan buena mentirosa.
Cojo mi mochila, chamarra e impermeable y me adentro en el bosque camino a la casa del árbol.
El viento silba entre las ramas de los árboles, el olor a lluvia era más que evidente.
Tenía que apresurarme.
¿Cómo le explicaría? ¿Qué sucedería?
Preguntas y más preguntas rondaban por mi cabeza, no sabía el porque mi cuerpo reaccionaba de esta manera, últimamente no lo sabía. Una oleada de emociones me invaden abruptamente, como también ya era frecuente.
Debo acelerar el paso.
El sonido del río se escucha golpear contra las rocas. La hojarasca se queda en los bordes del mismo. Corro con dirección al árbol donde se encuentra la pequeña casita, al subir la escalerilla no hay nadie adentro.
¿Dónde está?
Sé que está aquí, por su mochila botada en un rincón.
Mi mente razonó toda la noche. En el fondo sabía que el tiempo se acaba, y no podía detenerlo. Así como debía apresurarme para ir a los laboratorios, también debía enfrentar a Dagan. Aunque muy en el fondo sabía que lo nuestro había terminado. La culpa me estaba comiendo por dentro. ¿Qué le diría? ¿Cómo empezaría? Mi pecho dolía, dolía mucho. Si podía alejarme de ambos, todo volvería hacer como antes. Volvería a ser la Brenna de antes. Intentaría serlo y de nuevo mi vida sería simple. Grisel y mi abuelo aún duerme, y es cuando decido qué es la mejor oportunidad para revisar el folder que los chicos nos dieron. Adentro de el hay dos mapas, uno es el camino de cómo llegar y otro es de las instalaciones del laboratorio por dentro. Tengo que darme prisa, pero algo en mi interior me dice que no podré sola. Hazlo. Me visto, sujeto mi cabello en una coleta. Por último, aunque ya no
— ¿Cómo se supone vamos a entrar? — pregunta Dagan tocando el alambrado. — Tenemos que entrar, no será en vano todo lo que recorrimos. — digo. — Podemos treparla, alguien de nosotros se quedara aquí a fuera para asegurarse de que todo esté bien. Doy un suspiro y veo lo que tenemos justo enfrente. — Yo me quedaré, subiré a aquel árbol — señala, Dagan —. Podré verlos desde ahí, cualquier cosa que ocurra usaremos la radio. River asiente. — Entonces hay que darnos prisa. Dagan nos da un abrazo y deposita un pequeño beso en mi frente, River al ver esto se voltea y comienza a trepar la valla. Me giro para seguirlo. — Ten cuidado con las púas de arriba — grita Dagan. — Estaré bien, ahora ve y escóndete. Cuando llego a la cima, me es más fácil saltar, ya que abajo está River esperándome con los brazos estirados. Al voltear hacia Dagan este ya se hecho a correr, nosotros no tardamo
Mi cuerpo sigue sin responder, me rehuso a levantar la mirada. Todos esos cuerpos en los contenedores de cristal. Chicas y chicos desnudos, con cables y tubos conectados a su cuerpo. Cuerpos por todos lados. No todos están agua, en algunas cajas hay luces de diversos colores como si estuvieran en un clima diferente. Dejo de andar por la habotación, cuando mis piernas no me responden. Me giro al sentir a River parado detrás de mí, el me sostiene. — Tenemos que irnos de aquí — susurra contra mi cabello. — ¿Qué pasará con ellos? ¿Mi madre? River me toma por ambas mejillas y lo miro, su mirada es triste, imagino el porque. — ¡Brenna! ¡River! — suena la voz de Dagan a través de la radio — ¿Están ahí? River me quita la mochila para sacar la radio. — ¿Qué ocurre? — Militares están entrando al edificio, ¡tienen que salir de ahí ahora! — ordena. Introducimos la radio de n
La noche empieza a caer. Me quedo observando las pequeñas gotas que bajan por el cristal, poco a poco van formando líneas que no parecen tener fin, pero al final llegan al límite logrando desaparecer. Supongo que así es la vida, tomar un camino aceleradamente yendo en diferentes direcciones pero al final tomas la misma trayectoria del principio y es cuando ya has concluido. River se encuentra dormido recargado en la ventana, después de todo si captó mi indiferencia. Su mano se encuentra no muy lejos de la mía, estoy por tocar la cima de sus dedos pero la camioneta se detiene de golpe. — ¿Qué sucede? — pregunta Dagan. — No lo sé. — Helena se queda viendo hacia la carretera —. El motor se volvió a averiar, tendremos que seguir a pie. El lugar no está muy lejos de aquí si caminamos a través del bosque. — De acuerdo, tomemos nuestras cosas y vámonos. — interviene, River ya despierto. — Pero no podemos dejar la camioneta aquí —
Gaia me pareció una chica linda, ni se diga el como me trato, todo lo contrario a Helena. Pero aún así ambas eran ese tipo de chicas fuertes, decididas, seguras.Eran ese tipo de mujer que me gustaría ser.Serán buenas chicas para ellos.Si ellos son felices debería estar más que satisfecha, más que feliz.Sigo andando sin alejarme mucho del campamento, aún puedo ver el humo que asciende hacia el cielo gris. Bajo la mirada y enseguida algo llama mi atención, es una pequeña flor blanca como la que River me dio hace un tiempo.En realidad es una flor de lluvia, no es parcialmente blanca, sino cuando el agua la moja esta se vuelve transparente. No lo supe hasta que leí un libro de herbolaria, quede encantada y debo admitir que me dio pena seguir arrancándolas. Pero al ver esta decido no hacerlo, haré como si no lo hubiera visto, así como debería hacerlo con todo.Seguir y seguir, para no ve
El que hicieran reuniones hacían olvidar por un momento donde te encontrabas.No había militares que te reprimían, no había toques de queda y mucho menos preocupaciones por una lluvia que te arrebatara la vida.No las había ahora.Los chicos tienen pequeños instrumentos, desde ukeleles y armónicas, sonando para que el ruido de nuestras vidas se olvide.No hay lugar para el miedo.No lo hay para el temor.Solo existe un grupo de personas intentando vivir, sí vivir, porque el sobrevivir se comenzaba a dejar atrás.En el centro hay una hoguera con gente reunida, yo incluida.Chicos bailan y parlotean por todos lados, dejándose llevar por el ritmo.Cierro mis ojos y me dejo llevar por las notas, puedo asegurar que a Grisel y a mi abuelo les gustaría estar aquí.— ¿Te estás divirtiendo?Me giro a mi derecha y esta Gaia mirándome con ent
— Deberíamos irnos, los chicos se preguntarán donde estamos — me levanto aún sintiendo su mano sobre la mía.— Tú no quieres estar allí.— ¿Por qué lo dices? — River se levanta y se sitúa frente a mí.— Por Dagan.— Estás interpretando mal.Me alejo de él, pero no tarda mucho en tomarme por los hombros y pegarme contra un árbol.— ¿Qué estás...— ¿Estoy interpretando mal? ¿Crees que no veo lo que intentas hacer?— ¡Tú siempre crees saberlo todo, pero no es así! — levanto mi voz acercando mi rostro hacia él.— Intentas que Dagan te supere con Gaia — grita — ¡Intentas seguir alejándome a mí!— Tú no tienes ni idea — le apunto.— Yo sí, créeme que la tengo — me asegura —. Querer intentar buscarnos a alguien &iques
Corremos a través del bosque empapados por la lluvia. Esta se detuvo poco después. Al correr olvide por completo el dolor de mi pierna. River tenía la capacidad de hacerme olvidar las cosas. Casi siempre. Salimos de los árboles, yo primero y River viene detrás. Así tal vez no nos notarían. Pero fracasamos. Gaia viene corriendo hacia mí. — ¿Dónde estabas? — Uhm... yo — Gaia mira detrás de mí y ve a River salir. La veo sorprendida. — Gaia, relájate, solo caminamos. No es como si la hubiera besado o algo así, no ves que aún puede sostenerse por sí misma. Lo miro apretando los dientes. River pasa entre nosotras guiñándome un ojo. — ¿Fue mentira? ¿Por qué en este momento estás muy roja — dice Gaia en tono divertido. — No es por él —no del todo—. Es un efecto de la lluvia. Y es la verdad, es como si mi piel aún se estuviera adaptando. — Te