La intranquilidad comienza a hundir mi cuerpo, ahora mismo siento como si alguien estuviese ahogando.
Es una pesadilla… estoy en una pesadilla, de nuevo.
—Tranquila —ella me sonríe y yo grito en desesperación, ¡va a matarla!
¡Noooooo! ¡No mamá!, ¡quédate aquí!, quédate conmigo….
Una vibración repetitiva y constante hace que me despierte, me siento de golpe sudando hasta ver que la camiseta que llevo está pegada a mi pecho.
—¡Mierda! —pronuncio un poco alterada.
Otra pesadilla
Busco mi celular entre las sábanas y lo tomo rápidamente sin leer de quien se trata.
—¿Sí?
—¡No puedo creer que estés levantándote hasta ahora! —dice Kerem casi en grito.
Miro rápidamente la hora y son las once de la mañana.
No puede ser, entonces carraspeo mientras aprieto los ojos.
—Es sábado, tengo el derecho —repongo de manera perezosa—. ¿Cómo estuvo la cena?
—Como siempre, ya sabes… te estuve llamando ayer hasta muy tarde, y nunca contestaste —me habla de manera cortante, como si yo debiera darle excusas.
—Sí, dejé mi celular, por cierto, tengo a mi cita de anoche aquí a mi lado, así que no tengo mucho tiempo —rio de puro chiste.
—Deja la bobada Ale, te llamo porque necesito hoy me acompañes a un evento —noto en su tono cierta preocupación.
—¿Está todo bien? —pregunto con cautela.
—Sí…. Debes ir algo formal, tú sabes, te busco a las siete de la noche, no tardes, sabes que detesto esperar —de esa manera cuelga la llamada sin dejar que yo diga nada.
Ok adiós. Y me vuelvo a dormir
A las seis de la tarde tomo una ducha, Millie me ayudará con el cabello, quiero recogerlo porque lo tengo largo, aunque ella insiste en dejarlo de caída, y no me queda de otra que rodar los ojos. Me coloco un vestido color crema largo estilo griego, con una abertura en la pierna derecha y con espalda algo escotada, pero recatado, calzo mis sandalias doradas de tacón de punta y listo.
Me veo al espejo retocando el maquillaje, colocándome una esclava de oro que me dio mamá, mientras veo el reloj que dan las seis cincuenta de la tarde, y por algo extraño mi pulso se acelera de manera brutal.
—Ale —dice Millie y yo volteo en su dirección. Ella está asomada en la ventana—. Creo que tu príncipe ya está abajo.
Un escalofrío tibio recorre mi espalda.
—Es solo trabajo, Millie —resoplo, creo que ya dejaré de excusarme cada vez que ella se inventa un cuento mío con Kerem.
Me despido de ella, tomo mi billetera plana y bajo al estacionamiento, y al llegar, veo como Kerem se baja de su auto Maserati de manera galante.
De cierto modo siempre he admirado a ese hombre, Kerem es… tan increíble en su persona, un hombre honesto y aunque nadie lo creería, es muy bondadoso, y muy casca rabias. No sé cómo después de mi descripción, también logra verse imponente, jodidamente hermoso con ese traje que parece irreal. Así que no me queda de otra que tomar una bocanada de aire mientras él se dirige a mí…
Tengo la respiración agitada, pero trato de controlarla y hacer como si esta noche fuera otro día de rutina.
Lo único que no puedo ocultar es la sensación de ardor en mi mano derecha, porque Kerem la tomó de forma inadvertida para llevarme al auto; no puedo doblarla, la mantengo firme mientras mi mente procesa el por qué él hizo ese contacto conmigo.
Llegamos en quince minutos al hotel donde quizás habrá una convención; Kerem no me ha explicado muy bien qué estamos haciendo aquí, pero la mayoría de veces es para conocer a inversionistas y pautar negocios. Los Sadik están invitados a todas partes todo el tiempo, porque el dinero llama al dinero.
Él baja del auto, entrega las llaves al ballet parking y se direcciona a abrir mi puerta. Toma mi mano y yo me impulso para salir, pero veo que él no me da espacio para moverme, entonces cuando me pongo de pie frente a él quedo completamente pegada a su cuerpo.
—Ale… —pronuncia con un tono pesado, y yo alzo la mirada para ver su expresión.
Esta es de incomodidad, de pesadez, de confusión, no entiendo la verdad qué está pasando.
—Necesito que puedas confiar en mí esta noche —suelta en tono preocupado—. Yo te explicaré todo, te lo prometo, solo confía en mí.
Quiero preguntar muchas cosas, aparte la sensación de inseguridad comienza a martirizarme, sin embargo, solo asiento colocando mi mano en su brazo, y de esta forma comenzamos a entrar al hotel.
La recepción es bastante amena, hay varias mesas en círculos y gente de renombre, lo sé porque trabajando con Kerem he podido conocer a varios de ellos.
Nosotros estamos sentados con el señor Bremer y los esposos Kennan; una pareja joven de recién casados amigos de Ángelo, empresarios por supuesto.
—¿Cómo va todo Alexandra? —pregunta el señor Bremer con un puro entre sus dedos.
—¡Estoy muy bien, gracias! ¿Y usted? —pregunto en tono despreocupado.
—Estoy muy bien linda, cada día mejor —suelta con una sonrisa sincera en su cara, mientras yo le devuelvo el gesto.
—Imagino que debes estar muy entusiasmada —ahora habla Natalia Kennan desde su esquina—. Próximamente serás toda una profesional en finanzas con muchas ofertas a la puerta ¡Realmente lo has hecho muy bien!
—Muchas gracias, de verdad…
—Ella no necesita otras ofertas, Natalia —corta Kerem de manera un poco irrespetuosa—. Alexandra tiene asegurado su puesto en empresas Sadik, así que no tiene que buscar más ofertas.
¡¡¡Qué!!!
Estas son cosas que me molestan de “Míster Olafo”, siempre lo comparé con este personaje de caricatura por sus rabietas permanentes y su estado de ánimo tan cambiante; pero por supuesto solo yo y mi subconsciente saben que le digo así.
—¡Lo siento, Kerem!, no quise decir que Alexandra se fuera de tu empresa, solo estaba halagando su trabajo, además ¿Quién se iría de un emporio como el tuyo? —responde Natalia en tono conciliatorio.
—No hagas caso, Natalia —le sonrió en manera de disculpa—. En todo caso, puedes enviarme una propuesta y yo con gusto lo pensaré.
Natalia ríe de manera sutil, pero en su cara se le nota las ganas de soltar carcajadas al aire, y yo le guiño el ojo, por consiguiente.
Sé que obtendré un reclamo de Míster Olafo, pero voy a tratar de disfrutar la noche.
—Me encanta cuando me llevas la contraria en todo —su voz se imparte en todo mi cuerpo, noto de manera inmediata su cercanía, me separo un poco solo para ver que su cara es de puro enfado y que está siendo sarcástico—. Dennos su permiso —dice nuevamente para levantarse de la mesa, ofreciéndome su mano.
Me levanto lentamente, dejo que él me direccione hacia dónde quiere ir, pero, nada más me coloco a su lado él suelta mi mano.
Estamos caminando por el salón cuando en una pequeña plataforma, un hombre vestido de blanco menciona a Kerem y todos comienzan a aplaudir. Me doy cuenta de que hay un pendón enorme que habla sobre un centro de beneficencia para niños en desnutrición y se me encoge el corazón.
—Ven… —dice jalándome a su lado tomando mi cintura.
Está llevándome con él al centro de la plataforma, comienzo a sentir pánico escénico, no quiero ir allí, no quiero ser centro de atención de la gente. No quiero.
— Kerem, por favor ¡No! —Digo aterrada de pura defensa—. La gente… no quiero que…
—Entendí —expone soltándome de inmediato siguiendo su camino hacia donde está el hombre de blanco alentándolo a subir.
Que desastre soy, por más que pasa el tiempo sigo siendo la misma, con un sinfín de mierdas en la cabeza, con un montón de inseguridades, en estos momentos es cuando aquella belleza que dicen que tengo me importa un carajo, porque no puedo contra esto que me atormenta, que me marca cada puto día.
Hago el mismo gesto que acostumbro cuando me abrumo de esta manera, paso mis dedos por la cicatriz de mi muñeca.
Kerem toma el lugar y da unas palabras de agradecimiento con una sonrisa en los labios comenzando su discurso.
Tengo vergüenza con él, necesitó de mi apoyo y yo me negué a ayudarlo, pero quiero compensarlo, quiero explicarle que tengo pánico a que la gente me vea, a las habladurías, que quiero pasar desapercibida, que me aterra pararme frente a muchas personas.
Quiero que me entienda, tengo esa necesidad
Al terminar su discurso se da un abrazo con el presentador, pero contrario a mi pensamiento, su cuerpo se dirige a otra parte y no hacia mí.
Está molesto y yo tengo la culpa.
Muévete, me ordeno a mí misma.
Con una convicción diferente camino en su dirección; desde otro punto de vista podría verse como si él huyera de mí y yo iría tras de él.
Alejo todo pensamiento de inseguridad y logro alcanzar su mano.
Es un gesto que no debería tomar a la ligera, pero yo le atrapo sin siquiera dejar que los pensamientos puedan invadirme.
— Kerem —trato de sonar tranquila, pero no logro conseguirlo, ya que mi voz se entrecorta un poco—. Quiero que me disculpes y que entiendas que no es por ti, en realidad yo…
Me retracto y detengo mi conversación al ver su pálido rostro mirando en otra dirección. Quiero ver, quiero saber qué pasa, entonces giro lentamente en trayectoria a su mirada.
Una mujer de tez blanca y cabello rubio un poco más baja que yo, está mirándolo a él y su expresión es parecida a la de Kerem, abrumada, perturbada, como si verlo fuera lo que más hubiese esperado.
Una punzada de esas que te retuercen el estómago me golpea de inmediato, las emociones se disparan sin control sobre mí y una oleada de calor puro, inunda mi rostro.
¿Qué pasa aquí?
—Ale —pronuncia Kerem de manera cautelosa y baja mientras que enreda sus dedos entre los míos, doy gracias a Dios porque tengo unos huesos que sostengan mi cuerpo, porque ahora mismo tengo un palpitar tan extremo que amenaza con salirse de mi pecho—. Yo he querido hablar contigo sobre algo importante, bueno, al menos para mí; necesito tu ayuda.
Ahora estoy frente a él detallando sus palabras.
Siento un ambiente pesado, se dé entrada que no me gustará lo que va a decirme, sé que algo cambiará.
Asiento y le miró fijamente motivándole a seguir con lo que quiere decirme.
—Hace un tiempo, 5 años aproximadamente, terminé una relación muy seria, es una etapa de mi vida que prefiero no compartir con nadie —dice mirándome de manera cautelosa sin apartar su mirada—. Esa mujer que viste, es mi ex prometida —mi corazón vuelve a dar un vuelco duro y voraz y un sabor amargo se gesta en mi boca.
Ex prometida…
Mis ojos no pueden parpadear por un instante, incluso puedo afirmar que el cuerpo se me ha congelado.—Te contaré los detalles —él susurra de nuevo sacándome de mi incredulidad, porque tengo cuatro años conociéndolo, y jamás escuché algo como esto—. Pero ahora que ella está dirigiéndose a nosotros, necesito que ahora seas… mi novia.¿Qué? ¡No puedo creerlo!, mi mente comienza a maquinar mil y un escenario.Quiero saberlo todo, quiero saber por qué quiere mentir, quiero saber qué lo insta hacer lo que está haciendo y quiero saber si siente algo por ella, principalmentequiero sabe eso.—No respondes… —vuelve a hablar como si hiciese una petición alarmada—. Te necesito Ale, en serio prometo contarte todo.—Estoy un poco impactada, es todo, yo nunca i
A la mañana siguiente me encuentro corriente por la universidad, necesito llegar con cinco minutos de anticipación al examen, porque quiero entregar de manera personal el ensayo que me ha pedido el señor Sliking sobre el impacto ambiental que han dejado las mega empresas, y el aporte ecológico que pueden brindar si así lo desean.No he consultado este proyecto con Kerem, inclusive si no lo acepta lo propondré a alguna otra empresa que quiera emprenderlo, sé que es una buena propuesta y me gustaría mucho que los Sadik pudieran ejecutarla.—Señor Sliking, quería darle personalmente mi proyecto —entrego la carpeta en sus manos.—Alexandra, muy bien lo leeré detalladamente, ¿está preparada para su último examen? —siento cierta satisfacción en su mirada y me hincho de orgullo.—Sí señor, no lo defrau
Siento que algo quiere estallar dentro de mí, quisiera decirle unas cuantas mierdas a Kerem en la cara. Sin embargo, estoy aquí prestándome para que la vida siga robándome cosas, y yo siga dando.—¿A qué le temes? —sentencia el hombre tan cerca de mí que su aliento a menta golpea mis fosas nasales, introduciéndose en mi sistema.—Solo soy la mente clara en estos momentos, también soy tu amiga, Kerem —declaro—. Pero veo que estás actuando con locura.—Sí… así es. Pero quiero proseguir… ¿Tú lo harás? Porque de no ser así, dímelo de una vez —estoy segura de que puede sentir mi nerviosismo, estoy convencida de que todo el edificio puede escuchar mi ritmo cardíaco, él está tan cerca de mí, que no discierno si lo hace con malicia. Con astucia. Sabiendo y
El murmullo del gentío hace que me desconcentre más de lo normal. Giro mi cabeza de lado y lado para poder encontrar a Kerem en donde me indicó. No me dio número de vuelo. Solo dijo Aeropuerto InternacionalHeathrow 2:30 de la tarde en la entrada del café City Merck, y aquí estoy un poco desesperada ya.Busco en mi bolsa de mano mi teléfono celular, para ver si tengo una llamada suya o por el contrario voy a marcarle de inmediato.Enciendo la pantalla y en efecto no hay nada. Un nerviosismo me viene atacando desde la salida de mi apartamento. Inclusive la misma Millie presenció cierto temblor en mis labios cuando me despedí.Marco el número de Kerem de nuevo y expulso de manera brusca el aire que tengo comprimido.Un tono… Dos tonos… Tres tonos.Pero mis ojos se agrandan de manera desorbitante, inclu
“La normalidad es un camino pavimentado: es cómodo para caminar, pero nunca crecerán flores en él” Vinent Van GoghEntro lentamente a la amplia habitación, que por cierto es una grosería de lujo para mis ojos.Kerem está parado justo detrás de mí, sé que está esperando que yo le diga que no pasa nada, sé que quiere olvidar el tema de lo que pasó allá abajo. Pero yo no.Me niego totalmente a no poner reglas en este asunto, aunque yo debí negarme rotundamente a este juego, pero ya es tarde. Muy tarde para m&iacut
Luego del bendito desayuno, Evie me pidió que le acompañara a una tienda, porque según ella está noche será la ceremonia principal donde se hará una especie de ritual para dar inicio a la semana de pre-casamiento. Me explicó que el resto de semana solo serán desayunos y cenas donde se comparte y conocen entre familia y amigos.El día sábado será la boda oficial de Steven y su futura esposa. Quisiera que con ello fuera el fin de esta parodia. Y apenas hoy es lunes.—Brando, puedes irte, te avisaré en cuando nos pases a recoger por favor —dice Evie en dirección al hombre de media edad que nos trajo a una boutique del centro de New York.—Si señora —se despide el hombre mientras bajamos del auto hacia la tienda.Es una belleza de tienda, creo que le llevaré varias ideas a Millie
Su expresión es… Atormentada, como si algo le embargara la existencia, puedo presenciar el hecho, puedo notar cada uno de sus gestos porque nuestra mesa es una de las que está más cerca de los novios.Amelia sigue dando rienda suelta a lo que sea que está diciendo, sus labios no paran de moverse mientras que el resto de gente hace caso omiso al suceso que a mí me tiene afligida.Al instante varias parejas salen de sus mesas en pareja a acompañar en el baile a los novios.—Ven acompáñame —susurra Christopher tomando mi mano. Su toque me parece ajeno, totalmente ajeno. Pero yo afirmo su agarre y asiento en respuesta.Caminamos hacia la pista y quito la mirada de Kerem, no quiero torturarme más ¿por qué seguir haciéndolo? Este es el objetivo de él, reconquistar a su antiguo amor; yo no soy más que un in
Llegamos en 20 minutos a la residencia y en silencio entramos a la casa yendo rápidamente a la habitación.Kerem cierra la puerta y yo giro en su dirección.—¿Qué pasó con tus padres y Cris?—Mis papás estaban cansados y se retiraron mucho antes. Christopher se fue con una amiga una hora después.Coloca su reloj en la mesa y desabrocha su camisa.—¿Dormirás aquí?—pregunto.—Por supuesto, yo te lo dije —su mirada es penetrante y sería.—¿Y en qué parte dormirás? —examino alarmada.Sus manos están desabrochando los puños de su camisa y con el dedo me señala en dirección a la cama de la habitación.—En esa cama.—Pero… ¿Cómo? Entonce