Sofía había regresado a la ciudad después de un mes sin ver a su querida amiga Nora y su pequeña Zoe. El sol brillaba en el cálido día de primavera mientras ella caminaba con emoción en las calles de la ciudad, dispuesta a ir a la casa de su amiga. Aunque Nora no tenía la menor idea de su llegada, Sofía estaba determinada a darle una sorpresa inolvidable.Mientras tanto, Jong había decidido encargarse de recoger a su hermano menor quién había venido de visita y se quedaría unos días en su casa. Conociendo a su hermano, sabía que detestaba esperar, por lo que había llegado al aeropuerto unos minutos antes. Pero decidió esperarlo en el auto.Sofía, ajena al peligro inminente que se cernía sobre ella, se encontraba despreocupadamente revisando su móvil, cuando de manera sorpresiva y furtiva un sujeto intentó arrebatarle su cartera. Sin embargo, Jong, quien desde el principio había percibido las malévolas intenciones del hombre, decidió actuar como su salvador. Con determinación, abandonó
Aquella mañana, Jeremiah despertó experimentando un intensísimo dolor de cabeza a causa de haber pasado la noche en vela. Le había resultado imposible conciliar el sueño debido a su insomnio, su mente daba vueltas al mismo asunto una y otra vez. No podía creer que Joseph lo hubiese traicionado de esa manera; aunque comprendía sus motivos para solucionar sus problemas económicos, hubiese preferido que Joseph le contara lo que estaba pasando y le pidiera ayuda. Sin embargo, había actuado mal, había sido deshonesto.Durante el día, Jeremiah se sintió agotado y, aunque tenía trabajo por hacer en el hotel, decidió quedarse en casa y terminar las tareas pendientes desde allí.Se tomó una ducha fría para aliviar el dolor de cabeza y después se dirigió a la cocina a buscar algo de comida. Tenía un hambre voraz. Sin embargo, al abrir el refrigerador se dio cuenta de que no había hecho la compra y solo encontró un par de rebanadas de pan.Suspiró hondo.Su estómago rugía de hambre, lo cual solo
—¡Está ardiendo! —exclamó con preocupación—. ¿Ha tomado algo para ello?—Sí, probablemente sea solo un resfriado y se pasará pronto —restó importancia al asunto.Asintió sin estar del todo convencida, pero decidió no inmiscuirse más.—¿Qué le apetecería comer? —cambió de tema al notar lo poco comunicador que estaba ese día—. Puedo prepararle un delicioso estofado para el almuerzo.Jeremiah encogió los hombros.—Lo que decidas preparar estará bien.Nora abandonó la estancia y se dirigió a la cocina, donde se encontró con el señor Esteban colocando las compras en el refrigerador. Frunció el ceño al ver una notable cantidad de zanahorias.—¿Qué es todo esto? —preguntó, llamando la atención de Esteban—. ¿Por qué hay tantísimas zanahorias?Agarró una entre sus manos y notó que aún estaban frescas.—A Jeremiah le encanta el exquisito pastel de zanahoria. Suele degustarlo cuando está bajo estrés o en esos... momentos tan particulares —su tono de voz cambió al pronunciar lo último.—¿A qué mo
Terminada la preparación de la comida, Nora abandonó la cocina y ascendió las escaleras hacia el segundo piso de la magnífica mansión. Se dirigió al dormitorio donde había dejado a Jeremiah, sin embargo, al abrir la puerta se encontró con la desoladora imagen de la habitación vacía. Confundida y sin saber qué hacer, salió al pasillo en busca de algún rastro de su jefe.Para su buena fortuna, avistó a una de las sirvientas y decidió acercarse a ella. La mujer, visiblemente fatigada, parecía no haber descansado lo suficiente.—Disculpe, ¿sabrá usted dónde se encuentra el señor Jeremiah? ¿Lo ha visto? —preguntó Nora con educación.—Está en su habitación —respondió la mujer, sin darle demasiada importancia, y se fue sin más preámbulos.Nora asintió para sí misma, notando que todos en la mansión parecían tener una ligera apatía en su actitud.Restándole importancia a la situación, emprendió su camino hacia la habitación, afortunadamente recordaba su ubicación. Sin embargo, al haber tantas
—No sé a qué se refiere, pero créame, mi objetivo no cambiará —aseguró con convicción.—¿Entonces estás aquí solamente por el trabajo? —continuó Sussan alzando una de su delgadas cejas, como si intentara ver más allá de las intenciones de Nora —. Es inevitable que las mujeres se fijen en Jeremiah, con todo lo que tiene, nadie puede resistirse. Pero lo que debes saber, querida, es que debes mantener ese objetivo hasta el final.—Madre, es suficiente —intervino Jeremiah, harto de tener que escuchar a su madre.Sussan se giró hacia él, su expresión había transformado en una de inocencia y sorpresa. —¿Qué? Simplemente estoy asegurándome de que no tengas que pasar por lo mismo de nuevo, cariño. ¿Acaso has olvidado lo que aquella mujer hizo...?—No, no lo he olvidado —replicó Jeremiah con contundencia, aunque suavizó su semblante al percatarse de que sus palabras habían sido excesivamente severas —. No es menester que realices esta acción con mis nuevos empleados. Aprecio enormemente tu in
Jeremiah meditaba en las palabras que Jong le había pronunciado momentos antes de abandonar su hogar. Su amigo le informó de la promesa de Joseph de devolver todo el dinero que había tomado y, además, le confesó que Geoffrey era más astuto de lo que pensaba, por lo que sería prudente vigilarlo de cerca si quería descubrir sus planes. Esta revelación alertó a Jeremiah, quien reflexionaba constantemente sobre el asunto. Se sentía frustrado por no haber reconocido las intenciones de su tío desde el principio.Jamás había imaginado que su tío, por culpa de la avaricia, codiciaría algo que en realidad no le pertenecía. Aunque había sido de gran ayuda para su abuelo Malcom, este nunca lo había incluido en su testamento. En realidad, el sesenta por ciento de las acciones le pertenecían a él, mientras que el otro cuarenta por ciento recaía en Dylan. Sin embargo, Dylan nunca había mostrado interés en el negocio, por lo que su padre Geoffrey había asumido su papel.Estaba claro que su tío no se
Aquella mañana, Nora recibió una llamada de su jefe, quien le encargó preparar la comida debido a la llegada de unos invitados especiales a la mansión. No tardó en llegar a la residencia, donde el vigilante le permitió el acceso al enorme jardín, que siempre encontraba fascinante a pesar de haberlo visto varias veces.Aquél día se había despertado de buen humor, tal vez debido a que su pequeña hija la acompañaba y no había soltado su mano desde que salieron de casa.No tuvo más opción que llevarla con ella, ya que el jardín de infancia al que asistía Zoe estaba siendo remodelado y estaría cerrado durante al menos dos semanas. Aunque Sofía se había ofrecido a cuidar a la niña, surgieron problemas familiares inesperados y tuvo que regresar a la ciudad. Despedirse de ella por segunda vez después de haber pasado unos días juntas entristeció a Nora, pero entendió que la familia de Sofía la necesitaba. Sin embargo, Zoe todavía no comprendía por qué su tía se había ido. Desde que se enteró d
Jeremiah soltó un chasquido.—Estoy seguro de que nos debe gustar al menos una misma cosa a los dos.Ella negó, convencida de que no había nada en común entre ellos, eran muy diferentes en todos los sentidos y eso era evidente.—Eso sería imposible.—¿Por qué? —su pregunta parecía tener otro significado—. Yo creo que no lo es.Lo miró fijamente, dándose cuenta repentinamente de lo cerca que estaban, a pesar de lo espaciosa que era la cocina. El aire empezó a faltar y Nora sintió su cuerpo tensarse ante la cercanía de Jeremiah.—P-por... —balbuceó, sintiendo cómo su corazón latía rápido al darse cuenta de que él se estaba acercando peligrosamente a ella. Bajó la mirada hacia el suelo, nerviosa—. ¿Q-qué hace?Jeremiah tomó uno de los delantales negros que estaba en los cajones de arriba y se apartó de Nora.—Te ayudaré —respondió él.—¿A cocinar? —cuestionó ella, observando cómo él se colocaba el delantal.—¿A qué si no? También me gusta cocinar —se encogió de hombros —. ¿Al final si te