El beso se prolongó durante un rato, me permití soñar. Noah y yo nos dejábamos llevar por el momento. Había llegado el momento de la verdad. “Entonces, ¿quieres ser mía?”. La cuestión se planteó en forma de pregunta. ¿A dónde va a llegar? No estaba segura de querer averiguar a dónde iba su mente con esto, pero sí quería que me besara de nuevo. Cuando bajó sus labios para encontrarse con los míos, nuestras respiraciones se intensificaron mientras nos besábamos de nuevo.—Estuve vagando durante mucho tiempo, buscando algo… No sabía qué. Mi vida era cómoda y tranquila, pero faltaba algo —murmuró contra mi boca. Yo continuaba con los ojos cerrados, inmortalizando el momento. El tiempo se me escapaba y no quería que lo hiciera. En el instante en que abrí los ojos, él me observaba fijamente con una ternura que me dejó sin aliento. Me rozó el labio inferior con el pulgar y después se pasó el pulgar por el labio inferior, un gesto de su parte que ya me estaba fascinando.—Es distinto cuando t
Sábado.Dormí plácidamente, no quería levantarme, pero ese deseo Verónica no lo iba a permitir.—¡Vamos, dormilona, a vestirse para desayunar rápido! Tu abuelo nos espera… Y ya sabes cómo es don Armando.Abrí los ojos y detallé a Verónica. Se notaba que se había levantado antes que yo para arreglarse, se veía muy guapa. Se colocó un vestido negro con flores diminutas en rojo, el largo no llegaba a las rodillas sino hasta la mitad de los muslos, encima de esta una chaqueta de jeans y botas de cuero de combate. Lo más espectacular era su cabello rojo natural, lo llevaba suelto, le daba hasta la mitad de su espalda.—Si Javier no se siente atraído por ti, es porque realmente está ciego. Te ves preciosa, aunque ese vestido es un pecado andante.—Debo mostrar un poco la mercancía. Lucía me asesinó en el gimnasio cada vez que puedo, por lo tanto, debo mostrar lo que poseo.—En fin, no vamos a discutir, por eso, me cambio y voy a desayunar.—Tienes cinco minutos, dormilona —me aclaró ella.—
Sumergida en una espiral, sentía que mi cuerpo se hundía lentamente, mecida entre las aguas movedizas de mi inconsciencia.En medio de mi desvanecimiento, vi a Noah parado frente a mí, extendiendo su mano; tuve la intención de tomarla, pero no ocurrió. Detrás de mí estaba el lobo simbólico, lo observé ignorando a Noah por un momento. Era un animal que tomaba la forma de Gabriel confirmando mi corazón. Sus ojos grises pasaron de desolados a fértiles, también extendió su mano hacia mí, y una llama comenzó a surgir de él hasta casi tocarme.Me encontré en una habitación oscura, con solo una vela parpadeando frente a mí. Una voz suave y reconfortante resonaba en el espacio, cantando: “Una llama te hace sentir completo: es un espejo de ti mismo, un reflejo de tu alma, como si estuvieras cortado de la misma tela”. Yo estaba en medio de esos dos hombres, confundida, sin entender qué demonios estaban pasando. Progresivamente, las imágenes se desvanecieron y a lo lejos se oyó la voz de Verónic
Camino hacia la casa de mis tíos, no pronuncié ni una sola palabra. Verónica iba tras el volante, desconcertada. Aquella actitud de mi parte era algo nuevo para ella y también para mí. No tenía idea de cómo proceder, mi cabeza era un meollo. Verónica detuvo el coche con rapidez, el frenazo logró que me terminara de despertar de aquella rara sensación.—¿Se puede saber qué te pasó en la tienda de tu primo? Tú y yo teníamos un plan. Sabías que antes de ir a la casa de tus tíos, pasaríamos el mayor tiempo con Javier. —Verónica se molestaba cuando le costaba entender o analizar algo.—Lo lamento, Vero, no tuve la intención de dañar los planes… A pesar de ello, ve el lado positivo. Javier, tiene tu número de teléfono y, por la forma en que te miraba, no creo que tarde en llamarte… Realizaste tu objetivo —mis palabras se volvieron mantras. Después de decir su nombre, el celular de Verónica sonó.—¡Bingo! Lo acabas de reventar… Es Javier —me informó ella, mostrándome la pantalla del celular.
Noah estaba en medio de la sala de conferencias estudiando propuestas con su hermano Alexander. Anastasia, desde los pasillos que estaba limpiando, tenía un ángulo adecuado de la estancia con paredes de cristal. A pesar de no poder oír, pudo ver los gestos de Alexander Duarte de León riñendo con Noah, mientras los demás seguían mostrando propuestas. Las comparaciones entre los dos hermanos no tardaron en llegar a la mente de Anastasia. Alexander era explosivo y era obvio que perdía la paciencia rápidamente. Noah era inescrutable y muy tranquilo; sin embargo, era Noah a quien más le temía. Jennifer, la asistente, no disimulaba su coqueteo con el presidente y el director general. Sus faldas eran más cortas y acentuadas en la cintura, pero eso no era lo que le molestaba a Anastasia.Noah había estado al mando desde que tomó el relevo de su padre. Después de que su madre muriera a causa del cáncer, su padre se fue retirando, dejando toda la responsabilidad y la presidencia de la empresa a
Miré los ojos de Gabriel y sentí que podía verlos a través de ellos. Debía admitir que eran de un hermoso tono gris, al igual que el color de las nubes de tormenta. Me invitaban a mirar su alma, pensé. O tal vez no, pero en cualquier caso él aparentaba sospechar lo que yo opinaba de él. Parecía que me estudiaba mucho, como si intentara leer en mi mente antes de decir nada.Me di cuenta de que si seguía mirándolo, podría descubrir mis secretos y lo desconfiada que era.—¿Por qué no solo fingimos que nos asusta lo que ocurrirá? —preguntó Gabriel sin apartar sus ojos de mí. La inquietud que me producía por su asedio visual me llevó a girar para ver a Vero y Javier; ellos estaban en su mundo.—No los veas a ellos, para ese par tú y yo no existimos en este momento.—Existen momentos en los que sobran las palabras —dije por fin. Me encontraba en uno de esos momentos, en los que no quería estar, pero el mundo a veces resultaba extraño e incomprensible. Las palabras de Verónica y Javier se
Nos mantuvimos en silencio durante el trayecto, pero eso no fue suficiente para que me sintiera relajada. Estaba tan estresada por los exámenes que el hecho de que Noah no hablara me ponía aún más nerviosa. En silencio entré en mis recuerdos, incorporé a mí el primer encuentro con él; había sido el momento más gratificante y el más doloroso de mi existencia. Experimenté amor, odio y otras vivencias secundarias, pero sobre todo me sentí insegura porque pensé que no desearía estar cerca de mí tanto como yo deseaba. También me angustiaba que no me enviara los mensajes que yo le pedía por su posición de CEO. Tenía que asumir que su tiempo era limitado, y lo sabía de antemano, pero mi alma testaruda le exigía más, y apenas estábamos comenzando.Mentiría si dijera que no me sentía celosa e insegura, con la posición de Noah y su llamativo físico, así que tenía que digerir y procesar que iba a ser estresante para nosotros encontrarnos en persona y hablar; sin embargo, odiaba que tuviéramos qu
Gabriel.Los pensamientos taciturnos se apoderaban de la mente de Gabriel, reflexionó sobre su vida amorosa, y sobre cómo ninguna relación del pasado le había hecho sentirse realizado. Por lo tanto, comenzó a salir de nuevo, pero no encontró a la chica adecuada. Amigas, amantes y compañeras hablan ido y venido; sin embargo, el hueco en el pecho persistía. Gabriel Argüelles siempre había sido una persona segura de sí misma; sin embargo, a pesar de sus convicciones, se percató de que le faltaba una gran parte en él por completar. Existen numerosas cosas en la vida que lo hacían sentir orgulloso, como su negocio, su agilidad en los deportes y el amor de su madre y amigos, pero ningún amor de pareja lo había hecho perder la cabeza…, ninguna dama del pasado le causaba insomnio, ni antes ni después; todo ese esquema se fue al infierno cuando vio a Lucía.—Quizás estoy roto, quizás estoy equivocado… pero me basto verte, Lucía, solamente una vez para saber qué eres la indicada —repetía su voz