Ups! Ésta historia comienza a calentarse. ¿Qué habrá planeado Kenton? ¿Creen que sus locuras le darán como recompensa que Esmeralda se quede a su lado o no? Por otra parte, aún Lourdes no es consciente de que el comprador de globos XL no se protegió. ¿Qué hará cuando se de cuenta?
Kenton estaba listo para iniciar el plan que tenía en mente. Por momentos su consciencia le advertía que estaba cometiendo un error, pero luego pensaba egoístamente en si mismo y en todo lo bien que Esmeralda lo hacía sentir. ¿De qué manera renunciaría a eso? Él sabía bien que no habría otra mujer como ella. Si en años como mujeriego jamás había sentido esa conexión con nadie... era porque sencillamente no existía nadie como ella. ¿Iba a perderla así sin más? De ningún modo. "-Esta noche marcará un antes y un después en nuestra vida, Esmeralda, puedo sentirlo"- Se animó antes de abrir la puerta de su cuarto y salir bañado, bien vestido, perfumado. Él esperaba que todos sus atributos funcionaran con ella, pero ya no sabía que más intentar. La vió bebiendo una taza de café y esperó ser notado. Verla solamente le despertaba un deseo primitivo que jamás había sentido con tanta fuerza. Su pulso se aceleraba, su sangre se calentaba y se acentuaba en su erección ansioso por reclamarl
Esmeralda estaba desnuda sintiendo inmenso placer e impaciencia por todo lo que Kenton hacía para excitarla. Él no dejaba centímetro de su cuerpo sin explorar con su boca ni tampoco con sus manos. Moría porque él comenzara de una buena vez y acabara con la tortura deliciosa a la que era sometida. "-Por favor que empiece ya"- Gritaba en su mente porque cada vez que él amenazaba con comenzar finalmente volvía a besarla y a explorarla Después de interminables minutos y dos orgasmos, Kenton se colocó un condón y comenzó a entrar en ella. La notó super expresiva, más que dispuesta a recibirlo y también mucho más ardiente. Ella le hacía sentir sus uñas, lo abrazaba con sus piernas y lo besaba con tanta pasión que no lo podía creer. Ella era un volcán por dentro y esa pasión arrolladora era lo que a él le fascinaba. En días de semana, ella era fría e indiferente. Jamás lo había mirado con complicidad ni se había portado cariñosamente; mucho menos había intentado seducirlo ni tampoco
Para el vicepresidente no pasó inadvertido el fuerte estremecimiento que Lourdes experimentó, mucho menos el pánico que mostraba su rostro. Se acercó vacilante a ella y se sentó para desayunar. La notó dispersa y también como tomó su teléfono y revisó las notificaciones. -¿Tienes frío?- Le preguntó con seriedad. El momento de bromear había terminado -Estoy preocupada. Tengo una mala sensación, un presentimiento- Secó el sudor de sus manos en su ropa de manera repetitiva- Se que algo sucederá, pero no sé que -No creas en esas cosas, es casi como una superstición- Él intentó que se relajara pero era imposible -No lo entiendes. Los presentimientos me han acompañado toda mi vida. Siempre... cuando mi padre falleció lo tuve, cuando me... quedé sola también. Si no quieres creerme no lo hagas, pero algo pasará y soy capaz de apostar mi vida sin temor a equivocarme- Fue el turno del vicepresidente de estremecerse y de sentirse culpable. ¿Ella podría haber quedado embarazada? ¿Deber
Las hermanas continuaban viviendo con los dos empresarios, pero Lourdes sentía una opresión en el pecho al pensar que sus hijos pudieran encariñarse por demás con ese hombre que no creía que pudiese tener corazón. Su historial de mujeres era largo y él no lo negaba, ¿Cómo era posible que no se enamorara de nadie? No había noticias de que hubiese tenido una relación de pareja ni una sola vez en la vida. Esmeralda revisó el pronóstico y la calma se instaló en su pecho. La tormenta finalmente cesaría en cuestión de horas. Tal parecía que efectivamente después de cada tormenta saldría el sol, o al menos eso anunciaba la aplicación instalada en su teléfono. Estaba ansiosa por poner distancia de Kenton y de sus intentos de acercamiento en días no permitidos. Si él la había comprado, ella cumpliría el contrato al pie de la letra. Cuando su tiempo juntos acabara, él seguramente conseguiría a quien comprar para ocupar su lugar. Los niños de Lourdes fueron a dormir la siesta. Dylan le pidi
El vicepresidente estuvo con Lourdes nuevamente. Ella no comprendía como había acabado envuelta en una aventura sexual con alguien que estaba demasiado cerca de ser un desconocido para ella. Lourdes estaba decidida a que el vicepresidente no volviera a su vida nunca más, por lo que se había negado a conocer cosas acerca de su vida. En otras circunstancias, probablemente le hubiese preguntado cosas intentando entablar alguna amistad, pero en esa situación no lo quería. -Me encanta la lluvia. Gracias a ella te tengo aquí- Él la abrazó desde atrás y le impidió girarse -No puede gustarte la lluvia. ¿Sabes cuánta gente perdió todas sus pertenencias justamente por eso?- Reclamó poniéndose tensa -La lluvia no es la culpable, Lourdes- Besó su cuello y sus hombros- Eres una mujer inteligente y se que comprendes que las obras de construcción que se llevaron a cabo en la ciudad solo empeoraron lo que antes no llegó a ser un problema Lourdes lo sabía. El fraude millonario del último
Esmeralda tomaba una ducha antes de ir a ver a Kenton. El noveno fin de semana juntos había llegado y por alguna razón estaba convencida de que él no la dejaría dormir. Estaba preparada para recibir sus propuestas y también para rechazarlas una a una. Ella sabía bien que él deseaba continuar esa "aventura" pero él debía de comprender que no sucedería. Lourdes abrió la puerta del baño con urgencia sobresaltando a Esmeralda. -¿Estás bien?- Preguntó extrañada porque jamás Lourdes irrumpía en el baño de esa manera -Voy a mancharme toda. ¿No te digo yo?- Maldijo y se quitó el pantalón- No entiendo por qué siempre mi período es así. Desde que nació Alvarito esta fecha del mes es una tortura -Bueno... en tu lugar estaría agradecida- Dijo Esmeralda luchando por contener una risa -¿Agradecida? Me estoy desangrando- Protestó -Te bajó el período. Jamás te falta pero considerando que el amigo de Kenton te sacó de la abstinencia podría ser peor. Imagínate si no te bajara el período
Kenton se sentía al borde de la desesperación. Esmeralda continuaba siendo tan fría como el hielo fuera del cuarto. Si su plan fracasaba no habría manera de retenerla a su lado y se sentía realmente desquiciado teniendo que recurrir a ese tipo de cosas para estar con ella. Esmeralda al llegar del ardiente noveno fin de semana junto al CEO se sentía en total calma. Con una actitud positiva era la manera en que veía al futuro. ¿Estaba pensando en tener una relación sentimental con alguien? Claro que no. Creía que su vida volvería a ser la misma de antes, que no volvería ni a pensar en sexo. ¿Sería así? Al llegar el día de ir al último encuentro, Esmeralda estaba radiante. Exudaba felicidad por cada uno de sus poros y sabía que era la última semana en la que sería propiedad de un millonario. Después de esa semana su vida le pertenecería, así como también su cuerpo. Lourdes sentía una profunda inquietud y un severo malestar estomacal producido por aquella sensación que era más fue
Tal como lo esperaba, Kenton jamás recibió la visita de Esmeralda en su oficina. La única vez que ella fue en ocho días laborales lo trató como su superior, como alguien que jamás había cruzado la línea con ella. Fría y cordial. Esmeralda se sentía tranquila, al menos en apariencia. Su voz sonaba firme también y sus ojos no brillaban por él. Para Kenton fue duro comprobar que ella no lo había extrañado. Él sabía que ella tenía muchísimo orgullo, pero había cosas que no podían disimularse si se sentían. Lastimosamente para él, ella no sentía nada. Kenton la dejó marchar sin hacer comentarios al respecto. Moría por preguntarle si no lo necesitó en todo el tiempo separados, pero se contuvo sabiendo que ella no había sentido nada por él nunca. Kenton pensó en lo que había hecho. Había arrojado todos los condones y los había reemplazado por otros por si Esmeralda llegaba a ver alguna vez las pruebas de su momento de locura y desesperación. ¿Estaría ella llevando un hijo en su in