—Yo... lo siento. No puedo cambiar el pasado, pero he tratado de enmendar mis errores —respondió con voz temblorosa—. He intentado seguir adelante, pero sigo estancada. No he podido superar la culpa que siento. Jamás fue mi intención hacerte daño y no hay un solo día en el que no me arrepienta de eso. Lo que pasó entre Dylan y yo fue un error...—Lo que pasó entre Dylan y tú dejó de importarme. Sea o no un error, el daño ya está hecho, así que no quiero tus disculpas —escupió con voz firme.Pero Jane parecía no escuchar sus palabras y continuó suplicando su perdón. Dio unos pasos hacia él, manteniendo una distancia prudente entre ambos.—Sé que no merezco tu perdón y me odio por lo que te hice. Fui una estúpida al arruinar nuestra relación, jamás me perdonaré por eso —susurró acercándose a Jeremiah y reduciendo la distancia entre ellos—. Pero quiero que sepas que te amé más que a nadie...Colocó la mano en su mejilla, pero Jeremiah la apartó bruscamente, notando la expresión dolida de
Jane, que se encontraba en el pasillo, absorbía la imagen que había presenciado unos minutos antes. No pudo evitar detenerse a observar a Jeremiah desde lejos, junto a una mujer castaña que apareció de repente.No sabía exactamente de qué hablaban, pero pudo leer los labios de él y adivinar las palabras que salieron de su boca. Intuyó que Jeremiah se había ofrecido a llevar a la mujer que vestía el uniforme del hotel.¿Era ella una empleada? ¿Por qué el director de un hotel tan importante estaba siendo tan atento con una simple empleada?No entendía nada, por más que reflexionara sobre el asunto.Después de ver a Jeremiah subir al auto con esa mujer castaña, a quien nunca había visto antes en su vida, Jane los perdió de vista. Sin embargo, parecían tener una conexión cercana. Pudo presenciar el cambio en la expresión de su ex novio y el interés que mostró al ofrecer llevar a Nora.Jane no tenía idea de quién era Nora ni por qué sentía de repente intriga por conocer a una desconocida.
Jeremiah llegó al hotel y entregó las llaves al valet antes de entrar al lugar. El salón donde se llevaba a cabo el evento estaba lleno de mesas elegantes adornadas con flores y luces brillantes. Todos parecían estar disfrutando de la velada, aunque su interés no necesariamente era apoyar la causa benéfica. Se acercó a algunos invitados para saludarlos y, sin querer ser descortés, entabló conversación con uno de los socios comerciales de su abuelo.Después de unos minutos, Jeremiah se dio cuenta de que era hora de comenzar el evento, así que decidió terminar la conversación.—Fue un placer verlo de nuevo, señor Sebastián. Ahora, si me disculpan, iré a ver cómo va todo —se despidió cortésmente y se alejó de la mesa.Buscó a su primo, quien estaba a cargo de la planificación. Necesitaba saber si había sido él quien había invitado a Jane. Pero no pudo encontrarlo. En cambio, se encontró con la última persona que esperaba ver allí.¿Por qué había venido su tío Geoffrey? ¿Cuándo había sido
Elliot se encontraba en el estacionamiento del hotel, respirando profundamente el aire fresco de la noche luego del arduo trabajo que había desempeñado esa día. Su móvil sonó, interrumpiendo su momento de tranquilidad. Sin embargo, una sonrisa se deslizó por su rostro al ver de quién se trataba, aquella mujer que siempre estaba en su pensamiento.—Hola, mamá.—Cielo, por favor no olvides comprar los medicamentos —le recordó, su voz ligeramente preocupada.Elliot asintió, sabiendo lo importante que era para su madre recibir el tratamiento adecuado. Atravesó el estacionamiento con paso apresurado, ansioso por cumplir con esa tarea. Mientras se dirigía a la farmacia más cercana, su mente se llenó de pensamientos sobre los planes que tenía para esa noche con Jeremiah. Durante años, había esperado con anticipación ese momento y estaba decidido a cumplir con lo que se había propuesto.Finalmente, encontró el local abierto y se adentró en la farmacia. Buscó los medicamentos prescritos por el
Jeremiah había salido del elevador en cuanto las puertas se abrieron. Mientras caminaba hacia su oficina, sentía intriga por descubrir la identidad de aquel individuo que se había infiltrado en el evento benéfico.Su secretaria se puso de pie en el instante en que lo vio llegar, pero Jeremiah la detuvo con un gesto de su mano antes de que pudiera informarle sobre lo que estaba sucediendo.—Estoy al tanto —fue lo único que dijo antes de entrar a su oficina.Dentro, estaban Jong, Joseph y un hombre arrodillado en el suelo mientras sus guardias lo sujetaban con fuerza.—Jeremiah —se acercó su amigo.—¿Qué ocurre? ¿Por qué está Joseph aquí? —preguntó, dirigiendo su mirada hacia Joseph, quien permanecía tenso en su lugar.—Bueno, dile por qué estás aquí —instó Jong.—Antes que nada, quiero asegurarle que mis acciones no tenían ninguna otra intención. Espero que crea en mis palabras, señor —habló el gerente.Jong soltó un bufido.—Sí, claro. No justifiques tus acciones y cuéntale lo que hic
Sofía había regresado a la ciudad después de un mes sin ver a su querida amiga Nora y su pequeña Zoe. El sol brillaba en el cálido día de primavera mientras ella caminaba con emoción en las calles de la ciudad, dispuesta a ir a la casa de su amiga. Aunque Nora no tenía la menor idea de su llegada, Sofía estaba determinada a darle una sorpresa inolvidable.Mientras tanto, Jong había decidido encargarse de recoger a su hermano menor quién había venido de visita y se quedaría unos días en su casa. Conociendo a su hermano, sabía que detestaba esperar, por lo que había llegado al aeropuerto unos minutos antes. Pero decidió esperarlo en el auto.Sofía, ajena al peligro inminente que se cernía sobre ella, se encontraba despreocupadamente revisando su móvil, cuando de manera sorpresiva y furtiva un sujeto intentó arrebatarle su cartera. Sin embargo, Jong, quien desde el principio había percibido las malévolas intenciones del hombre, decidió actuar como su salvador. Con determinación, abandonó
Aquella mañana, Jeremiah despertó experimentando un intensísimo dolor de cabeza a causa de haber pasado la noche en vela. Le había resultado imposible conciliar el sueño debido a su insomnio, su mente daba vueltas al mismo asunto una y otra vez. No podía creer que Joseph lo hubiese traicionado de esa manera; aunque comprendía sus motivos para solucionar sus problemas económicos, hubiese preferido que Joseph le contara lo que estaba pasando y le pidiera ayuda. Sin embargo, había actuado mal, había sido deshonesto.Durante el día, Jeremiah se sintió agotado y, aunque tenía trabajo por hacer en el hotel, decidió quedarse en casa y terminar las tareas pendientes desde allí.Se tomó una ducha fría para aliviar el dolor de cabeza y después se dirigió a la cocina a buscar algo de comida. Tenía un hambre voraz. Sin embargo, al abrir el refrigerador se dio cuenta de que no había hecho la compra y solo encontró un par de rebanadas de pan.Suspiró hondo.Su estómago rugía de hambre, lo cual solo
—¡Está ardiendo! —exclamó con preocupación—. ¿Ha tomado algo para ello?—Sí, probablemente sea solo un resfriado y se pasará pronto —restó importancia al asunto.Asintió sin estar del todo convencida, pero decidió no inmiscuirse más.—¿Qué le apetecería comer? —cambió de tema al notar lo poco comunicador que estaba ese día—. Puedo prepararle un delicioso estofado para el almuerzo.Jeremiah encogió los hombros.—Lo que decidas preparar estará bien.Nora abandonó la estancia y se dirigió a la cocina, donde se encontró con el señor Esteban colocando las compras en el refrigerador. Frunció el ceño al ver una notable cantidad de zanahorias.—¿Qué es todo esto? —preguntó, llamando la atención de Esteban—. ¿Por qué hay tantísimas zanahorias?Agarró una entre sus manos y notó que aún estaban frescas.—A Jeremiah le encanta el exquisito pastel de zanahoria. Suele degustarlo cuando está bajo estrés o en esos... momentos tan particulares —su tono de voz cambió al pronunciar lo último.—¿A qué mo