«¡Por Dios, ¿qué es esto?!», el corazón de Carmen latía desbocado, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas, presa del terror, mientras que ella notaba como Marcus se quedaba impotente ante los invasores, viendo con rabia las armas que, desde diferentes puntos lo apuntaban a él y a sus hombres.El sujeto que abrazaba a Carmen desde atrás comenzó a retroceder, arrastrándola junto a él, deteniéndose junto a un lujoso y oscuro automóvil sin placas que abrió su puerta trasera, Carmen fue lanzada en el interior y cuando ella intentó gritar y saltar de vuelta afuera del auto, otras grandes manos la sostuvieron, tapándole también los labios.Carmen intentó luchar con todas sus fuerzas, forcejeando y pataleando, desesperada por escapar del auto que ya arrancaba, con las lágrimas a punto de salirse por el temor de lo que le esperaba.¿La iban a asesinar?, ¿esos hombres estaban allí para terminar el trabajo que no pudieron lograr la noche anterior al empujarla?De pronto, esas fuertes m
De nuevo y con el desespero que ella siempre intentó contener, Carmen recibió los carnosos labios de Bastián, esos que parecían proveerle del oxígeno que le faltaba y la renovaba, esos mismos labios que siempre la provocaban, la seducían y la hacían derretirse extasiada.Las lenguas de ambos compaginaban perfectamente, moviéndose rítmicamente mientras avanzaba el beso y sus cuerpos se iban acercando lentamente, juntándose cada vez más en el estrecho y oscuro asiento trasero del auto.Carmen mantenía los ojos cerrados con nervios, moviendo sus manos con cierta inseguridad sobre los hombros de Bastián, bajando hasta su sólido pecho.Ella intentaba concentrarse en ese cálido y ansioso beso, al tiempo que podía sentir, como el corazón de Bastián, tal como el de ella, aceleraba cada vez más su ritmo y fuerza.Era solo un beso…Un beso que le estaba dando, un hombre que para todos era un ser frío y sin corazón, aunque para Carmen, Bastián era muy diferente…Una conglomeración de recue
Aun con el aire acondicionado del auto, encendido, la temperatura iba en aumento, las manos acariciaban, las lenguas de cada uno paseaban de un lado para el otro y ambos cuerpos se juntaban.Con cautela Bastián deslizó una de las manos hasta las piernas de Carmen, para volverla a subir lentamente, llevándose con ella el borde de la falda, la tela fue subiendo exponiendo la piel.Carmen apretó los hombros de Bastián con las uñas, sintiendo un estremecimiento recorrerle cuando percibió la punta de los dedos de él paseando con suavidad por las piernas expuestas.Estaba mal, ella sabía que esto estaba mal, Bastián estaba comprometido con otra mujer y Carmen con el sobrino de él, sin embargo, aunque en ese momento ella era muy consciente de eso, le era imposible detenerse.Bastián era como una dr*ga, un estimulante, una adicción que apenas era probaba, era difícil de soltar, necesitaba más, ella siempre deseaba mucho más de él.¿Por qué resulta tan difícil alejarnos del hombre que una
No había espacio para dudas, ambos sabían lo que querían.Por eso, inmediatamente Bastián sacó su mano del delicioso punto con el que jugaba y con determinación, volvió a tomar a Carmen por la cintura, mientras que, por su parte, ella sostuvo el mástil con una mano y con la otra, se sostuvo del hombro de Bastián.Ambos se miraron a los ojos una vez más, exhalando profundamente, estaban listos.Bastián levantó a Carmen lo suficiente, acercándola más a su cuerpo y ella acomodó el mástil en la posición correcta entre sus piernas, al bajar, todo entró en el interior de ella, arrancándole a ambos un inevitable gruñido de placer, ligado entre la satisfacción y el alivio.Era como si finalmente hubieran conseguido la dosis del medicamento que necesitaban para sobrevivir.Así, luego de un segundo de respiración y acomodo, Carmen comenzó a moverse, sintiendo como todos los músculos de Bastián se tensaban, viendo como todas las venas se le brotaban al tiempo que apretaba la mandíbula.Ell
Carmen se quedó pasmada viendo como Bastián se alejaba hacia su oficina y toda esta situación, le dio un mal presentimiento.—Ven, vamos, Carmen, acompáñame… — Insistió Fernanda, sonriéndole con dulzura a Carmen.Aunque se sentía incómoda y temerosa de lo que esté regreso a la mansión podría significar, Carmen no quiso desplantar a su amiga y solo asintió, siguiéndola.De nuevo, Carmen estaba de regreso en su antigua habitación, ese pequeño lugar en el que había vivido por varios años, ese mismo lugar que vio nacer su clandestina relación con su jefe y que ahora le traía tantos recuerdos.Carmen suspiró pensativa, ella siempre amó a Bastián y todavía lo amaba, sin embargo, ese amor no cambiaría la vida que ella llevaría a su lado si se quedaba.Cómo la amante, para siempre.No quiso siquiera imaginarlo o pensarlo, era demasiado doloroso, por eso, Carmen sabía que no podía quedarse.—¿Está todo bien? — Fernanda interrumpió repentinamente los pensamientos de Carmen, notando a s
—Entonces… ¿Tú crees que está mal que un hombre como Marcus quiera casarse conmigo?, ¿por eso debo quedarme aquí y conformarme con ser la amante del gran señor Bastián? — Preguntó Carmen, herida, soltando las manos de su amiga.—¡No, no, claro que no, Carmen!… — Aclaró Fernanda de inmediato. — No es que crea que esté mal, solo decía que… Todos sabemos como es la familia Hidalgo, el mismo Marcus lo debe saber bien y la señora Mercedes no estará de acuerdo con esto, ni Carolina, mucho menos el señor Bastián… Y me parece muy extraño, que Marcus arriesgue todo, ya sabes, que esté dispuesto a quedarse sin nada… Por un repentino compromiso que vino de la nada…—Pues… Bastián también se comprometió de la nada y no dijiste nada… — Carmen arrugó el entrecejo, volteando la mirada con incomodidad.—Sí, con una joven rica, como se espera… El señor Bastián Hidalgo es un hombre con una familia poderosa y rica, este tipo de matrimonio es algo normal en su círculo… En cambio, nosotras… — Ferna
—Me dejaste botada para traer a esa mujer de clase inferior, ¡ella es la prometida de Marcus, tu sobrino!, ¡esa mujer no debería estar aquí! — Insistió Laura y se escuchó un fuerte golpe, el de un puñetazo sobre madera, lo que sorprendió a Carmen.—¡Pues vete tú!, ¡largo!, ¡sal de mi oficina, que ya me tienes harto y no respondo por lo que termine haciendo! — Voceo Bastián acompañando su grito con otro golpe más fuerte.—¡No te tengo miedo, Bastián Hidalgo, aunque todos hablen de lo malvado y cruel que eres, no me voy a quedar con esto, vas a pagar por esta humillación! — Se abrió la puerta de la oficina y de allí salió Laura resoplando, prácticamente tropezándose con Carmen de frente. — ¡Tú, bastarda, perra regalada, todo esto es por tú culpa!—¿Qué?—¡Yo soy la prometida de Bastián y cuando me case con él, como la nueva señora del jefe, nada me va a detener, tendré el poder de echarte de patitas de esta casa, de mi casa! — Amenazó Laura en un murmuro, acercándose a Carmen l
—Entonces, ¿cómo podía una simple sirvienta cuestionarte, dejarte y salir huyendo?, ¿no es cierto?, algo imperdonable, algo intolerable… — Continuó Carmen con una pizca de ironía ligada a la rabia. — Ese era tu verdadero dolor, ¿o no?, ¿cómo una persona como yo, podía dejar al millonario, atractivo y poderoso Bastián Hidalgo, al hombre al que nadie le niega nada, el hombre al que todos temen?…—¿Quién te dijo que…? Tú no entiendes nada… — Gruñó por lo bajo Bastián.—Entonces es cierto, no lo niegas… — Asintió Carmen, con algo de tristeza en la mirada. — Eres el jefe de una mafia.Bastián la soltó, volteando la mirada con una tenue sonrisa irónica, y caminó hacia los ventanales de la oficina, como si todo ya estuviera dicho.—¡Vamos, dímelo, dime la verdad a la cara…! — Voceo Carmen, sorprendida.—La verdad es… Que ese no es tu problema… Vete, vuelve a tu habitación… — Gruñó Bastián sin voltear a verla.—¡¿Qué no es mi problema?! Eres… Eres un mafioso, un asesino, un cruel