Alexandra
Al poco tiempo del despegue nos quedamos todos dormidos, por primera vez no soñé con ese día, en mis sueños estaban Bruno y Mateo, recordando la primera vez que estuve con los dos juntos, en un lugar muy parecido a dónde vamos ahora.En un parpadeo llegamos a la isla, la azafata que está con nosotros nos despierta para avisarnos que habíamos llegado, no me di cuenta en qué momento aterrizamos o si el piloto habló, creo haber sido la última en despertar, los gemelos siguen durmiendo, lo que quiere decir que no despertarán en toda la noche.Aún dudo de como actuar con ellos, mi pecho está apretado, un nudo en la garganta cada vez quelos veo – ve, habla con ellos, los necesitas tanto como ellos a ti – me dice Mía mientras terminamos de bajas las - tengo miedo – ellos no, solo ve – aún no entiendo cómo Mía fue capaz de aguantar estos meses, fui completamente una idiota con ella, con todos.Acosté a los niños en sus camas, debe ser por lo menosPor primera vez en meses me sentía viva, volvía en mi con cada movimiento, con cada jadeo sobre Bruno, con cada centímetro recorrido por sus manos en mi cuerpo. Le pido a Mateo que se acerque para ayudarlo a que su erección vuelva, no tuve que hacer mucho, un par de movimientos y estaba completamente duro. Al mismo tiempo Bruno aumenta los movimientos saliendo bruscamente de mi, afirmándose con su mano, controlando su respiración en mi boca. Mateo me mira con una sonrisa curvada en sus labios, de que es lo que quiere – va a ser una noche muy larga – me dice Mateo tomándome en sus brazos – nos debes muchas – dice Bruno mientras camina al baño. Mateo se sienta dejándome de espalda a el, sentándome sobre él, una mano me afirma de mis pechos apretándolos, mientras la otra juega con mi clítoris, subiendo y bajando, su boca y lengua recorren mi cuello, la adrenalina en mi cuerpo me recorre por completo, mi cuerpo se siente bien, mis caderas se mueven al compás de las manos de
Mía Busque la habitación más alejada de la de ellos, lo más probable es que tengan una intensa noche, me coloco los audífonos en caso de que eso no sea suficientemente lejos, no hay señal de teléfono ni internet en la isla, por lo que me puse a ordenar mis cosas en una pequeña cajonera, nos son muchas puesto estaremos solo una semana aquí, el lugar es mucho más lindo de lo que imaginaba, y eso que es de noche, el cielo esta completamente iluminado por las estrellas y la luna, no hay rastros de contaminación, el aire es salado pero aún así me gusta, despeja mi mente. Terminando de ordenar mis cosas por instinto tomo mi teléfono, habían por lo menos unos veinte mensajes de Nicol “no te quiero perder” “sabes que te amo” “no quiero a nadie más conmigo” “dime si estás con alguien” “respóndeme” “ dime algo” Todos así, el más preocupante “lo que me pase será tu culpa” me quiere culpar por haberla dejado, cuando le dije que ya no es como antes, que quería que fuera realme
Alexandra me abraza por la espalda, no la sentí entrar al agua, envuelve sus piernas y brazos en mi cintura y me muerde el lóbulo de la oreja - ¿Qué haces? – te vi y quise acompañar – su lengua rosa mi mandíbula, si no estuviéramos en el agua diría que es ella la que me tiene mojada - ¿Bruno y Mateo? – preparan el desayuno – trato de girarme – no lo hagas, estoy desnuda- no sería primera vez que te veo así – si, pero tu aún traes… algo – baja sus piernas mientras su mano baja por mi abdomen hacia el contorno de mi traje de baño, metiéndose suavemente apretando mi clítoris, masajeando y acariciando mis pliegues – espera nos vamos a hundir - ¿Seguimos adentro? – su mano no deja de moverse, estoy tan excitada que no me atrevo a detenerla de nuevo – si no te gusta me detengo – no – afirmó su mano sin dejarla sacarla. Amo esa sensación, sus manos recorriendo mi cuerpo excitándolo haciéndolo llegar a su límite, su boca probando lo que está a su paso, toma mi barbilla girándome a ell
Alexandra El primer día solos con los niños fue agotador, si no fuera por qué hay muchos lugares a los que podemos ir en la isla los tendría todo el día corriendo dentro de la casa, amaron el agua cálida que nos rodea, los senderos los recorrieron con mucha energía, se que son muy pequeños y cada ve que se cansaban Mateo y Bruno los cargaban. Mía me ayudó mucho con ellos, no mencionamos en todo el día lo ocurrido en la mañana entre nosotras, miraba de vez en cuando su figura delante de mi, esos pantalones cortos me dejaban con ganas de más. Llegó la hora de la cena, Mateo y Bruno se ocuparon de ella mientras Mía y yo bañamos a los niños, para ellos también fue un juego estar en esa inmensa tina de baño, tiraron agua por todos lados, quedamos tan mojadas como ellos, los fuimos a vestir y volvimos al comedor para cenar, estaba todo preparado. Terminamos y mía nos dice que ella puede ordenar para que vayamos a acostar a los niños, ellos ya estaban rendidos con todo
Mateo había llegado con un bolso, ahí traía toallas para secarnos, para ellos no fue difícil, estaban con sus shorts, en cambio nosotras solo en un vestido y bragas – mejor entremos – pide Mia – si quieren ver el atardecer mejor nos quedamos – habla Bruno – pero miren como estamos, no traemos más ropa y solo hay toallas – sin ropa se ven mejor – ambas nos asombramos – amor no les vamos a hacer nada… que no quieran – sus miradas cómplices me hacen estremecer – bien, les digo sacando mi vestido mojado – todo – dice Bruno – termino quedando sin ropa en frente de los tres, veo a Mia que hace lo mismo, pero ella solo me mira a mí – aquí – apunta Mateo, había estirado una manta en la arena para nosotros – terminamos de acomodarnos me senté abrazando mis piernas, Mía hacia lo mismo, se que le incomoda estar así cerca de hombres, ella es lesbiana no bisexual, asiqué me acerco a ella mientras vemos el atardecer. Mateo y Bruno están sentados detrás de nosotras, los colores del atardecer
Mía En este momento no me importa nada, sentir el cuerpo caliente de Bruno me da sensaciones extrañas, pero agradables, hoy no hay condiciones para estar con ellos, quiero saber que se siente, Bruno es gentil y sube con sus toques y besos en mi cuello, siento las manos de Alexandra y Mateo en mi pierna, la tomo para hacerla tocarme, y yo la toco a ella, sus dedos son suaves, van de arriba a abajo sin dejar el ritmo de mis caderas que piden más, mientras Bruno juega con mis persones. La noche termina de caer, mientras mi cuerpo se calienta como si el sol estuviera en su punto más alto, a pesar de que Bruno está con su short puedo sentir su erección en mi espalda, con cada movimiento de su mano me muevo más frotándolo, aguantando lo más que puedo para no tener un orgasmo, me resulta difícil, sus movimientos se apresuran en mi y termino sediento dejando su mano tan mojada como la toalla que está debajo de nosotros, ella tampoco tarda mucho, la puedo sentir encorvar su espa
Esperamos a que salieran de la habitación, aún estaba medio aturdida al saber que estaría sola con él – si no estás segura lo podemos dejar – creí que se quedaría – si quieres la busco – no, está bien, solo – Aparta un mechón de cabello colocándolo detrás de mi oreja – tu tienes control, paro cuando tú digas – Recorro su cuerpo suavemente con mis manos, se cómo es su cuerpo, su calor, el estar solos ahora lo hace distinto, lo tengo solo para mí, bajo su mirada encontrándome con su erección – no tengas miedo Mía, ya te dije, nos detenemos si tú lo quieres – mi mano temblorosa se acerca tocando lo solo con la yema de los dedos, Bruno termina apoyándose en la cama con sus manos, termino tomándolo con la mano completa, subiendo y bajando, de vez en cuando mirando para ver su expresión. Nunca había sentido las ganas de tener sexo con un hombre, siempre creí tener mi sexualidad definida, que solo me gustarán las mujeres. Me subí a horcajadas de él, frotándome en su erec
Bruno Había olvidado lo que era tener sexo con una chica virgen, menos haberle dado el control, ella no solo era virgen si no que también lesbiana, las veces que a estado con nosotros solo está con Alexandra, y ella ahora nos dejó solos. Termine de limpiar sus piernas y la noto que se está quedando dormida, la cubrí con una sábana y salí de la habitación dirigiéndome a dónde están Mateo y Alexandra. Miro por el pasillo y veo que las luces de afuera están prendidas, estaban en la terraza, me acerco despacio, Alexandra está sentada en la piernas de Mateo, al Vero lo que hacen mi erección está más que lista - ¿Me puedo unir? – Alexandra estira su mano, la tomo y me uno, sin duda está noche será intensa. No fue mi intención dejas sola a Mía, le pedí a Alexandra que durmiera con ella después de que nos bañamos. A la mañana siguiente fui a ver a los niños, estaban despiertos jugando en su cama, Rey, al verme se baja y corre a mis brazos a los pocos segundos s