A solas

Horas después...

Me removí entre las sabanas, por algún motivo mi cuerpo sudaba excesivamente, tenía calor, demasiado calor. Intenté quitarme las sabanas, pero nada ayudaba. Me sentía ahogada al punto de no poder soportarlo. No tenía conciencia de la hora, pero por la oscuridad de la habitación deduje que aún era de noche. Había cedido a quedarme con mis padres, según ellos era peligroso caminar sola a mi morada a media noche, aunque nuestras casas quedaran a unas cuantas cuadras. 

No me quejé mucho, agradecía cualquier tipo de compañía y retroceder en el tiempo resultaba melancólico. Mis padres no habían guardado todas mis cosas, sin embargo, los recuerdos aún permanecían aquí; bajo el techo estrellado de mi pieza. Me levanté somnolienta, sintiendo mi cuerpo pesado y adormilado. La casa estaba sumergida en la oscuridad y el único sonido provenía del gran reloj del salón que marcaba las tres de la madrugada.

El típico tic-tac me hizo recordar al señor Mü

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