Fabio se sentó sobre el suelo maloliente de su celda, después de ser sometido por dos agentes policiales. Al menos estaba recluido fuera del hacinamiento en el que fue asignado al principio, ahora como sospechoso en prisión preventiva.Solo porque uno de los detectives del caso le dio información extraoficial sobre una nota encontrada entre las pertenencias de Susana, donde indicaba un lugar, una fecha y una hora que coincidía con la gala benéfica de los Herrera.Jamás se le cruzó por la cabeza que en esa zona tan peligrosa de la ciudad iba a encontrarla, casi sin vida, sangrando, inconsciente. Sus manos temblaron de nuevo al notar las manchas de sangre que aún las cubrían.Nunca iba a olvidar aquella sensación de impotencia y miedo al sostener su cuerpo frío, inerte. Negó, sosteniendo su cabeza. Tratando de idear una forma de averiguar qué había sido de ella.No le importó que al menos un minuto después de dar con Susana, un par de policías iluminaron su rostro con una linterna y le
Casandra se impacientó en su tercer recorrido al pasillo de la sala de espera donde debía aguardar. Al no ser familiar de Susana, no tenía autorización de verla. Por lo que, su única salida era que Josh le echara una mano con el protocolo.No quiso avisarle a nadie sobre su cambio de planes, pero las fotos que Sara, su asistente, le entregó, la dejaron con un nudo en el estómago. Ella tenía fuertes lazos con uno de los detectives que llevaba el caso y le informó que, cuando se dieron cuenta de que Susana estaba vinculada con Raúl Díaz, todo cambió en la línea de investigación. —Hola, mi alma gemela… —saludó Josh mientras se quitaba el gorro que usaba en sus operaciones y se acomodaba el lacio cabello color azabache.—Te ves terrible —mintió Casandra al verlo y es que a pesar de las ojeras que se notaban a simple vista, parecía recién salido de una sesión de fotos.Era atractivo y ahora después de aquella noche estaba más que segura de que si no hubiese visto a Fabio
Hunter la esperaba afuera y aceleró el paso para ponerse frente a ella, impidiéndole el avance. Cuando lo miró con cara de pocos amigos, él señaló abajo y la hizo darse cuenta de que seguía descalza y con los zapatos en la mano. Así que se negó a pensar en los cuchicheos del personal judicial que despertó en los pasillos que acababa de dejar atrás. —¿Estás bien? —Su ceño se arrugó y reconoció esa mirada de interrogatorio militar, así que fingió estarlo.—Claro, solo estoy muerta de cansancio. Llévame a casa de Josh. —Siguió caminando hacia el auto que se acercaba por la calle.—El médico no se encuentra en su casa. —El tono reprobatorio provocó que se girara.—No te lo he preguntado, Hunter. Te ordené que me llevaras a su casa. Obedece.El rubio asintió con la mandíbula tensa. Ella no tenía ni las fuerzas ni las ganas de discutir con él. Por el contrario, estaba sumamente agradecida, porque lo conocía y sabía que hubiese sido sencillo para él limitar sus recursos y exper
Josh no supo cuánto tiempo estuvo dormido, pero al abrir los ojos y descubrir a Casandra lo hizo pensar en lo insegura que se estuvo mostrando en los últimos días y lo tenía preocupado. No quería que Fabio siguiera cometiendo errores con ella. Si seguía comportándose así, la perdería, porque una mujer como ella no lo perdonaría nunca. Era diferente.Estaba seguro de que ella lo amaba, pero su personalidad no le permitiría doblegarse ante él, jamás, y tampoco le permitiría que con cada obstáculo decidiera alejarse y buscar apoyo con alguien más.Cuando escuchó el desorden de afuera supo que el imbécil de Fabio estaba peleando con Hunter, y por un momento deseó que el inglés le partiera algo por ser un maldito escandaloso.Así que le dio un beso en la cabeza a Casandra, esperando que el estrépito no la despertara. Pero no resultó como esperaba y ahora Fabio estaba en la puerta mirándolo con ganas de matarlo.—¿Así que en esto has estado en lugar de ir a mi juicio? —Fabio hizo un gesto d
Casandra aún sonreía al notar que el auto de Josh la seguía desde el restaurante hasta su apartamento. No tenía idea con qué se encontraría en él, así que, a pesar de la reticencia de Hunter, le dio la noche libre y se despidió de su enfadado amigo. Pero este se ofreció a acompañarla a la puerta para cerciorarse de que Fabio, de encontrarse allí, no sufriría daño alguno por su parte. Eso provocó que se ahogara de risa. No se consideraba una mujer violenta, pero tampoco era una sometida y si él la provocaba no había certeza de cómo acabarían las cosas. Mientras el conductor de la camioneta la llevaba a través de la ciudad, planeó cada uno de sus movimientos en los próximos días, tomando en consideración las posibles variables que generaba el que el hombre con el que salía y por el que estuvo a nada de entregarle su corazón por completo trabajara con ella. No sería complicado librarse de él, pero la vida contaba con un sentido del humor tan peculiar que el tiempo
A media penumbra, Casandra observaba con poco interés lo que una de las abogadas de laboral explicaba a los que componían la mesa de reuniones, mostrando las diapositivas con estadísticas de los logros del último mes.Ella solo podía pensar en que debió posponer la reunión hasta que, al menos, pudiese haber dormido decentemente. Vio que Sara se removía en su asiento y eso llamó su atención. Su asistente le hizo señas para que mirara su teléfono.Lo había silenciado antes de entrar y no tenía intenciones de revisarlo frente a sus colegas, pero la insistencia de su amiga la convenció. Tenía un mensaje suyo que decía: Fabio se encerró en su oficina con una rubia hace media hora.Eso respondía su duda de por qué no estaba presente esa mañana y no fue capaz de evitar el oprimir el aparato con fuerza, imaginándose que era su cuello. Una cosa era su relación y otra muy distinta sus responsabilidades laborales.Si de ella dependiese, aún estaría bien cobijada y aco
Esos juegos de Casandra lo dejaban fuera de base, y aunque supo de inmediato que solo lo hizo por dar de qué hablar en la oficina, no estaban ni cerca de solucionar sus asuntos.Pese a ello, ese movimiento le daba una leve esperanza de que no lo odiaba tanto como para acercarse a él y simular que lo haría suyo en el ascensor. Moría de ganas porque fuese así.No había dormido nada y por lo que podía notar ella tampoco, pero debía reconocer que manejó las cosas de la peor manera y ahora tendría que encontrar la manera de resarcir el daño.Aquella mañana, las revistas de sociedad se iban pasando de un escritorio a otro en la oficina, y las fotografías de la familia Herrera se grabaron a fuego en su memoria. La visión de la mano de Pablo reposando cómodamente sobre el hombro de Josh, y este último envolviendo la cintura de Casandra con su brazo, le produjo un fuerte impacto.—Hablemos cuando regrese —dijo ella, sacándolo de sus pensamientos e impidiendo que le mencionara aquello.—Sobre
Casandra le agradeció a Hunter, presionando su mano por un instante. Tomó otro trago de jugo de fresas y recorrió con la mirada la barba de tres días que llevaba, los labios sonrosados, la nariz recta y sus ojos que con frecuencia le parecían demasiado fríos cuando estaba de guardia, ahora lucían llenos de ternura y de preocupación.—¿Mejor? —le preguntó, empujando el vaso una vez más a su boca. —Sí.Casandra asintió para reforzar su respuesta y se preguntó cómo de la noche a la mañana, Hunter se volvió tan normal a sus ojos. Al volver a casa de sus padres y enterarse de que le pidieron volver, se le mojaron las bragas al recordar sus encuentros, y aun en el viaje de regreso mantuvo en un rincón las ganas de desvestirlo y hacerle de todo.Sin embargo, ese salvajismo y esa atracción irreverente que los dominó a ambos desde que lo asignaron a su equipo de seguridad después de su divorcio, ahora parecían haberse esfumado.Se burló de sí misma al darse cuenta de que m