Las horas pasaban de manera lenta, sin embargo parecía que su cuerpo exigía más con el avanzar de las agujas del reloj.Su mano se encontraba cubriendo con pereza sus ojos. Había intentado dormir por más de media hora sin conseguirlo, así que se limitaba a evocar recuerdos en su mente, algunos momentos felices que no ocurrirían nunca más puesto que una de las personas que era participe de ellos estaba muerta y la otra parecía haber desarrollado algún odio hacia ella con la revelación de las noticias que habían tenido cuando Jimmy murió.Llevaba más de una semana sin tener noticias de Gavin.Era increíble como las cosas podían cambiar en cuestión de minutos. Y también como ella misma podía cambiar con las circunstancias vividas.Jimmy había muerto. Había perdido a Gavin para siempre. Y lo más sorprendente de todo era que no había tenido tiempo de pensar en su progenitor ni un solo minuto desde que el descontrol comenzó a hacer mella en su vida de manera lenta pero concisa.— Ese no es
— ¿Estas completamente segura? — Leah asintió con la cabeza y le tendió las pruebas de embarazo a Kyle.Observó con detenimiento como el rubio miraba las pruebas en sus manos y luego cerraba los ojos. Cuando los abrió había decisión, y tal vez algo de miedo en sus ojos, pero se lo notaba listo para enfrentarse a cualquier cosa.— Esto no es algo que tenía planeado. —murmuró ella tomando asiento en la cama, miró sus manos y vio que temblaban. Estaba nerviosa, confundida, indecisa y por sobre todo, estaba aterrada. No había forma en el mundo en el que ella pudiera hacerse cargo de un niño…ser una buena madre.Nunca había tenido un ejemplo de lo que significaba una buena madre, su madre solo le había enseñado como ser una completa perra y disfrutar del sufrimiento de los demás, además de enseñarle que no todas las personas venían con el instinto materno incluido, al menos no para ella.— ¿Qué quieres hacer? —preguntó Kyle tomando asiento a su lado, agarro una de las manos de Leah y ella
Aquel que mira al mundo por encima del hombro siempre cae.Y ella cayó; tan profundo que se dañó para siempre.Para Leah las cosas siempre son servidas en bandeja de oro, como hija del mafioso más buscado de USA, como hermana de los miembros más respetados del FBI y como protegida del MC Black Crows. No había forma de que las cosas salieran mal.Pero un día, un día donde no obedece una orden, un día donde solo decide ser una adolescente más, es suficiente para que pague por ser hija del enemigo. Ahora ya no se siente segura en ningún lado, ni siquiera en su propia casa.¿Sera él capaz de ahuyentar todos sus miedos?
Los Ángeles, California — 3 de abril de 2017Una mano envolvió su cabello y tiró de ella con fuerza ocultándola en el callejón, las cosas no pintaban nada bien desde que se había escapado del colegio para visitar a un amigo, súmenle a eso las constantes cartas de amenaza que recibía y los pasos que sabía que la seguían cuando caminaba sola por algún lugar. No era tonta, ella estaba completamente segura que la gente que estaba a punto de secuestrarla planeaba hacerlo desde hace mucho tiempo y las cosas que ella sentía era solo su inconsciente avisándole sobre el peligro que se avecinaba.Quiso gritar, pero era demasiado tarde, una mano con guante presionó con fuerza su mandíbula para evitar que el grito salga de su garganta.Los ojos le escocían, no lloraba desde hacía tiempo, pero ahora sentía el miedo real cruzando por sus
Dos meses después del incidente…15 de julio de 2017Anthony Norman Reeves y Nickolas Carpenter fueron condenados a veinticinco años de prisión sin libertad condicional. Los hermanos de Leah se habían encargado que todo el peso de la ley cayera sobre ellos a medida que el juicio se iba llevando a cabo. Habían sacado trapos sucios de los criminales de hasta debajo de las rocas. El final había sido bueno, pero sus hermanos seguían refunfuñando que hubiesen preferido cadena perpetua a unos míseros veinticinco años.Ella por su parte estaba feliz, sabía que a partir de ahora tendría que tener más cuidado a la hora de salir de casa, porque enemigos de su padre había por todos lados, pero enemigos de sus hermanos…bueno, el mundo estaba lleno de ellos.No solo por las empresas multimillonarias que ellos dirigían, herencia de su
19 de junio de 2017— Vamos chicas que si quieren un cuerpo digno tienen que hacer los abdominales. —ladró la voz de la instructora del gimnasio.Leah soltó un resoplido mientras contaba cuantos abdominales iba haciendo en su mente. Sentía como si fuego quemase dentro de su estómago mientras tenía las piernas en el aire y realizaba los abomínales sin pegar su espalda al suelo.Resultaban más difíciles de lo que parecían, y lo decía por experiencia propia.— Okay, pueden detenerse. — habló la mujer. Todas dejaron sus movimientos y se desplomaron sobre las colchonetas.No importaba su sudorosa espalda, o el agua que corría desde su rostro hasta su pecho. Nada importaba, solo la sensación de calma que les brindaba ese pequeño descanso de un minuto.— Ay por Dios, siento como si fuera a parir. &mdas
20 de junio de 2017El auto se detuvo frente a lo que algunas personas les gustaban llamar mansión, ella lo sabía que solo era una casa muy grande con personas vacías. Las personas que había dentro de esa casa eran movidas por el dinero, intereses políticos y también la ventilación de trapos sucios de aquellos a los que odiaban.Esta vez ellos serían los que estarían del otro lado, serían ellos los amenazados y por sobre todas las cosas ellos serían los que oyeran los pecados de toda la familia.Casi se regodeo por ello, y estaba mal, lo sabía.Pero una de las reglas principales que su padre le había enseñado cuando niña era “Nadie se mete con un Héller y vive mucho tiempo para contarlo”. Sus hermanos seguían esa regla al pie de la letra a pesar de odiar con todo su ser al hombre que les había dado la
20 de junio de 2017Caden apareció segundos después que ella, seguía vestido con el pantalón de pijama y su torso estaba desnudo. Su rostro se mostró confundido y luego lo endureció en una expresión que conocía demasiado bien.— Buenos días. —saludó.La señora Haroldson se volteó y soltó un grito de horror.— Ve por una camiseta Caden, no puedes recibir a las visitas de ese modo. —Caden miró a su padre y este se encogió de hombros. No obedeció a la mujer.— No estaremos mucho tiempo. Caden ¿podríamos hablar contigo a solas? —pregunto Daniel, poniéndose de pie.— No, todo lo que tengan que decirle a él…—comenzó la señora Haroldson.— Si, vamos a la oficina de mi padre. —Caden miro a su padre y este asint