Llegaron a un lujoso restaurante, y de lejos, al ser guiada a su mesa por un camarero, Carmen pudo ver una mueca de molestia en la expresión de Marcus, quizás por qué él llevaba mucho tiempo esperándola, pero eso debía ser normal, supuso ella al pensar en cuanto se demoró.Al acercarse a la mesa y cuando Marcus la notó, de inmediato él cambió su semblante por una cálida y deslumbrante sonrisa, al tiempo que se levantaba de su lugar para recibirla de manera caballerosa.—Carmen, cariño… Ya empezaba a preocuparme… — Marcus la besó tiernamente en la mejilla y movió la silla para ella.—Lo siento, no pensé que demoraría tanto… — Carmen se sentó, simulando una sonrisa.Ella todavía se sentía confundida con todo lo que había sucedido hace poco en la oficina, ¿quizás vio mal la expresión de Marcus al llegar y ahora estaba siendo paranoica con su prometido?Un pequeño dolor de cabeza comenzó a molestar a Carmen y mientras avanzaba la noche, durante la conversación que se desarrollaba e
Carmen empezó a detallar cada persona y auto cercano, buscándolo, cuando sintió una fuerte mano en su espalda que la empujaba.Entre el mareo y los tacones, ella no pudo sostenerse y trastabilló hacia la calle.Mientras su cuerpo se bamboleaba, Carmen pudo ver de refilón al hombre que había visto hacía tan solo un momento, ese que vestía un oscuro y elegante traje, estaba corriendo, alejándose a toda velocidad.Ese mismo hombre desconocido, uno de los hombres de Bastián, fue quien la había empujado hacia la calle.Y lo siguiente que vio Carmen, fue la fuerte luz de los faros de un carro, que se acercaba a toda velocidad, encandilándola.—¡Carmen! — Ella escuchó de fondo la voz de Marcus, llamándola a todo pulmón.Pero no tuvo tiempo para nada más, Carmen solo cerró los ojos esperando el inminente golpe del auto.Sin embargo, tan rápido como sintió el empujón y antes de sentir el golpe del auto que la derribaría, Carmen sintió como fue tomada por la muñeca con fuerza, siendo ja
Carmen exhaló, repentinamente nerviosa, al recordar la advertencia del señor Nicolás.—Quizás… Quizás no debería decírtelo, porque… Pero creo… —Balbuceo Marcus, dándole vueltas al asunto y poniendo más nerviosa a Carmen.—Marcus, por favor, habla… — Pidió Carmen llena de ansiedad.—Pienso que ese hombre, el que te empujó, fue enviado por Bastián… — Soltó Marcus al mismo tiempo que arrugaba el entrecejo.—¡¿Qué?! — Voceo Carmen atónita.—Lo siento mucho, Carmen, no debí… — Marcus se levantó de la silla, gruñendo al tiempo que se mesaba los cabellos, con una expresión contrariada, mientras que Carmen lo seguía con la mirada, confundida. — No debí decirte eso, no así, tan repentinamente, sobre todo sabiendo lo que sientes por Bastián, pero…—No, es imposible… — Susurró Carmen arrugando el entrecejo.Ella apretó los puños en su regazo y se mordió la lengua con fuerza, intentando contenerse de gritarle a los cuatro vientos la conversación que había escuchado entre Marcus y Nic
Todo era tan confuso para ella, que parecía un sueño, ¿quizás seguía inconsciente y no se había dado cuenta? No, la calidez del tacto de Marcus era muy real y la hacía sentir de una forma muy diferente, como no lo había sentido antes.¿Pero Bastián? El pecho de Carmen dio un sobresalto al recordarlo, provocándole un fuerte dolor, ¿Bastián un mafioso que quería acabar con ella por dejarlo? Eso no podía ser cierto, ¿de qué clase de hombre se había enamorado Carmen?Todo esto, más que un sueño, parecía ser una pesadilla, una increíble y horrible pesadilla.—Marcus, yo… No sé que decirte… Todo esto me tiene muy confundida, aún no creo… — Carmen tragó grueso, notando como Marcus arrugaba el entrecejo ante sus palabras, por lo que decidió rectificar. — Quiero decir, aún no asimilo que Bastián y que su familia… Pertenezcan a una mafia y…—Escucha, sé que es muy duro, muy difícil, en especial para ti y entiendo que te tomará un tiempo asumirlo… — Marcus volvió a acercarse, esta vez con
«¡Por Dios, ¿qué es esto?!», el corazón de Carmen latía desbocado, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas, presa del terror, mientras que ella notaba como Marcus se quedaba impotente ante los invasores, viendo con rabia las armas que, desde diferentes puntos lo apuntaban a él y a sus hombres.El sujeto que abrazaba a Carmen desde atrás comenzó a retroceder, arrastrándola junto a él, deteniéndose junto a un lujoso y oscuro automóvil sin placas que abrió su puerta trasera, Carmen fue lanzada en el interior y cuando ella intentó gritar y saltar de vuelta afuera del auto, otras grandes manos la sostuvieron, tapándole también los labios.Carmen intentó luchar con todas sus fuerzas, forcejeando y pataleando, desesperada por escapar del auto que ya arrancaba, con las lágrimas a punto de salirse por el temor de lo que le esperaba.¿La iban a asesinar?, ¿esos hombres estaban allí para terminar el trabajo que no pudieron lograr la noche anterior al empujarla?De pronto, esas fuertes m
De nuevo y con el desespero que ella siempre intentó contener, Carmen recibió los carnosos labios de Bastián, esos que parecían proveerle del oxígeno que le faltaba y la renovaba, esos mismos labios que siempre la provocaban, la seducían y la hacían derretirse extasiada.Las lenguas de ambos compaginaban perfectamente, moviéndose rítmicamente mientras avanzaba el beso y sus cuerpos se iban acercando lentamente, juntándose cada vez más en el estrecho y oscuro asiento trasero del auto.Carmen mantenía los ojos cerrados con nervios, moviendo sus manos con cierta inseguridad sobre los hombros de Bastián, bajando hasta su sólido pecho.Ella intentaba concentrarse en ese cálido y ansioso beso, al tiempo que podía sentir, como el corazón de Bastián, tal como el de ella, aceleraba cada vez más su ritmo y fuerza.Era solo un beso…Un beso que le estaba dando, un hombre que para todos era un ser frío y sin corazón, aunque para Carmen, Bastián era muy diferente…Una conglomeración de recue
Aun con el aire acondicionado del auto, encendido, la temperatura iba en aumento, las manos acariciaban, las lenguas de cada uno paseaban de un lado para el otro y ambos cuerpos se juntaban.Con cautela Bastián deslizó una de las manos hasta las piernas de Carmen, para volverla a subir lentamente, llevándose con ella el borde de la falda, la tela fue subiendo exponiendo la piel.Carmen apretó los hombros de Bastián con las uñas, sintiendo un estremecimiento recorrerle cuando percibió la punta de los dedos de él paseando con suavidad por las piernas expuestas.Estaba mal, ella sabía que esto estaba mal, Bastián estaba comprometido con otra mujer y Carmen con el sobrino de él, sin embargo, aunque en ese momento ella era muy consciente de eso, le era imposible detenerse.Bastián era como una dr*ga, un estimulante, una adicción que apenas era probaba, era difícil de soltar, necesitaba más, ella siempre deseaba mucho más de él.¿Por qué resulta tan difícil alejarnos del hombre que una
No había espacio para dudas, ambos sabían lo que querían.Por eso, inmediatamente Bastián sacó su mano del delicioso punto con el que jugaba y con determinación, volvió a tomar a Carmen por la cintura, mientras que, por su parte, ella sostuvo el mástil con una mano y con la otra, se sostuvo del hombro de Bastián.Ambos se miraron a los ojos una vez más, exhalando profundamente, estaban listos.Bastián levantó a Carmen lo suficiente, acercándola más a su cuerpo y ella acomodó el mástil en la posición correcta entre sus piernas, al bajar, todo entró en el interior de ella, arrancándole a ambos un inevitable gruñido de placer, ligado entre la satisfacción y el alivio.Era como si finalmente hubieran conseguido la dosis del medicamento que necesitaban para sobrevivir.Así, luego de un segundo de respiración y acomodo, Carmen comenzó a moverse, sintiendo como todos los músculos de Bastián se tensaban, viendo como todas las venas se le brotaban al tiempo que apretaba la mandíbula.Ell