Mi fin de semana junto a Edward fue maravilloso. Compartimos mucho, nos conocimos un poco más y no paramos de explorar nuestros cuerpos, es increíble todo lo que me hace sentir ese hombre con su boca, sus manos y su cuerpo. Me excito de solo pensar en él. Es que hasta su nombre es morboso... «¡Edward, Edward, Edward...!» Me pone como una moto recordar todo lo que hemos hecho. La realidad me golpea, aquí estoy atendiendo paciente tras paciente. Edward es muy profesional, ni siquiera voltea a mirarme y ni un guiño me lanza, me molesta que ni disimulado, me manda alguna señal de humo. Las pacientes a las que ha operado y proporcionado enormes tetas vienen a restregárselas, a ofrecérselas en mi presencia y me hierve la sangre, quisiera agarrarlas de los cabellos y sacarlas del consultorio a patadas. Me pone enferma tan solo de pensar que eso mismo que me da a mí... se lo dé a otra. Trato de disimular, juro que hago el esfuerzo, pero los celos me comen viva. A veces veo un atisbo
Mi teléfono está vibra que vibra, lo saco del bolso y es Edward el que me llama. Aunque no quiera que se entere, no tengo a nadie más a quien acudir, así que dejando mi vergüenza y orgullo a un lado le contesto. —Preciosa acabo de terminar voy a buscarte… ¿Preciosa me escuchas?—¿Puedes venir por mí a otro lugar, por favor?—el llanto no me dejaba pronunciar palabra.—¿Qué ocurre? ¿Estás bien?—Sí, pero por favor ven por mí. Te explico luego. —Mándame tu ubicación y no te muevas de donde estás, por favor. A los veinte minutos llega y estaciona el auto en la cafetería, cuando veo que se baja voy a su encuentro no quiero estar un minuto más aquí. Está preocupado, lo veo en su rostro y sus espectaculares ojos me escanean de arriba abajo. —¿Qué pasó? Estás temblando. Me abraza y me aprieta contra él, sentirlo conmigo me tranquiliza y me da paz. Me abre la puerta del auto y una vez adentro le explico lo que me ocurrió, veo como aprieta el volante hasta quedar sus nudillos blancos, su
Edward me deja en el suelo, agarra la copa de champaña y se sienta en la orilla de la cama, le da un trago a la misma y con su voz extremadamente ronca me dice:—Aún no es momento preciosa. Primero quiero que me calientes.Pestañeo varias veces ante lo que me dice de repente siento la boca seca, yo también le doy un trago a mi copa y sonrío nerviosa.«¡Esto va en serio...! ¿¡En qué lío me metí con este hombre!?».—Sabes hacerlo, te he enseñado. Quiero que lo hagas tu sola ahora, déjate llevar. Desnúdate, siéntate allí—señala el diván que está cerca del jacuzzi—. Y caliéntame.¡Oh por Dios! Me bebo toda la copa de un solo trago y me sirvo otra, Edward me observa con sus profundos ojos azules. Quiero verlo loco por mí, quiero ser su locura, su pasión, su lujuria, que... en cada momento que sienta deseo piense y me desee solo a mí. Quiero adueñarme de su cuerpo, de su mente, de su alma... de todo su ser.Sé lo que le gusta, lo que lo vuelve maniático. Totalmente desinhibida y cómoda con
Edward habla de su profesión, de su familia y con el simple hecho de hacerlo se le ilumina rostro, le cambia el semblante. Se ve que los ama mucho y que son muy unidos.—Me has hablado de tus dos hermanos Garret y Anthony, pero casi no hablas de tu padre.Tras darle un trago a la copa de vino que tiene al lado, responde:—Richard, mi padre, es algo rígido e intratable, pero una vez que lo conoces lo llegas a querer. Aunque no es para nada fácil llegar a conocerlo tal cual es. Lo que ocurre es que hemos pasado por muchas situaciones bastante difíciles y eso lo ha hecho desconfiar demasiado de las personas. Mis hermanos son iguales, mi madre es la única que sabe llevar todo tipo de situaciones sabiamente. Cuando habla de su mamá se le iluminan los ojos, «¡qué bello!» Esboza una tremenda sonrisa que me deja cardiaca y me llega al alma…Dicen que si un hombre ama a su madre, la respeta y la valora, pasará lo mismo con su novia o esposa.No sé por qué, siento tanta seguridad cuando estoy
Estoy exhausta y malhumorada, no consigo nada que se amolde a mi presupuesto, a este paso tendré que tomar los ahorros que tengo para la universidad. Edward me repite por enésima vez que sin ningún problema él puede ayudarme a pagar el departamento que quiera. Y yo por última vez lo mando a freír espárragos, no quiero y no lo acepto.Estaba por darme por vencida cuando fuimos al último edificio. Quedé maravillada con el departamento en su totalidad, aunque su precio es un poco alto, lo vale, es cómodo, tiene dos habitaciones, la cocina es concepto abierto y demasiado espaciosa, me encantó.Tuve que llamar a Brenda para saber si está dispuesta a pagar conmigo ese precio. Dijo que sí, al colgar la llamada cerré el trato con el Sr. James y cuando se retiró fue tanta mi emoción que abrace a Edward y él me elevo por los aires dándome muchas vueltas.—Basta me mareo— grité muerta de risa.—Me encanta cuando sonríes—me acaricia el rostro—, eres preciosa.«Este hombre es maravilloso».Gracia
—Se han portado muy bien y han dejado ver sus atributos chicos, ¿por qué no, mostrarle alguno de nosotras?Quería matar a Brenda, ella rápidamente bajo el cierre de su falda quedando en brasier y tanga, dio varias vueltas en su lugar y nos dimos cuenta cuando se tambaleó a causa del alcohol. Rápidamente, Carl tomó su mano y ella cuando estuvo estable camino hacía él, le dio un beso en los labios y se sentó en su regazo. —¡Es tu turno Letty!—gritó Brenda—. Piensa que estás en la playa.Me levanté decidida a hacerlo, el alcohol en mi sistema me estaba dando valentía. «No sé por qué la mirada de dos hombres me pone como una moto, me excita y me calienta en demasía».Me despojé de la camisa de Guns N’ Roses y la tiré en dirección a Edward. Él, la atrapó en el aire y su potente mirada se clavó en mi brasier rosa con diminutas flores, cuando estaba a punto de quitarme el pantalón no lo vi venir, me cargó como un costal de papas sobre su hombro y dijo:—Me la llevo y no saldremos de la hab
«¡Qué perra es esta mujer!»Pensé que Edward se avergonzaría y me negaría, ya que esta zorra no pierde tiempo en recalcar que soy una niña para él.—Cynthia, esta preciosa chica que vez aquí—entrelazó su mano con la mía—. Es mi maravillosa novia. Letty Brown.«¡Qué bello es mi amooorrr! ¡Toma ya, perra!, ¿cómo te quedó el ojo?».La mujer no se esperaba esa respuesta, su sonrisa se congeló de inmediato y su intensa mirada grisácea se clavó en la mía.—Mucho gusto linda, este hombre es todo un galán. En la universidad traía locas a muchas e inclusive él y yo en esos tiempos tuvimos algo, pero eso ya es pasado. «¿A esta loca qué le pasa, acaso me está diciendo que tiene una oportunidad con Edward y que donde hubo fuego cenizas quedan?».«O será que quiere jugar y ser como la canción de Selena Quintanilla “Amor Prohibido”».Supongo que Edward por ser todo un caballero no le dice nada, pero noto su incomodidad y yo no quiero que lo toque más, me incomoda, me enciende y quiero arrastrarla
Cuando pensé que me dejaría vestida y alborotada me llamó y dijo que se le presentó un inconveniente, pero que ya está cerca del departamento. Bajé a esperarlo y a los pocos minutos apareció, cuando bajó del auto pude ver lo cansado que está, tiene una leve barba de días en su magnífico rostro y aun así se ve muy guapo.Cuando estuvo cerca de mí corrí para abrazarlo, él correspondió a mi abrazo y con mucha fuerza me apretó contra sí. Aspiro mi aroma por minutos, me dijo cuanto me extrañó, al separarnos nos besamos con pasión, con ansia y desenfreno, pude sentir cuanta falta le hice al igual que él a mí.Me llevó a un fantástico restaurante italiano llamado «IL POMODORO». Edward me dijo que traducido en español seria «Tomate» y yo solté la risa.«¡Qué nombre para un prestigioso restaurante!»Degustamos una deliciosa pasta boloñesa acompañada de un vino exquisito. Todo marchaba de maravilla y la noche pintaba perfecta para ambos. Hasta que nos encontramos a Zorra-Cynthia saliendo del mi