—¡Me amas! Podemos empezar de nuevo.
—Lo siento amor, pero no puedo perdonarte.
Ethan aprieta el gatillo, el cuerpo de Ricarda cae sin vida. Luego Ethan levanta el arma y se dispara.
Uno de los clientes empezó a grabar todo cuando el primer disparo llegó, su compañera le reprocha aquello, le parece que no debía hacerlo.
—¿Qué demonios haces, Julio?
—¿Sabes cuánto dinero van a pagar los noticieros por tener la exclusiva de lo que sucedió?
—Pero la familia de esta gente, ¿qué? Por Dios esto es retorcido y amarillista.
—¿Pero desde cuándo tan moralista?
La gente que estaba dentro del restaurante sale a ver en que acabó todo, los meseros les impiden acercarse. Poco después llegan los del CIJ (Centro de investigación Judicial) sus médicos forenses empiezan a analizar la zona. Toman declaraciones a los presentes, se llevan las grabaciones de las cámaras de seguridad y tras proceder al levantamiento de los cuerpos se van.
Más tarde aquella misma noche en medicatura forense la joven que analiza los cuerpos para dar el informe revisa las pertenencias y anota los datos personales de las víctimas, entrega todo a sus superiores.
A la mañana siguiente don Peter, que está en Residencia Villa Guadalupe, está tomando café mientras ve las noticias, Uno de los periodistas pasa la noticia y don Peter, ajeno a quien es el centro de la noticia sube el volumen al televisor.
—Tal cual dijimos hace algunos minutos, anoche se dio una tragedia en un restaurante en Escazú, se trata de un doble homicidio y el suicidio del autor de los hechos.
Aún no tenemos los nombres de las víctimas y su victimario sin embargo si poseemos el video que un corresponsal que estaba en el lugar de los hechos nos he hecho llegar. En el video podemos apreciar como un sujeto dispara a quien presumimos es su esposa y luego se suicida. Les advertimos que las imágenes son muy fuertes.
Cuando el video inicia don Peter cae al suelo sosteniéndose el pecho. Lidia que se encuentra cerca corre al lado del anciano y pide ayuda a su esposo que está por ahí.
—¡Esteban, Esteban auxilio”
—¡Qué pasa Lidia!
Al llegar corriendo ve en el suelo a don Peter. Le toma el pulso.
—Lidia, corre a llamar una ambulancia y revisa en la ficha de don Peter cuál centro médico tiene anotado allí y quién es el médico al que hay que notificarle si algo le sucede.
—De acuerdo.
Esteban se queda aplicando masaje cardiaco a don Peter hasta que llega la ambulancia. Luego se queda en el suelo, cansado observando a los camilleros encargarse del anciano. Lidia llegar a abrazarlo y llora.
Eli es ajena a todo esto, se encuentra en USA y decide entrar a sus cuentas en redes sociales y al entrar a la página del noticiero suelta la taza que sostiene en sus manos y grita. Luego empaca las cosas y mientras reserva un vuelo su amiga Georgina le dice:
—debería irme contigo.
—No, las exposiciones están a la vuelta de la esquina, me quedaré con mi abuelo mientras se recupera de esto.
—Llámame apenas llegues.
—Así lo haré.
Georgina la abraza fuerte.
—Sé fuerte.
Al bajar del avión, ve a Gustavo, este la abraza fuertemente. Eli está jadeando en busca de aire.
—¿Asma?
—El inicio, ando la bomba acá en mi cartera. Llevaba meses sin un ataque, pero siempre mantengo una bomba por si acaso.
—Pero es que esto no es para menos, es un caos total. Tengo periodistas fuera de la casa de tus padres, de mi despacho. Son como tiburones.
—No entiendo nada... cuando me hablamos lo sentí distinto, deprimido, pero jamás imaginé que iba a pasar algo así.
—Eli, debes ser fuerte, hay algo que...
—Lo sé, si me derrumbo ya no pararé de llorar y mi abuelo me necesita fuerte.
—Eli, Dios... no hay forma de suavizar esto, tu abuelo se enteró viendo las noticias. Le ha dado un infarto.
—¿Está ...está muerto?
—No, pero está crítico. Vamos al hospital.
Al llegar los recibe una enfermera.
—Soy la nieta de Peter Foster.
—Buenas noches joven, el médico ha dicho que apenas llegue usted la llevemos con él.
—De acuerdo.
Llegan a la zona de emergencias y un joven médico se les aproxima.
—Doctor Rojas, ella es la nieta del señor Foster.
—Gracias enfermera. Usted sígame por favor, Eli.
Caminan por un pasillo, el reloj marca las doce y diez. Paran frente a una puerta.
—Eli, su abuelo sufrió un infarto, recuperó la consciencia y pidió se le llamase a usted. Él está muy débil y no creo que pase de esta noche. Le permitiré que esté con él, pero procure que no se esfuerce o altere.
Eli toma la manilla de la puerta, antes de abrirla apoya la cabeza en la puerta y suspira, luego entra. Su abuelo no está conectado a ninguna máquina de soporte vital, solo un monitor cardíaco. Eli jala una silla y se sienta a verlo.
Apenas le sujeta la mano él abre los ojos. Su voz no es como siempre, habla tan suave que Eli se acerca hasta poner su oído cerca del rostro de su abuelo.
—Ya puedo morir en paz, pude despedirme de ti.
—Abuelito no digas esas cosas por favor.
—Niña escúchame. Debes ser fuerte, ya es mi tiempo. Viví una vida plena y feliz. Te amo mi niña.
—Te amo abuelito, vete que la abuela te espera. Te extrañaré como no tienes idea.
Don Peter suspira y cierra los ojos. Las máquinas suenan y él tiene una sonrisa en el rostro. El Dr. Rojas entra y apaga las máquinas, la abraza y Eli llora mientras la enfermera cubre a don Peter.
—Lo siento mucho Eli.
Eli sale de la habitación, Gustavo la ve y la abraza.
—Lo siento, me encargaré de las cuentas y gastos, espérame acá.
—Prefiero salir un poco, necesito respirar.
Llega a la puerta y entonces un periodista se acerca a ella, antes que le pregunte algo Eli retrocede, se gira, mira a todo lado preocupada y choca con el Dr. Rojas, este la sujeta de los hombros y ve por encima y detrás de los hombros de Eli, el periodista está con el camarógrafo fuera. Eli jadea buscando aire. El Dr. Rojas la mira preocupado.
—Yo... yo...
—Vamos a mi despacho, ahí estará tranquila para que supere esta crisis.
Mientras avanzan el Dr. se dirige a una enfermera. Lleva a Eli abrazada por los hombros.
—Pida en administración que le indiquen a don Gustavo Hernández que Eli está conmigo.
—De acuerdo doctor.
Caminan un poco más y abre una puerta, hay un escritorio y una camilla. Eli se sienta y el médico le aplica dos inhalaciones del medicamento de asma. Poco después llaman a la puerta, es Gustavo.
—Debo llevarte a descansar Eli, este ha sido un día muy duro
Eli asiente con la cabeza.
—Procure que no se quede sola hoy.
—No se preocupe doctor que me quedaré con ella, muchas gracias por todo.
—Vamos a habilitar el sótano para que salgan por ahí.
—Iré primero para llevar el auto.
Poco después Gustavo regresa, Eli se levanta, abraza al médico y abandona el hospital.
Llegan a casa de los padres de Eli, ella duerme en su habitación y Gustavo en el sofá de la sala. Ha llevado con él un maletín con documentos que Ethan dejó para Eli.
Para cuando el reloj marca las siete de la mañana Eli baja y observa a Gustavo dormir, así que va a la cocina a preparar café.
Gustavo se levanta poco después y la encuentra en la cocina. Eli está demasiado tranquila, se ve muy serena.
—Eli, te conozco desde bebé, no creo que sea normal en ti no llorar.
—¿Consideras que era una llorona?
—No, pero si un ser humano muy sensible.
—Mira Gustavo, te veo como a un tío. Por eso no me enojan tus comentarios tan directos, pero, si dejo salir esto que siento, voy a suicidarme y no juego. Prefiero ir poco a poco.
Además, por mi asma no puedo alterarme. Voy a tomarme unos días para empacar las cosas que me quiero dejar, luego venderé la casa tal cual está.
—¿Segura?
—Sí, acá no tengo ningún buen recuerdo, en cada esquina la recuerdo gritándome o golpeándome, lo que sucedía con el médico. Necesito empezar de nuevo.
—Te entiendo. Me reprocho no haber intuido algo. Tu papá modificó el testamento el día antes.
—Liquida los activos de mi padre, sus socios no pondrán peros para comprarla. La casa cerrémosla por ahora, solo que venga alguien a limpiar. No puedo decidir que dejar y que vender con todo tan fresco.
—Han llamado del CIJ, los cuerpos estarán listos mañana en la mañana.
—Por favor, encárgate tú. Ellos tenían algo en la Funeraria. Llámalos y ellos harán todo.
—¿No piensas asistir?
—No puedo. Ella causó todo... es la primera culpable y papá tendría que haberla dejado, lo que hizo mató a mi abuelo y es tanto el rencor que siento que no voy a asistir. A mi abuelo que lo cremen por favor y que te envíen las cenizas. Me ausentaré algunos días para poder estar lejos del caos y decidir bien lo que quiero hacer.
—Así lo haré chiquilla. Déjame ir por algo que debo darte.
Gustavo se levanta, va a la sala donde durmió y saca de la maleta una carta que Ethan dejó a Eli, luego le da un beso en la cabeza y se marcha.
24 horas después….
Gustavo luce asombrado por la inmensa cantidad de personas aglomeradas allí. Mientras trata de no gritarles a todos que se marchen se le acercan Isabella y Ernesto del Valle, los padres de Benjamin
—¿Eli no vino?
—Mira alrededor Ernesto. La gente que vino vio la noticia en tele y quieren ver a Eli, como si fuera un maldito animal de circo. Ayer en el hospital trataron de llegar a ella. Culpa a su madre de todo esto y en el fondo tiene razón, preferí no insistirle. Tu hijo no vino por lo que veo.
—Sí, de hecho, ahí viene. Llegó al país durante la madrugada
Benjamin camina fijándose en todas partes.
—Eli no vino, le he buscado por todas partes.
—Hola muchacho. Le decía a tu papá que no ha venido y ha sido lo mejor.
—Necesito contactarla.
—Puedo darle tu mensaje, pero no su número telefónico nuevo. Ella es mi clienta y mi deber es resguardar la privacidad que ella pide.
—Vamos viejo...
—¡Hijo! Debes de dejar de insistir, respeta su decisión.
—Por cierto, hay una carta a nombre tuyo Ernesto. Me la dejó Ethan hace varios años haciéndome jurarle que no te la entregaría hasta el día que faltara. Casualmente le entregó una también a Eli, te la daré en un rato.
—o—
Al entierro solo fueron Gustavo y la familia Del Valle. Gustavo entrega la carta y se marcha. Ernesto abre la carta y después de leerla cae de rodillas, su esposa asustada toma la carta, lágrimas caen de sus ojos y abraza a su marido.
—¿Mamá?
Ella le da la carta, Benjamin la lee y luego la arruga, aquello explica todo sobre la infancia de Eli. Necesitaba verla y ahora que incluso Gustavo se negaba a darle su número, no tenía más opciones, debía regresar a USA y esperar a que ella le contactara.
Había pasado un mes, Eli estuvo de viaje en la zona central del país, en la costa. Llegó a los acantilados de Caldera y trató de saltar, varias veces, pero algo siempre la hacía retroceder.
No se sentía mejor ahora, pero al menos, tras el cuarto intento de acabar con su vida comprendió que debía irse de San José, alejarse de todo para encontrarse a ella misma, por eso estaba revisando propiedades en venta en la ciudad de San Carlos.
Tras ver un par de opciones y agendar una cita decidió llamar a Gustavo.
—No sé si es un milagro o qué, ¡ha pasado un mes! ¿Dónde estás? Benjamin incluso abandonó el país, me dijo que aún te esperará, no le interesa ninguna otra mujer.
—Estoy en casa de mis padres, llegué anoche. He estado pensando mucho y quiero dar un cambio grande, por eso voy a invertir en San Carlos.
—De ahí al fin del mundo es cualquier cosa.
—¡Ay pero que exagerado! Son como mucho tres horas. ¿Sabes qué pasa? Que esas tierras amplias y verdes, llenas de vida son muy distintas a las ciudades llenas de edificios. Necesito alejarme de todo. ¿Has hablado de los activos de mi padre con sus socios?
—Ellos están más que felices, fueron adquiridos por Ernesto del Valle.
—El papá de Benjamin.
—Correcto, me dijo que lo prefiere así, que si en un futuro decides asumir las riendas de los negocios te las devolverá.
—No creo que suceda, no.
—La casa ya tiene un par de clientes para apenas acabes de recoger lo que quieres.
—De acuerdo. En unos veintidós días me marcho, para poder encargarme de las cosas de la casa antes de hacerlo.
—o—
Después de empacar las cosas que quería dejarse, atendió a los compradores, al final fue adquirida por una pareja joven que estaba empezando a tener familia.
Mientras manejaba dejando San José atrás, sonrió por primera vez en mucho tiempo, esta nueva etapa seria, sin dudas, lo mejor que podría pasarle.
Tras tres horas al volante llegó a San Carlos y se dirigió a la oficina de bienes raíces. Era tanto el calor que no pudo evitar suspirar de alivio al entrar. Una joven de cabellos castaños y lacio se dirige a ella. Eli vestía jeans azules, camiseta blanca de tirantes y tenis blancos tipo sketchers, amaba el look deportivo-casual.
—Buenos días joven, ¿puedo ayudarla en algo? tome asiento por favor. Mi nombre es Nancy.
—Muchas gracias. Estuve en contacto con Andrea y le dije que me interesaban dos propiedades, mi nombre es Eli Foster
—Al fin llega, estuvo hablando con mi compañera, pero anda enseñando unas casas.
—Ah de acuerdo… ¿cómo a qué hora regresará?
La campanilla sonó de nuevo, esta vez se trataba de un hombre con una placa en el pecho que le acreditaba como jefe de policía.
—buen día don José -le saluda Nancy-
—Buenos días, Nancy.
—José déjeme presentarle a Eli, va a adquirir una propiedad en la zona. Pero Andrea no está y como la política de la empresa es llevar al cliente en nuestros autos, me preguntaba si podía llevarnos, mi licencia está vencida.
—No sé por qué no me sorprende Nancy. Pero claro que sí, de hecho, acabé mi turno y estoy libre.
—Déjeme revisar cual es la propiedad y nos vamos.
Nancy empieza a revisar los emails entre Andrea y Eli y descubre que ha pedido ver dos casas nada más.
—¿Tiene alguna preferencia o prefiere verlas ambas?
—De camino he pensado en ello y quisiera comprar la que tiene el río.
—Pero es la que está junto al rancho de Ignacio Caballero. No puede ser… eso no es bueno.
—Eso no es bueno, no señor.
—No les entiendo, ¿es acaso alguien peligroso?
—Peligroso…peligroso en esencia no, nada de eso, pero las mujeres siempre le han buscado por su dinero. Aunque había otros candidatos, los terribles cuatro eran los favoritos.
—¿Terribles cuatro?
—Mire, eran los cuatro adolescentes más problemáticos de la zona, ya con los años se fueron calmando, pero la fama les quedó. Dos de ellos se fueron del país, quedaron solo Ignacio y Andrés. Este última cuida de su hermana desde que los padres de ambos murieron en un accidente.
—Comprendo.
—Ignacio es más como un ermitaño, ganó muchísimo dinero en los rodeos fuera del país y cuando se retiró, regresó para criar pura sangre. Las mujeres le buscan como locas, pero él les rechaza. No me vaya a usted a malinterpretar, es una persona agradable con quienes no le atosigan. Como vecino sería amable, pero solo si no flirtea con él, tiene una especie de radar.
—No me interesa flirtear, solo necesito un lugar para vivir. El corazón del señor Caballero está a salvo.
—Entonces vamos a ver la propiedad.
Al llegar al lugar se asombra, en fotografías no se ve tan grande. Hay mucha zona verde y el rio es asombroso.
—La propiedad que ve al fondo es la de Ignacio. Originalmente ambas propiedades eran una sola pero el viejo segregó y aisló esta parte, la cual antes de morir heredó a un pariente lejano y no a su hijo. El heredero había nombrado administradores sin saber que cobraban por el agua, ahora la puso en venta, pero el precio no le sirve a Ignacio pues ha tenido más pérdidas que ingresos desde que debe pagar por el agua, atravesamos una crisis muy fuerte en ganadería y los precios de las reses se ha venido cayendo, por eso no vende ganado, pues igual significaría perdidas fuertes.
—¿Por qué lo hizo la gente? Es decir, cobrarle el uso del agua, los ríos son públicos.
—Pero la cerca está en este lado. La propiedad de enfrente pertenece a un amigo de Ignacio y tiene río, pero Ignacio no puede pasar el ganado de un lado a otro todos los días.
Cuenta con más de 10000 cabezas de ganado, cada año pierde muchísimas a causa de la sequía. Hay una cláusula que estipula que Ignacio no puede adquirir estas tierras. La única salida legal es si quién la compra se la vende a Ignacio, pero nadie ha hecho eso tampoco y aunque lo hicieran, ningún banco avalaría un préstamo ya que sus ingresos no son tantos.—El lugar me gusta muchísimo.
—Pues entonces ya es suyo, puede quedarse de una sola vez y mañana bajar al pueblo por las escrituras.
—Voy ahora mismo, te giro el cheque, recojo mi auto y mis cosas que están en el hotel. Debo además conseguir comida, no mucha porque traigo algunas cosas en el auto, pero lo suficiente para una noche.
—El agua, luz, teléfono, cable e internet están funcionando al igual que el aire acondicionado.
Eli regresa a su nuevo hogar horas más tarde, aun se siente incómoda por las miradas curiosas de la gente mientras hacia las compras. Empieza a descargar su auto, pone las cenizas de su abuelo dentro del armario de su cuarto, baja una maleta con ropa y luego se sienta en el sofá y usa su teléfono, pero nadie le atiende y sale la contestadora de Georgina así que le deja un mensaje:
Hola George. Estoy ya instalada, apenas escuches esto llámame a mi celular nuevo, te mande el numero por texto hace rato. Un camión de mudanza llega mañana con mis cosas personales, por eso quizás no te pueda atender, pero déjame al menos un mensaje para saber que escuchaste el mío.
Luego de esto coloca las cosas como esencias en varios puntos de la casa y empieza a barrer. Luego va a la cocina, se arma un emparedado y se sienta a ver televisión. El teléfono suena, pone en silencio la televisión. Mira la pantalla y sonríe.
—¡Hola perdida!
—¡Hola Eli! Al fin podemos hablar, me he quedado muy preocupada por todo lo sucedido. Lamenté mucho no irme contigo.
—Lo entendí, descuida.
—Por lo visto te has instalado, saca algunas fotos y envíamelas por email, quiero saber dónde demonios estás viviendo.
—De acuerdo Georgina.
—tengo un almuerzo con un abogado guapísimo, nos hablamos luego.
—¡Disfruta mucho y no te portes bien!
—Nunca lo hago.
Al día siguiente y tras una buena noche de sueño, se levanta por un café y llama a Gustavo
—Hola, Buen día.
—Hola Eli, el hombre del camión de mudanzas me dice que estará ahí en dos horas. Ya va de camino.
—Perfecto y muchas gracias. Insisto en el favor que te pedí, no quiero saber sobre nadie del pasado, si preguntan por mí...
—Les digo que estás en un año sabático y que no tengo tu número Cuídate Eli, repórtate de vez en cuando, eres como la hija que nunca tuve. Ya todo está pagado solo debes recibir tus cosas.
—Gracias, de verdad. Te quiero y has sido un apoyo, siempre fuiste parte de la familia.
—Te quiero Eli, cuídate.
Para media tarde ya ha recibido las cosas así que decide darse un baño, sin saber que en pocos minutos su vida empezaría a cambiar.
Mientras tanto en el rancho de Ignacio Caballero las cosas están algo tensas. Ignacio está con Manuel, su capataz, tratando de pensar en la forma de proceder ante la nueva dueña.
—Jefe, ¿por qué no va a averiguar de una vez cuánto pide por el agua la nueva vecina?
—Al mal paso…
—Bueno jefe, al rato ella no sea mala persona y le cobre barato.
—José, el jefe de policía, me ha dicho que se ve que es una buena persona. Le dije que ya le tenía engatusado y me ha acusado de estar prejuzgando y hablando de ella con rencor sin siquiera conocerla.
—Bueno jefe nadie puede culparlo a usted, sus experiencias no han sido buenas. Sin embargo, dele el beneficio de la duda.
Avanzando con resignación llega a casa de Eli y llama a la puerta, se sorprende al ver a una persona tan joven y quien además le genera atracción. Hace mucho tiempo no sentía este efecto de atracción inmediata por una mujer. Sin embargo, la tensión que sentía le hizo actuar como un patán.
—¿Sí? -la voz de esa mujer envió corrientes de excitación por todo su cuerpo, debía tener cuidado ella era peligrosa para él-
—Me han dicho que acabas de comprar esta casa.
—Sí, así es. Mi nombre es Eli Foster. Disculpe la pregunta, pero, ¿qué desea?
—Soy Ignacio Caballero y vine a hablarte del río que está en tu propiedad. Te advierto que no consentiré que me cobres usuras por el agua y que de hacerlo debes saber que tendrás un buen enemigo viviendo cerca de tu casa.
Eli se le queda viendo, entrecerrando los ojos. Sin haberlo querido o buscado, estaba conociendo al patán de su vecino. Si era así con todo el mundo por eso nadie le daba el agua. Eli le analizaba tratando de descubrir algo más allá de lo que veía y nada. El tipo era muy guapo, impresionante si podía decirse, pero un grosero increíble.
Por su parte Ignacio se sentía incómodo ante tal escrutinio.
—¿Tengo monos en la cara o qué?
—Ya lo entiendo.
—¿Entendiste qué?
—Por qué la gente ha sido tan hostil con usted, es que es un grosero. No me conoce de nada y tiene la desfachatez de hablarme así.
—Te hablo como me dé la gana, tienes pinta de ser una buscona, quizás vienes a eso, pero lo único que me interesa resolver son mis propios problemas. Alguien tan joven no puede haberse comprado esta casa, seguro tus clientes le pagan bien.
Eli empieza a enojarse y grita furiosa.
—Tome sus problemas y métaselos por….
Cierra la puerta en la cara antes de decir el resto de la frase. Avanza a la cocina y llena un cubo con agua y regresa a la puerta. Toma aire y se serena mientras le escucha gritar
—¡Maldita loca! Ya sé cómo son las de tu clase, seguro has pensado en venir a vivir de mí, a meterte en mi cama.
Eli abre la puerta y le arroja el agua.
—Bruto engreído, no vuelva a poner un pie en mi propiedad.
—Las más fieras son las mejores en la cama.
Eli levanta la mano y le da una cachetada, Ignacio, obviamente no lo espera y se ve la furia en su rostro.
—Ni mi cama ni mi agua, púdrase maldito engreído.
Él se marcha furioso ella tira la puerta. Ignacio entra a su casa hecho una furia, aún empapado, se sirve un trago y revienta el vaso contra la pared. Manuel entra y ve con asombro a su jefe.
—¿Pero ¿qué le pasó? Ha cobrado usuras.
—La cagué. La he insultado y atacado. Al final me ha dicho que no ponga un pie en su casa. Bueno, además de arrojarme una cubeta con agua y darme un golpe en el rostro.
—Jefe, debería ir de nuevo y disculparse. Además, no puede ser tan malo.
—Manuel, le dije que las más fieras son las mejores en la cama. Que seguro sus clientes le pagan bien, pues alguien de su edad no puede financiarse una casa así.
—¿Que le dijo qué? Con más razón debería ir de una vez Jefe, esto va más allá del agua, descargó su furia contra alguien inocente, recuerde que su odio es justificado siempre que lo dirija a quien realmente lo desea. No me extrañaría que del todo, nos quedemos sin esa agua. Si al menos, en alguna parte el agua entrara a sus tierras jefe, el problema sería sencillo de solucionar, pero no es así, por eso necesitamos a su vecina, no me gusta ver morir a los animales jefe.
—Lo entiendo, si hubieras visto el enojo de esa mujer, de enemiga no ha de ser buena. Me cambio y voy de nuevo. Pero te vienes conmigo.
—De acuerdo.
Ignacio llama a la puerta, cuando ve a Eli se sorprende. Tiene el rostro enrojecido de tanto llorar, sin pensarlo dos veces da un paso dentro de la casa, pero Eli se asusta y corre a esconderse lo que le deja desconcertado.
Va tras ella y la encuentra en la cocina, muy pálida y temblorosa, sosteniendo entre sus manos un cuchillo como si temiese por su vida. Ignacio deja de avanzar y levanta las manos para mostrarle que no va a dañarla, ella se deja caer al suelo aun con el cuchillo en las manos.
—Suelta eso. No vengo a dañarte.
—lo golpee hace un rato y ha regresado…. Pensé que iba a atacarme.
—lo lamento mucho, deja el cuchillo para que no te lastimes. Por favor, Eli.
Eli suelta el cuchillo y se abraza a si misma por las rodillas, Ignacio se acuclilla y la estrecha entre sus brazos. ella pone resistencia, pero él no la suelta, luego de unos segundos le coloca la mano bajo la barbilla, le sube el rostro obligándola a mirarlo.
—Lo siento mucho, pensé que ibas a estar furiosa, no llorando. Pareces ser una mujer de armas tomar, sin embargo, estás así… asustada…vulnerable.
—Me cuesta mucho manejar las confrontaciones y pensé que podía pegarme, estaba realmente furioso.
—¿Te han golpeado?
—Alguien de mi pasado me golpeaba mucho, tengo marcas en toda la espalda y por eso cuando le vi creí que iba a atacarme. De haber venido mañana no me hubiese agarrado con la guardia baja.
Eli empieza a levantarse, estar en el suelo la hace sentir en desventaja. Ignacio le quiere ayudar, pero ella retrocede con temor, pero se recompone rápido. —De verdad lo lamento, nunca le he puesto la mano a una mujer para golpearla. —Debo estar mal de la cabeza para que tan siquiera conversemos. Si envía algunos hombres a trabajar, podrían ayudarme a correr la cerca más hacia la casa para liberar el río. —¿Por qué harías algo así? Vine hace un rato pensando en rogarte por el agua, incluso estaba dispuesto a pagarte una renta por ello, mi desesperación tomó el control y dije cosas demasiado hirientes y aun así me dices eso. —Deje de mirarme así, no soy enemiga suya. No estoy tramando nada. Le hubiera dicho lo mismo hace rato. —No imaginas cuanto necesito el agua, las personas hasta ahora solamente me han sacado dinero. —Yo no soy las demás personas. Comprendo queestá ansioso y que incluso desconfíe, pero no
Aquello era difícil pero bien sabía que al mal paso debía darle prisa... Tomando aire y respirando pausadamente inicio su relato. A medida que iba diciéndoselo a Ignacio, él la miraba con pena y lastima, algo que odiaba, pero le debía aquello. —Mamá me inyectaba para controlarme. Cada vez que ella me golpeaba yo gritaba histérica. Un día simplemente perdí los nervios y le grité mientras cenábamos, mi papa estaba ahí. Después de aquello ella empezó a decir que yo sufría de neurosis, era muy joven, no llegaba a las 14. Y como los gritos venían sin que ella me gritara, solo con verla, empecé a creerle. Y como mis gritos y rabietas eran mayores, los golpes y maltratos aumentaron también. Ignacio frena el auto de forma brusca, se mete al arcén y se quita el cinturón, se voltea hacia Eli quien no parece haberse dado cuenta del frenazo ya que está como ida en sus recuerdos, Ignacio le pasa las manos frente al rostro y la sacude un poco. —¿Y tu
algunos días después En las siguientes semanas los peones llegaban a diario para, sin demora, acabar con el trabajo de mover la cerca. Durante aquellos días, nada perturbó la paz de Eli. Ignacio por su parte se mantuvo lejos, su obsesión con aquella mujer estaba haciéndolo inestable y voluble. Casi seis semanas después los animales llegaron a beber al rio. Algunos negocios alejaron unos días a Ignacio y al regresar pasó a buscarla para invitarla al rancho. Llamó a la puerta, pero ella no le respondió, vio su auto así que rodeó la casa y llamó a la puerta que llevaba a la cocina, segundos después ella le abre la puerta sin siquiera mirarlo y vuelve a sentarse frente a su computadora, ahí en la mesa de la cocina. Al acercarse le ve el rostro, es obvio que estuvo llorando y aunque le gustaría eliminar al responsable de aquel estado, necesitaba que ella confiara en él. Ya se encargaría luego de quitar de en medio al supuesto
algunos días después En las siguientes semanas los peones llegaban a diario para, sin demora, acabar con el trabajo de mover la cerca. Durante aquellos días, nada perturbó la paz de Eli. Ignacio por su parte se mantuvo lejos, su obsesión con aquella mujer estaba haciéndolo inestable y voluble. Casi seis semanas después los animales llegaron a beber al rio. Algunos negocios alejaron unos días a Ignacio y al regresar pasó a buscarla para invitarla al rancho. Llamó a la puerta, pero ella no le respondió, vio su auto así que rodeó la casa y llamó a la puerta que llevaba a la cocina, segundos después ella le abre la puerta sin siquiera mirarlo y vuelve a sentarse frente a su computadora, ahí en la mesa de la cocina. Al acercarse le ve el rostro, es obvio que estuvo llorando y aunque le gustaría eliminar al responsable de aquel estado, necesitaba que ella confiara en él. Ya se encargaría luego de quitar de en medio al supuesto
Ignacio le sujeta el brazo y observa marcas moradas con la forma de los dedos de doña María. Suavemente besa cada marca, se pone de pie y abandona el lugar furioso yendo tras doña María. Eli empuja la silla y sale de la sala. Llega a la puerta, se pone de pie y sale hacia su casa. Durante el camino se detiene algunas veces, se siente débil pero el querer refugiarse en la seguridad de su hogar le da las fuerzas para seguir. Mientras tanto en el rancho Caballero, una asustada mujer está contra la pared mientras Ignacio arremete contra ella verbalmente. —Le puso la mano encima. Vuélvalo a hacer y va a desear no haber nacido. —Soy tu... —Empleada, no lo olvide. Para mi deshacerme de usted no es difícil. Ignacio llega a la sala y no la ve, avanza a la puerta y ve la silla. —Maldición... Va tras ella a pisa y la encuentra de camino, sentada en el suelo, está muy pálida y respira de forma agitada. —¡Eli! Ella se pone de pie ta
Después de que José se va, Ignacio se acerca a Eli, pero esta retrocede. Tiene miedo. —Cariño, discúlpame es que estaba muy tenso. —No estoy en una de esas novelas de amor que me encanta leer, estás actuando como un abusador y no me gusta y no pienso consentirlo. —Eli, amor, estás muy estresada y ves cosas donde no las hay. —Largo de mi casa o pediré al oficial que te saque, hablo en serio. —Nos veremos luego, amor. 9 Algunas horas después, cuando el reloj marca las 8 am llegan a la propiedad de Eli, tres autos, con oficiales del CIJ, quienes pasan todo el día recopilando evidencias. En la noche Ignacio revisa todo en casa de Eli. —Llámame si escuchas algo más o si tan solo quieres hablar.<
Nancy la estudia con cuidado, es evidente que algo más le sucede a Eli y si no se equivoca, tiene que ver con Ignacio. —Eli…hay algo más, ¿cierto? —Es Ignacio, él me maltrata. —¿De qué hablas? —Cuando se enoja me sujeta las muñecas y las aprieta tan fuerte que deja marcas, o me grita. Le tengo miedo la mayor parte del tiempo. —Vete de su casa, no puede hacerte eso, en inconcebible. —Si me marcho a un hotel quien me quiere muerta me tendrá a su merced, de alguna forma puedomanejar lo de Ignacio. Si regreso a San José pondré en peligro a quienes me conocen, además don José ya trabaja en esto, con la policía allá sería que empiecen a conocer el caso desde el inicio y no habría nada que investigar allá, quien me quiere muerta es aparentemente, alguien que vive acá. —Si la cosa se pone inmanejable con Ignacio me avisas y te vas a mi casa. —De acuerdo. Ahora me marcho a comprar algunas cosas. —Te acompaño, estoy
Ignacio se pone de pie y la sacude por los hombros. —No me engañe con algo así. —No lo hago, había dos ambulancias, la primera se llevó a una mujer joven que iba inconsciente, la ambulancia que nos pasó cuando veníamos hacia acá llevaba a Eli. —Vamos. Ignacio llega a pedir información al hospital, pero parece ser que ni su nombre ni posición le otorgan privilegios. —Llegó una ambulancia con una mujer dentro, venían de un incendio. —Solo puedo dar información a familia. Ignacio y Doña María se ven entre ellos realmente angustiados. En eso llega Christian, quizás él si pueda ayudarlos. —Nacho, ¿qué haces acá? —Eli entró hace poco. No me dicen nada. ——Deja y averiguo. Se quedan en la sala de espera, el reloj marca la 10pm, siguen sin noticias, el reloj marca las 11. —Hola, lamento la demora, pero las cosas estaban medio enredadas. —¿Está viva? —Sí, incluso pudo decirme lo suc