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Kat llegó de visita y se sentó en el sofá, ella miró el sofá y después a mí.

— Dime que esto no es lo que estoy pensando — me dijo.

Me acerqué a ella y miré de lo que hablaba. Allí en la tela tan inmaculada había una mancha amarillenta.

— No es lo que estás pensando — le dije con una sonrisa.

Ella se levantó de inmediato y empezó a sacudirse de su cuerpo suciedad invisible.

— ¡Me voy a embarazar otra vez! — se quejó.

Dimitri nos quedó mirando, y después miró a Kat.

— ¿No crees que con dos es suficiente? Pobre Bennet — le dijo.

Kat lo miró con rabia y después me miró a mí.

— Ambos son asquerosos. ¿Cómo pudieron follar en el sofá? — se quejó.

Dimitri empezó a reír.

— Apuesto a que Bennet lo ha hecho contigo en lugares más turbios que un sofá. A Bennet se le nota en la cara que es un pervertido — le dijo.

Yo le tapé la boca con la mano para evitar una discusión más grande. Sabía que Kat no se dejaría y Dimitri le seguiría la corriente hasta que ella se enfadara aún más.

— No follamos en
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