Mía Nunca me atreví a buscar de nuevo a Alexandra, la veía siempre que tenía una reunión con Lourdes, las que fueron más recurrentes desde que le llegaron las amenazas, vi todo lo que pasó aquel día, sus ojos perdidos, su alejamiento con Bruno y Mateo. Estaba tan cerca y a la vez tan lejos, yo era la que menos derecho tenía de sentirme así, de extrañarla, de quererla, era injusto para mí, para mi novia que pasó semanas tratando de arreglar nuestra relación, cada día que estaba con ella pensaba en Alexandra. Desde que comencé a trabajar como su secretaria, por petición de Lourdes, me aleje más de mi novia, no por qué ser su secretaria demandará mucho, era casi el mismo trabajo que con Lourdes, si no por qué estando más cerca de Alexandra todo cambiaba, a pesar de sus cambios de humor, de que era más fría, no solo conmigo, en estos dos meses muchos se alejaron de su lado sin saber por qué se comportaba así, las únicas que quedamos cerca de ella fuimos Lourdes y yo, y
Sus manos recorren mi cuerpo, no puedo evitar hacer lo mismo, de la nada quedo sin la blusa y mi brasier – Nicol – su lengua aprieta mi pezón – Nicol basta – la alejo de mi, tratando de recuperar el control – cuando me pediste elegir no solo elegí mi trabajo Nicol, también elegí estar sola, no quiero lastimarte – el típico “no eres tu, soy yo” ¿Verdad? – si lo quieres así, te quiero pero ya no te amo, y no quiero que me mal entiendas, no estoy con nadie, solo quiero tiempo para mí – le dije mientras trataba de ponerme algo de ropa, no dijo nada – necesito tu llave – sus mejillas estaban empapadas en lágrimas, me tira las llaves dándome un golpe en el pecho y sale dando un portazo. No la quiero dejar entremedio de algo que se que no pasará, no sería justo para ella que estemos juntas mientras yo pienso en otra, otra que tengo todos los días conmigo, otra con la que are un viaje que no es precisamente de negocios, otra con la que ya la engañé una vez. Me baño y arreglo par
Alexandra Al poco tiempo del despegue nos quedamos todos dormidos, por primera vez no soñé con ese día, en mis sueños estaban Bruno y Mateo, recordando la primera vez que estuve con los dos juntos, en un lugar muy parecido a dónde vamos ahora. En un parpadeo llegamos a la isla, la azafata que está con nosotros nos despierta para avisarnos que habíamos llegado, no me di cuenta en qué momento aterrizamos o si el piloto habló, creo haber sido la última en despertar, los gemelos siguen durmiendo, lo que quiere decir que no despertarán en toda la noche. Aún dudo de como actuar con ellos, mi pecho está apretado, un nudo en la garganta cada vez que los veo – ve, habla con ellos, los necesitas tanto como ellos a ti – me dice Mía mientras terminamos de bajas las - tengo miedo – ellos no, solo ve – aún no entiendo cómo Mía fue capaz de aguantar estos meses, fui completamente una idiota con ella, con todos. Acosté a los niños en sus camas, debe ser por lo menos
Por primera vez en meses me sentía viva, volvía en mi con cada movimiento, con cada jadeo sobre Bruno, con cada centímetro recorrido por sus manos en mi cuerpo. Le pido a Mateo que se acerque para ayudarlo a que su erección vuelva, no tuve que hacer mucho, un par de movimientos y estaba completamente duro. Al mismo tiempo Bruno aumenta los movimientos saliendo bruscamente de mi, afirmándose con su mano, controlando su respiración en mi boca. Mateo me mira con una sonrisa curvada en sus labios, de que es lo que quiere – va a ser una noche muy larga – me dice Mateo tomándome en sus brazos – nos debes muchas – dice Bruno mientras camina al baño. Mateo se sienta dejándome de espalda a el, sentándome sobre él, una mano me afirma de mis pechos apretándolos, mientras la otra juega con mi clítoris, subiendo y bajando, su boca y lengua recorren mi cuello, la adrenalina en mi cuerpo me recorre por completo, mi cuerpo se siente bien, mis caderas se mueven al compás de las manos de
Mía Busque la habitación más alejada de la de ellos, lo más probable es que tengan una intensa noche, me coloco los audífonos en caso de que eso no sea suficientemente lejos, no hay señal de teléfono ni internet en la isla, por lo que me puse a ordenar mis cosas en una pequeña cajonera, nos son muchas puesto estaremos solo una semana aquí, el lugar es mucho más lindo de lo que imaginaba, y eso que es de noche, el cielo esta completamente iluminado por las estrellas y la luna, no hay rastros de contaminación, el aire es salado pero aún así me gusta, despeja mi mente. Terminando de ordenar mis cosas por instinto tomo mi teléfono, habían por lo menos unos veinte mensajes de Nicol “no te quiero perder” “sabes que te amo” “no quiero a nadie más conmigo” “dime si estás con alguien” “respóndeme” “ dime algo” Todos así, el más preocupante “lo que me pase será tu culpa” me quiere culpar por haberla dejado, cuando le dije que ya no es como antes, que quería que fuera realme
Alexandra me abraza por la espalda, no la sentí entrar al agua, envuelve sus piernas y brazos en mi cintura y me muerde el lóbulo de la oreja - ¿Qué haces? – te vi y quise acompañar – su lengua rosa mi mandíbula, si no estuviéramos en el agua diría que es ella la que me tiene mojada - ¿Bruno y Mateo? – preparan el desayuno – trato de girarme – no lo hagas, estoy desnuda- no sería primera vez que te veo así – si, pero tu aún traes… algo – baja sus piernas mientras su mano baja por mi abdomen hacia el contorno de mi traje de baño, metiéndose suavemente apretando mi clítoris, masajeando y acariciando mis pliegues – espera nos vamos a hundir - ¿Seguimos adentro? – su mano no deja de moverse, estoy tan excitada que no me atrevo a detenerla de nuevo – si no te gusta me detengo – no – afirmó su mano sin dejarla sacarla. Amo esa sensación, sus manos recorriendo mi cuerpo excitándolo haciéndolo llegar a su límite, su boca probando lo que está a su paso, toma mi barbilla girándome a ell
Alexandra El primer día solos con los niños fue agotador, si no fuera por qué hay muchos lugares a los que podemos ir en la isla los tendría todo el día corriendo dentro de la casa, amaron el agua cálida que nos rodea, los senderos los recorrieron con mucha energía, se que son muy pequeños y cada ve que se cansaban Mateo y Bruno los cargaban. Mía me ayudó mucho con ellos, no mencionamos en todo el día lo ocurrido en la mañana entre nosotras, miraba de vez en cuando su figura delante de mi, esos pantalones cortos me dejaban con ganas de más. Llegó la hora de la cena, Mateo y Bruno se ocuparon de ella mientras Mía y yo bañamos a los niños, para ellos también fue un juego estar en esa inmensa tina de baño, tiraron agua por todos lados, quedamos tan mojadas como ellos, los fuimos a vestir y volvimos al comedor para cenar, estaba todo preparado. Terminamos y mía nos dice que ella puede ordenar para que vayamos a acostar a los niños, ellos ya estaban rendidos con todo
Mateo había llegado con un bolso, ahí traía toallas para secarnos, para ellos no fue difícil, estaban con sus shorts, en cambio nosotras solo en un vestido y bragas – mejor entremos – pide Mia – si quieren ver el atardecer mejor nos quedamos – habla Bruno – pero miren como estamos, no traemos más ropa y solo hay toallas – sin ropa se ven mejor – ambas nos asombramos – amor no les vamos a hacer nada… que no quieran – sus miradas cómplices me hacen estremecer – bien, les digo sacando mi vestido mojado – todo – dice Bruno – termino quedando sin ropa en frente de los tres, veo a Mia que hace lo mismo, pero ella solo me mira a mí – aquí – apunta Mateo, había estirado una manta en la arena para nosotros – terminamos de acomodarnos me senté abrazando mis piernas, Mía hacia lo mismo, se que le incomoda estar así cerca de hombres, ella es lesbiana no bisexual, asiqué me acerco a ella mientras vemos el atardecer. Mateo y Bruno están sentados detrás de nosotras, los colores del atardecer