La relación de Camila y Adrián se afianzó conforme avanzó el tiempo. Los padres de Adrián y sus hermanas la amaron y los animaron a casarse pronto, pues no les cabía duda de que estaban destinados a estar juntos. Los padres de Camila también estaban encantados con él y Gianna no dejaba de repetirles que aunque Camila estuviera un poco descarriada, seguía perteneciendo a una familia religiosa y que no estaba bien que vivieran con sin antes estar casados por la iglesia. Casarse no era algo que le preocupara a Camila y Adrián no estaba desesperado por hacerlo, pues le había dado la libertad de perseguir sus sueños. Sin embargo, la idea de ser marido y mujer no era un pensamiento que les desagradara. Ambos estaban seguros de que querían pasar toda la vida juntos.
—¿Ya estás lista? —Se acercó por detrás y la abrazó oliendo su cuell
La noche más esperada por Camila llegó. Era su debut como empresa independiente en la pasarela del evento más importante de la moda en Milán, la Fashion Week. Teen Today tendría su oportunidad de brillar ante el mundo.Todo estaba listo. Luka miró su reloj y otra vez, mientras la desesperación se apoderaba de él. «¿Dónde estás, Camila? No puede ser que llegues tarde a tu gran noche». Luka empezó a preocuparse y a temer lo peor. Entonces, decidió marcar al celular de Camila, pero le contestó el buzón de voz. Lo intentó con el móvil de Adrián y obtuvo el mismo resultado. El sudor empezó a correr por su frente y la transpiración de su cuerpo mojaba su traje. Decidió que debía hacerse cargo de todo esperando que la demora de su amiga no fuera por complicaciones con su bebé. Lo que Luka n
Camila se recuperó poco a poco de sus heridas físicas, pero no volvió a ser la misma. Su madre se quedó en Milán hasta que sanó, pero el día que se marchó la soledad y el silencio reinó en el apartamento. Por un tiempo, Camila estuvo muy deprimida y no quería salir de la cama. La última vez que le dirigió la palabra a Adrián fue para decirle que necesitaba estar sola y lo desterró de la habitación que compartían. Él estaba muy dolido y se sentía solo, pero comprendió la tristeza de ella e hizo lo que le pidió. Sin embargo, llegó el momento en que no pudo resistirlo más, pues cada día que pasaba su relación se resquebrajaba más profundamente.—Camila, necesitamos hablar.Ella no contestó y cubrió su cabeza con la sabana. Adrián se sentó en la cama jun
Tiempo despuésCamila miró a su hermano Christian mientras conversaba con su padre en el altar y sonrió. Ella nunca pensó que él dejaría el sacerdocio por una mujer. Recordaba como si fuera ayer la cara de horror que puso su padre y las lágrimas de su madre. El hijo predilecto era humano y se había enamorado de una mujer. Al principio, sus padres buscaron un culpable y quien mejor que Camila. Ella le presentó a una amiga que conoció en Estados Unidos, una vez se fueron de vacaciones a Grecia y Camila los envió solos al viaje. Sus padres tenían un poco de razón, a Camila nunca le agradó que su hermano fuera sacerdote; pero lo cierto era que ella no lo había planeado. Sin embargo, estaba feliz por los dos y aceptaba gozosa la culpa.—La capilla está exquisita. Te luciste —escuchó que un sexy hombre con traje neg
Camila estaba petrificada. Nunca se imaginó que perder la movilidad de su cuerpo sería la reacción que tendría al verlo de nuevo. Recordó la última vez que vio a Adrián. Estaba sentado al otro lado de la mesa en la oficina de un abogado con los papeles del divorcio en frente. La mente de Camila estaba inquieta. En un segundo recordó todo lo vivido y se detuvo en el peor momento de sus vidas: cuando perdieron a su hijo. Ese recuerdo la mantenía firme en su decisión de abandonarlo.Su presencia en ese momento la perturbó mucho. Ella pensó que no volvería a verlo jamás, pero ahí estaba él. Vestía un traje negro de gala y llevaba su barba bien arreglada, lo que hacía que luciera muy sensual ante los ojos de ella. Los hoyuelos en sus mejillas seguían provocando la misma reacción en ella y se odió a sí misma por ello
Camila provechó que su madre acosó a Adrián con preguntas, y se marchó de allí con Matteo y así evitar cualquier situación incómoda.—No te preocupes por él, Matteo.—No me preocupa tu ex. Solo me molesta su forma de expresarse.—Bueno, es un invitado de mi madre y no puedo echarlo aunque quiera. Solo hay que resistir unas cuantas horas y nos iremos al hotel tú y yo solos. —Le dio un tierno beso en los labios para calmarlo.Matteo era un hombre increíble. Ambos hablaban el mismo idioma y se entendían a la perfección en cuanto a moda y pasarelas; además, ambos eran unos apasionados de sus empresas y disfrutaban mucho estar juntos. Incluso, su empresa era una de los mayores proveedores de textiles de la empresa de Camila. Hasta el momento, la relación de ellos estaba basada en la pura necesidad carnal y laboral, pero
Camila regresó a su lugar junto a Matteo e hizo un esfuerzo sobrehumano para que él no notara que estaba alterada y que lo único que deseaba era marcharse de aquel lugar. Sin embargo, por amor a su hermano y su cuñada, debía resistir.La recepción transcurrió con normalidad. Los flashes de las fotos que se tomaban parpadeando en todo momento, uno que otro familiar demasiado contento a causa del exceso de bebida, otros disfrutaban de la comida, conversando o bailando al ritmo de la música. Los novios se pasearon por las mesas y todos los felicitaban y les deseaban lo mejor. Alguna prima entrometida les preguntó que cuándo llegarían los niños y otras solo murmuraban si él se había enamorado o ella lo había sonsacado para que dejara el sacerdocio. De vez en cuando, Camila giraba su cabeza hacia el lugar donde se encontraba Adrián, y le enojaba que se most
—Buongiorno, Julia.—Buongiorno, señora D’Angelo —contestó la asistente colocándose de pie.—¿Hay alguna novedad?—Puse sobre su escritorio el reporte de ventas del último mes que preparó el contable. También han traído las muestras de telas que solicitó. El señor Caruso dice que cuanto antes debe escoger las que le gusten para tener una reunión con los proveedores.—Está bien. Por favor, no me pidas el almuerzo. Voy a salir al medio día. Gracias, Julia.—De nada, señora. ¿Desea tomar café?—No, gracias.Camila caminó hacia su oficina que era espaciosa y elegante. Desde allí tenía vista a todo lo que ocurría en el piso, pues estaba de frente a una pared de cristal con cortinas corredizas blancas que podía cerrar cuando quis
Frente a Camila estaba Adrián sentado detrás de un escritorio donde pudo leer una placa que decía: «Dr. Adrián Álvarez, Director General».—Ya lo entiendo todo.—Buenos días, Camila. —Se colocó de pie y le indicó que se sentara en una de las sillas frente a su escritorio.—Gracias, pero no me quedaré mucho tiempo.—¿No vas a felicitarme por mi nuevo puesto? —Ella lo miró con desdén y levantó una ceja.—¿Me llamaste para que te adulara y te felicitara porque ganaste la plaza de director?—Que tonto he sido. Soy yo quien debo felicitarte por tu compromiso.—No he venido aquí para esto. —El enojo le brotaba por los poros.—No, ese no es el objetivo. Siéntate, por favor. Creo que podemos hablar como gente civilizada. No te he llama