El sábado me puse el vestido que me compro Fabricio, me recogí el pelo, me pinte con colores suaves y poniéndome los zapatos, cogiendo mi bolso salí de la habitación. Fabricio que está de pie enfrente mía, se quedó mirándome tan fijamente que me sonroje. — Estas __ no tengo palabras para definir lo bella que estas — dijo — Gracias, por el vestido, bueno la verdad por todo La limusina entró en los jardines de una preciosa mansión parando en la misma entrada donde llamaba la atención los arcos de mármol que la adornaban. Entramos y todos los muebles eran de diseño muy bonito, que según Fabricio el anfitrión restauró toda la casa al estilo parisino con los materiales más caros. Entré cogida de su brazo, pero mi corazón latía tan fuerte que pensé que todo el mundo lo escuchaba, sabía que iba a ir Giovani u eso lo que me ponía mucho más nerviosa. — Celeste y Fabricio, buenas noches, me alegra veros os presentó a mi esposa Natalie — nos saludó Curtis el anfitrión Después del saludo, n
Me vestí con un vestido muy sexi, solo por él, cogí mi bolso y cogidos de la mano salimos del hotel subiendo en la limusina que nos llevó a un restaurante fuera de París. Entramos en el local y enseguida el metre nos hizo seguirle hasta una terracita donde la mesa ya estaba preparada, Fabricio como todo un caballero abrió mi silla para sentarme, sentándose él enfrente mía. Nos trajeron una botella de vino, que probando primero Fabricio y dando el consentimiento, nos sirvieron en nuestras copas. La comida y los postres fueron deliciosas. Tomandonos un cafe capuccino, Fabricio me sorprendió con una pregunta — ¿Te has pensado lo que anoche te dije? Quiero que aceptes este regalo porque quiero demostrarte cuanto me importas — dijo dándome una cajita forrada de terciopelo — Fabricio tú también me gustas mucho y después de como me hiciste sentir anoche ufff, fue maravilloso. Pero no creó que sea la mujer perfecta que necesitas, comprendelo — Celeste no quiero una mujer perfecta, te quiero
Aterrizó el avión de noche en Roma, la limusina me dejo en casa de Eric a petición mía, aunque a Fabricio no le hizo ninguna gracia, se conformó cuando le prometí que al día siguiente me iría a su casa, antes de bajar puso su mano en mi nuca comiéndonos los dos la boca en un lujurioso beso. — ¿Nos vemos mañana en la oficina señora Roman? — Sí señor Román — le conteste Al día siguiente cuando entré en el edificio Román, la recepcionista me saludó sonriendo dando un beso y un efusivo abrazo. — Qué tal las vacaciones, París nada menos, que envidia — me dijo — Mucho trabajo, no me ha dado tiempo a ver casi nada — Si, pero has ido con el buenorro del jefe — Anda calla, me voy para arriba, luego nos vemos Me fui hacia los ascensores para subir a la planta treinta, se abrieron las puertas del ascensor y cuando salí saludé con una sonrisa a Carla, la secretaría de Fabricio. Me abrazó, me besó, estuvimos unos minutos hablando aunque guardé el secreto, porque hasta que Fabricio no lo a
Me costaba tener los ojos abiertos, todo lo veía borroso y no comprendía por qué ya que lo último que recordaba era que estaba bajando al parking donde Fabricio me esperaba en su coche para marcharnos a comer y ahora me encontraba, en lo que tocando con mis manos parecían las sábanas de una cama, pero ¿de quién era? ¿Dónde me encontraba? ¿Qué me había pasado? Cuando por fin pude abrir los ojos, vi a William el jefe de Giovani en el FBI sentado a mi lado. — Hola preciosa ¿Cómo te encuentras? preguntó — ¿Dónde estoy y que ha pasado? — contesté — Estas en un piso franco del FBI, hemos tenido que apartarte de la misión porque Giovani nos comentó, que tu embarazo estaba en riesgo si se enteraba Fabrico que él bebe no era suyo y después de lo que me comento lo que te paso con Carlo Román, vimos que era lo más conveniente. — ¡¡Giovani!!, — grite, — Ya ha conseguido quitarme de en medio, ¿es esa la excusa que ha puesto? ¿mi embarazo? O es que quería quitarme de en medio para seguir follan
Cuando Giovani se marchó me quede muy triste sintiéndome también sola sin él, sabiendo que volvía con su esposa Bianca. Me dolía pensar en cuantas amigas de su esposa se tendría que follar, y porque me dijo que teníamos que hablar, si al final no me explico el motivo, de porque tenía que hacerlo, aunque lo único que hizo conmigo, fue demostrarme cuanto me amaba. Dos semanas despues, Irina y yo fuimos escoltadas a una clínica privada de la policía por una revisión de mi embarazo. — Buenas tardes, soy Celeste — le dije a la enfermera — Pasen por aquí — nos dijo haciendo que la acompañáramos a una consulta Cuando entramos, había una doctora sentada delante de un ecógrafo — Buenas tardes ¿Celeste? Soy la doctora Britania su ginecóloga, vamos a ver como esta ese pequeñín o pequeñina — Es mi segundo hijo, espero que este bien mi bebe — le dije Me tumbe en la camilla levantándome un poco la ropa que llevaba, me puso el gel frio viendo en el aparato a mi bebe haciéndome llorar de
Faltaba un día para que volviera, cuando escuche un vehículo entrar en el recinto de la casa — Tranquila siñorina, es Marco el chofer — me dijo Gina Del vehículo bajo un muchacho joven vestido de negro con una gorra. Gina y él se saludaron con un caluroso abrazo dirigiéndose despues hacia donde yo estaba. — Buenas señora, soy Marco su chofer, el señor me ha pedido que la recoja — me dijo — Hola Marco ¿Dónde está el señor? — Está en su oficina, pero me ha pedido que la lleve a su restaurante — me dijo Subí al dormitorio para cambiarme de ropa, metiendo en mi bolso la documentación que encontré en la casa y ropa mía porque no pensaba llegar hasta el restaurante, mi intención era salir de la limusina en cualquier semáforo rojo y correr hasta perder al chofer. Mi pensamiento era solo para mi hijo, si Fabricio me amenazó de muerte ¿Qué intenciones tendría con mi niño? Subimos a la limusina poniendo Marco rumbo al restaurante, el segundo semáforo que se puso en rojo y el ch
Una tarde fue nana a recoger a mi hijo a la guardería como siempre hacía, pero sin motivo aparente empecé a ponerme muy nerviosa, como si intuyera que algo iba a pasar y no me equivocaba. Cuando pasaron varias horas sin que hubieran vuelto a casa, preocupada llame a mi jefe muy nerviosa temiendo que Fabricio me hubiera localizado. Pero, aunque mi jefe me dijo que no me moviera de la casa y que esperara noticias suyas, no pude quedarme de brazos cruzados y cogiendo mi bolso me marche a la calle para buscar a nana y a mi pequeño. Horas más tarde cansada por recorrer media ciudad y abatida por no encontrarlos, decidí volver a la casa viendo varios coches de policía aparcados cerca de la entrada de la casa haciéndome suponer que mi jefe ya los había encontrado. Cuando entré en la casa y crucé mi mirada con la de mi jefe, me senté en la entrada arrodillada llorando sin consuelo. — Cariño siéntate en el sofá y no llores, sé dónde están — me dijo — ¿Dónde están? ¿están bien? — pregunté
Me arreglé para ir a la cena con Fabricio, poniéndome el vestido que él eligió, cuando entré en el salón, él estaba mirando por la ventana con una copa de licor en su mano, se giró mirándome con deseo. — Estas preciosa, el que te diga algo obsceno, se las tendrá que ver con mis puños — Lo mismo tendría yo que decir — dije — Ponte delante del espejo, te he comprado una joya para que luzcas aún más Lo vi abrir una caja aterciopelada poniéndome en el cuello un collar de diamantes y unos pendiente a juego. La piel se me erizo al ver el buen gusto que tuvo al elegirlo y lo bonito que era. Cuando llegamos en la limusina a la mansión donde se celebraba la cena, Fabricio me dio la mano ayudándome a salir del vehículo. Cuando entramos los anfitriones enseguida se acercaron a nosotros recibiéndonos muy calurosamente. — Belha, belha spossa Fabricio — nos dijo el anfitrión — Gracias, Celeste te presento a Marco y a Fiorella su esposa — dijo Fabricio Despues de las presentacio