Subí a dormirlo, dejé el reproductor de música, muy bajito, para que pudiese dormir, luego fui a nuestra habitación, Holly aún no llegaba. Quité mi ropa para esperarla a ducharnos, en la cama, continúe mirando el dibujo de Leo, así como el retrato que Celine había pintado de su hermana, había pintado a Cielle con su traje de ballet. La primera mariposa que Alice disecó, así como el primer examen universitario de Anthony.Holly entró a la habitación, estirando los brazos y soltando un bostezo, arrastró los pies hacia la cama.—Estoy muy cansada.La acuné en mis brazos.—Ya puedes relajarte—le besé la frente—, yo te cambio.—Hum—masculló somnolienta.Desenganché su overol, y se lo quité, dejándola en calcetas lilas con flores, braguitas blancas y blusa rosa de rayas, soltó un gemido al acomodarse.Todo mi cuerpo se sobre calentó y aquel tipo se levantó rápidamente apretándome los calzoncillos.—De… ¿estás muy cansada?—Hum—ella estiró sus brazos debajo de la almohada, abrió lentamente l
ADAMNo hubo rincón en la casa que no hubiese sido probado por nosotros, lo mejor de todo fue hacer el amor en el balcón, en esos sillones blancos, cabalgando en el atardecer.No me cansé de hacer el amor y ella tampoco. Ese día la pasamos desnudos, hacía calor y la ropa nos estorbaba.Por la noche decidimos salir a cenar, sorteamos entre las callejuelas estrechas y nos quedamos en pequeño local donde apenas y había tres mesillas, con dos sillas casa una, solo una de las mesas estaba ocupada.—Este es perfecto—me dijo ella, tirando de mí.El cocinero se acercó amablemente, explicándonos las buenas recomendaciones del día, Holly lo miraba interesada, pero luego me miró. Le expliqué en qué consistían los platillos y ella escogió uno familiar.—Avli Milos—leyó el cartel—¿Qué significa?—Jardín de manzanas.Miró alrededor.—¿Y las manzanas?—Oh, al parecer aun no es temporada.—Sabes—se recargó en una de sus manos—, siento como si fuésemos novios.Me reí.—Pero estamos muy casados.—Lo sé,
ADAM—Me gustaría quedarme un poco más—ella hizo puchero—, pero ya extraño mucho a los niños—arrastró la maleta.—Vendremos cuantas veces quieras—la tomé de la barbilla para besarla—, con o sin niños—ella sonrió complacida.—¿Te he dicho lo mucho que me encanta que me concientas?Le di un toquecito a su nariz.—Me encanta escucharte decirlo—le guiñé el ojo.Arrastré nuestras otras maletas a la entra, mientras llamaba al capitán.—Bien—Holly dio un tirón a la maleta que se enganchó en uno de los escalones, dio un paso hacia mí algo brusco y de pronto escuché agua regarse.—¿Qué fue…? —brusco me giré, al tiempo que la llamada entraba.—¡Adam! —me miró sorprendida, luego miró hacia abajo y yo con ella. Un charco de agua estaba bajo sus pies, su pantalón húmedo—, no puede ser.—Hay, mierda—mascullé, sin poder creer lo que estaba pasando. —¿Señor, sucede algo? —me decía el capitán.Reaccioné.—¿Dónde está el hospital más cercano? —le exigí.Me dio la dirección, estaba a veinte minutos de
ADAMEl policía dobló por una calle más angosta, casi me rosaban las rodillas. Llegamos hasta una casita de dos pisos.—Es ahí—bajé a Holly conmigo, el policía bajó también—¡Kyría Triantafyllou! —(¡Señora Triantafyllou!—Ya escuché, ya escuché—una viejecilla salió de la parte superior, con un trapo limpiándose la boca—¿Qué quieres? —fue osca.—Aquí hay una embarazada.La señora no vio a Holly, simplemente hizo un gesto.—Súbanla.—No se preocupen, la señora Triantafyllou es muy buena, esperaré aquí abajo al paramédico—se ofreció el policía.Tomé a Holly en brazos y subí las escaleras hacia donde estaba la señora.—Por aquí—señaló su sala, luego nos miró—¿Dónde está la embarazada?—Soy yo—se quejó Holly.—¿Qué? ¿están bromeando? —pareció irritada.—No, no—se excusó rápidamente Holly— es un embarazo críptico.La señora nos miró aguda.—Oh, esto será difícil—suspiró—, por favor, siéntense mientras preparo todo, ¿es tu primer parto?Ayudé a sentarla.—No, el tercero.La señora dio un resp
ADAMDesde que conocí a Holly, mi vida ha estado al limité de la cordura.Pese a que ella, es mi estabilidad, hay ocasiones… especiales, en las que ha cortado de tajo mi cordura.Como hoy.Apenas tomamos una semana de descanso después de mucho tiempo, festejamos nuestro aniversario como la luna de miel a solas, que no tuvimos, y enterarme en esa misma semana en que iba a ser papá. Donde en esa misma semana, nació… no uno, sino dos, ¡dos bebés más!De los cuales asistí su parto, me mojé con su sangre, los sostuve en mis manos y corté el cordón umbilical.Estuve en un estado de shock, pero al verlos y ver a Holly que reaccionaba… de manera normal después de sus partos. Verla… creí que estaría aterrorizada, después de lo que pasamos.Pero me di cuenta de que la he subestimado todo este tiempo.Después de ser trasladados al hospital más cercano; que revisaran a ambos bebés y a Holly determinando que estaban bien, salvo que ellos un poco bajos de peso.Ahora estábamos en una habitación, se
HOLLYNos hemos quedado dos días aquí en el hospital.A pesar de que los bebés estuvieron bien, querían descartar cualquier tipo de daño, si es que lo tuviesen, así que los tres estuvimos sometidos a varias pruebas analíticas. Adam nos llevó a Atenas, ya que los médicos nos sugirieron viajar luego de ocho días.Hablamos un poco con los niños al día siguiente de hablar con nuestros padres. Los abuelos estaban cuidándolos bien. Creían que nuestras vacaciones se habían extendido, aún no les decimos de sus nuevos hermanitos. No fue difícil volvernos a adaptar a una rutina con bebés; No hace mucho que tuvimos a los trillizos. Me vitaminé y comí lo mejor que pude para poder llenar a estos bebés de nutrientes.Al tercer día, decidimos contarles a los niños sobre sus hermanitos, quisimos hablar primero con Alice y Tony.Aprovechamos que los bebés estaban durmiendo.Esperamos la video llamada.—Hola, cariño—contestó mamá.—Hola mami, ¿Cómo están?—Bien, llevamos tres días de una fiesta improvi
ADAMFue una travesía el viaje de Grecia a casa.Holly estaba muy ansiosa por volver, compartía su sentir, aunque, quizá, ella lo estaba más que yo. Apenas y pudo dormir en todo el viaje.Es gracioso, hace solo un par de días que habíamos salido solo dos personas y ahora llegamos cuatro. Llegar a casa también me hacía temblar las piernas.Sostener a nuestros bebés, tal como la primera vez, aun me resultaba tan fascinante y delicado. Estuve al pendiente de ellos todo el tiempo, tampoco pude dormir. Para cuando aterrizamos Holly casi bajó corriendo las escaleras, pero el movimiento brusco la hizo frenarse.Pasé todo el tiempo preguntándole si tenía algún malestar.Para cuando llegamos a casa, mi corazón se sentía ya agitado, hasta tal punto, mi ansiedad por llegar fue palpable.Apenas y el auto se detuvo frente a la casa, la puerta se abrió y Holly salió corriendo a la par que los niños salían a su encuentro.Bajé para unirme a ellos.—¡Mami! ¡Mami!—¡Bebés! ¡Mis bebés!El nudo en mi
DAKOTACorrí hacia la carretera, pero unos brazos me alcanzaron sin siquiera haber salido del todo de la gasolinera.Al final, no pude deshacerme de Nicholas West. Patalee y lo golpee—¡Bájame!—No quiero lastimarte—volvió a meterme al auto, se recargó en la puerta—. ¿Dónde crees que ibas? —Lo miré furiosa, pero no contesté—, no puedes irte de mi lado, quieras o no, van a encontrarte y no te garantizo que te quieran viva.Temblé ante sus palabras, furiosa e impotente. Por primera vez desde que Nicholas me rescató en medio de todo ese caos, solté el llanto de frustración.—Basta, no llores—dijo brusco—, tienes que controlarte un poco—estiró las manos para mis mejillas, pero lo golpee lejos.—No me toques—gruñí.Desde entonces hemos pasado quizá veinte minutos sin decir nada. Conducía en un estado serio, me había hecho un ovillo en el asiento, consolándome. —Toma esto—me arrojó un paquete de galletas—, necesitas comer.Aún estaba molesta por nuestra discusión anterior.—No lo quiero